Por Gabriel Esteban Merino
Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo central analizar la nueva fase de la crisis global que se abre a partir de la crisis en Ucrania, en el marco de las investigaciones que venimos realizando sobre el eje: crisis mundial, transición histórica y lucha entre bloques y polos de poder. Entiendo que con la crisis en Ucrania se abre la sexta fase de la crisis global, cuya característica principal es el enfrentamiento directo e incluso en territorios centrales entre los bloques de poder centrales (con sus contradicciones) y los bloques de poder emergentes, o en otras palabras, entre las fuerzas unipolares con conducción angloamericana y las fuerzas multipolares. Esta situación es presentada resumidamente en este trabajo a partir de los siguientes ejes: 1) el planteamiento del problema (qué está en juego en Ucrania) en relación a la crisis capitalista que transitamos y la crisis del orden mundial; 2) el eje estratégico Moscú-Beijing, los BRICS, los avances institucionales y el enfrentamiento con “Occidente”; 3) “Occidente” y sus posiciones: interna angloamericana, la doctrina militar de “Obama” y las contradicciones con el núcleo euro (Berlín- París) frente a Rusia y a China; 4) el impacto y los desafíos sobre América Latina como bloque de poder emergente.
Introducción
A partir del golpe de estado en Ucrania, el referéndum posterior en Crimea y el desarrollo de la guerra civil en dicho país, el mundo se introdujo en una nueva fase de la crisis mundial. Esta nueva fase o momento de la crisis se caracteriza por el hecho de que la agudización de las tensiones entre los bloques de poder mundial se libran también en territorios centrales (Crimea, Ucrania, el Mar de China) y los enfrentamientos (la disputa por influencia en territorio social) son directos. Una cosa es el enfrentamiento indirecto en Siria desatado en 2011, en donde Rusia e Irán apoyan al gobierno de Bashar Al Assad (e impidieron que este gobierno fuera arrasado como el de Libia), mientras la OTAN y aliados apoyan a las fuerzas opositoras (que incluyen las células terroristas que conformaron en Estado Islámico). Otra cosa es el enfrentamiento en Ucrania que involucra a potencias de primer orden de forma directa o el involucramiento directo de Rusia en Siria este año, en contra de los intereses de la OTAN.
Incluso el papa Francisco define a esta situación como de guerra mundial fragmentada, con por lo menos 11 países en guerra declarada, en cuyos territorios se pone de manifiesto la lucha entre bloques de poder a nivel mundial.
“…descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios. Pero como no se puede hacer la Tercera Guerra Mundial, entonces se hacen guerras zonales. ¿Y esto qué significa? Que se fabrican y se venden armas, y con esto los balances de las economías idolátricas, las grandes economías mundiales que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero, obviamente se sanean.” Papa Francisco2
Los cuadros políticos y la prensa dominante del polo de poder “angloamericano” caracteriza este momento como de “nueva Guerra Fría”. Con la respuesta rusa al golpe de Ucrania ven frustrados los proyectos de gobernanza mundial bajo la impronta del capitalismo financiero transnacional del siglo XXI. Rusia, China y los poderes emergentes se resisten, cada uno a su manera, a subordinarse. Así podemos leer en el Financial Times: “No hace tanto tiempo los políticos de Occidente asumieron que China y Rusia eventualmente decidirían que querrían ser como "nosotros". China se desarrollaría como un actor responsable en el orden internacional existente y Rusia, aunque con errores, vería su futuro en la integración con Europa. Xi y Putin tomaron otra decisión. El mundo está despertando de los sueños postmodernos de la gobernanza mundial a otra época de gran competencia por el poder.”3
Lo que se acelera es el proceso de multipolarización relativa. Es decir, el desarrollo de bloques de poder bajo la forma de estados-nación continentales ya conformados como China o la construcción de estados regionales-continentales con capacidad para constituirse en nuevos polos de poder mundial (como Rusia o en menor medida América Latina), relativamente menos poderosos al polo dominante, pero que en la crisis del orden mundial y en la crisis del polo dominante acrecientan su capacidad de influencia global.
China en la medida que se constituye en un nuevo polo de poder mundial (ya no sólo potencia regional) modifica las relaciones de poder existentes, pone en crisis las instituciones surgidas con la posguerra y consagradas mundialmente con la caída de la Unión Soviética y es vista como una amenaza por las fuerzas dominantes del viejo orden. En una entrevista realizada por Harvey, Arrighi amplia sobre el posible enfrentamiento entre China y los Estados Unidos:
“China tiene una tradición de rebeliones a la que ningún otro territorio de tamaño y densidad de población similares se ha enfrentado nunca. Sus gobernantes son también muy conscientes de la posibilidad de nuevos invasores que vengan del mar, en otras palabras Estados Unidos. Como señalo en el capítulo X de Adam Smith en Pekín existen varios planes estadounidenses sobre cómo tratar a China, ninguno de los cuales es exactamente tranquilizador para Pekín. Aparte del plan de Kissinger, que apuesta por la cooptación, los otros contemplan bien una nueva Guerra Fría dirigida contra China o bien la implicación de China en guerras con sus vecinos, mientras Estados Unidos desempeña el papel de «tercero feliz».”4
La crisis económica es el otro plano fundamental de análisis de esta crisis del orden mundial. La misma no ha sido superada sino que, por el contrario, fue atenuada en sus efectos a partir de una explosión del endeudamiento global desde su estallido: desde 2007 a 2014 el endeudamiento pasó de 57 billones de dólares a casi 200 billones según la consultora McKinsey & Co y en términos porcentuales la deuda pasó de representar un 286% del PBI mundial.5 Crece algo el PBI de la “angloesfera” (Estados Unidos y el Reino Unido) aunque con serias dudas y luego de que los estados (y por su intermedio el conjunto de los contribuyentes) se quede con los enormes pasivos del desfalco financiero. La zona euro está bajo la amenaza de la deflación y sin poder retomar el crecimiento. Japón a pesar de los enormes estímulos fiscales y monetarios no logra despegar. Y los emergentes salvo China y, en menor medida, la India, se encuentran en problemas para seguir creciendo. La debilidad del resto implica un dólar más fuerte que limitará el crecimiento de los Estados Unidos. Las extraordinarias tasas de interés bajas o incluso negativas y la igualmente extraordinaria relajación cuantitativa y crediticia no logran activar las economías.
Frente a ello, Nouriel Roubini (economista que anticipó el estallido de la crisis), explica las razones por las cuales lo extraordinario deviene en ordinario:
“Con el tiempo los rendimientos nominales y reales negativos pueden mover a los ahorradores a ahorrar menos y gastar más y ése es el objetivo de los tipos de interés negativos: en un mundo en el que la oferta supera a la demanda y un exceso de ahorro se disputa unas pocas inversiones productivas, el tipo de interés en equilibrio es bajo, si no negativo. De hecho, si las economías avanzadas padecieran un estancamiento largo, un mundo con tipos de interés negativos tanto a corto como a largo plazo podría llegar a ser la nueva normalidad.”6
Ello pone en evidencia lo que desde distintas perspectivas y con distintas consideraciones se viene observando7: nos encontramos estructuralmente frente a una crisis de sobre acumulación del capital (“el exceso de ahorro encuentra unas pocas inversiones productivas”); una crisis de realización (“la oferta supera a la demanda”) en gran medida como producto de la contrarrevolución neoliberal que deprimió salarios y exacerbó la desigualdad; y un impresionante proceso de financiarización para mantener el sistema funcionando en esta crisis estructural que encuentra sus límites con el estallido de las burbujas (y tremendas pujas entre fracciones de capital en medio de dichas burbujas). A la vez, dicha financiarización es estratégica para intentar superar la crisis de hegemonía del polo de poder dominante en el orden mundial. Este proceso, se expresa en la agudización progresiva de tres luchas: capital-capital, capital-trabajo, “norte”-“sur” (y en parte “norte”-“norte”, como las tensiones del eje germano-francés con el polo angloamericano, así como la interna al interior de este último).
