Jorge Aliaga Cacho en Rusia |
Sociólogo - Escritor
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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
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20 de mayo de 2023
Vallejo y sus significativos viajes a Rusia
Por Jorge Aliaga Cacho
Una investigación realizada por Victoria Yurievna Popova, nos elucida sobre los vínculos que tuviera César Vallejo con la Rusia soviética. La investigadora trata sobre los libros de Vallejo, y sus viajes a la Unión Soviética, en los años: 1928, 1929 y 1931. Popova sostiene que estos viajes fueron significativos para su visión del mundo y, sugiere, que las memorias de Georgette Vallejo, viuda del poeta, nos permiten trazar la cronología de su vida y obra. Las cartas de Cesar Vallejo a F.V. Kelyin, depositadas en el Archivo Estatal Ruso de Literatura y Arte, asevera Popova, ayudan a reconstruir los planes creativos de Vallejo entre los años 1933 - 1935.
Vallejo, tenía las intenciones de regresar a la Unión Soviética y quedarse allí por un largo tiempo. Quería representar sus obras de teatro: " Lockout" y " Presidents of America", en escenarios soviéticos. Y anhelaba participar en el Festival de Teatro de Moscú.
La investigadora complementa este estudio con la publicación de los fragmentos del libro: “Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal”, y el prólogo de Georgette de Vallejo a su primera edición.
Cesar Vallejo, (1892-1938), impactó significativamente en la poesía latinoamericana y europea. A sus obras se dedica una gran cantidad de artículos, en revistas y publicaciones especializadas. También se han realizado varios estudios biográficos sobre Vallejo. Popova resalta que: 'Vallejo, desde muy joven, estuvo familiarizado con dificultades económicas: 'tuvo que interrumpir sus estudios, apenas iniciados en 1910, en la Facultad de Filología de la Universidad Nacional de Trujillo, para regresar a su natal Santiago de Chuco, y ganarse la vida en las minas de Quiruvilca. Luego consigue un trabajo, como empleado, en una plantación de azúcar, en Chicama.
En 1913 logró regresar a la universidad, y casi de inmediato comenzó a publicar, y participar en la vida literaria de Trujillo, (junto a Antenor Orrego, José Eulogio Garrido y Víctor Raúl Haya de la Torre, el futuro fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana- APRA).
A pesar de que la línea política de Vallejo se formó en Europa, sostiene Popova, las bases de su cosmovisión se sentaron durante su permanencia en el Perú'.
La estudiosa afirma que: 'el atraso económico de muchos países latinoamericanos contribuyó al surgimiento de sentimientos y tendencias revolucionarias en la sociedad, especialmente entre la intelectualidad creativa'.
'En diciembre de 1917, César Vallejo se trasladó a Lima, donde permaneció hasta 1923 (con excepción de una condena de tres meses de prisión, en Trujillo, a finales de 1920 - principios de 1921). Luego se acercaría al escritor y poeta Abraham Valdelomar y al publicista, y figura pública, José Carlos Mariátegui'
En 1922, Vallejo publicó Trilce y comenzó a colaborar en el diario ''El Norte'' (Trujillo). Al año siguiente, en junio de 1923, Vallejo decidió marcharse a París. Allí, el poeta, viviría hasta el día de su muerte. Popova, considera que Vallejo no encontró el sentido de su existencia en el Perú y que tampoco lo encontró en Francia.
Durante los primeros años de su vida en París, Vallejo publicó principalmente en la revista peruana "Mundial", y el diario "El Norte". Conoció a Pablo Abril de Vivero, poeta y periodista peruano, con quien más tarde entablaría una gran amistad.
Vallejo, como se dijo antes, visitó la URSS tres veces: en 1928, 1929 y 1931. Los resultados de sus viajes quedaron plasmados en diarios de viaje, informes y cartas; principalmente en dos libros sobre la URSS: "Rusia, 1931. Reflexiones en las murallas del Kremlin" y "Rusia antes del segundo plan quinquenal", una colección de ensayos "Arte y revolución", la novela "Tungsteno": escrita en el espíritu del realismo socialista; la obra de teatro “Un río fluye entre dos orillas” (originalmente llamada “Moscú contra Moscú”), etc.
Desde 1927, Vallejo comenzó a involucrarse en el marxismo, y en octubre de 1928 visitó, por primera vez, la Unión Soviética, él depositó grandes esperanzas en este viaje. En carta fechada el 19 de octubre de 1928, comunica, a Pablo Abril de Vivero, su deseo de encontrarse en Rusia:
Hoy me voy a Moscú. [...] ya les he hablado tantas veces de este viaje. [...] Ahora que estoy mejorando, nuevamente, quizás más que nunca, siento que las dudas sobre mi futuro me abruman. Y es impulsado por el deseo de resolverlos que emprendo este viaje. Me doy cuenta de que mi lugar en la vida no es ni aquí ni allá, y todavía no he encontrado mi camino. Eso es lo que quiero encontrar. Tal vez lo encuentre en Rusia porque, en la parte del mundo donde vivo ahora, el curso de las cosas está determinado por resortes, que recuerdan tanto a los pernos americanos oxidados. En París, nunca haré nada. Quizás Moscú me proteja mejor del futuro.
Desde Rusia, te escribiré constantemente. No sé si puedo quedarme allí de forma permanente, lo cual sería ideal. Y si vuelvo, aún no sé cuándo. Lo único que me asusta es el terrible frío que hay en Rusia.
Vallejo envió, a Abril de Vivero, una entusiasta postal desde Moscú (fechada el 28 de octubre):
Vine, vi, pero no todo todavía. ¡Un país grandioso, esta Rusia! ¡Lenin es un genio! ¡El mejor!
