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Edmundo Quiñones. |
Por Justo Linares Chumpitaz
(Transcripción - se aclara que no es peyorativo, ni insulto ni racismo, el título ''Negro Mundo'').
Surquillo, es un distrito de Lima que tiene mucha historia y fue y es aún casa de grandes personajes, aquí un poco de ésta...
La historia de puño limpio en Suquillo...Y de pronto, el insospechado zurdazo de “Carta brava” le pegó en la punta de la mandíbula y “Negro mundo” rodó como un buey abatido por un rayo. La turbamulta que rodeaba ese ring imaginario entró en un sopor extraño. A “Negro mundo” ninguno de los peleadores callejeros lo había tirado a la pista. Y ahí estaba cual monumento a la vergüenza, agazapado, con la mirada perdida, mirando para adentro. Pero el negro de pronto sintió como un ventarrón que venía del cielo. Recordó a su abuela Eduviges y al tío Pancho Caliente, se alzó como con un resorte, se volvió a cuadrar y de no se sabe de dónde, sacó un derechazo que “Carta brava” lo tuvieron que internar en el viejo “Dispensario” con fractura en la quijada y parte de la rabadilla.
Así eran las peleas de ese tiempo. A la criolla. Se pactaba el pugilato en medio de la calle, se cerraba la cuadra y ahí, sin camisa, los peleadores callejeros se fajaban hasta que el otro pidiese “chepa” que era el fatídico punto final a su trayectoria de ídolo del barrio. En Surquillo, fueron famosos Gastón Bullón Frías, Ismael Morua, Jaime Ávalos, que peleaba sin zapatos, “Carta brava" y "Tempestad!, que llegaban de Miraflores. Otros barrios también tenían lo suyo. Trompeadores de Barranco, Chorrillos, Lince, La Victoria y El Callao, llegaban a desafiar a los surquillanos y las peleas podían durar días enteros. “Negro mundo” gozaba del respeto de todo el barrio porque nunca fue abusivo. Cuando su rival caía al piso ya no lo golpeaba.
Era la “ley de la calle” y él la respetaba. Con “Negro mundo” está concentrada buena parte de la historia de Surquillo. Edmundo Quiñones había llegado al distrito cuando era un embrión de pueblo, en 1929. Ya desde ese tiempo, habitaban las gargantas más bravas del planeta. La familia Charún, los hermanos Reyes, los Lobatón. Y se jugaba carnavales y se celebraba la vida en todas las esquinas de aquella polisemia del barrio. Y el barrio -según los fastos de las ciencias sociales- es el espacio controversial de su cultura, su economía y su leyenda. El jirón Dante, por ejemplo, todavía conserva la música criolla y se baila con los sones de la música latina y así como había buenas familias y gente decente, fue (es) habitado por personajes del hampa, la vida alegre, los bajos fondos, la bohemia, el acero criollo y el fútbol. En su bar también se preparaban escabeches, previo ceviche traficado y trepidante del decoroso jurel. Para los vecinos más jóvenes “Negro mundo” era una suerte de padrino y confesor. Por algo no era cargador de la Hermandad del Señor de los Milagros y era hombre de pocas palabras pero grandes acciones. De él se contaba que era huesero, médium y hasta hacía milagros. En la puerta de su casa lucía estacionado un viejo auto que le servía para mudanzas, ir a la playa o velorios. Cuando murió “Negro mundo” el 5 de Noviembre de 2009 llegaron sus hijos Juan, Marcelo y Malena; los ocho hermanos de Edmundo, encabezados por Miguel. Los muchachos de los años 50 que formaron en el “Surquillo FBC” de Miguelito Loayza, con su capitán Rodolfo Angulo. Al pie de su tumba, en el Pabellón “San Carlos”, nicho D-15, un grupo criollo interpretó antiguas coplas que tanto gustaban al “rey del puñete”. Allí juntaron sus voces, guitarras y cajón, Michel Urbano, primera voz de “Los Chamas”, Ernesto Ramírez, Percy Flores y Miguel Palma. “Surquillo no será más el pueblo de siempre, sin su viejo celador y guardián de sus prestigios.
En 1954 el hermano de “Negro mundo”, Leopoldo Quiñones ya había triunfado en el fútbol de Colombia y México. Cuando volvió a Surquillo, abrió el bar “Tómate la otra” en la esquina de San Carlos con Dante. Leopoldo instaló allí la primera rockola, la novedosa “última maravilla” de la electrónica de entonces. Leopoldo era un justiciero nato. Así, sin que nadie se lo pidiera, solía entrar a los salones de billar para sorprender a los menores de edad que merodeaban por allí. Muchacho que encontraba los sacaba literalmente de las orejas de aquel billar que quedaba al costado del cine Surquillo (luego cine Ricardo Palma), en el jirón Huáscar. Sólo estaba permitido entrar a partir de lo que entonces era edad ciudadana, a los 21 años.
El punto de reunión también fue el bar del Negro Mundo, ubicado en la calle Leoncio Prado 449, refugio de la nostalgia surquillana. Allí se iba a escuchar acerca de los partidos de la primera hora del fútbol del distrito, en donde tuvieron fulgor de estrellas los hermanos Carlos y Pedro Moscoso (el primero de ellos, primer capitán de las selecciones peruanas, en 1927); los hermanos Roberto, Julio y Ernesto “Chicha” Morales; los hermanos Trigo...todos ellos, junto con el inolvidable Jorge Gorrio, de la vecindad del bar del negro mundo. Ese era el lugar donde se narraban las grandes trompeaderas, a puño limpio, de Edmundo y entre otros, de Gastón Bullón Frías, considerado como el más grande trompeador callejero surquillano de siempre.
Nota: El Negro Mundo fue padre del campeón Sudamericano Marcelo Quiñonez, nuestro gran campeón surquillano – Lima – Perú.