Foto: Marcelo Moreyra y Gina Escobar
VIII Encuentro Internacional de Escritores
Por Jorge Aliaga Cacho
A comienzos de octubre, en una Misiones con gran caudal de lluvias, fue cuando escuché por primera vez a Gina Escobar en el marco del VIII Encuentro Internacional de Escritores realizado en Iguazú, Argentina. Gina, de temperamento afable, hizo muestras de su idiosincracia argentina mostrando a la concurrencia algunos pasos de las danzas gauchas, de pañuelo y bombo, de retumbes profundos como su poesía que la afirman como una guerrera por la paz. Su pluma es agua fresca para la poesía latinoamericana que muchas veces se enajena en su sola ocupación con la forma, color, estructuras y/o proporción, sin dar importancia a la realidad material que como el movimiento, la actitud y la belleza deberían reflejarse en la creatividad de todo artista que se siente comprometido con su pueblo y con el progreso social. En el evento se encontraron otros escritores destacados como Susana Goldlemberg, Araceli Otamendi, Marcelo Moreyra, Pancho Cabral y Daniel Stéfani de Argentina; Lina Zerón de Méjico, Jorge Campero de Bolivia, Liliana León Trujillo de Cuba, Pedro Vargas Rojas y Aldo Samuel Cavero del Perú. El primero disertó sobre la poesía de las tribus amazónicas en el Perú y el segundo sobre la obra de Ciro Alegría con ocasión del centenario del natalicio de autor de "Los perros hambrientos". El autor de esta nota hizo la presentación de su novela Secreto de desamor que fue destacada por la crítica literaria Argentina.
Este año, el vencejo de oro fue otorgado al cantautor, poeta y escritor Claudio Bustos y el vencejo de plata a la escritora Gina Escobar. Las distinciones "Araucaria" fueron otorgadas a José Pilz de Puerto Iguazú y a Rulo Breganolo, de Aristóbulo del Valle.
Este año, el vencejo de oro fue otorgado al cantautor, poeta y escritor Claudio Bustos y el vencejo de plata a la escritora Gina Escobar. Las distinciones "Araucaria" fueron otorgadas a José Pilz de Puerto Iguazú y a Rulo Breganolo, de Aristóbulo del Valle.
Mujeres
Por Gina Escobar
Hay mujeres
que encallecen sus manos
forcejeando con la vida.
Hay mujeres
que blindan el corazón ante la injuria
para preservar el néctar a los justos.
Hay mujeres
de viento y llamarada
iluminando el infinito con su alma.
Hay mujeres
embistiendo tenazmente a la injusticia
y relamen su propio dolor bajo la almohada.
Hay mujeres
de laurel y manzanilla,
hembras de puño en alto y atrevidas,
cuchillo la mirada, espalda erguida
bálsamo tibio o banderas aguerridas.
Hay mujeres
que por su hombre encienden
en el pecho, una estrella
en la voz, una metralla.
Hay mujeres
que inventan cielos
para enseñarnos a volar con nuestras alas.
Hay mujeres
que guardan la mirada
para el sufrimiento de los parias.
Hay mujeres
de ovarios, compañera
hay mujeres así, por todas partes.
en el monte
la llanura
en el estero
en las cocinas de las casas
en las sombras de las calles.
Hay mujeres
en el valle y la montaña,
mujeres que pelean
y que aguantan.
mujeres de estirpe como robles
callan a veces…
pero no las callan.
Hay mujeres
tan mujeres, de tal magia
que aunque ligeras sandalias caminaron
profunda huella nos dejaron marcada.
Hay mujeres
compañera, tantas
que resumen la belleza y las agallas.
Mujeres
Que de hembras son un arte.
Pero hay una,
sólo una, tan amada,
que de honda herida
del amor, hizo un baluarte.
una, solo una,
que con solo invocar su nombre,
nos hace inmortales a todas las otras.
Una,
cuya talla de mujer
la gloria y los honores amerita,
erigió en el pueblo su memoria
pero quiso que la llamaran,
solo y simplemente,
EVITA