Para resolver esta crisis, el “norte”, sus cuadros políticos y militares, las grandes fracciones financieras transnacionales angloamericanas, entienden que deben “comerse el mundo”, es decir, construir un nuevo orden mundial global que supere y actualice el orden perecido de la posguerra, lo que necesariamente implica subordinar a todo poder que se interponga en este camino, particularmente a los bloques de poder emergentes (China, Rusia-CEA, ALBA-MERCOSUR, Irán y aliados, etc.).
1. Sexto momento de la crisis: el enfrentamiento en Ucrania
La guerra civil en Ucrania inicia un sexto momento de la crisis global, que comienza a partir de 1999, en el auge de la “belle epoque” neoliberal. Allí se manifiestan las primeras fisuras del sistema internacional unipolar con hegemonía en los Estados Unidos, las cuales van a devenir en una multipolaridad relativa creciente.
El primer momento, se inicia en 1999, cuando convergen un conjuntos de procesos cristalizados en la constitución del G-20, la derogación de la ley Glass-Steagal, el establecimiento del Euro, la asunción de Putin en Rusia, el ataque de EE.UU. a la embajada China en Belgrado, la asunción de Chávez en Venezuela, entre otras cuestiones. Allí comienzan a observarse los primeros pasos de los distintos bloques de poder que luego conformarán la situación de multipolaridad relativa y crisis del orden mundial. Este primer momento llega hasta septiembre-2001 con el atentado de las Torres Gemelas. El segundo momento va de septiembre-2001 a septiembre-2008 y se caracteriza por la ofensiva neoconservadora que impone su dominio en Estados Unidos y, con ello, a la “angloesfera”, para desarrollar el unipolarismo-unilateral (se quiebra el Consejo de Seguridad de la ONU e incluso la propia OTAN), profundizar el keynesianismo militar y la “guerra civilizatoria” en medio oriente, destruir cualquier amenaza al poder del imperialismo “americano” y llevar al máximo la creencia sobre el carácter excepcional e indispensable de Estados Unidos en el mundo. Ello pone de manifiesto la lucha al interior de los Estados Unidos (y en el conjunto del polo de poder angloamericano) de dos bloques de poder enfrentados: “americanistas” y “globalistas”.
Desde septiembre-2008, con la quiebra del Lehman Brothers se inicia un tercer momento de la crisis caracterizado por el estallido de la crisis financiera global y la posterior crisis económica en el núcleo del poder mundial, impactando a todo Occidente. Se recrudecen las tensiones internas y se produce con el triunfo de Obama y el despliegue del Plan Gordon Brown en Londres un cambio de relaciones de poder a favor de las fuerzas globalistas, multilateralistas (no confundir con multipolares) y neokeynesianas, aunque en una situación de empate hegemónico.
En noviembre-2009 se inicia el cuarto momento de la crisis, a partir de la sanción del Tratado de Lisboa en la zona Euro, en el cual se cristaliza el avance del eje germanofrancés sobre el continente y pasa a primer plano la crisis económica y disputa por la periferia europea (España, Portugal, Irlanda, Grecia, Italia). Esta situación domina la crisis global hasta marzo-2011, donde se reactualiza la lucha entre una Europa bajo el Euro y la conducción de Berlín y su estrategia de ajuste, inversión, aumento de la competitividad y expansión continental; o una Europa sin euro ni pretensiones de bloque continental, sino como zona de libre comercio subordinada a Londres y al bloque global angloamericano. A su vez en esta crisis comienzan a aparecer, todavía tenuemente, fuerzas populares que pretenden romper con la estrategia del ajuste y luchar contra las fuerzas neoliberales.
En marzo de 2011 entramos en el quinto momento de la crisis con la guerra civil en Siria y luego en Libia. La llamada Primavera árabe es manipulada desde “occidente” para golpear sobre sus enemigos (Muammar Gaddafi y Bashar Al-Assad) y es contenidareprimida allí donde puede afectar a sus aliados (especialmente en la monarquía ultraconservadora de Arabia Saudita). Esta fase se caracteriza por la agudización de las tensiones entre los bloques de poder centrales (que intentan aminorar sus tensiones en relación al “enemigo común”) y los bloques de poder emergentes.8 La disputa políticomilitar se desarrolla en escenarios secundarios, la lucha ideológica-mediática se encuentra todavía relativamente contenida aunque in crescendo y el planteo de nuevas instituciones emergentes para la configuración de otro orden mundial alternativo se mantiene bajo un perfil no confrontativo. Sin embargo, China, Rusia e Irán, y el bloque MERCOSUR-ALBA en Nuestra América sienten las presiones de esta nueva situación global con el traslado geoestratégico de la crisis. La Alianza Pacífico, en relación con la propuesta del Acuerdo Trans-pacífico, es producto de esta ofensiva global contra los bloques de poder emergentes. Además, el freno que Rusia pone en Siria al poder de la OTAN para configurar el mapa de poder en medio oriente con su apoyo militar al gobierno de Bashar Al-Assad (junto con Irán y Hezbollah) preparan el camino del golpe en Ucrania.
El cambio fundamental que se observa en este quinto momento de la crisis en relación a los momentos anteriores es que el bloque global multilateral (las redes financieras globlales, los actores fundamentales que pretenden superar la crisis mediante lo que imaginan como la construcción del capitalismo global del siglo XXI y un nuevo orden mundial basado en instituciones globales) dejan de lado la alianza táctica que mantenían con los países emergentes y propician su disciplinamiento. En ello coincide tanto Obama, Clinton, como los neoconservadores aunque planteen diferentes estrategias. Para estas fuerzas, China, Rusia, Irán, MERCOSUR-ALBA, etc., los distintos actores del creciente multipolarismo relativo, deben abandonar su pretensión de construir bloques de poder y convertirse en nuevos polos de poder. La superación de la crisis capitalista y el dominio de “occidente”, en buena medida, ahora depende de ello. Los llamados BRICS y aliados, que hasta el 2011 eran territorios centrales de la expansión del capital transnacional y solución espacial de la crisis (y, por ello, posibles actores en una nueva institucionalidad global multilateral), en la medida en que desarrollan mayores niveles de autonomía relativa, construyen bloques de poder y aprovechan la crisis y luchas internas del viejo “centro” mundial para impulsar sus propios proyectos políticos estratégicos se convierten en objetivos para las fuerzas unipolares del capitalismo financiero global.
En marzo-2014, con el desarrollo de la guerra civil en Ucrania, entramos en el sexto momento de la crisis observada desde el punto de vista geoestratégico, en relación con la economía política de la crisis. El golpe en Ucrania contra el debilitado gobierno de Yanukovich (representante del Partido de las Regiones y un aliado de Rusia), propiciado tras su rechazo al acuerdo de asociación con la Unión Europea y el acuerdo de un paquete de 15.000 millones de dólares con Rusia fue lo que medió para que estallara la crisis en dicho país. Pero es a partir de la decisión de Rusia y los pro-rusos de Ucrania de responder el golpe pro-occidental y reconquistar el poder formal de la estratégica península de Crimea a través de un referéndum que se dispara la sexta fase de la crisis a escala mundial.
Para entender qué está en juego en Ucrania, podemos retomar el pensamiento de Brzezinski, geoestratega del bloque global angloamericano y uno de los cerebros de la administración Obama. En 1997 expuso en su libro El gran tablero mundial9 la idea de que sin Ucrania Rusia dejaría de ser un imperio (un polo de poder mundial), mientras que con
Ucrania subordinada, Rusia se convertiría nuevamente en una gran potencia mundial. Ucrania es, en este sentido, el principal país para construir el proyecto de la Gran Nación Rusa (de hecho Kiev es la ciudad Madre de la nación Rusa), por varias razones:
- Su considerable población de 46 millones de habitantes,
- Su extensión territorial y su ubicación estratégica en el pivote de Eurasia, 3- La fertilidad de sus tierras, muy importante a nivel mundial.
- El desarrollo de la industria pesada en el este, particularmente en el en centro neurálgico de la guerra civil, Donetsk y Lugansk, herencia de la caída Unión Soviética. A lo que debe agregarse el gran desarrollo de la industria naval en la ciudad de Sebastopol ubicada en la península de Crimea, donde se encuentra el mayor Astillero de la ex URSS, en el cual se creó en gran medida el impresionante poderío soviético naval durante la Guerra Fría. El segundo astillero de la ex URSS (y del mundo cuando la guerra fría) también está en Ucrania y es el de Chernomorsky, al oeste de Crimea y al este de Odessa.10
- En la base de Crimea se encuentra la Flota del Mar Negro de Rusia, la principal de aguas cálidas.
