IV. UN PASO ATRÁS Y DOS ADELANTE
Alertados por los sucesos de Puerto Maldonado, era inminente que los dos ejércitos de los países fronterizos salieran a la búsqueda y exterminio de nuestro grupo. Tuvimos entonces que replegarnos diseminándonos en la selva boliviana para reagruparnos nuevamente e intentar otra vía de acceso. Para evadir la persecución tuvimos que seguir rutas inusuales y cruzar selva virgen a campo traviesa.
Pese a ello, podríamos decir que la operación frustrada en Puerto Maldonado evitó mayor derramamiento de sangre y muerte segura de muchos de nosotros que románticamente creíamos que la travesía en campo peruano sería fácil. Lo que vino después, fue dramático e hizo ver a muchos que la guerra de guerrillas era un sacrificio inmenso de gran coraje para arriesgar la vida por un ideal.
Agotadas las provisiones hicimos la retirada a marchas forzadas abriéndonos camino con intrepidez, pasando muchas peripecias, hambre y sed extrema que ponían a prueba nuestras convicciones y fortaleza revolucionaria. Sobrevivíamos de lo que podíamos arrancar a la naturaleza. El “Ñato” nos enseñó a pescar pirañas con solo un trapo rojo, otras veces encontrábamos castañas, aves salvajes, monos, tortugas y lagartos con los que lográbamos recuperarnos.
Cierta tarde, tras caminata agotadora estábamos sedientos pero al llegar a un pajonal divisamos una poza de agua sobre la cual nos lanzamos para beber. Grande fue nuestra sorpresa al encontrarla ocupada por una gran serpiente “yacumama” de unos quince metros. La sed era desesperante y resolvimos dispararle para acceder al agua, a lo que nuestro guía el “Ñato” se opuso rotundamente por el peligro de que nos barriera con la cola como reacción de supervivencia.
Tuvimos que proseguir nuestro rumbo aguantando hambre y sed. Al acampar, lográbamos escuchar por las noches lejanos tambores de guerra de tribus salvajes mientras hacíamos de centinelas soportando en todo momento a los mosquitos que nos trasmitían el mal de la uta (leishmaniasis).
Poco a poco fuimos alejándonos del peligro hasta llegar a algunos pueblos ribereños en los que podíamos pasar desapercibidos para continuar viaje vía aérea hacia Cochabamba y La Paz. Los que quedamos al final, proseguimos por ríos navegables acampando en sus playas donde podíamos alimentarnos con huevos de tortugas de río que, en abundancia salían por la noches a depositar unos 40 huevos cada una.
Así logramos escapar de todo, pero el impacto de la experiencia vivida diezmó la moral de los más débiles que optaron por no continuar. La policía boliviana detectó nuestra presencia en la ciudad y algunos tuvieron que fungir de asilados políticos. Había que empezar de nuevo reorganizándonos para planear nuestro ingreso al país y preparar nuestro alzamiento con mayor eficacia.
V. LA SEGUNDA INSURGENCIA
Así llegamos a 1964 en que logramos trasladarnos a nuestro país, explorar posibles zonas para el foco guerrillero, conseguir armamento, preparar la red urbana, hacer vida clandestina, convocar nuevos contactos en diversas zonas del país, reclutar a los más decididos y organizar la logística. Quienes habían estado involucrados en los sucesos de Puerto Maldonado, salieron de prisión pero ya no quisieron alzarse en armas.
Recorrimos los valles selváticos del Cusco y Ayacucho, decidiéndonos por una zona entre el río Apurímac y el Pampas, con acceso a la selva de La Convención. La ventaja era de que, uno de los nuestros era miembro de la comunidad de Chungui cercana a nuestro campamento inicial en la selva de Chinchibamba. Tenía amplio conocimiento de la geografía zonal, hablaba el idioma de los lugareños y tenía ascendencia en la comarca. Entre tanto, miembros del Partido Leninista del Perú se integraron al grupo como simples soldados.
Ya el 7 de Febrero de 1964, Luis de la Puente, en su discurso de la Plaza San Martín había manifestado: “Ha pasado la hora de la economía capitalista perfeccionadora de la explotación del hombre por el hombre. La burguesía peruana llega tarde a la historia. Ella no es dueña ni de su propio mercado. Tan solo las masas que no tienen interés en seguir manteniendo ningún régimen de explotación serán capaces de enfrentarse a la oligarquía y al imperialismo hasta las últimas consecuencias. Esta es la hora de los pueblos. Esta es la hora de iniciar el camino hacia el socialismo.”
