Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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1 de julio de 2017

Venezuela campeón en Karate

Venezuela dice presente en esta justa deportiva con 39 atletas, entre las categorías 
mayores, sub-21, juvenil y cadetes. Fuente:telesur.
La selección venezolana de karate se apoderó este sábado de nueve medallas en la continuación del XXVII Campeonato Sudamericano de Mayores que se celebra en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Entre las preseas destacan tres doradas conseguidas por Valerya Hernández (-40 kg), Cleiver Casanova (-60 kg) y Aurimer Campos (-50 kg), de acuerdo con información ofrecida por la Federación Venezolana de Karate, en su cuenta de Instagram.
Las karatecas Rosángela González (-40 kg), Marianth Cuervo (-68 kg) y Milagros Barreto (+68 kg) se hicieron con las medallas de plata; mientras que Génesis Navarrete (-55 kg), Miguel Galindo (-60 kg) y Luis Vázquez (-84 kg, sub 21) ganaron preseas de bronce.

Cabeza de chorlito Trump

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Cabeza de chorlito Trump
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Soldado patriota del Vietnam

  

Por Jorge Aliaga Cacho

Todo parece indicar que el 'cabeza de chorlito', presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quiere conducirnos a la III Guerra Mundial. El Pentágono ya desplegó varias de sus naves militares cerca de las costas de Corea del Norte. Anteriormente había también despachado hacia esa dirección a su grupo aeronaval encabezado por el portaviones USS Carl Vinson.
En una reunión reciente con el presidente de Corea del Sur, Moon Jaein, el nefasto jefe de Estado norteamericano, ha vuelto a amenazar a Corea del Norte en términos bélicos. Esto solamente puede ser propio de un desadaptado  que no comprende que una guerra nuclear pone en peligro a todos los países de la tierra y que cualquier acción militar de envergadura mundial debe de ser consultada con los organismos internacionales creados para tal fin, como la Organización de las Naciones Unidas.
Este 'cabeza de chorlito' Trump, parece haber olvidado la paliza que recibió Estados Unidos de las manos del pueblo vietnamita dirigido por el presidente, poeta e histórico líder de la independencia del Vietnam, Ho Chi Minh. Fueron cientos de miles de soldados norteamericanos que murieron producto de la Guerra del Viet Nam. Y cientos de miles de ellos regresaron a los Estados Unidos cargando a cuestas sus extremidades. Cientos de miles de estas víctimas hoy se movilizan en silla de ruedas por la calles y avenidas del país más belicoso y abusivo del mundo, Estados Unidos. Pero Ho Chi Minh y su heroico pueblo supo romperles la nariz a quienes osaron invadir su territorio y fueron despachados por donde vinieron al igual que fueron despachados los mercenarios que trataron de invadir Cuba, la patria de Martí y Fidel.

Algo similar podría suceder al comenzar el presente siglo. Si los yankees quieren guerra pues guerra conseguirán. Pero el problema, ahora, es que una confrontación militar nuclear afectaría a la mayoría de los países del mundo que verían afectadas sus economías, y su propia existencia, producto de la guerra. Hay un elemento primordial que se le escapa al 'cabeza de chorlito' Trump, este es el desconocimiento, o su incapacidad de comprender, de que el primer ataque nuclear de Corea del Norte haría desaparecer, repito, desaparecer todas las ciudades de su costa atlántica incluida Hawai. Vuelvo a repetir, solo en el primer ataque.

La cancillería norcoreana ya denunció, reiteradas veces, acerca del 'círculo vicioso' de tensiones creada por los norteamericanos. Corea del Norte, por su parte, ha advertido que de seguir estas amenazas o ataques, ellos, los norcoreanos, se encargarían de lanzar un ataque preventivo. Las cosas de guerra en nuestra época no son del todo fáciles, podemos considerar por ejemplo el uso de ataques cibernéticos que dejarían fuera de acción a los más poderosos armamentos dispuestos en la guerra. Podemos señalar, por ejemplo,  el caso del portaviones británco HMS Queen Elizabeth, el barco más grande y poderoso que haya construido la armada británica que se vio atacada cibernéticamente poniendo en riesgo no solamente, los planes estratégicos de sus operaciones sino a su tripulación toda. Si es cierto que las capacidades militares de los yankees hacen posible volver a empezar la guerra que  con Corea  terminara en 1953. También es cierto que Corea del Norte puede hacerle igual daño, al imperialismo, a la nación gobernada por 'cabeza de chorlito'. La industria peruana podría ir adelantando la producción de cientos de miles de sillas de ruedas pues habría un nuevo mercado para ellas en la tierra del Tío Sam. Sería una forma de sacar provecho de la enfermiza irracionalidad mostrada por Trump.