- La posibilidad de que Ucrania quede bajo la órbita de la OTAN y sea un territorio clave para desplegar el sistema antimisiles comandado por los Estados Unidos constituye una amenaza estratégica a los intereses de Rusia.
A partir de dichos datos podemos entender por qué esta península concedida administrativamente a Ucrania por la URSS cuando eran parte del mismo bloque soviético pero habitada y dirigida por rusos, rápidamente pasó a formar parte de Rusia apenas disparado el conflicto y consolidado el golpe pro-Unión Europea (UE) que tumbó al gobierno de Víktor Yanukóvich, cuando este rechazó en diciembre el acuerdo con la UE y reforzó su alianza con la Rusia nacionalista de Putin.
La puja es si Ucrania forma parte del proyecto de la Gran Rusia y de la ampliación del espacio continental, o forma parte de la Unión Europea (UE). Sin embargo, dentro de la UE se enfrentan dos proyectos políticos estratégicos, que se manifiestan como diferencias en relación al conflicto con Rusia: el proyecto germano-francés centrado en el Euro y el espacio continental europeo vs. el proyecto anglosajón de la UE sin euro y como área de libre comercio subordinada al globalismo financiero angloamericano. Berlín avanza hacia el Este y allí choca con el proyecto de la Gran Rusia, debilitando sus alianzas con Moscú tanto económicas como estratégicas. Sin embargo, mientras el eje franco-germano intenta encontrar una salida “dialogada”, y en un principio apoyó un posible acuerdo entre los prorusos y los pro-europeos, así como también rechazó las sanciones económicas contra Moscú (aunque con la escalada del enfrentamiento las fue aprobando), el bloque global angloamericano que conduce la OTAN abogó, junto a los más belicosos neoconservadores americanos, por escalar el enfrentamiento, apoyar a los “pro-europeos”, profundizar las sanciones y aislar a Rusia, que junto con China son sus enemigos estratégicos. Lo complejo es que Berlín también sabe, por la experiencia de la crisis europea y las operaciones anglosajonas que se dan desde la reunificación alemana, que sin un mundo multipolar, con China y Rusia de contrapeso, queda subordinado al bloque global angloamericano y debe olvidarse de su proyecto continental europeo.
El nuevo líder de Ucrania, Petro Poroshenko, es un empresario del chocolate, uno de los más ricos de su país, y formó parte de las administraciones de Viktor Yanukovic (el ex presidente que cayó en desgracia) y de Viktor Yushchenko, su predecesor. Poroshenko, expresión de una burguesía local ucraniana de la industria liviana, intentó mantenerse a mitad de camino entre las dos líneas, con tendencia hacia una alianza con el Bloque Global angloamericano. La creciente necesidad de sus aliados de escalar el conflicto con Rusia, lo lleva a posiciones que profundizan la guerra civil en Ucrania al no reconocer las demandas del este.
Con el derribo del avión MH17 en plena zona de conflicto el bloque Global angloamericano legitimó el aumento de las sanciones y una posible mayor intervención. Fue lo que medió para torcer la postura de del bloque germano-francés para que endurezca su posición con Putin. El objetivo estratégico es debilitar cualquier formación de un bloque continental de Eurasia como imaginó Halford Mackinder que eche por tierra el
“imperio de mar” angloamericano. Este alineamiento ya se vio con respecto a la guerra de Irak, a la que se opusieron Francia, Alemania y Rusia con el apoyo de China.11
Un elemento central a tener en cuenta es la dependencia del gas y del petróleo ruso por parte de Europa, así como Rusia de Europa para sus exportaciones, las dos caras de la moneda. El 70% por ciento del petróleo que exporta Rusia al mundo va a parar a Europa, que produce un 3,1% del gas que se extrae en el mundo y consume seis veces más.
Bulgaria, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia tienen una dependencia total del gas enviado por Rusia. República Checa depende en más de un 80% del gas ruso, Alemania un 35% y hasta Países Bajos se abastece en un 5,8%. Sólo Chipre, Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, España y Reino Unido no dependen de la entrada de gas ruso. La aceleración de la extracción del shale gas en Estados Unidos y la posibilidad de convertirse en un país exportador guarda relación no sólo con su necesidad interna sino también del interés estratégico angloamericano de desplazar la dependencia del gas ruso en Europa. El levantamiento de las restricciones a la exportación de hidrocarburos crudos por parte de Obama tuvo que ver con ello, aunque en principio sea sólo simbólico.
Mediante el protocolo de Minsk (capital de Bielorrusia) el 5 de septiembre de 2014 y la cumbre que dio lugar a Minsk II el 11 de febrero de 2015 con la presencia de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania, se intentó llegar a un consenso para frenar la guerra civil. La República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk desisten de un traspaso directo a Rusia pero a cambio de mayor autonomía: administrar la seguridad, designar a los magistrados y realizar la actividad económica con una mayor integración con Rusia y la unión aduanera. La superioridad militar de los pro-rusos frente a las fuerzas armadas ucranianas apoyadas por la OTAN fuerzan dichas negociaciones, mientras que Estados Unidos y el Reino Unido propician el recrudecimiento del enfrentamiento, expanden su presencia militar en la región y agudizan las sanciones económico financieras sobre Rusia produciendo un tremendo impacto sobre su economía. De hecho, mientras que casi toda Europa y Rusia apoyaron con entusiasmo la hoja de ruta de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa, el gobierno de Estados Unidos a través de su portavoz afirmó que aunque vale la pena intentar el diálogo, dudaba de sus posibilidades de éxito.
2) El eje estratégico Moscú-Beijing y el enfrentamiento con occidente
En este escenario, se aceleran los acuerdos entre China y Rusia para construir un nuevo eje de poder alternativo con núcleo en el continente euroasiático. Y, en este sentido, se acelera frente a la ofensiva de las fuerzas unipolares la creación de una nueva institucionalidad internacional desde las fuerzas emergentes. Sin embargo, debe observarse que emerge cierta forma de bi-polaridad pero lo dominante es una multipolaridad constituida por una trama compleja de relaciones.
Por el lado económico, la guerra económica y las sanciones internacionales impulsaron con rapidez los acuerdos entre China y Rusia. Estos países tienen una complementariedad fundamental: Rusia produce la energía que China necesita para consolidarse como principal plataforma industrial del mundo en las próximas décadas. En este sentido, a los acuerdos de China con la petrolera estatal rusa Rosneft por un valor de 270.000 millones de dólares para asegurarse el aprovisionamiento de petróleo, debe agregarse el plan para invertir el equivalente a 70.000 millones de dólares para desarrollar yacimientos gasíferos en el este de Rusia, en la región de Siberia, y también construir un nuevo gasoducto. A su vez, se planea aumentar el intercambio comercial entre ambos países (de 90.000 millones de dólares en 2013), para llegar a 200.000 millones en 2020.
En un segundo anillo de importancia, están los acuerdos con los BRICS y países periféricos-dependientes. Ello va dando lugar a una nueva institucionalidad, que cristaliza una nueva relación de poder en la transición histórica actual. En la VI cumbre de los BRICS en Fortaleza, Brasil, celebrada a los pocos meses que se desata la guerra civil en Ucrania, se crearon nuevo fondo de reservas de emergencia con un capital inicial de 50.000 millones de dólares que compite con el FMI y nuevo banco de fomento por 100.000 millones de dólares y con sede en Shanghái que compite con el Banco Mundial. El FMI y el BM entran en crisis ya que no expresan la nueva realidad mundial y queda desnuda su carácter de herramientas del polo de poder angloamericano con centro en los Estados Unidos a partir de la 1945.