'Sin embargo, a pesar de las maravillosas impresiones, ya en noviembre Vallejo regresa a París. No pudo permanecer en Rusia por las dificultades para aprender el idioma ruso, sobre el cual también escribió a Abril de Vivero. Al mismo tiempo, Vallejo pretendía cooperar con las publicaciones soviéticas, e incluso recibir una remuneración. Por ese entonces, Vallejo se considera marxista “por experiencia viva, y no por ideas estudiadas” y, al enterarse, en octubre de 1928, de la fundación del Partido Socialista, por Mariátegui, en el Perú; Vallejo, junto a sus cuatro compañeros, elabora un documento sobre la creación de una célula, de ese partido, en París. Así, Vallejo anunció abiertamente su ruptura con los apristas y, en el mismo período, comenzó una correspondencia con la Sociedad de Relaciones Culturales con Países Extranjeros de toda la Unión (VOKS), dando lecciones de marxismo.
A partir de abril de 1929, la revista "Mundial" y el diario "El Comercio" del Perú, comenzaron a publicar los primeros reportajes de Vallejo sobre Rusia. En septiembre del mismo año viaja nuevamente a la URSS acompañado de su amada Georgette Philippar. El viaje incluyó la visita de varias ciudades, no solo soviéticas. Así, por ejemplo, hacen paradas en Colonia, Viena, Budapest, Praga, Varsovia, Roma, etc. En Rusia visitó Leningrado y Moscú. En la capital rusa, estuvo acompañado por el secretario de la VOKS, el crítico literario y traductor soviético, B.A. Pesis. Durante este viaje, Vallejo se entrevistó con Mayakovsky.
Popova infiere que si existió, al comienzo, cierta fricción entre ambos poetas; estas se desvanecerían con el tiempo y, los dos grandes de la poesía universal, caminarían juntos por el mismo trecho. Georgette Vallejo, que se encontraba presente durante la conversación de estos dos gigantes, decdió marcharse y dejarlos solos, posiblemente acompañados por algún traductor.
En 1930, en Madrid, la nueva revista Bolívar, de Pablo Abril de Vivero, también comenzó a publicar las notas de Vallejo sobre Rusia. Se publicarían un total de diez notas. Vallejo participaba frecuentemente en manifestaciones politicas y por ello fue conducido, regularmente, a las comisarías de París. También asistía a mítines 'ilegales' en varios puntos de la ciudad, y organizaba reuniones en su casa con personas de tendencia comunista. En diciembre de 1930, Vallejo fue expulsado de Francia.
Los lazos literarios de Vallejo con la Rusia soviética, en la opinión de Popova, 'son un ejemplo único de la cooperación de un poeta latinoamericano con las instituciones literarias de la URSS, a finales de la década de 1920, -primera mitad de la década de 1930 -, la etapa de surgimiento y consolidación de vínculos, con escritores de izquierda, en España y América Latina'.
18 de mayo de 2023
La Villa de Aliaga en Teruel
'Aliaga es una villa de 450 habitantes, situada a 1150 m. de altitud y distante 70 km. de Teruel. El Ayuntamiento destaca por su lonja de arcos rebajados, al igual que alguna casa con portada de sillería. La iglesia parroquial de San Juan Bautista (S.XVII) es de una nave, con un esbelto campanario rematado en la punta. Ligeramente alejada, tras pasar un puente romano-medieval sobre el río Guadalope, se alza el Santuario de la Virgen de la Zarza, construcción barroca de soberbias proporciones donde destaca la fachada con dos torrecillas laterales y la decoración esgrafiada del interior. Sus fiestas patronales se celebran: en honor a San Juan los das 23, 24 y 25 de junio; en honor a la Virgen de la Zarza el 7, 8 y 9 de septiembre; La Fiesta de Las Albadas el 20 de enero'.
Fuente: http://www.aytoaliaga.com/aliaga/
El Castillo de Aliaga |
Durante la Guerra Civil Española, Aliaga fue cuartel general de las fuerzas republicanas y nudo de abastecimiento de las mismas durante la batalla de Teruel. La villa fue ocupada por el ejército de Franco, el 23 de abril de 1938, al iniciarse la ofensiva del Levante. En el castillo se puede ver evidencia de los bombardeos sufridos por la fortaleza. Anteriormente había sido propiedad de los carlistas hasta que llegó el duque de Ahumada que cercó el castillo por tres días e hizo rendir a los carlistas. El castillo, como podemos apreciar, es de significativa importancia histórica pero, lamentablemente, hoy se encuentra en estado de ruinas.
El castillo: su estado actual
El castillo se encuentra en Teruel que es una de las provincias que más kilómetros abarca de lo que fue la ruta del Cid Campeador, por ejemplo, Calamocha fue el lugar donde acampó el Cid con su ejército de 7,000 hombres y, debido a ello, se convertiría en fuente de tributos para el Rey Alfonso VI.
''El Cantar del Mio Cid'', fue escrita por Abu-Walid al Waqqashi. Se dice que él era un musulmán tolerante 'con un gran don de gentes'.
Un dato curioso sobre el Castillo de Aliaga, cuyo primer registro histórico data del año 1118, es que, el año 1962, fue comprado por 1200 pesetas. El castillo ocupa una extensión de cuatro mil metros cuadrados y no se sabe el nombre del dueño. La propiedad fue comprada en forma anónima. Los pobladores de Aliaga que ven diariamente el deterioro del castillo han iniciado una campaña para que el castillo vuelva a ser propiedad de la comuna.
17 de mayo de 2023
Ojo de Candado
Darío Oliva |
Vuelve
de madrugada
vuelve
el zumbido eléctrico
del mosquito
a repetirse
como la tos del viento
sobre el tala
y los sauces
como rock nervioso
de chicharras en coro
serruchando la noche
y me perfora el oído
su excitación viciosa
como si quisiera
succionar la sangre
del mundo en una baldoza
de aire...
vuelve el ladrido del lunes
y nos tocamos
musiquita ya tarareada
por otros soles
y nos reconocemos
linternas o relojes descompuestos
porque la luz no sabe a qué hora
internar sus sombras
en nuestras ojeras
o pisadas de arena
en la plaza
en el parque
o el patio
mientras aúlle
lo que nos sobre de relato
y alguien
no importa quién
alcance a contarlo
y seguimos
presos del ojo del candado
hasta que una llave nos toque
desde adentro.
