Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

27 de mayo de 2023

Se fue Daniel Toro con su 'Zamba para olvidar'

Daniel Toro

Por Jorge Aliaga Cacho

Daniel Cancio Toro, conocido como Daniel Toro, fue un cantante y compositor, originario de la provincia de Salta, Argentina. Nació en 1941. Se destacó en la ejecución y composición de música folklórica. Fue un prolífico compositor y entre sus canciones figuran temas clásicos del cancionero argentino y latinoamericano. Su canción ''Cuando tenga la tierra'' (con Ariel Petrocelli), fue prohibida durante la dictadura militar argentina. El régimen militar no lo mató, como lo hicieron con Victor Jara, en Chile, pero sí hicieron desaparecer las matrices de sus discos.
Durante su infancia se familiarizó con la naturaleza campestre que lo rodeaba. También lo alentaron las leyendas del lugar y la imaginación.
Dueño de un gran talento natural, su vida fue: 'un encadenado de adversidades, fue una forja que lo modeló humilde porque su visión del universo era tan amplia que, el criterio de vida adoptado, lo elevaba sobre el común de la gente. Eso lo hizo grande como persona y también engrandeció su obra. Daniel, nos deja más de un millar de canciones. Es menester de los latinoamericanos, difundir su obra.
Cuando regrababa toda su obra se le manifestó un cáncer de garganta, por el que luego se le debió extirpar las cuerdas vocales.
Daniel Toro, que nació en Salta, Argentina, un miércoles, 3 de enero de 1945; falleció este último jueves, 25 de mayo de 2023, en la provincia argentina de Salta. Y su pueblo lo llora.
Comparto con ustedes su ''Zamba para olvidarte''.

Sueños de Vida y Libertad

Henry Patiño Montoya
Extracto de la novela del escritor colombiano, Henry Patiño Montoya, a quien tuviera el gusto de conocer en un encuentro de escritores realizado en La Serena, Chile.
Como afirma su prologista, Israel Agudelo Castro: Su novela es el resultado de la curiosidad insaciable de un hombre de vida corriente, que dedica la misma a cultivar su espíritu y a observar el comportamiento sentimental de sus semejantes.

''- Maribel había caído en un estado de mutismo enfermizo, sin volver al trabajo, argumentando que se encontraba enferma; mientras se refugiaba en el apartamento de Laura, quien a su vez trataba de reanimarla.

- Maribel si continúas así, te vas a enfermar.

- Estoy enferma pero de rabia, es que no logro
entender cómo es la gente de vacía. Sólo les interesa
lo material. Dónde están los valores, los buenos
modales, todo aquello que enaltece la dignidad humana?

- Eso que tú dices suena muy lindo, pero
desafortunadamente así no es la realidad.

- Puede ser pero es la esencia de un ser
humano, sino se tiene eso difícilmente podremos
aspirar al futuro. Porque con miseria, violencia, y toda
esa cantidad de males que aquejan al mundo, lo veo
imposible''.
La novela fue editada en Colombia por
LITO PAOLA LITOGRAFÍA

Ha llegado el día

Por Lidia Irene Vásquez Ruíz

Lidia Irene Váquez Ruíz
A Jorge Aliaga Cacho

Ha llegado el día,
en el que avizorando a través de las redes sociales
que echara sus raíces sobre la tierra.

Ha llegado el día,
del homenaje al escritor y amigo
Jorge Aliaga Cacho.Ha llegado el día
en que tus amigos llegado dede continentes lejanos
seamos una sola voz en la Casa de la Cultura de Huacho.

Ha llegado el día,
que con sol esplendoroso
haremos este III Encuentro, lo mejor del universo.

Ha llegado el día,
que a la luz de sus rayos brillantes
el arte y la poesía serán fiel reflejo de amistad.

Ha llegado el día
que por más que los pienses
tus amigos estarán siempre para ti.

Ha llegado el día
que tus manos y pensamiento
sean la puerta mágica del saber
para los niños del mañana.

Ha llegado el día
en el que con tu ejemplo
las generaciones que vendrán,
como el ave al trinar tus poesías cantarán.

Ha llegado el día,
que tus padre y familia, estén felices
porque reuniste a todos los que te queremos.

Ha llegado el día,
que agradezca a Dios por tu ejemplo,
de amigo, hermano y, sobre todo, de amistad.