Con estas dos estructuras financieras, el BRICS avanza hacia la construcción de una arquitectura financiera global alternativa al Banco Mundial y al FMI, creados tras la Segunda Guerra en Bretton Woods. La interna de Estados Unidos propicia dicha crisis ya que el bloque americano con protagonismo neoconservador se niega a ajustarse a la nueva situación mundial, como propone el neorrealismo multilateral del bloque global, e impide la aprobación en el Congreso de los Estados Unidos de los planes de reforma de las instituciones multilaterales para darles más presencia a los países emergentes. Ello genera una desconexión estructural entre las estructuras económicas y políticas a nivel global, impidiendo el desarrollo de la institucionalidad del poder transnacionalizado, como advierte la propia cabeza del FMI, Christine Lagarde. Y la consecuencia es la profundización del regionalismo: “Lo que estamos viendo con todo este regionalismo es que se va camino a menos globalización”. 12
Por otro lado, Rusia y China decidieron crear una calificadora de riesgo en conjunto, instrumento central de la “guerra financiera”. Después de las sanciones que en marzo fijó Estados Unidos contra los políticos y magnates rusos, Igor Shuvalov, viceprimer ministro de Rusia, señaló que el mayor daño no proviene de los castigos directos, sino de las medidas
“ocultas”, como la presión sobre los fondos de inversión y agencias calificadoras que influirían en las opiniones de éstos en cuanto a Rusia.13 Existen tres agencias principales en el mundo, todas ellas “occidentales”: Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch Ratings.
Como se plantea trabajos anteriores, la importancia de las agencias dominantes es estratégica, por el poder que representan en el mundo para empresas y estados. La mayor parte de los inversores siguen estas calificaciones para tomar sus decisiones de inversión. Incluso muchas entidades como los fondos de pensión, que no pueden invertir en negocios de alto riesgo, poseen reglamentaciones de cumplimiento automático atadas a las calificaciones de deuda por las cuales en el momento en que una calificación de deuda baja a determinado nivel, automáticamente deben vender sus posiciones. Al mismo tiempo que se baja la calificación de deuda, se encarece la tasa que un país o empresa debe pagar para emitir más deuda. Esto, en una situación de déficit, con recesión, alto desempleo y profundización de la crisis, refuerza las posibilidades de quiebra, porque endeudarse se vuelve más caro y cada vez salen más recursos de los que ingresan. Como se vio con total claridad a partir del estallido de la crisis financiera global en 2008, la “nota” de deuda otorgada por dichas calificadoras son un elemento de la lucha político estratégica anclada en intereses muy visibles. Crear una nueva agencia de calificación rompe con este monopolio central de las fuerzas unipolares a través del cual califican, sancionan, deslegitiman, legitiman, propicia quiebras u ocultan otras de acuerdo a sus parámetros e intereses.
Construcción de bloques regionales de poder: Rusia con la Unión Económica Euroasiática, China con la ASEAN
En este escenario, tanto Rusia como China aceleran la construcción de un bloque propio más allá de sus fronteras desde el cual fortalecerse y evitar la política de Estados Unidos y la OTAN de contención, sanciones, fragmentación y aislamiento global. En este sentido, Rusia junto a Kazaskhstán y Bielorusia anunciaron la formación de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), profundizando el bloque Gran-ruso.14 Con Rusia como socio principal, el bloque posee una quinta parte de los recursos mundiales de gas y el 15% del petróleo. Bielorusia posee casi 10 millones de habitantes y un PBI de 65.000 millones de dólares, mientras que Kazakhstán tiene 17 millones de habitantes y un PBI de 202.000 millones de dólares. La UEEA tiene una superficie de 20.034.839 de kilómetros cuadrados, 173,2 millones de habitantes (incluida Crimea) y un Producto Bruto Interno de 2,084 billones de dólares que equivale a un PBI por habitante de 12.031 dólares por año. Los tres países comparten actualmente una unión aduanera y producen el 85% del PBI del espacio postsoviético.
Esta Unión puede ser el nudo de los transportes y la logística entre Europa y Asia, profundizada con la repotenciación de la histórica por parte China de la nueva “Ruta de la Seda”, que une continentalmente a Europa occidental con el sudeste asiático y constituye una infraestructura fundamental para la construcción de una gran bloque euroasiático. Kirguistán y Armenia serían los próximos a incorporarse a la UEEA.
Uno de los proyectos de la UEEA es crear una moneda basada en el oro, cuyo anuncio sucede a la decisión rusa de crear su propio sistema universal de pagos, después de que Visa y MasterCard trataron de bloquear las transacciones del país. Ello, además de profundizar un mundo multimonetario y multipolar, afectaría al dólar pero también perjudicaría la idea de una moneda global. El monopolio del dólar hace que las sanciones financieras de los Estados Unidos tengan fuerte impacto, además de permitir financiar sin costos la deficitaria la economía norteamericana y su poderío militar. Un mundo multimonetario destruye esa hegemonía, afectando principalmente a los intereses más asentados y dependientes de los EE.UU.15 Además, como afirma el analista Eduardo Vior, los Estados Unidos miran con gran preocupación el establecimiento de una moneda basada en el oro, porque en los últimos 40 años han vendido en el mercado las reservas que tenían en Fort Knox para mantener el valor del dólar.16
Por el lado de China, su apuesta regional quedó reflejada en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) realizada en noviembre de 2014. Si bien China, como estado continental, tiene en sí misma una magnitud como para constituirse en polo de poder mundial, siendo una de sus principales amenazas los intentos de desintegración territorial, debe enfrentarse a la política de contención global y aislamiento propiciada por Estados Unidos, que tiene al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (que excluye a China y constituye un plus TLC) como principal herramienta para dichos objetivos.17 El control del Pacífico aparece como objetivo estratégico para Estados Unidos y aliados, las fuerzas fundamentales del capitalismo financiero global. Como afirma Hillary Clinton (ex Secretaria de Estado y principal candidata a la presidencia por el partido Demócrata), el futuro de la política mundial se decidirá en Asia, no en Afganistán o Irak, y Estados Unidos deberá estar justo en el centro de la acción.18 Frente a ello, en la cumbre de la APEC de noviembre de 2014 China además de sellar un conjunto de acuerdos políticos, comerciales y militares con distintos países, logró el apoyo de las 21 economías que significan más de la mitad del comercio mundial a una “hoja de ruta” que prevé a crear una zona de libre comercio en la región Asia Pacífico. Si se constituye, conformaría el mayor bloque de libre comercio del mundo y tendría a Pekín como centro.
La otra propuesta estratégica que impulsa China para la región Asia-Pacifico es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), con un capital inicial de 50.000 millones de dólares que puede incrementarse a 100.000 millones. Según el analista chino Tian Dongdong en un artículo publicado en la agencia oficial el gobierno chino Xinhua19, el FMI y el BAD no pueden satisfacer la enorme y todavía creciente necesidad de inversión de infraestructura en Asia. Y agrega su significado geoestratégico: “A diferencia de las negociaciones del TPP (acuerdo transpacífico), encabezadas por Estados Unidos y que excluyen China, el BAII está abierto a todas las partes interesadas, incluyendo Estados Unidos.” De hecho, en cuanto a la participación en dicho banco se observa una profunda fisura en “Occidente”. Mientras que Gran Bretaña, territorio fundamental del bloque global angloamericano, forma parte del banco, así como otros aliados de la OTAN como Alemania, Francia e Italia (aunque vale aclarar que la participación de miembros no asiáticos se limita al 25% de las acciones), Estados Unidos se resiste a ser parte del mismo, expresando la visión neoconservadora y las fracciones de capital retrasadas. Allí, una vez más, se ve la diferencia fundamental entre las dos posiciones que dividen al polo dominante del orden mundial en crisis: el “americanismo” unilateral, hoy fortalecido en el Congreso de los Estados Unidos, contra el “globalismo” multilateral que expresa la posición de avanzada en la presente transición histórica.
