Darío Oliva |
Vuelve
de madrugada
vuelve
el zumbido eléctrico
del mosquito
a repetirse
como la tos del viento
sobre el tala
y los sauces
como rock nervioso
de chicharras en coro
serruchando la noche
y me perfora el oído
su excitación viciosa
como si quisiera
succionar la sangre
del mundo en una baldoza
de aire...
vuelve el ladrido del lunes
y nos tocamos
musiquita ya tarareada
por otros soles
y nos reconocemos
linternas o relojes descompuestos
porque la luz no sabe a qué hora
internar sus sombras
en nuestras ojeras
o pisadas de arena
en la plaza
en el parque
o el patio
mientras aúlle
lo que nos sobre de relato
y alguien
no importa quién
alcance a contarlo
y seguimos
presos del ojo del candado
hasta que una llave nos toque
desde adentro.
Hoy armé un cigarro
con cenizas de brisa
y paciencia de monje
o motociclista
y me fumé las alas
de la mariposa
y trepé al lomo azabache
de la luna
y me refugié tortuga
en el caparazón de otras palabras
para nombrar los días
por si el olvido resbala
y cae de cabeza
en el bolsillo flaco
de mi memoria.
Lo que estaba lejos
también vuelve. Oigo
el mismo canto de gallo
en los oídos que escucharon
al de Pedro
y tiemblo y me arrodillo
y pido al dios de los clavos
en el madero
al dios de los de abajo
otro minuto de su tiempo
no para mí
sino por esos niños
que me reflejan idéntico
cada mañana frente al oleaje
inestable del espejo
aunque haya naufragio
y mi alma de ángel negro
tampoco sepa el regreso
y zumbe colérico en el oído
de este anesteciado mundo
insomne que persiste
en contar los días
dentro de su propia cárcel.
Darío Oliva. 18/V/'20
(PH: Carlos Mascioni)
@carlos.mascioni
(PH: Carlos Mascioni)
@carlos.mascioni
No hay comentarios:
Publicar un comentario