30 de junio de 2017

Nicomedes en los Viernes Literarios


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El día de hoy los Viernes Literarios de Juan Benavente desarrolló un excelente programa en el mes de la cultura afroperuana. El evento estuvo dedicado al decimista y periodista peruano, Nicomedes Santa Cruz. El joven limeño, Nicomedes, inflluenciado por Porfirio Vásquez, difundió la décima peruana tanto a nivel nacional como internacional. Santa Cruz nació el 4 de junio de 1925. Siendo de profesión herrero pasó a ser el más grande cultor de la décima en el Perú. Los VIERNES LITERARIOS de Juan Benavente, "26 años reconstruyendo Perú", tuvo a bien preparar un homenaje a este gran folclorista nacional que falleció en Madrid un 5 de febrero de 1992. A la cita realizada en la Casa Fernandini, del Jirón Ica, acudieron los más importantes decimistas del medio, entre los que figuran: Roberto Arriola, Andrés Kuo, Manuel Ódar, Óscar Aguirre Mendis, Victor Ducastaing, Raúl Gálvez Cuéllar, Manuel Mundaca, Andrés Rafaele, Gloria Pizarro, Santos Álvarez, Segundo Robles, Teódulo Quispe y Augusto Rivas Plata.

Este fue el programa de los VIERNES LITERARIOS número 1150, el mismo que contó con una nutrida audiencia, amante de la décima, que disfrutó uno a uno, todos los números puestos en escena. Muy particularmente me refiero a los magníficos contrapuntos y canciones afroperuanas. En el evento se vendieron y sortearon libros. Felicitaciones para los "Viernes Literarios"..


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Encuentro de escritores en Chiquián

Nicolás Daniel León Cadenillas, poeta, escritor, hombre de teatro
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La poeta Anna Sant lee en Chiquián, Ancash.
Jorge Aliaga Cacho en Chiquián


















El día de ayer, 29 de junio, se inauguró en el bello pueblo de Chiquián el XVI Encuentro de Escritores "Manuel Jesús Baquerizo". El mismo empezó en horas de la mañana con las ofrendas florales al coronel Francisco Bolognesi  y al famoso justiciero Luis Pardo, natural de Chiquián, convertido hoy en leyenda popular. El éxito de este encuentro literario se ha debido en gran medida al apoyo recibido por parte de el cineasta peruano Roberto Aldave y sus familiares que viven en dicho pueblo, también al despliegue de fuerzas del GEP y la asociación de escritores locales. El primer día del certamen, en el cual nos tocó participar, destacaron autores tales como: José Luis Zumaita Cevallos y Carlos Toledo quienes dictaron las conferencias "La gran rebelión de Tupac Amaru" y "La literatura regional de Ancash en las 2 primeras décadas del S.XX". Hubieron varias presentaciones de libros en las que destacaron Nicolás León Cadenillas, William Gonzáles, Luis Flores Mostacero, Ken Sánchez, Daniel Gonzáles y Oscar Colchado. Entre lo mejor de la tarde literaria se presentaron ponencias de: Dante Gonzáles, Rómulo Cavero, Manuel Nieves y Carlos Jesús Zelada Zenozaín. En poesía estuvieron magistrales las lecturas de: Orlando Ordoñez, Ana Medina Santana, Dioz Dado, Oscar Humberto y Alva, Marlon Maravi Rojas, Santos Burgo y Nelson Castañeda.
En la noche hubo canto, danzas, teatro y declamación. El documental "Mishki Yaku", "El agua dulce de los andes" fue exibida en la Casa de la Cultura de la Provincia de Bolognesi.
Hoy y mañana sigue el programa. Aplausos para los organizadores y las autoridades locales que han hecho posible el desarrollo de este XVI encuentro de escritores. ¡Aplausos!