De la autora:
Lidia Irene Vásquez Ruíz. Nació en Lima. Abogada por la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Alumna de la Maestría de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se desempeña como vocal en la Suprema Salla Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia del la República.
El poema: ''Ha llegado el día'', forma parte del libro: ''En busca de mis huellas'', de la reconocida poeta y promotora cultural, peruana, Lidia Vásquez Ruíz. El libro contiene un prólogo de Alfred Asís, hermano poeta y promotor cultural, chileno.

'Sin duda la expresión del alma de Lidia se deja sentir en esta apreciada obra. Las letras son transformadas en sinfónicas palabras que suenan desde el mar a los andinos valles, atravesando los mares y elevándose a los cielos. Tales son los sentimientos vertidos en estos poemas que dejan una sensación duradera y de valoración en la hermandad hecha realidad. Hay un conjunto de expresiones que hablan por sí solas de la calidad humana de su autora y muy en especial como esta almacena la amistad como su tesoro más preciado, algo que no es muy común en estas sociedades'. 
                                                                                                                        Alfred Asís

ESTAMPAS DEL DÁRSENA

Santiago Risso



Por Jorge Aliaga Cacho

Este es un bello poema de Carlos Contreras Espichán, bardo que supo registrar, en su obra literaria, imágenes vívidas de lugares emblemáticos del Callao; distritos como: Bellavista y La Punta. También le ha sabido versar a las playas de La Mar Brava y Chucuito; así como también a la Av. Saenz Peña, y al muelle de los pescadores. Contreras Espichán, fue un prolífico escritor que, también, incursionó en el periodismo. Se recuerdan sus artículos en ''La Prensa'' y ''El Callao''. En el presente poema, ''Estampas del darsena'', nos entrega finas pinceladas de la vida en la dársena del primer puerto peruano. Este poema forma parte del libro: ''Frontera al Castillo del Sol'', publicado por el sello de Ediciones Altazor, con un prólogo de Santiago Risso, de Mammalia Comunicación y Cultura.

Por Carlos Contreras Espichán (1901 – 1953)

Sobra la mar alegre, pero amarga,
la Dársena es igual a una colmena
en que el estibador borra su pena,
repletando bodegas con la carga…

Por aliviar al barco que se embarga,
cada winche los bultos desordena,
en compañía del gancho y la cadena
del muelle en cualesquiera calle larga.

Ya de trigo y arroz chanchas repletas
no extraen los jornaleros de hombros rudos
y lustrosos, plumeando el saco o el fardo,

para el chino, en virtud de dos pesetas;
y ahora deben salir semi desnudos
esquivando ojo y manos del Resguardo.

26 de mayo de 2023

La violencia de las horas

César Vallejo

Por César Vallejo

  Todos han muerto.
  Murió doña Antonia, la ronca, que hacia pan barato en el burgo.
  Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes
y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: ''Buenos
días, José! Bueno días, María!''
  Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando a un hijito de meses,
que luego también murió, a los ocho días de la madre.
  Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de
heredad, en tanto cocía en los corredores, para Isidora, la criada
de oficio, la honrosísima mujer.
  Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía
al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalaero de la
esquina.
  Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no
se sabe quien.
  Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me
acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
  Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi
hermano en mi víscera sangrienta, lo tres ligados por un género
triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
  Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en
su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían
las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
  Murió mi eternidad y estoy velándola.

25 de mayo de 2023

Murió Tina Turner: La Reina del Rock


Tina Turner
                                
 INFORMA LA BBC
Con su voz áspera y unos movimientos frenéticos sobre el escenario, Tina Turner conquistó al público de medio mundo, convirtiéndose en una de las estrellas inolvidables de los años 80 y 90.
Turner, bautizada como la "reina del rock and roll", falleció este miércoles a los 83 años.
La cantante de origen estadounidense murió "tras una larga enfermedad" en su casa de Kusnacht, cerca de Zúrich, Suiza.
"Con ella, el mundo pierde una leyenda de la música y un ejemplo a seguir", dijo en un comunicado su agente.

24 de mayo de 2023

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges

Publicado por Tertulia Cero.

«Cuando converso con alguien siempre trato, hago lo posible, porque el interlocutor tenga la razón. Además la idea de una discusión es errónea. Debiera ser una colaboración, una investigación para llegar a un fin y no importa si el fin queda de este lado o del otro. Los chinos dicen que no hay que discutir para ganar, sino para dar con la verdad».
Jorge Luis Borges

23 de mayo de 2023

Francisco Romano Pérez

Francisco Romano Pérez

Francisco Romano Pérez nació en San José de Tucumán, pero reside desde hace varias décadas en Ledesma, Jujuy. Gracias a la escritora y educadora, Gladys Tapia, tuve el placer de conocer a este eximio poeta argentino. Sus trabajos son publicados en diarios argentinos y diversas  antologías. Francisco Romano Pérez ha sido distinguido con numerosos reconocimientos por su trayectoria literaria. Guardo gratos recuerdos de la visita que le hiciera a su casa, en Ledesma. ¿Cómo olvidar el calor de su hogar, los bisquets, y el té de las 5.00 pm.?