Hoy armé un cigarro
con cenizas de brisa
y paciencia de monje
o motociclista
y me fumé las alas
de la mariposa
y trepé al lomo azabache
de la luna
y me refugié tortuga
en el caparazón de otras palabras
para nombrar los días
por si el olvido resbala
y cae de cabeza
en el bolsillo flaco
de mi memoria.
Lo que estaba lejos
también vuelve. Oigo
el mismo canto de gallo
en los oídos que escucharon
al de Pedro
y tiemblo y me arrodillo
y pido al dios de los clavos
en el madero
al dios de los de abajo
otro minuto de su tiempo
no para mí
sino por esos niños
que me reflejan idéntico
cada mañana frente al oleaje
inestable del espejo
aunque haya naufragio
y mi alma de ángel negro
tampoco sepa el regreso
y zumbe colérico en el oído
de este anesteciado mundo
insomne que persiste
en contar los días
dentro de su propia cárcel.
Darío Oliva. 18/V/'20
(PH: Carlos Mascioni)
@carlos.mascioni
(PH: Carlos Mascioni)
@carlos.mascioni
Juan Benavente Díaz: XXXIII
Juan Benavente Díaz |
Vibra en el inicio de su primero amor
todo eso era una noche de ambiguedades
de confusiones disueltas bajo el yunque
cuando los ojos allanaron el panorama
del valle tan verde como una esperanza
que sólo queda en el mundo terrígeno
una señal vaga sostenida en el oscurantismo
sobre todo cuyo atisbo en el orbe dura poco
casi nada de nada sólo la invitación
al destino de una tácita partida de ajedréz
pareciera darse en cada movimiento de una pieza
y sólo es el sufrimiento entre la vida y la muerte.
(Juan Benavente/1999).
Del Poemario ''Gris''
ediciones vl
Lima - Perú
THE DEPARTURE
Jorge Aliaga Cacho and Andina Aliaga in Kirkcaldy |
By Jorge Aliaga Cacho
Translated by Andina Aliaga
Dorada had asked me to wait a few days. Apart from her English studies, to which she applied herself diligently, she was attending regular appointments for some kind of skin treatment. I would wait for her, I told her, with great anticipation. After all, passing the time costs nothing. Days passed that then turned into weeks, and as I had promised, I waited patiently. Then I decided to track her down. I called her house, but they wouldn’t tell me where she was, or what she was doing. One day her sister, (surely the pain in my voice bothered her), told me that Dorada had gone to her aunties for a few days, to study at her country house, and rest, because Doradita had suffered a decline in health. This talk with her little sister pacified me for a short while. Before long, I was preparing to look for her again when the phone rang, I answered to the sound of Dorada apologizing. She told me that she had been poorly, but now she was feeling better. She was calling to invite me to accompany her on a work trip, into the depths of the jungle. I had traveled to other places with her, and, remembering these good times I accepted her proposition for a repeat experience, this time in the exotic Eden that is the Peruvian jungle.
On the day agreed for the trip, Dorada arrived at my house in a taxi. It was a Sunday night. Downstairs the car’s horn beeped. I went out to greet her, ready, with my hand luggage. The car waited with its engine running, clattering. She kissed me softly and told me her boss was coming too. We would all travel together as far as San Ramon. We boarded the taxi. She got in the back door. She sat next to her boss. She shut the car door, flexing out her little finger to reach the lock. Her nail polish looked wet. I sat next to the driver, I acknowledged him with a nod and shook her boss's hand. The driver started the car and farted simultaneously. There was silence. I kept my composure, but I hated him.
A few weeks had passed since I last saw Dorada. This had been a period of excuses. Every day she must work hard on her studies, she told me. I believed her because I had witnessed firsthand how swotty she was. This occurred one time while we were holidaying in the Atacama desert. She even read her English textbook while we were in bed together. Turning the pages with one hand, and slapping at the mosquitoes daring to bite her legs with the other. Those insects ended up squashed and in pools of blood. Dorada kicked off her slippers, much to my delight, as this meant that all the flying insects were now dead and soon she would take off her knickers too. This enthusiasm, however, was short-lived. As she then reached over to the bedside table, and in astonishment and despair I read the words: this manual is also available to study on audio cassette.
- This tape is on intransitive verbs- she informed me.
What was really concerning me, however, was that there were tapes scattered all over the night table, and she was eyeing them up eagerly. I wished for the time to fly so that we could get on with the carnal act. Preferably before daybreak. At the end of tape number three Dorada took off her headphones and looked into my eyes with a coy smile on her face, as if she were entertaining mischievous thoughts. Knowing that she behaved like a good little Catholic girl at home, I enjoyed this immensely. Reading her mind excited me. The mosquitoes were now only conspicuous in their absence, and she, before my eyes appeared not as one of Botticelli's’ nymphs, but rather one of Decamerons’ girls.
Dorada was still sitting in the back seat. She asked me to speak in English. We went over some grammatical points taught to me by my primary school English teacher. “The Teacher”, we used to call him, in the same language he taught. He gave us lessons with his cane acting as an assistant. His eyes shining maniacally, and his face dripping with sweat, he would swoosh his cane into the air, then stop suddenly. The pupils awaited their punishment with uncertainty, unable to determine who was going to fall victim to the next stroke. Unable to breathe momentarily. Via this method, we would successfully learn how to use auxiliary verbs, but after the holidays we would forget, as we did with the names of the sacraments, and the most stupid of us would even forget the ten commandments. When the latter happened our headmaster, Father Benavente told us to kneel at the classroom door.