27 de junio de 2017

KLM, VUELO 236

Jorge Aliaga Cacho

Jorge Aliaga Cacho ha escrito "La Casa de la Magdalena" (1977), una historia de la casa de Simón Bolívar en el Perú; "Essays of Resistance" (1991), tres ensayos sobre América Latina, "Terrorism in Peru" (1995), un relato de la guerra entre el gobierno del Perú y Sendero Luminoso. Ha traducido el ensayo "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui, al inglés: The destiny of North America. Publicó la novela "Secreto de desamor" (2007), el libro de cuentos "Mufida, la angolesa" (2011). Su obra ha sido incluida en varias antologías en el Perú y el extranjero.

KLM, VUELO 236
Por Jorge Aliaga Cacho

Al llegar al aeropuerto escucharon por el auto parlante: 'KLM, anuncia la salida de su vuelo 236, con destino a la ciudad de Londres, pasajeros dirigirse a la puerta de embarque número dos'. Estaban felices. Paseaban por los corredores del 'Jorge Chávez'. Qué importante era, para él, viajar a esa ciudad que conocía, tan sólo, a través de los documentales de Pepe Ludmir. Las imágenes de Shakespeare, Churchill, y Los Beatles, relampagueaban en su mente. Qué bello era para Flavio la alegría de saber que ella le correspondía. Había pasado horas esperando el vuelo en aquel aeropuerto limeño. Ella era dulce y vital. ¡Tanta bondad en su mirada! ¡Tanta seguridad en su paso! Una beldad encapsulada en un alma pura. Vestía un atuendo de algodón blanco, a la usanza de las nativas ecuatorianas, con bordados de flores. Ella misma era una flor, quiso decirle. La tomó de la mano. La atrajo hacía sí, abrazándole la cintura, para besarla. Flavio lucía enfermo, esquelético. Bzyana era más bien espejo de salud. Flavio pensó que seguramente en ella no influyó, como lo fue en él, el desgaste infligido por la pobreza, la represión y el hambre que azotaba el Perú del 81. Tanto habían esperado la salida de ese vuelo que en su entusiasmo estuvieron a punto de perderlo. No habían escuchado la última llamada del vuelo. Dos terramozas los interceptaron en una sala de espera y los llevaron, corriendo, hasta la escalinata del avión que ya se aprestaba a partir. Flavio subió con sus botines desgastados y su chaqueta verde olivo. Bzyana sonreía. Flavio con el alma en suspenso llegó hasta la escotilla de la nave. Le parecía irreal. No lo creía. Y no lo creería hasta no cruzar la barrera, tan frágil y tan cruel, que impone migraciones. Sus 49 kilos de huesos, y algo de carne, se sumergieron en el asiento. Las azafatas, mujeres de belleza indiscutible, explicaban las acciones de salvataje e inmediatamente después se disponían a ofrecer refrescos. Flavio guardaba las bolsitas de pimienta, de sal, las servilletitas. Pensaba que podría obsequiarlas como souvenirs. Podría usarlas también como evidencia del hecho mismo: su viaje a Londres, al Parliament House, a Liverpool, a la Escocia de Sir Walter Scott, Robert Burns y de Lulu.

Primero vendría la escala de rigor en Bogotá. Allí, los pasajeros, podrían descender para, estirar las piernas o, saborear el café colombiano. Flavio no vestía ropa elegante. Su indumentaria no le daba un razonable look. Ni siquiera parecía turista pobre. Su cabello lucía grasiento. Sus botines lucían gastados, en demasía, por la vida. Y se podría asegurar que sus calcetines rememoraban coladeras. Al descender de la nave, vinieron a su encuentro, por el corredor, una comitiva de soldados sudorosos que parecían sufrir el frotamiento de las camisas almidonadas sobre sus golletes empapados en sudor. Un soldado chato y fornido empujó a Flavio contra la pared y le propinó un puntapié en su botín derecho que casi se desintegra con el impacto de la punta de acero del zapato militar. Le dejaron adolorido y con sus piernas abiertas. Quiso huir traspasando la pared que olía su naríz. Se acordó de las patadas que le propinaron los Sinchis por el solo hecho de salir a demostrar, en forma pacífica, su apoyo al General Velasco. Levantó las sudorosas manos. Le efectuaron una requisa, un tanto descortés, se diría, al juzgar por el dolor que le venía del tobillo, las ariscas caras de los uniformados y el tamaño de los cañones que sentía hundírseles en la espalda.