Martin Wolf pronuncia con total claridad esta política de contención y apuesta al multilateralismo (“acomodación inteligente”), apostando a que China –en tanto no es posible bloquear su desarrollo y es fundamental subordinar como espacio de acumulación — se mueva bajo las reglas de juego del capitalismo global y el orden internacional angloamericano con su nueva territorialidad transnacional:
“El hecho de que China desee invertir una pequeña parte de sus u$s 3,8 billones en reservas de divisas en el AIIB representa una buena noticia. El hecho de que quiera hacerlo a través de instituciones multilaterales, en las cuales su voz, aunque estentórea, será una entre muchas, es aún mejor. Una institución multilateral tendrá un personal global, lo cual la haría ser menos politizada que si China proporcionara el dinero directamente (…) La única esperanza de tener influencia es desde el interior. Es cierto que hubiera sido mejor si los europeos hubieran estado de acuerdo con los requisitos de entrada. Pero ya es demasiado tarde para eso.”20
Un dato central es que debido al déficit norteamericano y a la estrategia de fortalecimiento de la soberanía financiera de los bloques emergentes, las reservas de divisas han aumentado a cerca de 12 billones de dólares, desde menos de 2 billones de dólares a comienzos del milenio. En contraste, los recursos actuales del FMI son de menos de u$s 1 billón. El capital proveniente de China podría ser fundamental para encauzar la crisis de sobreacumulación mediante la solución espacial infraestructural, es decir, de acuerdo con Harvey21 mediante la inversión en infraestructura que a su vez produzca un nuevo espacio para la acumulación del capital en la región Asia-Pacífico. A su vez China debe hacerlo para fortalecer su bloque de poder y su área fundamental de acumulación. La lucha, por dentro, se libra y se librará entre estas dos formas principales hoy en pugna, que coexisten en la transición histórica.
Defensa e institucionalidad estratégica emergente para la seguridad: Organización para la Cooperación de Shanghái
“El aumento de dos cifras del gasto de defensa a algunos puede parecerles demasiado, pero en el desarrollo del complejo militar todavía estamos muy por detrás (…) Nuestras empresas han tomado el mercado mundial y tenemos qué y a quién defender (…) China siempre ha sido pacífica y lo sigue siendo actualmente.” General chino Sun Sijing22
El presupuesto militar de China ha venido incrementándose progresivamente en los últimos años, por encima del crecimiento del PBI, llegando en 2014 a los 130.000 millones de dólares. Posee el segundo presupuesto militar a nivel mundial, aunque muy por debajo de los Estados Unidos que en su cálculo mínimo, excluyendo un conjunto importantísimo de erogaciones, supera los 580.000 millones de dólares.23 Uno de los aspectos centrales del desarrollo militar Chino tiene que ver con la disputa por el control del Pacífico, principal área de acumulación del planeta y donde el bloque global angloamericano ha puesto su centro principal de disputa para definir la hegemonía mundial en el siglo XXI. Es claro, en este sentido el giro hacia el Pacífico de la administración Obama. En este escenario, China profundiza el desarrollo y la construcción de portaaviones, submarinos y misiles, fortaleciendo la capacidad estratégica de su complejo industrial-militar.
Por otra parte, China aumentó 143% la exportación de armas en los últimos cinco años. Su participación en el mercado mundial pasó de un 3% al 5%, aún lejos del 31% del total que posee Estados Unidos y del 27% que está en manos de Rusia. Con ello se convirtió en el tercer vendedor mundial de armas desplazando de ese lugar a Alemania según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés).24 China achicó la brecha tecnológica y presupuestaria en producción para la defensa y las exportaciones de armamentos son fundamentales para financiar (al igual que Rusia) sus programas de armamentos de alta tecnología, que dependen de fondos estatales para investigación y desarrollo.
La situación en la zona del mar de China se agrava por la agudización de las tensiones globales y los conflictos geoestratégicos en torno a las islas Senkaku, el archipiélago Spratly y las islas Paracelso, además del histórico conflicto de las Coreas.25 El Mar del Sur de China es esencial para la economía de Asia. Una tercera parte de los buques del mundo navegan por sus aguas y enormes reservas de petróleo y gas yacen bajo su lecho. Como resultado, los estados que lo bordean (Brunei, China, Malasia, Filipinas, Taiwan y Vietnam) están peleando por sus derechos a esos recursos y por el posicionamiento geoestratégico en el área, lo cual intenta aprovechar Estados Unidos. El 2 de mayo d 2015, China colocó una gran plataforma de su petrolera estatal cerca de las Islas Paracelso. A su vez dragó islas y construyó puertos de aguas profundas e instaló una pista de aterrizaje de 3 km. EE.UU. describió la acción como una provocación y motivó las críticas del secretario de Defensa estadounidense Ashton Carter. Un avión espía P-8 Poseidón cargado con un equipo de televisión de CNN de los Estados Unidos voló sobre las islas reclamadas por China y se enfrentó a amenazas emitidas por radio de los militares chinos. La marina norteamericana anunció ya en julio de 2014 planes para enviar más buques a Asia-Pacífico y Australia informó, en la misma sintonía, la elevación del gasto de defensa y el fortalecimiento de la cooperación militar con Estados Unidos.
Por su parte Japón (hoy por hoy el aliado estratégico de Estados Unidos y la OTAN en la región), en lo que significó un giro histórico de su política exterior, ha incrementado significativamente el gasto en defensa y modificó la interpretación de su 'Constitución de la Paz', para poder combatir en el extranjero y defender a sus aliados, incluso aunque Japón no sea atacado. Ello provocó un importante rechazo por parte de los propios japoneses. Pekín instó a Tokio a no abandonar su política pacifista de los últimos 70 años, mientras que Corea del Sur le pidió a Japón “que mantenga el espíritu de su Constitución y contribuya a la paz y la estabilidad regional”.26
Para China y Rusia la institución emergente fundamental destinada a las cuestiones de seguridad es la Organización para la Cooperación de Shanghái, que desde el punto de vista angloamericano es vista como una OTAN paralela liderada por China. Desde la crisis en Ucrania se ha acelerado su desarrollo. La OSC está conformada por China, Rusia, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán, Uzbekistán; a los que se sumarían la India y Pakistán a partir de 2016 según se estableció en 2014 en la cumbre de Tayikistán. También se encuentran como observadores Irán, Afganistán, Bielorrusia y Mongolia. Y se encuentran como posibles futuros miembros Serbia, Birmania y Corea del Norte. La incorporación pos-Ucrania de India y Pakistán resulta un claro avance estratégico del eje China-Rusia, obligados en este nuevo escenario a profundizar los acuerdos de seguridad, frente al eje Washington-Londres y aliados. En un artículo en The Economist que analiza la cumbre de la OCS 2014, titulado “Pax Sinica. China está tratando de construir un nuevo orden mundial empezando por Asia”27, se puede ver con claridad la amenaza que significa dicha institución emergente para los intereses del bloque global angloamericano: “(La OCS) en efecto, plantea un desafío al orden mundial encabezada por Estados Unidos, pero uno mucho más sutil (…) China no es sólo un desafío al orden mundial existente. Poco a poco, desordenadamente y, al parecer sin un final claro a la vista, está construyendo una nuevo.”
La siguiente cumbre de la OCS se realizó en la ciudad rusa de Ufá en el mes de julio de 2015, junto a la cumbre de los BRICS. Simbólicamente, en lo que marca un quiebre de liderazgo del orden internacional y una profunda crisis de hegemonía, las cumbres se desarrollan en un escenario en el cual las redes financieras globales y el poder angloamericano pretenden aislar a Rusia. Se debe destacar, además, que durante el verano boreal buques de guerra rusos y chinos realizaron maniobras conjuntas en el Mediterráneo.
Avance económico de China en el mundo
Tres cuestiones económicas son fundamentales para el avance de China como polo de poder mundial, en el escenario de multipolaridad relativa existente: la adquisición de empresas en el extranjero e inversiones en áreas críticas para sus necesidades de desarrollo (especialmente las vinculadas a energía y alimentos); la internacionalización del yuan (remimbí) que encierra, a la vez, importantes riesgos; y el avance hacia la complejidad económica en las áreas de alta tecnología y servicios de alta complejidad intensivos en conocimiento en los cuales todavía los territorios centrales tradicionales (Estados Unidos, Europa occidental y Japón) llevan su ventaja.28
Con respecto al primer punto, sobresale la compra por parte de la comercializadora de granos estatal china Cofco de una participación en Noble Group, un joint venture agrícola de Singapur, por u$s 1.500 millones. A su vez Cofco compró la cerealera Nidera (de capitales holandeses y argentinos). Por otro lado, Bright Food, del gobierno municipal de Shanghai, adquirió la británica marca Weetabix29 y en 2015 compró la empresa catalana Miquel Alimentación. Según la OCDE, en 2013 las empresas chinas invirtieron 73.000 millones de dólares en el exterior. Eso supone un aumento del 17% respecto del año anterior y multiplica por 36 veces lo que invertía el país hace apenas diez años. China se convirtió así en el tercer país emisor de inversión extranjera directa, sólo por detrás de Estados Unidos y de Japón, y es el segundo país en cantidad de empresas en el panel de las 500 principales del mundo elaborado por Fortune.