The only other teacher allowed to make us sit on our knees was “The Teacher”. Only The Teacher could do it. Speechlessly threatening us. His eyes were dark and sadistic. He stared at us and swished his thick cane. The black tone of his eyes would change in intensity, swirling, almost popping out of his head. Sometimes when we failed to pay our school fees he would make us do hail Marys’ in the hallway, but the fervent prayers would come to an end when we saw the priests’ secretary walk by in her miniskirt. She had buckteeth, so we called her Bugs Bunny. With porcelain skin and a friendly smile, Gloria would walk the corridors while we kneeled in penance. The boys with hands clasped in prayer, would turn their heads and closely observe her retreating buttocks as they made their way into the courtyard that was once blessed with the presence of the Archbishop himself. But on that occasion, Bugs Bunny had been out of school. She was not parading the hallways with her pert little behind. The Prelate had listened attentively to Father Beautifulmind. The school report had pleased him. Benavente, nicknamed 'Beautiful Mind', would at times interrupt his speech to whip at the legs of the third years kneeling before the Pope’s representative. Most of the strokes hit the air, and few ever connected with the pupils, however, the one boy who without fail always seemed to get hit was Quintanilla. The Prelate was unperturbed by all this. In truth, Father Beavente was a good man. A man of God. The Teacher knew this, I knew this, and so did Bugs Bunny, the third years, and the Archbishop himself.
- I’ll cane you! - threatened Benavente, flourishing his varnished stick.
- To which the students of the third, fourth, and fifth years yelled keenly:
- Cane us!!!
In the rearview mirror, I noticed her sweat. She dabbed at her nose discreetly with a handkerchief that she kept concealed up her jacket sleeve.
She told me in summer she wouldn’t leave the house during the day. Preferring to wait for the evening cool. She hated the sun, but for some unknown contradictory reason, she wished to emigrate to Australia.
She changed the subject to say that she had been denied a visa for the United States, France, and Spain. It embarrassed her that France had refused her twice.
- How humiliating! - she complained.
The taxi stopped at 28 July Avenue. The coach was waiting with its engine running. We were to go to La Oroya, before proceeding downhill into the lush greenery of the jungle. Through our window, we could see rubbish everywhere.
Some children wearing filthy rags poked about in the mounds of rubbish and debris. A kid with a long trail of snot running from his nose into his mouth gathered plastic bottles, another, a little older found some stale bread and put it in a bag. La Victoria is the neighborhood that houses the most popular football team in all of Peru: Alianza Lima. Rats leaped around the children’s feet like firecrackers at New Year, children who will surely on Sundays watch their football team of champions, and in years to come will don a military uniform and be sent to fight the enemies of Peru.
My seat number didn’t allow me to sit next to Dorada. She took her seat in the middle of the bus. We would have to plot something and fast, otherwise, I would spend the duration of the journey next to an uptight-looking man I didn’t know. I asked, almost pleading, for him to swap seats with Dorada. It was not necessary to ask him twice, this knight in shining armor picked up his blue suitcase and gracefully parked himself into Doradas’ seat. His suitcase was not heavy, it was made of faded blue cloth and had a blurred inscription in white: ¡I can love you, I can hate you, but I can never leave you, ALIANZA LIMA!
- You are very kind Sir! Very thoughtful indeed! - I told him before he moved seats.
Dorada brushed past me, her elegant figure almost landing on my face. She had brought crimson lipstick and a bag full of papers from her office. In her other hand, she held a bottle of water and a little blue cushion for her neck. She put the bag into the overhead compartment and slumped into her seat. She looked at me. I looked at her. She rested her head on my chest, leaning in. Soon my lips would search for hers. My hands sought her hands. I perked up. I kissed her gently. Our gazes merged. I looked at her beseechingly. Goose pimples. Pecks on the cheek. My arms curled around her waist. My chest puffed out against hers. Demanding glances. Her lips waited expectantly. Her black hair shone. My hands twitched. I kissed her forehead and very quietly asked her to lower her trousers. She blushed, but let out a nervous laugh that turned into a cackle.
- Cheeky! She scolded, resuming her coquettish manner.
She was sitting in the window seat. I bent over to hug her. We reclined our seats. Some passengers closed their eyes. Others opened them. I burrowed my head into her breasts. Her little top was threatening to spill its contents. I was happy. I had tucked myself nicely into her ‘Andes’ and she had covered us with a blanket. I woke up with my face rolling around between her boobs. In the darkness under the blanket, my hand encountered a persistent blocking hand. The passengers looked on through the corners of their eyes. The bus passed through cold little villages, sometimes trundling downhill, sometimes ascending. Dorada laughed and kissed. I kissed and laughed. My temperature raised and I was certain that tonight, surely, Dorada would be mine.
The window was steamed up. Looking over at my muse I wrote the name Daphne with my finger. I rubbed it out so I could look out at the little thatched houses. Afterward, I wrote Dorada, but then I rubbed that out too.
As we passed through these thatched houses, I recalled my childhood neighborhood, the mansions, the grand colonial Spanish houses, and the slums in the alleys. I drew closer to the window. The condensation had started to drip like tears. I marked out a circle with my index finger and inside it drew the silhouette of a woman: an ass, two boobies. I rubbed it out. We arrived at Tarma, and Dorada was sleeping. We went swiftly by the facades of buildings. The bus seemed as though it were static, it was the houses, garages, and hotels that appeared to be moving.
The clay walls displayed electoral slogans: Ollanta, APRA, Unidad Nacional. General Odria was born in Tarma, a former Peruvian dictator. I remembered the stories about the APRA and Communists who were tortured by his henchmen. I also remembered the Home Secretary; whose name was synonymous with the murderer. In Moquegua Street, in the conference room of an old Spanish colonial house, former Secretary General of the Communist Party, Venancio, used to make addresses. Today it is a sad little whore house.
- Zañartu! - Venancio would shout.
- Zañartu! - he would repeat.
And every time he bellowed this name, his Arequipeñan accent would deepen. The audience sat in little red chairs in rows, shaking, shivers down their spines. The comrades in the front row would quietly sit before a smiling mural of Mariátegui, then, upon the arrival of the revolutionary, in crescendo, would start to clap, to greet the arriving comrade Venancio, who smiling, would start to join them, clapping in time with the audience.