-¿Qué llevas en ese paquete, cabrón? – le interrogaron los soldados.

- ¡Abre las piernas! ¡Carajo!

- ¡Arriba las manos! ¡Huevón!

Esto último lo confundió más, porque pensó que sus piernas más abiertas no podrían estar; además sus brazos ya le empezaban a doler de tanto tener las manos levantadas.
Asustado de perder su avión, Flavio, se daba cuenta que los modales de la policía de ese país, era igual a la que operaba en su patria. Abusiva se dijo, al tiempo que le venía un acceso de tos que lanzó un escupitajo de sangre en la pared del aeropuerto colombiano, El Dorado.

Bzyana había quedado aturdida ante aquel atropello a la razón y atinó a nada. Sintió miedo, nervios, confusión. Sus ojos azul plomos veían algo que no entendían. Se decía que algún malentendido habría ocurrido. Luego, su mente anglosajona se compuso y salió de la duda firmemente para decir:

- ¡Stop it! ¡Stop it! –por un momento Flavio pensó que llamaba a un ómnibus.

¡Abre el paquete, mierda! - le ordenó la soldadesca.

En su maletín, Flavio, llevaba envueltas en un ejemplar de " El diario de Marka", dos botellas de pisco. Los soldados al desenvolverlas descubrieron el líquido cristalino.

¿Y esto? – le preguntó el Chato que le apuntalaba la metralleta con gran diligencia.

Flavio, lo miró y dijo:

-¡Pisco!-pronunció la palabra como preámbulo de absolución.

-¡Pisco!- dijo nuevamente.

-¡Pisco! se dijo mirando "El caballo rojo", suplemento del periódico.

-¿Pisco?-repreguntaron los gendarmes sumidos en la ignorancia.

-¡Sí! Pisco de uva. – dijo Flavio

-¡Pisco de Ica! ¡Pisco peruano!- continuó Flavio con una luz de esperanza en la
mirada.

Los soldados se relajaron un poco y se secaron el sudor con un papel verde, extraído de un rollo, que yacía en la mesa de requisa y lo reponían arrugados sobre la misma mesa, a falta de tachos.

Bzyana ya salía de la confusión y tomó la mano de Flavio. Se dirigieron a buscar ese café que servirían en algún lugar de El Dorado. Se sentaron en una mesita para dos. Flavio presintió que algo peor iba a ocurrir con la policía de inmigración en Londres. No dijo nada. No quiso preocuparla. Pensó que esas cosas solamente le pasan a los latinoamericanos. Se acordó de un poema de Roque Daltón que versaba algo así como: “Esos huevones que lloran y se emocionan cantando borrachos las estrofas del himno nacional”. Qué huevones somos, se dijo. Seguidamente se le removió la caca en el estómago, cuando pensó en la corrupción del Perú, y le vino nauseas. Había visto madres, madres destempladas haciendo la cola con niños hambrientos, sedientos. Larguísimas colas que les permitan renovar sus pasaportes para largarse de su país tan pronto como sea posible. En las colas vivían solo un sueño, un sueño sofocante, que se confundía con la realidad, hecha pesadilla, que vivían en ese edificio del barrio de Breña, que parecía un horno para merengues. Las colas llegaban hasta la calle. La gente no usaba ni gorras, ni gafas, ni sombrillas. Lucían sus pieles curtidas, más que por el calor limeño, por la historia de la patria. Pero, ¡qué calor limeño del carajo! había en ese nido de ratas corruptas. Flavio deseó que Dios ordene subir la temperatura para quemar a toda esa calaña que actúa con impunidad abusando de la pobre gente.