Desde el Perú le envío al maestro, un abrazo grande.

Aquí registro unos versos aparecidos en su libro: ''Mínimo cuenco'':



el amante dice

boca

piel

borde

plenitud

consumación


dice

grieta ceniza vuelo


adiós

dice

La música y el vértigo

 Por Daniel Baruc Espinal


(9)

      Son tú y la carne y la insondable ancestral de los abismos la blanca hogaza, el pan de agua, el cáliz de verde y turbulento río, los que arrastran mis ojos y mis manos hacia las presentidas grutas de tu cuerpo.Huellas de cielo abierto, amada má, son tus blancos senos; blancos e inmaculados como puede ser la nieve o los copiosos y altos y desteñidos árboles del día, árboles de pétalos rosas y morados, lirio de mansa agua en cristalina hondura, llegas hasta mis brazos en sagrada estatura de lívidos perfumes, en cábalas de diamantes y remotas estrellas, en brusca desbandada de apiñonada carne y en luminoso oficio de pureza. Eres tú y la carne y la insondable fuerza del abismo los que arrastran mis labios hasta el torrente turbio del agua de la noche y hacia sus exagonales silencios y sus eternos precipicios.

- Daniel Baruc Espinel es un escritor dominicano, nacionalizado mexicano. Él ha obtenido numerosas distinciones y premios literarios. Daniel Baruc Espinel es un distinguido representante de las letras de Nuestra América.


ÓSCAR HAHN: ¿Por qué escribe usted?

Óscar Arturo Hahn Garcés
        
Óscar Hahn es un poeta chileno nacido en Iquique, el 5 de julio de 1938. 'Después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 fue encerrado en la Cárcel Pública de Arica, experiencia que relatará más tarde el escritor Jorge Edwards en su novela La mujer imaginaria. Cuando recuperó su libertad, optó por refugiarse en la casa de sus suegros, en Los Vilos; desde allí, postuló exitosamente a un doctorado en la Universidad de Maryland, donde estuvo hasta 1977, cuando se convierte en profesor de Literatura Hispánica en la Universidad de Iowa, donde residió hasta 2008.6​ Entre 1978 y 1988 fue colaborador de Handbook of Latin American Studies de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos'.

De este gran vate chileno reproducimos su poema:

¿Por qué escribe usted?

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque góngora porque la tierra porque el sol:
porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás.

Óscar Arturo Hahn Garcés.​ (Iquique, 5 de julio de 1938) es un poeta, ensayista, crítico literario y profesor chileno perteneciente a la generación literaria del 60.