En segundo lugar, la internacionalización del yuan avanza sobre la base de la presencia China en la economía internacional, el creciente uso del yuan como moneda de reserva de distintos bancos centrales y los acuerdos con Bancos Centrales (especialmente de países periféricos con fuertes lazos comerciales con China) de préstamos en yuanes para fortalecer las reservas (swaps cambiarios bilaterales). Sin embargo, como señalan Oscar Ugarteche y Ariel Noyola Rodríguez30, el principal desafío del yuan radica en que China es un país con doble superávit (cuentas corriente y capital) y no inyecta moneda a la economía mundial, situación que complica guardar yuanes en físico. El avance del yuan implica el retroceso del dólar como moneda mundial (que hoy acapara el 60% de las reservas mundiales) lo que va en detrimento del poder de los Estados Unidos y, especialmente, de las fracciones americanas retrasadas.
Por otro lado, Londres fue la plaza financiera (plataforma fundamental de las redes financieras globales) que apostó prontamente por dicha internalización. Ello pone en evidencia el doble aspecto de la cuestión: Londres y el bloque global angloamericano ven en la internacionalización del yuan y de la integración china al sistema financiero global a través de los instrumentos existentes un elemento de “contención” de China y un mecanismo de reformas pro-mercado. Las redes financieras presionan para la apertura de los bancos chinos de propiedad estatal, de los emisores de bonos de los gobiernos locales y de las empresas estatales al escrutinio de los inversores extranjeros. Ello expondría a China al avance del capital transnacional sobre su poder económico y a las crisis financieras por salidas abruptas de capitales. También Londres y el bloque global angloamericano observa como necesidad pasar del dólar a una moneda global, utilizando para ello los derechos especiales de giro del FMI como desarrollo en otros trabajos.31
3. “Occidente” y sus posiciones
Frente al desarrollo del conflicto en Ucrania, “Occidente” mostró sus contradicciones. Claramente podemos distinguir tres posturas, a pesar de su acuerdo general contra los bloques emergentes: la dominante de Europa continental (espacio euro, conducido por Berlín), la posición angloamericana neorrealista del bloque global y la posición neoconservadora del bloque “americano”.
Desde el primer momento Merkel sostuvo la posición de diálogo en Ucrania entre prorrusos y proeuropeos y rechazo a las sanciones económicas a Rusia promovidas por
Washington y Londres en menor medida: “Las sanciones económicas solas, por muy severas que sean, no producen resultados”, declaró en este sentido el secretario de Estado de Relaciones Exteriores alemán, Michael Roth.32 Por su parte, el ex canciller Gerhard Schroeder, miembro del directorio de un gasoducto construido por Gazprom, afirmó: “El error fundamental fue cometido por la Unión Europea (UE), que puso a Ucrania entre la espada y la pared para que firmara ese tratado de asociación.”33
Esta realidad exaspera a Estados Unidos y el núcleo de la “angloesfera”, en sus dos posiciones. El Departamento de Estado norteamericano criticó públicamente la venta por parte de Francia de dos navíos militares tipo Mistral a Rusia, por 1200 millones de euros, fundamental para la industria naval francesa. "Todos saben que se han impuesto sanciones a Rusia. Para nosotros, esa venta no es constructiva", declaró Jennifer Psaki, vocera de la diplomacia norteamericana.34 Por otro lado, la prensa neoconservadora The Wall Street Journal (15 de mayo de 2014), dio a conocer el gran avance de la petrolera francesa Total en Rusia que estaría presionando a su gobierno (Francia) para que no rompa los lazos con Rusia.
Con el derribo del avión MH17 el 17 de julio de 2014, en plena zona de conflicto en Ucrania, el eje Washington-Londres pudo legitimar el aumento de las sanciones y una posible mayor intervención en Ucrania desde la OTAN para arrastrar a la UE y específicamente al bloque germano-francés a endurecer su posición. Especialmente, en un contexto en el cual una semana antes la relación entre Alemania y Estados Unidos estaban en su peor nivel al revelarse operaciones encubiertas de espías norteamericanos en Alemania, a lo cual Merkel respondió echando de su país al jefe de la inteligencia norteamericana para Alemania. Ello se agregaba a las escuchas de la NSA de las llamadas del celular de Merkel. Sin embargo, la posición del eje germano-francés y sus grandes capitales no es hegemónica en Europa continental. Además de Gran Bretaña, Estados Unidos encuentra como aliados fundamentales en su política a algunas de las ex repúblicas soviéticas de Europa, así como a los países nórdicos, que quedan por fuera de las posiciones de Berlín, Roma, París y otros, debilitando geopolíticamente el espacio europeo. De hecho, antes del derribo del avión, Polania en línea con Washington y Berlín había solicitado el envío de 10.000 soldados de la OTAN, incluyendo un contingente considerable de estadounidenses, aunque su pedido fue rechazado por Alemania ya que estaba demasiado cerca de las fronteras rusas.34
Para observar estas diferencias entre los Estados Unidos y la Unión Europea-Euro y como se traducen en enfrentamientos geopolítcos y económicos, vasta volver a nombrar lo ocurrido con el BNP Paribas (el banco más grande de Francia en términos de activos) que tuvo que pagar una multa de casi u$s 9.000 millones a los Estados Unidos, por haber operado con clientes en Sudán, Irán y Cuba, países sancionados por Washington. BNP no violó ninguna norma de Francia, pero como las transacciones fueron en dólares quedó atrapado en la jurisdicción de la ley norteamericana. El ministro de economía de Francia, Arnaud Montebourg comparó la persecución norteamericana a BNP con la “guerra económica”.36 Por otro lado, las autoridades norteamericanas también pretenden fuertes sanciones financieras para los bancos alemanes, incluidos el Commerzbank (17% del Estado Alemán) y el Deutsche Bank, por tener tratos con Irán y otros países.
Estas diferencias entre los bloques de poder centrales y la necesidad de Berlín de tener cierta autonomía relativa al interior de la alianza “occidental” se expresa en otro punto fundamental: la idea de desarrollar un ejército europeo. En marzo de 2015, JeanClaude Juncker quien preside la comisión europea, propuso crear un ejército europeo para demostrar a Rusia “que nos tomamos en serio el defender los valores europeos”. Es Alemania quien impulsa dicha propuesta no sólo frente al desafío ruso sino también, aprovechando dicho contexto, para fortalecer la proyección de un estado continental. De hecho, Hans-Peter Bartels, presidente del Comité de Defensa del Bundestag – colaboró en la elaboración de un documento en dónde se pretende impulsar la defensa conjunta. También apoyó esta propuesta Ursula von der Leyen, ministra alemana de Defensa. Como no podía ser de otra forma, los británicos se oponen definitivamente.
En la misma línea de la posición británica, podemos observar la visión de Robert D. Kaplan37, uno de los referentes intelectuales de los neorrealistas estadounidense y consultor de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos, sobre la cuestión de la defensa en Europa y la lucha de poder mundial, que explica la política estratégica del eje angloamericano más allá de la coyuntura de Ucrania:
“A nosotros nos corresponde dirigir la OTAN y no la cada vez más ponderosa Unión Europea, cuya propia fuerza de defensa, si se convirtiera en realidad, aparecería inevitablemente como una potencia regional competidora que podría llegar a alinearse con China y contra nosotros (…) La OTAN y una fuerza europea de defensa autónoma no pueden prosperar a la vez. Sólo puede hacerlo una de ellas y nosotros
Rusia si se hubiera seguido la sugerencia de Polonia de establecer una base de 10.000 tropas de combate allí.”
- Martin Arnold, “Enojo por los castigos de Estados Unidos a bancos extranjeros”, Financial Times, 10 de julio de 2014.
- “How We would Fight China”, The Atlantic Monthly (junio 2005), citado en Giovanni Arrighi, Adam Smith en Pekín, op. cit., pp. 294.
queremos que sea la primera, de forma que Europa sea para nosotros un activo militar y no un pasivo en nuestra confrontación con China.”