Sucedía que Flavio debía de obtener su pasaporte ese mismo día, de lo contrario perdería su vuelo, y lo que es peor, su billete aéreo. En la puerta esperaban los tramitadores. Esa cola se dijo, viendo a la marabunta, no la terminaría ni en una semana. Pensó amargadamente en la corrupción pero cedió, claudicó. Se tiró un pedo, se sonó los mocos y se rascó el culo. Varios serían los enganches de la corruptela en las oficinas de inmigraciones, pensó. Llamó con la mano a un hombrecillo medio jorobado que ofrecía acelerar los trámites. Agitando su brazo llamaba a los clientes. Tenía un lapicero en la mano. Parecía morirse de calor, su piel se mostraba sudorosa. El canesú de su camisa blanca lo llevaba mojado dada la acción de sus sudoríparas. El chaparro llevaba un folder lleno de formularios en blanco listos para ser llenados. Una mujer, anteriormente, le había ofrecido los mismos servicios. Mostraba sus tetas, como en bandeja. La tela del material de la blusa solo le llegaba a cubrir la mitad de los grandes pezones. Pensó que las tetas le podrían hacer perder la concentración que debería mantener en el trámite burocrático, y hasta quizás, hacerle perder el control de la cordura. Prefirió, por ello, llamar al hombrecillo. El chato vestía prendas que definitivamente no eran a su medida. Las tallas no concordaban con su cuerpo en ninguna de sus partes. Mejor dicho, las prendas, definitivamente, no eran su propio aliño. Flavio, al verificar lo zarrapastroso de su look, pensó que, a lo mejor, había sido un error no preferir a la dama de las tetas para que abogue su diligencia. Sin embargo, ya no había nada que hacer, el hombrecillo se le acercaba con gran ímpetu hablándole algo ininteligible que venía acompañado de babas bravas que corrían fieramente por su mentón. Era, así lo estaba viendo, un gago.

- Aujujuju jujujujuju -dijo el enano haciendo ademanes de malabarista.

- ¿Qué?- pregunta Flavio algo sorprendido al escuchar al hombrecillo.

- Aujujuju jijujujuju -le respondió el enteco.

Flavio pensó que había escuchado la misma cojudez dos veces.

Flavio, se preguntó, y qué chucha quiere decir aujujuju jijujujuju.

Flavio, entonces, reconoció la diferencia en las elocuciones. La primera terminaba con jujujujuju y la segunda con jijujujuju. Definitivamente, había el sonido de una letra que las diferenciaba. Pero, inmediatamente, se dijo: ¿y eso? qué chucha me importa a mí.
Flavio, estuvo a punto de darle un rezongón al nano, mejor dicho una carajeada, en eso estaba, cuando se le presentó de improviso, un terno azul que había estado refrescándose en la bodega de donde, hace unos minutos, había salido el ñaju. El frescor del terno azul, era evidente, al juzgar por el colorante que todavía humedecía sus labios

-Él chato trabaja para mí.-dijo

Y añadió:

-Si usted desea un trámite rápido, el chato le llenará los papeles y los subirá a mí
despacho para sellárselos. Le costará cien luquitas, dijo.

El terno azul miraba esquivo y traía aires de pendejo. Todos estos recuerdos se le arremolinaron en la mente en el lapso de un minuto, allí en El Dorado.

En el aeropuerto colombiano, los policías lo miraban como si fuese un criminal, un mojón seco. Zafiedad pura. No recibió saludo alguno. Ninguna bienvenida. Ningún pase adelante. Pensó: éstos son unos hijos de La Malinche.

De haber sido gringo me habrían mirado, por lo menos, sin tosquedad. Pocos se salvan de ésta conducta malinchista, se dijo. La mayoría de estos dictadorcillos de mierda, pensó, necesitan que les metan palo cuando no respeten La Constitución de la República. Porque al pueblo se le respeta, carajo, se dijo. Como es posible, que por ser cholitos se nos mire como terrucos, como burros del narcotráfico. Hasta cuando seremos tan huevones, oiga usted, volvió a preguntarse y se acordó de sus cantos escolares dedicados a la bandera, a la amistad, a la buena vecindad. Se acordó del Contigo Perú, del Somos libres y se volvió a tirar un pedo.