22 de mayo de 2023

San Ramón

Jorge Aliaga Cacho and Andina Aliaga

By Jorge Aliaga Cacho
Translated by Andina Aliaga

We arrived at San Ramon. It was raining. We found shelter under a tin roof on the corner. The raindrops made onomatopoeic splatter above our heads. A tuk-tuk pulled up, a rickety mode of transport with room for two passengers; a whole host of bags, a mother-in-law, and a small donkey. I had witnessed and appreciated how these plucky little vehicles navigated the slopes of Lima. The drivers load up their taxis with all and sundry, in order to earn one extra Sol to take home to their families. Striving for an impossible dream. Once I saw a tuk-tuk with two people in the back, (though it was tricky to confirm with any accuracy what those four eyes belonged to), as they were completely encased by bags of rice, straw chairs, bedside tables, and a parrot, who continually flew out of one window and back in through the other. Fleeing the scene along with its cargo of incognito passengers.
- Taxi! - I called out, several times.
Doradas’ boss boarded the little vehicle ass first. I said goodbye to her, sensing that we would never meet again. She departed clutching her accounting files, leaving no trace in her wake. Indeed I did not lay eyes on her again, nor did I ever find out her destination. The next taxi came swiftly, the driver's eyes were sunken into an impish face. We didn't speak. He took Doradas’ luggage and heaved it onto the make-shift rack at the rear of the tuc-tuc, then he stuck mine there too.
This was the quickest journey of my life. In two minutes we were outside the hotel El Parral. Its' doors were open just a crack but we could see that lights were on inside. The receptionist opened the door for us. Behind the bar, at the back, items were displayed for sale; soap, razors, shampoos, toilet paper, and multi-coloured condoms. We asked for two rooms. We signed the visitor book but they didn’t ask us for any documents. Dorada always went to that hotel. The ONG where she worked had offices just around the corner. We were given rooms 203 and 201. Dorada took the first. At dawn, when I awoke upon a firm pair of breasts, I realized that room 201 had spent a lonely night.
My eyes opened and I saw Doradas’ sweater hanging from a nail that served as a hook. The nail was large, bent, and rusted in the middle. Dorada had been watching the light bulb dangling from the ceiling. Marauding mosquitoes. I tried to scare them off with jabs, but they weren’t bothered. I changed my strategy. I took a newspaper that was lying on the floor and rolled it into a fat club, then fired at will. I killed a few. And so went the night...bouts of kissing and fighting. Scratching here, scratching there. They refused to give up. We covered ourselves right up to our heads. I heard her moans and the hum of mosquitoes.
Encased in white sheets we met the dawn. Dorada was happy and mine. On the radio, we listened to a Zambo Cavero song, and in the shower Dorada hummed: larai lai larara larai laila, larai lai larara larai laila…
This secret you share with me no one will know,
This secret will be hidden for eternity,
I assure you I’ll never say what happened
And don’t you worry, about all
That lies between you and me
This secret you share with me no one will know,
This secret will be hidden for eternity,
I assure you I’ll never say what happened
And don’t you worry, about all
That lies between you and me
No one will know that your chest beat together with mine,
That we enjoyed moments of fascinating sweetness,
I’ll never say that there were nights I adored you madly,
Nobody will know that in your arms,
Drunk with love, I fell asleep.
She came out of the bathroom and wrapped her arms around me, talking about how much we had done together.
- Yeah it was great! - I agreed.
Dorada wanted to stay in bed longer, but a pile of paperwork was waiting for her at the office. She had to go, but didn’t want to. She took some clean underwear out of a plastic bag, almost getting onto the ground to put them on. She slipped her legs through the holes and deftly wriggled them up, securing the elastic firmly around her waist.
She dried her hair. Her legs were still damp, she‘d missed bits with her towel. She put on her bra, and looking at her I repeated my reluctance that she leave for the office. She seemed undecided. She asked me to go to the room we had booked for me the night before. The cleaners here were gossiping. Kissing her, I promised we would go later.
She told me that in San Ramon the people are interested in everyone else’s business. She also said that she loved me and that she was prepared to go anywhere with me. Dorada let out a nervous laugh, realising that I had never suggested anything of the sort. Her nose was on the point of sweating once again.
- I don’t want to go to the office - she repeated.
She wanted to stay, but her workload meant that she must go. She would be back soon. She hunted for her lipstick. She tracked it down under the bed. She squatted. Her hair was already frizzy from the humidity. She wore a pair of grey trousers that were a little tight. She had difficulty doing up the buttons. She covered her top half in a white blouse and stuck on a pair of trainers, she perched herself on the edge of the bed. She got up. Now fully dressed. She made her way to the door and then turned back. She kissed me. Taking her brush for curly hair with her, she left. I could hear her trainers squeak as she made her way down the stairs. In no time I was asleep.
- Excuse me, Sir! Said the maid who woke me up.
A woman’s head loomed in the doorway. I had forgotten to go back to my room. My boxers were still on the floor. I wanted to recover the composure this unknown face had taken from me. I wanted to say something logical, but I couldn’t. The woman's gaze fell onto a pair of socks that were haphazardly strewn across the floor. She then checked out the toiletries that Dorada had left on the nightstand. I sunk my head into the pillow and not knowing what to say, I listened.