Venancio, the veteran print worker, wore his glasses far down his nose, only using the lenses to read his speech. Leaving his eyes free to discern his audience. Isidoro Gamarra would do something similar when he gave speeches at the same place, but Gamarra would enter quickly, shuffling along the ground. This president of the CGTP would always arrive smiling, though I never discovered if he was for real. His face, I believe, was born smiling. I noticed this once at a conference. He was absolutely fuming, letting off sparks, he ranted and attacked, yet he smiled.
Venancios’ way was to arrive with notes in hand. Carefully following each letter of his speech to the end. He started each page carefully, and when it came to a climatic point he would wave his index finger in time with each accusatory syllable. At times, his voice would break. He condemned his imprisonment. He had been left half deaf, and almost half dead. He spoke out about the beatings they had inflicted upon him, on the rocks where the sea lions rest, outside the island prison of Callao. They submerged his head in pools of water. They hit him all over his body. They tied his legs together and dipped him into a well, when he was about to drown the torturers ushered him back to the surface, in order to kick, slap and spit on him. They left him hanging like a chicken in a market, then dunked him under all over again.
- Death to imperialism!
- Death! - responded the audience.
Immersed in my political memories, I came across her breasts. Sweetly, I gave her a little kiss on the lips. Now on the bosom. How lovely she was! I bathed in her fragrance. I could feel the presence of our neighboring passengers. The bus, rattling, plodded along the roads in the direction of the jungle. Climbing ever upwards like a puma scaling the rugged mountains. In the meantime, I found comfort in that crevice, that for a while, allowed me to lose all concept of time.
(Extract from the novel ''The Secret of Heartbreak'').
16 de mayo de 2023
Kath Bateman ha sido premiada en Cuba
Kath Bateman y Odalís Calzadilla Boizán en Cuba |
En el Festival Bienal de Danza en Santiago de Cuba |
Estamos muy contentos de recibir la noticia del reconocimiento a Kath Bateman por su labor cultural. Kath, ha sido distinguida y premiada por el Consejo de las Artes Escénicas de Cuba por sus 25 años de labor en la promoción cultural. El premio le fue entregado en el concierto de gala de clausura de FIDANZ, el famoso festival bienal de danza en Santiago de Cuba. Kath Bateman, es una singular ciudadana escocesa, con una larga trayectoria en la construcción de lazos de amistad y cooperación cultural entre Escocia y Cuba.
Bateman se desempeña como directora de Caledonia Worldwide y ha trabajado para Cutumba Folklore Ballet y el British Council. Ella ha sido promotora de excursiones culturales a Cuba, talleres de baile, aprendizaje del idioma español, etc.
Kath Bateman, se graduó de la Universidad de St Andrews, una prestigiosa universidad escocesa. Ella es una gran embajadora cultural del país de William Wallace. En la foto que aparece en esta nota se la ve acompañada de Odalís Calzadilla Boizán, representante de Caledonia Worldwide en Santiago de Cuba. Felicitamos a Kath Bateman por este merecido reconocimiento.
Россия, 1931
В книге «Россия, 1931», этом, по словам самого Вальехо, «социальном репортаже, более журналистском, нежели литературном»12, автор тщательно исследует советскую систему, постоянно сравнивая ее с хорошо знакомой ему капиталистической. В Москве, «городе будущего», он наблюдает за всеми сторонами жизни советского государства и его граждан: трудом, демократией, бюрократией, культурой, литературой и т.п. Он записывает свои разговоры с рабочими фабрик, расспрашивает их об условиях труда, о заработной плате, об их отношении к иностранцам. Из беседы с работницей кондитерской фабрики он узнает, что «в России никакой рабочий не может быть иностранцем. [...] Все рабочие здесь — у себя дома. Единственные иностранцы — это буржуи, хоть русские, хоть какие»13. Вальехо вместе с Маяковским отправляется на показ картины С. Эйзенштейна «Генеральная линия»14. На страницах травелога он рассуждает о новой эре в советском кинематографе, «новом психологизме» Эйзенштейна, заключавшемся не в раскрытии индивидуальных качеств человека и интроспекции, а в его объективном изображении как части коллектива. В Ленинграде С. Вальехо посещает собрание писателей-большевиков, проходившее на квартире русского прозаика-мариниста, поэта С.А. Колбасьева, и записывает высказывания совет-
(Опубликовано Cyberleninka).
15 de mayo de 2023
El Bolshoi
Jorge Aliaga Cacho posa frente al Bolshoi |
La Academia Estatal de Coreografía de Moscú, comúnmente conocida como la Academia de Ballet Bolshoi, es una de las escuelas de ballet más antiguas de Rusia. Su historia se remonta a 1773, cuando Catalina la Grande emitió un Decreto prescribiendo la introducción de las primeras "clases de baile" en el plan de estudios de la Casa de Expósitos de Moscú patrocinada por la propia Emperatriz. La Emperatriz creía que la "perfección de la educación y la crianza" es la forma más segura de hacer mejores personas. Un gran crédito por la realización de la idea de Catherine es para el Consejero Privado Ivan Ivanovich Betskoi, quien fue Presidente de la Academia Imperial de las Artes y Curador Jefe de la Casa de Expósitos de Moscú.Para capacitar a los huérfanos en el arte de la danza, se invitó a los mejores maestros e instructores a venir a Moscú desde Europa, donde la danza escénica se ha convertido desde hace mucho tiempo en un arte muy respetado. Filippo Beccari, bailarín y maestro de ballet italiano, se convirtió en el primer profesor de danza en la Casa de Expósitos. El día en que fue contratado para enseñar en el Hogar, el 23 de diciembre de 1773, es la fecha de fundación de la Escuela de Ballet de Moscú.
Fuente:https://balletacademy.ru/postuplenie/information-for-international-students/about-academy/history-of-the-academy/
Entrevista a Georgette de Vallejo
Por Ernesto González Bermejo
El 24 de abril de 1976, en el número 691, la revista española Triunfo publica una entrevista a Georgette de Vallejo "Como una estela de tu muerte". Georgette tiene 68 años, es viuda desde hace 38 años, vive en el Perú desde hace 25 años y cuenta algunos aspectos de su vida con el poeta; cómo se conocieron y una vez más, sale en defensa de su marido, desmintiendo incansablemente la imagen de un César Vallejo en París, bohemio, pidiendo siempre dinero prestado y casi muriéndose de hambre.