-Palo Carajo -gritó Flavio dentro del tórax, expulsando las sustancias nocivas de su organismo.

Recordó a los agentes de inmigración, con ínfulas de generales de división, que no se daban cuenta que con su conducta, al tomar y sellar los pasaportes, los dejaban con olor a mierda, que es el olor de la corrupción. Recordó que La niña mala, de Vargas Llosa, se hacía pasar por chilena primero, por mexicana después. De cualquier parte quieren ser muchos, se dijo, menos del país que los viera nacer. Ésa es la crisis moral, pensó, que arde como llaga en la conciencia nacional.

Bzyana paladeaba su café que lo bebía con delicadeza. Flavio, cavilando, paseaba la mirada por los afiches que adornaban el aeropuerto. Bzyana, lo miraba. La tacita parecía un dedal sostenida por sus dedos largos y finos. Flavio le tomó la mano, le extendió los dedos, hurtó su dedo índice para besarlo, luego alcanzó el nudillo para clavarle los incisivos, despacito. Volvió a besarle la uñita libre de esmalte. Bzyana sonrió. Flavio le extendió todos los dedos y le formó un puño. Lo besó y, pensando en Allende, dijo:

- ¡Venceremos!.

Bzyana sonreía, con sus ojos claros que se ruborizaban de amor.

Ella había llegado a Lima cuando los trabajadores estatales, agrupados en la CITE, y los obreros de la CGTP, eran reprimidos en las calles de Lima. Había visto caer herido de bala a un trabajador que marchaba por la Av. Grau. Llevaba una banderola con las siglas de la Asociación de Trabajadores del Instituto Nacional de Cultura: ATINC. Días antes, su presidente, ante veinte mil trabajadores, que habían llegado hasta la Plaza San Martín, anunció que había nacido un tigre indestructible de papel. Ése anunció fue acreditado por el hecho de ver que de todas las dependencias estatales, en La Av. Abancay y otras calles de Lima, los empleados públicos arrojaban miles y miles de hojas de papel bond usadas, anunciando que el miedo se acabó. Nunca antes el gobierno había visto algo similar por parte de los trabajadores del aparato estatal.

Bzyana asistía a las reuniones de la ATINC, en La Casa de Pilatos. Iba a las marchas de la CGTP. Había visto de cerca como los trabajadores eran agredidos en las calles de Lima. Se había quedado triste al ver la represión con sus ojos claros. Le había dicho a Flavio que en Bretaña la policía, más bien, acompañaba a los trabajadores para protegerlos de posibles ataques. Le contó de las marchas de Connolly y las de los Orange en Escocia. Había visto en estas marchas despliegue policial, pero nunca se percató de algo parecido a la brutalidad con que se ensañaban los policías con, sus víctimas, los trabajadores. Flavio le contó algo que le había sucedido cuando asistía a una manifestación en la Plaza Dos de Mayo. Al llegar a la plaza, le dijo que él y su amigo Sancho habían tomado las banderolas de la Central Sindical y emprendieron la marcha, tomando La Av. Nicolás de Piérola, con dirección a la Plaza San Martín. A una cuadra los esperaban una linea de Sinchis armados hasta los dientes. El carro rompe manifestaciones estaba estacionado en la puerta del cine. A menos de cien metros, en el jirón Chancay, los sindicalistas empezaban a corear las siglas de la CGTP. Cuando llegaron a corear la letra P, y luego de pronunciar, las siglas anteriores, empezó la represión con una balacera y bombas lacrimógenas. Flavio le dijo que a su amigo, Sancho, como también a él, le faltó culo para correr. Soltaron la banderola que quedó medio volando entre cuerpos que salían disparados en todas direcciones y ante la pasmada mirada de la guardia obrera que no sabía que hacer con sus palos democráticos, que alzaban en el aire, entre gases lacrimógenos, griterío y silbidos de bala. Bzyana se consternó. Flavio le contó más detalles y le dijo que, al correr y escapar en la esquina misma del Jr. Chancay, notó que Sancho disminuía en velocidad.

- Apúrate huevas- le dijo.

