Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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http://www.jorgealiagacacho.com/

10 de febrero de 2018

Portugal: Cuando la Izquierda se une.

 

¿Unidad de las izquierdas? El caso portugués


Por Boaventura de Sousa Santos
(Extracto de su nota publicada en "Público". ¿Unidad de las izquierdas? El caso portugués.
Fuente:http://blogs.publico.es/espejos-extranos/2018/02/08/unidad-de-las-izquierdas-el-caso-portugues/
BIOGRAFÍA
Boaventura de Sousa Santos es sociólogo. Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra. Sus últimos libros en español: Si Dios fuese un activista de los derechos humanos (Madrid, Trotta 2014) y, de próxima aparición, con Maria Paula Meneses, Epistemologías del Sur (Madrid, Akal).

8 FEBRERO, 2018

Traducción de Antoni Aguiló y Àlex Tarradellas

El Gobierno que inició su andadura en Portugal a finales de 2015 es pionero en cuanto a la articulación entre varios partidos de izquierda, un gobierno del Partido Socialista con el apoyo parlamentario de dos partidos de izquierda, el Bloco de Esquerda [Bloque de Izquierda] y el Partido Comunista Portugués. Es poco conocido internacionalmente, no solo porque Portugal es un país pequeño, cuyos procesos políticos pocas veces forman parte de la actualidad política internacional, sino porque, sobre todo, representa una solución política que va contra los intereses de los dos grandes enemigos globales de la democracia que hoy dominan los medios de comunicación —el neoliberalismo y el capital financiero global—. Conviene recapitular. Desde la Revolución del 25 de abril de 1974, los portugueses han votado con frecuencia mayoritariamente partidos de izquierda, pero han sido gobernados por partidos de derecha o por el Partido Socialista a solas o en coalición con partidos de derecha. Los partidos de derecha se presentaban a las elecciones solos o en coalición, mientras que los partidos de izquierda, en la lógica de una larga trayectoria histórica, se presentaban divididos por diferencias aparentemente insuperables. En octubre de 2015 ocurrió lo mismo. Solo que en esa ocasión, en un gesto de innovación política que quedará en los anales de la democracia europea, los tres partidos de izquierda (Partido Socialista, Bloco de Esquerda y Partido Comunista Portugués) resolvieron entrar en negociaciones para buscar una articulación de incidencia parlamentaria que viabilizara un gobierno de izquierda liderado por uno de esos partidos, el que tuvo más votos, el Partido Socialista. Con negociaciones separadas entre este partido y los otros dos (debido a las desconfianzas recíprocas iniciales), fue posible llegar a acuerdos de gobierno que viabilizaron un gobierno de izquierda sin precedentes en la Europa de las últimas décadas. La innovación de estos acuerdos se basó en varias premisas: 1) los acuerdos eran limitados y pragmáticos, se centraban en pequeños denominadores comunes con el objetivo de hacer posible un gobierno que frenara la continuación de las políticas de empobrecimiento de los portugueses que los partidos de la derecha neoliberal habían aplicado en el país; 2) los partidos mantenían celosamente su identidad programática, sus banderas y aclaraban que los acuerdos no las ponían en riesgo, porque la respuesta a la coyuntura política no exigía reconsiderarla, y mucho menos abandonarla; 3) el gobierno debería ser coherente y, para ello, debería ser de la responsabilidad de un solo partido, y el apoyo parlamentario garantizaría su estabilidad; 4) los acuerdos se celebrarían de buena fe y tendrían un seguimiento, en el que las partes los comprobarían de manera regular. Los textos de los acuerdos constituyen modelos de contención política y detallan hasta el detalle los términos acordados. Las medidas acordadas tenían, básicamente, dos grandes objetivos políticos: parar el empobrecimiento de los portugueses, reponiendo los ingresos de los trabajadores y los pensionistas según la escala de ingresos, y frenar las privatizaciones que, como todas las que ocurren bajo los auspicios del neoliberalismo y del capital financiero global, son actos de «privatería» [1]. Los acuerdos se negociaron con éxito y el Gobierno tomó posesión en un ambiente políticamente hostil del presidente de la República de entonces, de la Comisión Europea y de las agencias financieras, todos fieles servidores de la ortodoxia neoliberal.
Poco a poco, la política desarrollada en cumplimiento de los acuerdos fue dando resultados, para muchos, sorprendentes, y pasado algún tiempo muchos de los detractores del gobierno no tenían más remedio que admitir su equivocación ante los números del crecimiento de la economía, de la bajada de la tasa de paro, de la mejora general de la imagen del país, finalmente ratificada por las agencias de calificación de crédito, y con los títulos portugueses pasando del nivel bono basura al nivel inversión. El significado de todo esto podría resumirse en lo siguiente: realizando políticas opuestas a las recetas neoliberales se obtienen los resultados que tales recetas siempre anuncian y nunca consiguen, y eso es posible sin aumentar el sufrimiento y el empobrecimiento de los portugueses. Más bien al contrario, reduciéndolos. De una manera mucho más directa, el significado de esta innovación política es mostrar que el neoliberalismo es una mentira, y que su único y verdadero objetivo es acelerar como sea la concentración de la riqueza bajo los auspicios del capital financiero global. Es evidente que la derecha neoliberal nacional e internacional está en desacuerdo con este propósito e intentará acabar con esta solución política, en lo que, por ahora, tiene como aliada la derecha, que nunca se ha vuelto a ver en los «excesos» del neoliberalismo y que quiere volver al poder. Ahora, la forma más benevolente del inconformismo surge como un aparente elogio, que se formula así: «Esta solución política durará toda la presente legislatura». Para los más perspicaces, esto significa estabilidad a plazos, como si se dijera a las izquierdas (y a los portugueses que se vuelven a ver en ellas): «Estuvo bien, pero se acabó». A esas fuerzas y a los portugueses les compete contraponer a lo expresado con un «Queremos más», y actuar en conformidad.

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