- Sorry Sir! Would you like me to clean your room? - she asked.
- Good day! No, I don’t want you to change the bedclothes today - I said.
I slipped back under the covers and laughing at myself repeated my answer: Good day! No, I don’t want you to change the bedclothes today.
- How dumb I must have sounded! - I said aloud, laughing.
Repeating my words again:
- Good day! No, I don’t want you to change the bedclothes today.
- What a bloody moron I am! - I said, chuckling.
At noon I left the hotel to look round the town. I walked to the nearest corner about fifty metres away. There stood the town square with its two principal buildings: the town hall and the home ground of the local football team: El Centenario. I walked right around the square, following the pavement, admiring the church that was partly hidden under a canopy of trees, by a street full of restaurants. On the corner, a crowd had gathered ready for worship. I made my way up the street of restaurants. All sorts of business were carried out here. I double-checked my wallet was still in my pocket. In it was all my money, which I needed to make the journey to Pozuzo. I felt it was time that I acquainted myself with the place where, nearly one hundred and fifty years ago, sailors had come from Austria and Germany, poor Europeans in search of a better future, and who had built it right here in the Peruvian jungle.
I once wondered how they had got to the port at Callao, on board the Norton. My fat friend Churrunaga told me the story some time ago:
They spent a three-day quarantine on the island of San Lorenzo. After having eaten, drunk, and rested, they set out past Huacho where residents saw them flying the British flag on its mast.
- And where did they sail to, fatty smarty-pants? I prompted mockingly.
Chubby Churrunaga, a native of Oxapampa, a medical student at San Marcos University, salesman of pressure cookers, adjusted his glasses before amazing me with his erudite answer.
- The Norton sailed to Silz Tyrol, on the 26th of March 1856.
Dorada was to meet up with me for lunch. I still had a few minutes to make my way through town. I found her at the corner of the ‘shared taxi’ rank, here you don’t always get a taxi to yourself; she smiled upon seeing me. We kissed quickly. She abruptly announced that were going to eat Chinese food.
- How indigenous. I replied sarcastically.
The Chinese restaurant was near the town square. It had a garden that welcomed the sun. There we chatted over glasses of Inca Kola and cool beer. Dorada said she would go. That everything was fixed. She was going to work in Australia. She had studied English intensively. She would go, she would triumph. She said that she could no longer live in Peru. That they had not wanted to give her a visa for France or for the United States. This had caused her embarrassment. In Australia, she had a friend, and her visa was almost ready. Her so-called agent in Lima had been ‘assisting’ her with this plan for two years. Her eyes shone brightly. I had almost forgotten that only yesterday she had playfully said how she wanted to hide in my suitcase and travel with me. To hear her, I felt somehow, as if things had been put into place. Then I pondered on the impossibility of that project, her travelling in my suitcase, like a stash of contraband, to some place of my choice. Dorada continued her moaning:
In Peru everything is bad, everything is corrupt, the people are not paid; they don’t have work, and the office hours are long, but in Australia, everything would be different.
Who had told her that the situation would be so easy away from home, I thought? I knew it would be difficult in any part of the world. How could I be the one to tell her that her middle-class peers, from well-to-do districts like Miraflores, left their homes only to go and work as servants in the houses of gringos. I felt sad, I wanted to tell her, yet I didn’t want to crush her dreams. I took her hand and looked up at her poignant face with devoted eyes. I almost said something, but I sealed my lips, and I shut up. Dorada rose from the table, she was too hot and needed to splash her face. I watched her walk through the courtyard garden, her butt cheeks swaying, under a sunset sky. Upon her return, and before she finished taking her seat, I looked into her black eyes, squinting in the sun:
- You will triumph Dorada! - I cheered. But she failed to smile.
We rushed through lunch. I thought it was sacrilegious that she had ordered lomo saltado, a Peruvian dish, in a Chinese restaurant. The wonton soup we had consumed had made me sweat and my fried rice was discarded half-eaten. I paid the bill and we left. We crossed the square. A street vendor was sitting on a worn concrete bench. The man looked like he was on his last legs. He was wrapped in rags, carrying a box half full of cigarettes and chewing gum. The little man was threatening to collapse from malnutrition. He slept, but this was no siesta. Dorada noticed him and quickened her pace. We walked together to the corner of the square. We were engrossed in a goodbye hug when a loud crash caused me to loosen my grip from her waist and investigate the source of the noise: the pedlar lay on the floor, face down on the concrete. His arms were outstretched, and his hands open, as if to reach for the cigarettes that had spilled from their packs onto the deserted pavement of San Ramon's plaza.
I boarded a shared taxi from the rank at the corner of the square. The driver packed in the passengers. I could still make out Dorada in the distance, her blue trainers with white laces. She looked like she was mulling something over. I watched her until she became a point in the distance, then adjusted my gaze to the side of the road, where San Ramon's football club stood proudly.
(Extract of the novel ''Heartbreak Secret'').

21 de mayo de 2023

Mi linda palomita

Jorge Aliaga Cacho en Machu Picchu, Cusco, Perú

                               

Poema incluido en el poemario: 
''Mujeres malas Mujeres buenas''.
Ediciones Vicio Perpetuo Vicio Perfecto
Lima
2013