- Creo que me han herido- respondió Sancho con cara descompuesta.

Ahora subían al avión. Dentro de aproximadamente 10 horas llegarían a Londres. Tomaron sus asientos. Flavio le agradeció con un beso. Bzyana lo miró, le acarició y le hizo sentir su alma. Flavio durmió varias horas, trataba de imaginar que todo le iría bien con la inmigración anglosajona. Pronto vería la tierra de Shakespeare, eso pensó.

Ya llegaban. Pronto aterrizarían. Se habían preparado el ánimo con dos vinitos cortesía de KLM. Sin embargo, ese sentimiento kafkiano todavía invadía su ser. Se le destemplaba el cuerpo. Llegó la hora de rellenar el papelito de desembarque. Le preocupaba la pregunta donde requerían que declarase su bolsa de viaje.

-¿Vacaciones con 50 dólares? – le preguntaría la autoridad de migraciones.

Bzyana iba a su lado y contestó por él:

-Es mi invitado, correré sus gastos de estadía.

-¿Se piensan casar?- preguntó el oficial de migraciones, vestido correctamente.

Bzyana y Flavio se miraron y, al unísono, rieron. No concluían su risa cuando escucharon el onomatopéyico tac tac que hacía el sello al estampar el pasaporte peruano. En el pasaporte se distinguía la figura de un triangulito pequeño. Flavio había conseguido el permiso para permanecer en Bretaña por seis meses que podrían ser renovables con una buena excusa. Ese sellito de forma triangular significó para Flavio el inicio de una gran experiencia. Ya estaba en un mundo nuevo dijo, parafraseando a Mariátegui. La hermana y el cuñado de Bzyana esperaban afuera del aeropuerto. Los recogían en un Volkswagen Polo. Los llevaron a la casita donde vivían, en Kent. Los padres también los esperaban, allí. Él, un hombre alto y bronceado. Ella, pequeñita, blanca de ojitos vivaces. Bzyana les había enviado un cable desde las oficinas del Correo Central de Lima: “Viajo, vuelo 236 KLM. Llego 6 de junio con amigo”. Escribió 10 palabras, sin comas, sin signos de puntuación, sin apuro.

Al llegar a la casa Flavio advirtió el cuidado que tienen los británicos para no abarrotar sus espacios. Entró a la sala de alfombras blancas y vio por primera vez al padre de Bzyana. Ensayó su escaso inglés:

-¡Please to meet you, mister! –le dijo Flavio mirándolo hacía arriba. El señor era alto, se parecía a Sean Connery. La señora, una dama pequeña de ojitos vivaces, se parecía a Vilma Picapiedra. Luego de las presentaciones, George, el padre de Bzyana, enrolló tabaco de una lata de Virginia e inmediatamente pregunto:

-Any drinks?

Bzyana sonrió y pidió vino blanco semiseco. Aneka, la madre, prefirió un gin con soda. Flavio, con la ayuda de Bzyana, pidió un lager shandy, una combinación de cerveza con limonada. George se sirvió un whiskey y un vaso de cerveza negra. Sus bocanadas de humo parecían salir de sus ojos negros que se ahondaban, para volver a salir, en el transcurso del diálogo.

George se reía porque Flavio repetía mucho el mister. Le dijo que esa palabra se usaba en Estados Unidos y que en Bretaña se usaba el Sir.

¿Y cómo debo llamarlo, entonces, mister?-preguntó Flavio.

-George a secas- respondió George con su cara de Sean Connery.

- Y a mi llámame Aneka –apuró la madre de Bzyana.

Flavio, un poco inseguro, alzó su vaso y dijo:

¡Salud George, salud Aneka, salud Bzyana!

Ése fue el primer trago que bebía Flavio en la tierra de William Shakespeare.

Al segundo trago Flavio trató de practicar su escaso inglés.

- ¡You are a pretty woman, madam! –le dijo Flavio a Aneka

- ¡Charming! – le respondió Aneka.