Finalmente, en la cumbre de la OTAN posterior al derribo del avión en Ucrania, se proyectó crear una fuerza de acción rápida capaz de desplegarse en un breve plazo, según anunció el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen. Se estimó que esté compuesta por 4000 hombres capaz de replicar en 48 horas a cualquier movimiento de tropas rusas en el este de Europa. Es decir, se impuso dominantemente la estrategia angloamericana aunque con resistencias.
Además de las tensiones y diferencias con Europa continental, debemos mencionar y actualizar el estado de la interna del polo de poder dominante entre el bloque global y el bloque americano (desarrollada en profundidad en otros trabajos) que tiene a los Estados Unidos como territorio central de disputa. Es cierto que ante el avance de los bloques emergentes y el desafío que se plantea a partir de Siria, Ucrania y los conflictos en AsiaPacífico, las fuerzas unipolares tratan de cohesionarse y trazar una estrategia común. Sin embargo, si analizamos la situación a partir del devenir del proceso desde Ucrania, las contradicciones y la crisis de hegemonía siguen siendo profundas en los Estados Unidos, repercutiendo en toda la “angloesfera”.
En el discurso de West Point del 29 de mayo de 2015 Obama volvió a insistir con la estrategia neorrealista de la diplomacia desmilitarizada para recuperar el liderazgo global. En este sentido afirmó que “la acción militar de Estados Unidos no puede ser siempre el principal ni el único componente de nuestro liderazgo en todas las instancias.” The Washington Post, usualmente cercano a las posiciones del gobierno demócrata, afirmó ante el discurso en su editorial que "El presidente nos ata las manos en muchos aspectos", dando cuenta al interior de los demócratas de su propia interna y las diferencias entre liberales y neorrealistas. Obviamente los neoconservadores, dominantes en el partido republicano, rechazaron dicho discurso y reafirmaron la necesidad de una diplomacia militarizada y el intervencionismo unilateral. Obama pidió en su discurso el apoyo para la aprobar de una partida de 5000 millones de dólares para "entrenar tropas" de países aliados. Ello implica sostener la estrategia de no intervenir militarmente de forma directa en Siria y Ucrania, sino seguir apoyando, financiando y entrenando militarmente a las fuerzas aliadas. Lo que se refuerza es la estrategia de intervención militar indirecta y globalmultilateral para avanzar en el disciplinamiento de los poderes emergentes y de las fuerzas hostiles, con centralidad en la inteligencia, la batalla ideológico-cultural y la guerra financiera-económica.
Además, el discurso de Obama refuerza la postura de que la disputa central está en el
Pacífico: el 60% de la marina de Estados Unidos tendrá base allí. Sin embargo, China, que es el principal desafío China al “Occidente” con centralidad angloamericana en los útlimos 200 años, avanza especialmente en los terrenos político y económico, más que en el militar (aunque también vimos el enorme avance en este sentido). Que Estados Unidos se concentrarse en el oriente próximo y el empantanamiento y la extensión de las guerras que allí sufrió, le dieron una ventaja estratégica a China. Esto es lo que preocupa profundamente a los neorrealistas del bloque global angloamericano, lo que se agudiza a partir de Ucrania. La pérdida de legitimidad de Estados Unidos y su insistencia en el plano militar de la disputa pone en crisis su capacidad de liderazgo y dificulta la intención neoconservadora de sostener a Estados Unidos como Estado-centro hegemónico del orden mundial, es decir, de hacer de los Estados Unidos una suerte de estado mundial gendarme. Por otro lado, es el propio EEUU que entra en crisis en tanto centro del orden mundial ya que en su viejo formato de posguerra se vuelve una traba para el desarrollo de las fuerzas del capitalismo global en esta etapa de “universalismo”35. Obama (las redes financieras globales, el capital transnacional, la visión neorrealista actualizada y repetida por Obama en West Point) entiende que para permanecer en el centro del poder (aunque de un poder en red, descentrado) deben conducir el mundo hacia un nuevo orden mundial, modificando las instituciones multilaterales existentes (BM, FMI, OMC, etc.) para que se adecuen a un poder transnacionalizado y con nuevos actores. Además, para resolver la crisis capitalista actual no pueden hacer “desaparecer” a China y a los bloques emergentes sino que estos deben devenir en territorios subordinados a nuevo orden mundial. Para el capitalismo y sus fracciones dominantes, para los actores fundamentales del régimen mundial en crisis, no es un problema que la balanza se vuelva a “Oriente” como nueva territorialidad dinámica, como nuevo recipiente del capitalismo transnacionalizado y articulado en red de ciudades financieras globales, nuevas extensiones de Londres y Nueva York. El problema es que el poder real se traslade a “Oriente” y que los bloques emergentes construyan un poder con otro proyecto de sociedad, insubordinados al poder transnacional del “occidente” angloamericano extendido y multicultural. Es decir el problema para el bloque global angloamericano no es el multilateralismo diplomático sino el multipolarismo en el orden mundial que no se resuelve con la diplomacia militarizada y unilateral, sino que se profundiza.
Cuanto más Estados Unidos y sus aliados se involucren en los distintos conflictos geoestratégicos sin poder frenar a China, más fácil será para China lograr la primacía en Asia oriental y avanzar a nivel mundial. Además, la grieta global que se establece en esta disputa es aprovechada por un conjunto de pueblos como los de América Latina y el Caribe para establecer mayores grados de soberanía en sus territorios y desarrollar proyectos autónomos. Tanto en Irán como en Cuba se observa esta posición de los neorrealistas de establecer otro plano y otro centro de disputa, que a su vez profundiza la lucha hegemónica al interior de los Estados Unidos, la lucha entre bloques de poder por la conducción de dicho territorio.
Por ello es que Hillary Clinton, desde una impronta más allegada a la tradición liberal pero con similar concepción estratégica, advierte en el artículo “El Siglo de América en el Pacífico” que el pivote estratégico de la política exterior norteamericana debe pasar de Oriente Cercano al Asia oriental y proyecta la necesidad de generar una alianza similar a la de la OTAN para el Pacífico, que puede incluir el océano Indico. Los fines estratégicos de ello son: “Sostener nuestro liderazgo, asegurar nuestros intereses y avanzar con nuestros valores”.36 Claro unipolarismo pero desde una visión multilateral. Este artículo de la ex Secretaria de Estado y candidata actual a la presidencia, acompaña el giro estratégico que se da en 2011 y que da inicio al quinto momento de la crisis, en el cual se plantea la necesidad de enfrentar a los poderes emergentes. En América Latina ello se corresponde con el impulso de la Alianza Pacífico en relación al Acuerdo Trans-Pacífico.
Thomas Friedman, periodista liberal del New York Times, expresa con total claridad la posición del bloque global contra el eje Rusia-China que empieza a manifestarse con a partir de 2011 pero se profundiza a partir de la crisis de Ucrania:
“Esta crisis enfrenta a la visión del mundo ruso-china según la cual uno puede aprovechar toda la globalización del siglo XXI cuando queremos enriquecernos, y podemos comportarnos como potencias del siglo XIX cuando queremos morder un pedazo de territorio vecino, contra una visión que dice que el mundo no sólo está interconectado, sino que también es interdependiente, así que quien no juegue según las reglas va a pagar un precio altísimo.”37
También en dicho artículo puede verse en práctica la doctrina puesta en juego por Obama: vivimos en un mundo altamente interconectado e interdependiente así que quien no juegue según las reglas puestas por “occidente” pagará un alto precio. La guerra económico financiera es central en este aspecto. Rusia pagó profundamente la defensa de sus intereses: gastó millones para sostener al rublo que igualmente se devaluó enormemente y las sanciones económicas y financieras, así como la estrepitosa baja en el precio del petróleo, tuvieron un alto impacto sobre su economía. En lugar de enfrentar a Rusia en el plano militar, donde es relativamente fuerte como también lo demostró contundentemente en Siria, se lo golpea donde relativamente es más débil: la economía. El control de las finanzas globales es la gran arma angloamericana, que usa cada vez con mayor intensidad, como también lo es el control de los commodities desde la comercialización y las finanzas. Incluso se evaluó aislar a Rusia de la red financiera mundial al impedirle utilizar el sistema SWIFT de pagos bancarios internacionales, como se hizo con
Irán. La doctrina neorrealista consiste en golpear sobre la política (para aislar, contener, fracturar), lo ideológico-cultural (propaganda global) y la economía (golpes económicos financieros que desestabilizan los estados).
