De la espuma coronando las
olas
emergió la sirena de mis
sueños,
besé sus labios dulces y
pequeños
bajo la tenue lusz de las
farolas.
Vaivén de olas fue su cuerpo
desnudo.
Entrega pasional la noche
aquella
la sirena en mis brazos, era
bella;
esperar más mi corazón no
pudo.
Nuestras bocas unieron sus
alientos.
Mi sirena hizo entre besos
promesas
de no irse jamás aunque
hubiesen vientos,
remolinos, corrientes
encontradas;
Que nuestras dos almas
limpias, ilesas,
entre la espuma serían
coronadas.
Nubes blancas en mis manos,
sus senos,
dos frutos que destilaban
ternura
y hundidos en tan mágica
locura
degustamos néctares y venenos.
dejó pequeñas huellas en la
arena
para que yo la busque y la
persiga
trémula estela de espuma o de
espiga
donde en vano persigo a mi
sirena.
Oscar René Benítez