Cuando la puerta se abre, entro al pasado, un tiempo detenido, con el olor de los gladiolos marchitos. Dos gatos simétricos duermen sobre un librero. Las paredes grises y desnudas "sólo una foto del Ché con los ojos abiertos a la muerte" y las bocinas y las voces de la avenida Arequipa, que se apagan contra las ventanas cerradas. Un texto en el muro, sobre una mesa: Volverás a París? A París? Yo nunca he dejado París-.
"Fuimos dos paralelas con Vallejo; nunca lo comprendí completamente". El cerquillo sobre la frente, un poco colegial: los ojos claros, desorbitados, la mirada fija. Un rostro que fue bello, dignamente ajado. -No, no hay aquí ningún recuerdo de Vallejo desde que nos separamos, mucho tiempo después de su muerte-. Pero vuelve con un atado de manuscritos aún inéditos, recorre otra vez las páginas cruzadas de correcciones, vigiladas, acariciadas durante cuarenta años.
-El sufrimiento de los niños del mundo y los gatos es todo lo que tengo, todo lo que me preocupa. No llegó una sola tarjeta de Navidad a esta casa. Y una sola visita: la del veterinario-
Enciende cuidadosamente un cigarrillo: la mirada se le queda en la llama; la llama se apaga. Me vuelve a poner los ojos en los ojos y recibo una desesperada soledad, la terrible y amorosa inmortalidad de un recuerdo y una voz monocorde, opaca, que va nombrando este pasado y la presencia de un hombre sentado junto a nosotros.
-El era muy seco: una vez que escribía -yo no sé por qué, porque yo era muy discreta-, me acerqué sin pensar que iba a dejar de escribir, me asomé por detrás de él y lo besé. Y él me apartó la mano. Y yo me quedé tan herida que nunca más, nunca más hice un gesto parecido. Así era, a tal punto que, muerto él, me bastaba su mano y su mascarilla. Sólo sentía que me faltaban sus pasos. Pero me dormía agarrada a su mano y no tenía sensación de su muerte.
Nos conocimos de una manera muy curiosa, un poco ridícula si usted quiere. Usted sabe que los sudamericanos hacen muchos gestos al hablar. Y yo veía en la casa de enfrente, contra la luz tamizada de una pantalla roja de muy mal gusto, a unas personas discutiendo, gesticulando. Era invierno y las ventanas estaban cerradas. Y yo, conmovida le dije a mi madre: "Pobres los vecinos de enfrente son sordomudos". Llegó la primavera; un domingo, yo estaba asomada a la ventana y los vi gesticulando como siempre, pero también oí su voz. ¡Mamá, el vecino de enfrente habla! Así, de esta manera, empezaron las cosas. Por eso puse atención en él.
Nunca comprendí completamente a Vallejo, en vida. Ahora sí., ahora que llevo viviendo veinticuatro años en el Perú empiezo a comprender, y quizá aunque viviera cien años no terminaría mi aprendizaje. Los serranos son gente que parece tonta y humilde y son de una inteligencia temible; los serranos son así. Con su mirada de corto de vista y de repente tienen relámpagos geniales.
Creo en la predestinación. Cuando entré al colegio, tendría once años, como todas las colegialas, soñaba con mi príncipe encantado. Yo era un tonel, era monstruosa y la mitad de los profesores me consideraba inteligente y la otra mitad me tenía por una retrasada mental. Yo dibujé el perfil de mi futuro príncipe encantado y ese príncipe tenía treinta y cinco años, era sudamericano... y poeta. El perfil era exactamente el de Vallejo. Y si usted hubiera visto a aquella muchacha soñando con un poeta hubiera dado razón a la mitad de profesores que me tenían por una retrasada mental.
Yo era muy bruta, no estaba preparada para esa vida. La pequeña burguesia francesa hecha para el comercio. Estudiaba piano, leía cosas insustanciales, jamás tuve una conversación interesante con mi madre.
Mi nombre de soltera era Georgette Philippart. Nací un día de 1908 en que si Dios no estaba enfermo, por lo menos estaba de un pésimo humor. Tuve muy mala salud. A los seis años contraje tuberculosis en un pierna. Y como también llegaba la guerra, mis padres me mandaron a Bretagne. Mi padre era dibujante, mi madre era modelista de vestidos.
Fue una infancia atormentada. Recuerdo todavía mis sueños: en uno me paseaba por una eternidad gris y tenía mi cabeza cortada, la llevaba en mi brazo izquierdo y mi cabeza cantaba.
Lo único que contaba para él era su obra, lo único. Y me lo confesó alguna vez. Siempre me traía sus artículos o "Trilce": un día me mostró esos papeles y me dijo: eso no es mi obra. Yo tengo otra obra por hacer muy importante.
Nos tratamos tres meses y un día desapareció. Mi madre cae enferma, se muere y ese día regresa Vallejo a la calle Molière. Me vino a presentar las condolencias y me dijo, así como si me dijera: -Por favor, alcánceme los fósforos-, que debíamos vivir juntos. Y yo no dije ni sí, ni no, siguió la conversación, pero ni por un momento pensé decir que no. Sin estar enamorada, hacía tiempo que sentía que tendría que ser así: era la predestinación.
Toda la obra de Vallejo está penetrada, amasada de política, de masas. Se ve claramente en su teatro. Su poesía forzosamente ha resultado también así: no sólo formalmente es revolucionaria: si usted le da vueltas, siempre encuentra una base política.
No había otra cosa que conmoviera más a Vallejo, que le doliera más que la injusticia del mundo. El estaba desde su nacimiento, y prenatalmente, destinado a sufrir por el sufrimiento de los demás. Fue a Rusia y volvió convencido, y durante dos años y medio no estudió otra cosa que marxismo. Tenía una memoria extraordinaria, mucha claridad y, como se dice, muchas cuerdas en su arco. Ahora hay psicólogos que dicen que había estudiado psicología, sociólogos que dicen que había estudiado sociología, psiquiatras que dicen que había estudiado psiquiatría, y es verdad que en sus poemas aparecen cosas verdaderamente asombrosas en todos esos campos.