4. América Latina en la encrucijada.
En junio de 2012 se pone en funcionamiento la Alianza Pacífico (AP), bajo los pilares del llamado “regionalismo abierto”, centrado en la libertad de comercio, la atracción de las inversiones extranjeras, los acuerdos de libre comercio con distintos países y bloques regionales a nivel mundial, la explotación de las ventajas comparativas estáticas, la hiperespecialización productiva y el desarrollo puesto en relación a la integración en el capitalismo global y las cadenas globales de valor dominadas por las transnacionales. Dicho espacio surge el 6 de junio de 2012, y es completamente contradictorio a la política de regionalismo autónomo cristalizado en la UNASUR y la CELAC. La ofensiva contra los bloques de poder emergentes a nivel mundial es el marco necesario para comprender este hecho, donde se observa un corrimiento del bloque global angloamericano de su política de tolerancia e incluso alianzas tácticas con las fuerzas que encabezaban los bloques emergentes.
La Alianza Pacífico junto con la Alianza Trans-pacífico, están en línea con la visión del bloque angloamericano global y los neorrealistas de avanzar en el terreno económicofinanciero, desplazar a otras potencias y debilitar la construcción de un bloque regional de poder, mas no por la vía militar directa. El cambio de la política con Cuba tiene que ver con ello: el bloqueo y la resistencia cubana se constituyen en un problema geoestratégico en la medida en que en este nuevo mundo multipolar avanzan en el Caribe los intereses de China, Rusia, Brasil y Venezuela entre otros, lo que puede profundizarse con la construcción del canal de Nicaragua y el ya construido puerto de Mariel junto a una zona económica especial. La pacificación en Colombia y el desarrollo de un modelo de capitalismo liberal a lo “Tercera Vía” bajo la Alianza Pacífico va en el mismo sentido y tiene como objetivo estratégico poner a dicho país con dicha política con capacidad de liderazgo regional en Suramérica y el Caribe.
La otra cara de la moneda es el profundo ataque al PT y a Petrobras en Brasil como núcleo de un proyecto autónomo y popular, y el golpe a las políticas de soberanía, de desarrollo endógeno y de inclusión social, que se reproducen en otros países que forman parte del eje ALBA-MERCOUR, llegando a niveles superlativos en Venezuela, núcleo fundamental del regionalismo autónomo. Todo ello se da especialmente en el terreno de la lucha económico-financiera, acompañada de la guerra mediática y las políticas de desestabilización. En Argentina se observa claramente con el ahogo financiero y las corridas, junto con la lucha mediática y los golpes de inteligencia. Estados Unidos deben impedir por todos los medios la conformación de una potencia con intereses propios en su patio trasero y, más aun, un bloque regional de poder. Como observa el neorrealista Henry Kissinger, estratega estadounidense del bloque global angloamericano, hacia donde se incline Brasil se inclinará América Latina.
La Alianza Pacífico constituye una cuña al proceso de integración bajo la estrategia del regionalismo autónomo desarrollado en la región en los últimos años. En respuesta a la Alianza Pacífico, al freno relativo de la UNASUR y los problemas económicos que aquejan la región, pareciera darse una integración cruzada entre los países del ALBA y del MERCOSUR para fortalecer un bloque regional. Ello se observa a partir de la dilatada incorporación de Venezuela al MERCOSUR que finalmente se concreta en 2012, la firma de un protocolo en ese mismo año para la incorporación de Bolivia y los acuerdos para la incorporación de Ecuador. Con estas incorporaciones, el MERCOSUR controla las mayores reservas energéticas, minerales, naturales y de recursos hídricos del planeta y pasó a ser el bloque con mayores reservas mundiales de petróleo. Por otro lado, entre Argentina y Brasil se produce el 25% de la proteína vegetal del mundo. Además, la región posee el 55% de las reservas mundiales de litio, elemento central para el almacenamiento de energía cuya demanda se ampliará enormemente con el desarrollo de la industria automotriz con motorización eléctrica. Sin embargo, se mantienen los problemas de complementación productiva, la debilidad de las cadenas de valor regionales y la falencia en el desarrollo de núcleos productivos-tecnológicos estratégicos para el desarrollo endógeno de las fuerzas productivas, que se hacen más visibles con la caída del precio de los commodities que achica enormemente los ingresos de la región. Es decir, se vuelven evidentes los problemas de primarización de nuestras economías, su grado de concentración y de extranjerización.
La debilidad en el plano económico para realizar los objetivos que se propone, es compensada en el espacio MERCOSUR-ALBA a través de la conformación de una identidad latinoamericana y el fortalecimiento de los vínculos a partir de las coincidencias políticas y en la visión estratégica. Es decir, a través de la unidad política para fortalecer procesos de transformación y la visión estratégica de la necesidad de construir un bloque de poder autónomo y abandonar la condición de periferia subordinada a los polos de poder dominantes. En esta necesidad convergen, con estrategias y proyectos disímiles, tanto los neodesarrollismos nacionales como las fuerzas vinculadas al “socialismo del siglo XXI” y al Latinoamericanismo revolucionario que pregonan el anti-capitalismo. Sin embargo, en tanto este polo de convergencia del regionalismo autónomo no logre resolver la conformación de una estructura económica regional acorde a sus formulaciones, que vaya más allá de distribuir las rentas existentes y aumente los niveles de complejidad e integración, va a ser muy endeble su construcción, particularmente en este escenario mundial de fuertes disputas.
Además, la demora en la construcción de un “estado Continental” es un gran problema que impide tener la escala política suficiente que le permita a la región ser un actor mundial con proyecto propio, resolver los problemas económicos y avanzar hacia la justicia social. La mirada integradora del regionalismo autónomo sigue estando gobernada por la concepción de articulación de “estados Nacionales”, lo que constituye una traba fundamental al desarrollo regional. Por otra parte y en relación a ello está la discusión civilizatoria que atraviesa a América Latina y el Caribe: somos “Occidente” o, tomando parte de sus elementos, somos una civilización distinta, somos “Nuestra América”, argamasa de un nuevo bloque de poder emergente de impronta popular.
Este nuevo escenario, con las presiones que se multiplican, las desestabilizaciones, las propias debilidades señaladas y el estancamiento del proceso de integración generan una situación de reflujo pero para nada de “fin de ciclo” como se intenta instalar para golpear sobre la fuerza moral de los pueblos. Por el contrario, la situación histórica de ofensiva de los pueblos oprimidos del Sur sigue estando vigente debido a la oportunidad que brinda el mundo multipolar, el piso alcanzado estos años de avances populares en la región y la nueva situación del Vaticano, en la cual la actual conducción de esta institución de enorme influencia en la región favorece, aunque con innumerables contradicciones, el avance de la integración regional bajo el regionalismo autónomo así como el debate civilizatorio contra el capitalismo salvaje y contra la ética basada en el “dios dinero”, fortaleciéndose la teología popular y la teología de la liberación.
El mundo después de Ucrania, en la sexta fase de la crisis global, es mucho más complejo. Las pujas estratégicas globales surcan la región profundizando el enfrentamiento entre el regionalismo dependiente y el regionalismo autónomo, haciendo visible las debilidades de este último. La lucha contra los bloques de poder emergentes por parte de los bloques centrales va definiendo un esquema de alianzas que puede ser un arma de doble filo en tanto el eje ALBA-MERCOSUR se incline defensivamente hacia el eje PekínMoscú sin proyecto regional propio. Este debate estará en el centro de la escena estratégica de los próximos años e implicará también poner en discusión la relación con las potencias emergentes en un escenario multipolar de crecientes tensiones y presiones sobre la región, donde los bloques centrales con Estados Unidos a la cabeza tienen como objetivo impedir que nos constituyamos en un nuevo bloque de poder desde los pueblos. En resumen, en la actual transición histórica y particularmente en esta nueva fase de la crisis que obliga a definiciones estratégicas, Nuestra América se encuentra nuevamente ante el dilema que se cierne desde nuestras luchas por la independencia: unida o dominada.