George estaba interesado en aquel país que le había hecho tres goles a Escocia. Se acordaba de Cubillas y Chumpitaz. También se reía cuando hablaba del arquero loco: Horacio Quiroga. Aneka, estudiaba a Flavio, estaba interesada en saber más de aquel hombre peruano que había venido acompañando a su hija.
Durmieron en unas mantas puestas sobre la sala de alfombras blancas. George y Aneka ocupaban el cuarto de huéspedes. Bzyana vestía una chompa de color verde agua. Estaba sonrosada, por el vino, y contenta. Puso los álbumes que compró en Lima: Victor Jara, Inti Illimani, Luís Abanto Morales. A éste último lo vio actuar en el Museo de Arte de Lima. Flavio escuchó por primera vez a Demis Russo, Edith Piaf y al escocés Dick Gaughan. Escuchando al gorrión francés hicieron el amor por primera vez en Londres como antes lo habían hecho en las Ruinas de Puruchuco o, en aquel hotel de dos estrellas del Jr. Paruro, en el barrio chino. Habían caminado como tortolitos por las calles de Lima, pensó. Las botas aceradas de los Sinchis, que habían provocado heridas en sus canillas, aparecieron nuevamente en su recuerdo. Flavio, hizo un esfuerzo para olvidar la pesadilla. Pensó que estar cerca a Bzyana era como estar cerca del cielo. Al día siguiente irían a una iglesia anglicana para escuchar un concierto de Bach. A través del cristal, de la ventana de la sala, percibió diluirse la última luz del día. Flavio se abrazó a Bzyana, y cerró los ojos, como queriendo abrazarse a la vida. A ella le ganó el sueño. Flavio, se sumergió en sus senos y, como un niño, lloró. Un gato gris entró por la ventana semiabierta, se acurrucó a sus pies, y maulló.

26 de junio de 2017

III Feria del Libro "Oswaldo Reynoso Díaz"

El Instituto para la formación de la lectura en el Perú (INFOLECTURA) con el patrocinio de la Municipalidad Distrital de Bernal, organiza la III FERIA DEL LIBRO DE BERNAL, la misma que se llevará a cabo del 22 al 25 de setiembre, cerrando las actividades de aniversario de este distrito, ubicado en la Provincia de Sechura, Región Piura. Este evento cultural permitirá fomentar la lectura y elevar la cultura de los habitantes del distrito de Bernal y toda la provincia de Sechura. Esta III Feria del Libro lleva el nombre de OSWALDO REYNOSO DÍAZ, como un homenaje a este importante escritor peruano que este año conmemora 80 años de vida y 50 años de la publicación de su famoso libro “Los inocentes”.

Afiche de III Feria del Libro de Bernal
Este año contaremos con la presencia de escritores, poetas, músicos y periodistas de diferentes regiones del país. Entre ellos tenemos a Oswaldo Reynoso (Arequipa), Carlos Calderón Fajardo (Puno), Maynor Freire, Carlos Rengifo,  César Clauer, Jorge Aliaga, Julio Pinedo (Lima), Willy del Pozo, Henry Quintanilla (Ayacucho), Edgard Bendezú Palomino (Ica), Ricardo Ayllón, Roger Antón (Chimbote), Alejandro Benavides, Carlos Sánchez Vega, Antonio Escobar, Víctor Gómez, David Novoa, Ivars Grados, Ántero García (Trujillo), William Guillén, Diómedes Morales (Cajamarca), Alberto Alarcón, Juan Félix Cortés, Teodoro Alzamora, Miguel Godos Curay, Luz María Helguero, Cosme Saavedra, José Lalupú, Fabián Bruno, Reynaldo Cruz, Eugenio Amaya, Gilberto Vegas, Santos Fiestas, Wilfredo Temoche y Jorge Tume (Piura).
Se hace la cordial invitación a toda la comunidad norteña del Perú, en especial a la región Piura, para darse cita a la Plaza Cívica “Ramón Castilla”, y vivir con entusiasmo estos cuatro días de actividades culturales en los que se ofrecerán presentaciones de libros, ofertas editoriales, promociones del plan lector, conferencias magistrales, talleres, actividades infantiles, expo-venta de libros, así como espectáculos musicales.
Fuente:http://estirpepurpura.blogspot.pe/2011/09/iii-feria-del-libro-de-bernal-oswaldo.html