Y políticamente era lo mismo: tenía intuiciones que lo llevaban adonde tenía que ir, y volvió de Rusia y empezó a estudiar y empezó a ver.
¡Se escriben tantas calumnias, tantas tonterías sobre él! Cuando le dan a Vallejo como un pobre diablo que pide dinero a todo el mundo, que se emborracha, no había alguien más asceta que él, y, como no bebía nunca, medio vaso de cerveza le mareaba.
Se levantaba a las siete y media. A las ocho yo le daba el desayuno y me iba a trabajar. No tenía nada de bohemio, como se ha dicho: era un hombre austero, le gustaba el orden, la limpieza, saber la hora. "Un hombre verdaderamente hombre -decía- sólo lo es de una mujer". Era sano como un campesino.
Si usted no sabía que era Vallejo, lo podía confundir con un transeúnte cualquiera.
Su preocupación política está muy presente en su teatro, todavía en gran parte inédito. Son estos manuscritos que usted ve aquí y que, si no estuviera tan cansada, ya hubiera hecho publicar. "Entre las dos orillas corre el río" escrita en mil novecientos treinta, sobre el tema de un madre rusa con dos hijos reaccionarios y dos hijos bolcheviques, situada unos seis o siete años después de la revolución; "Lock Out" que ocurre en Francia, pero que hubiera tenido que pasar en España según me dijo él, y "Colacho Hermanos o los presidentes de América" una farsa sobre dos peones ignorantes del Perú que llegan a Presidentes. "La piedra cansada", su obra de teatro publicada, no está bien lograda. Pero hay mucha poesía en su teatro y una obsesiva preocupación por la justicia social.
Escribía metódicamente; es curioso, pero es así. Y escribía con nada. Era algo verdaderamente trágico. A veces no tenía papel, escribía con un lápiz así, más pequeño que mi dedo meñique.
Al principio yo era completamente anticomunista. Vallejo tuvo paciencia conmigo, digo paciencia y no es así: era muy duro. Como si hablara de otra persona me decía: -Esa mujer es una estúpida en pensar así-. Pero yo comprendí rápidamente. Todo el que sufre de ver sufrir está dispuesto a comprender. La gente insensible al sufrimiento ajeno no puede llegar a ser revolucionaria nunca.
No mostraba nunca sus poemas a nadie. Le molestaba que abrieran su cuaderno. Decía que le "habían robado mucho", pero no era por eso, era porque era un hombre muy cerrado, totalmente hermético.
Era un enamorado perdido de París: le gustaba pasear por sus calles, entrar a las librerías. Pero no era muy lector. Pensaba que un creador no debe leer mucho. Leía sus revistas de arqueología, pero poesía poco. Admiraba mucho a Walt Whitman, a Rilke, a Pushkin, a veces me recitaba versos de Esenin.
Al que creo no entendió, con el que fue excesivamente severo fue con Maiakovsky. Le conocimos en Moscú. Maiakovsky entró: era un gigante con bastón. Vallejo le preguntó si creía que la poesía podía traducirse y Maiakovsky le dijo que sólo por otro poeta tan grande como el autor. Y los dejé y quedaron conversando. Pero Vallejo no lo comprendió.
Creo que si hubiera vivido más no hubiera podido dejar de solidarizarse con su sufrimiento.
Vallejo dejaba transparentar muy poco su propio sufrimiento. Sólo cuando tenía sus crisis, cada cinco, seis meses, yo me daba cuenta. Era un hombre que podía tomarse por corriente. Salvo su mirada. La mirada era algo verdaderamente angustioso. Cuando le miraba a usted, su mirada no se detenía en sus ojos o en su rostro, parecía que lo cruzaba y continuaba miles de kilómetros detrás suyo. Yo, una vez, le dije: ¡Pero mírame, mírame a mí; cómo miras tan lejos! ¿Y sabe dónde entendí su mirada? Aquí en el Perú, cuando vi por primera vez una llama: las llamas miran panoramas inmensos y esa era la mirada de Vallejo.
He estado tan sola con Vallejo como sin él. Ahora tengo treinta y siete años de viudez, se dice fácil, pero hay que despertar todas las mañanas durante treinta y siete años, sin un paso, sin una respiración cerca.
Quedé casada con él. Nunca me interesó otro hombre, pero un día terrible, una médium me dijo que se había comunicado con el espíritu de Vallejo y que él le había dicho "Georgette quiso seguirme a la muerte, pero yo no quise, quise que se quedara en la vida". Ese día me separé brutalmente de él: me divorcié de Vallejo. Y mientras uno vive con un muerto, vive con alguien, pero cuando se separa de él, entonces empieza la verdadera soledad, una soledad tumbal si se puede decir así.
Nunca hablábamos de felicidad, ni de paz, ni de nosotros mismos: siempre de la miseria del mundo, de la revolución, jamás de temas personales.
Después que los he leído he comprendido que hay poemas que me escribió a mí:
"De disturbio
en disturbio/subes a acompañarme a estar solo/yo te comprendí andando de puntillas/
con un pan en la mano, un camino en el pie ...".
O -Palmas y guitarras-: "Ahora entre nosotros, aquí/ ven conmigo, trae por tu mano a tu cuerpo/y cenemos juntos y pasemos un instante la vida/a dos vidas y dando una parte a nuestra muerte ..."
O -Hay una persona que me busca en su mano, día y noche...-
Pero Vallejo jamás me dijo: -Georgette, estos poemas son para ti-, jamás. Yo comprendí muy bien que yo no era nada ni nadie para él. Que yo existía para cuidarlo y nada más. Cuando se estaba muriendo me pedía perdón, desesperado y me decía: "Te he desconocido siempre, tú has tenido razón en todo". Pero ya era tarde y era innecesario: yo le había amado así.
Un día tuve un sueño curioso. Fui a pedir cien francos prestados a un escritor peruano, muy pretencioso, muy seguro de sí; porque necesitaba rescatar una mesa que había sido de Vallejo. Me los prestó y me dijo: "Lo hago por usted, porque a mi no me importaba nada Vallejo". Yo estaba lejos de imaginar lo que llegaría a ser Vallejo, a quien ahora hay personas que consideran el más grande poeta del siglo. No tenía gran preparación para comprenderlo: sabía que era un gran poeta y nada más.
Esa noche me dormí preocupada y en mis sueños apareció entre las nubes ese peruano convertido en un Júpiter tronante, con las mejillas inflamadas de viento y arrojando fuego por la boca, y yo estaba junto a él y, atemorizada de que aplastara a Vallejo, bajé los ojos y vi la tierra, y de la tierra vi salir a Vallejo, como hecho de un metal especial: salió como esas esculturas de los surrealistas, él "fotográficamente él", y creció y me pareció tan grande que desperté tranquila. Era como una llama de metal y su miraba dominaba la tierra.
Después he escrito algunos poemas, bien modestos. Treinta están dedicados a Vallejo; como éste, si lo desea leer:
"Severamente bautizada por mis trenzas
lejos de mi me voy
todas las horas de mi vida
en sus pequeños ataúdes
como una estela de tu muerte".
Marino López Ruiz: Dos Años sin ti
Jorge Aliaga Cacho, Marino López Ruiz y René Aguilera Fierro |
Marino López Ruiz es un joven poeta cajabambino que ha sabido difundir su poesía por varias ciudades de Sudamérica. Tuve la oportunidad de conocer a Marino, en un encuentro literario, realizado en Chosica, el mismo que fuera organizado por el poeta Nadie Huamán, radicado en Buenos Aires. Marino nos ha enviado su poema en homenaje a La Madre y algunas fotos de ese encuentro chosicano, entre las fotos, destaca una que nos recuerda la visita de el Ing. René Aguilera Fierro, Presidente de la Sociedad de Escritores y Artistas de Tarija, Bolivia.
Marino ha participado en importantes eventos culturales: el II Encuentro Internacional de Escritores y Artistas, de la Universidad Nacional de Loja, en Ecuador; el Primer festival “La Poesía Está en la Calle”, en el Encuentro de Saberes Urbanos, de Bogotá; el XVII Encuentro Nacional de Poetas y Escritores de Nocaima, Cundinamarca; el III Encuentro Universal de Escritores en Santander, Colombia “Vuelven los Comuneros” y el II Festival “Día Mundial de la Poesía” de Caracas, Venezuela. Actualmente estudia Psicología.
Por Marino López Ruiz
Aún sigo imaginando
Aún sigo imaginando
encontrarte de pronto
en casita de Valdivia.
(Duele confesarte
de tantas cosas lindas
que no pude decirte).
Sigo imaginando
que retorno a tus brazos
y que me esperan tus ojitos
cargados de nostalgias
de fiesta y de alegría
sintiendo de pronto
el consuelo de tus hijos.
Sigo esperando
para volver a verte
cosechando tus cuyes,
trajinando los campos
con la esperanza que un día
ya no nos separemos
Dos años sin ti, madre
y aún puedo escucharte
en la soledad que espanta,
en tus recuerdos preciosos,
y en cada paso mío
que me acercan más a ti.
14 de mayo de 2023
Parisian chronicles
By Cesar Vallejo
"Rotunda"
Here it is - an ambiguous crypt, a rainbow haunt, a buzzing hive of cosmopolitan mange. Here it is, a noisy cafe, a favorite haunt of artists and artists, tramps, snobs, and dubious women, from Mimi to Marguerite, from Grisette to Garcon.
"Rotunda"! Boulevard Montparnasse on an autumn night in a sad rain, where aerial wires flow from your very temples with news from distant lagoons, winding in the chestnuts of the boulevard near the walking shadows and the pale ear of the exile. "Rotunda"! Mysterious bonfire with shaky flames in the olive grove of the Night.
"Rotunda"! Here are infinitely long canapes enveloping you, furious canvases of the last exhibition “NOVIESPACIAL”, and head waiters with small mustaches, in impeccable jackets. A multilingual crowd fills dance halls, amorous salons, and terraces. Here we see Aisha, a laughing Senegalese woman in a green grass turban, who does not forget to pose for the Montparnasse Academy and a famous Swede, relaxed and sad, in a white pleated turban, such as they wear in Hyderabad ... In one corner, where two crimson apricots are crushed, not of the world this, a Briton, can be seen the corpulent figure of the Japanese artist Fujita in large horn-rimmed glasses, from which expressive jubilant eyes crawl out. Madame Luriti from the Pitoev Theater is about to appear, later Hilda de Nys, a charm, not a singer who gave a wonderful Wagner concert not so long ago ...
"Rotunda"! Maurice Maeterlinck usually winds in this cafe, shaking his lush, almost snow-white hair, and next to him is Enrique Gomez Carillo, no less aged, inseparable from him, there the strikingly pale Claude Farrer spends the rainy twilight, calmly contemplating his surroundings, and here is Tristan Tzara, Max Jacob and Pierre Reverdy and all his Dadaist fraternity drink and make faces for the gallery, showing the public their masks of absurd catchers of chance.
What an enticing sight this noisy center of general nervousness, which has an orgy of fame, seems to have a smoldering fuse woven from many irritants that disturb the artist and writer - these are eccentric rich people who look here out of pure curiosity to stare at the immortals. , and ultra-modern Parisians, and tourists, and sybarites. An ambiguous crypt, I said, a rainbow haunt, a buzzing hive of cosmopolitan mange, with fingernails to scratch our most intimate and inexplicable sores.
The heart looks for its place to the left and taps with the sound of a matchbox - are there any matches left, know for yourself that it will light these yellow sticks all night long. The rain poured and poured, and sometimes the match drops large drops of sweet fat. <…>
Cesar VALLEJO
Published in the journal Foreign Literature, number 2, 1999
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