En las Tesis políticas del MIR publicadas en Marzo de 1964, se leía: “Ante este destino claro e inapelable de la burguesía, del gobierno y del régimen, no cabe equívoco de parte de las fuerzas de izquierda. Ellas deben prepararse para no dejarse sorprender sino quieren también ser arrastradas por la tormenta. Ellas deben prepararse para cumplir su destino histórico. Y no hay mejor manera de prepararse que planteándose desde ya la tarea suprema, la tarea definitiva de la lucha por la toma del poder”.
Tras estos planteamientos el MIR anunció al país en el verano de 1965 que se alzaba en armas, lo que obligó al Ejército de Liberación Nacional-ELN, a apresurar nuestra subida al monte antes de que la represión nos lo impidiera. Lo hicimos en Abril dando a nuestra guerrilla el nombre de “Javier Heraud”.
A cargo de la red urbana quedó Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, quien hizo una gran labor política en el sector estudiantil y organizaciones de trabajadores. Puso en circulación el periódico “Masas” y otras publicaciones, además de su labor de reclutamiento.
Una parte de los que hicieron la travesía en la selva boliviana en 1963, optaron por no continuar y otra parte prefirió seguir pero solamente en la red urbana. Otro grupo estaba en Cuba recibiendo entrenamiento. Militantes leninistas dejaron familia y todo para alistarse como combatientes en la guerrilla aunque les faltaba preparación militar pero asumieron las consecuencias.
Así lo hizo el dirigente sindical obrero Luis Zapata Bodero -“Hernán”, y el dirigente político Guillermo Mercado León- “Rosendo”. Estos se integraron a la guerrilla conformada por los combatientes provenientes de grupo original del ELN: Héctor Béjar Rivera- “Cali”, el poeta Edgardo B. Tello L. –“Cuyac”, Milciades Ruiz Rojas- “Capac”, Jorge Toque Apaza-, César Pareja “Dumbo”, José Bernabé Gurrionero Castro – “Atito”, Hermes Agapito Valiente Granados- “Moisés”, Hugo Ricra Corrales- “Conti” y tres más que más tarde desertarían.
A ellos se sumaron los revolucionarios ayacuchanos Edgar De la Zota “Fermín” y Edwin García. Este último, había puesto a disposición de la guerrilla su fundo agrícola en las orillas del río Pampas que nos servía de refugio y abastecimiento. Se retrasó en incorporarse a la guerrilla y cayó prisionero antes de alzarse con los peligros que ello implicaba.
Guiaban nuestro accionar cinco objetivos y dos métodos. Gobierno socialista Obrero campesino como expresión democrática del pueblo en armas, Revolución Agraria, Nacionalización de Recursos Naturales confiscando y expulsando a las empresas extranjeras que se nieguen a acatar las leyes revolucionarias, Soberanía Nacional sobre la base de la independización económica y solidaridad con todos los pueblos oprimidos.
Los métodos: Lucha armada para la toma del poder y Unidad Popular. La nueva democracia socialista tendría que ser fruto de las decisiones del pueblo en armas dentro de una nueva institucionalidad emanada de la nueva organización ciudadana. Unidad de acción con nuestra base social desde el inicio de la lucha para generar la organización popular de gobierno en la nueva democracia socialista.
Estando ya bajo el gobierno de Belaunde, sometido por la oligarquía, chantajeado por la embajada norteamericana y entrampado por la coalición “Partido Aprista/Unión Odriísta” que controlaba el poder legislativo, miles de campesinos en diversas regiones de la sierra continuaban invadiendo los latifundios de los terratenientes, tomando las tierras que les fueron arrebatadas en el pasado con la consiguiente represión que teñía de sangre los campos.
El 9 de Junio de 1965, la guerrilla “Túpac Amaru” del MIR comandada por Guillermo Lobatón y Máximo Velando, tomaron por sorpresa la mina “Santa Rosa” en la sierra de Junín iniciando la lucha armada en el centro del país. Varios puentes fueron volados para proteger la retirada de los combatientes. Tomaron el puesto policial de Andamarca y las haciendas Runatullo, Punto, Armas, Alegría. El 27 de Junio, derrotan a una patrulla policial en Yahuarina capturando numerosas armas y pertrechos militares.
Los combates siguieron en Púcuta del 1 al 3 de agosto, en que se retiran hacia Intiyalamuy (Sol Naciente), el campamento guerrillero. Los valerosos combatientes se replegaron hacia la selva para seguir resistiendo el asedio los siguientes meses, con gran coraje y heroísmo.
Desde su campamento de “Mesa Pelada” en La Convención -Cusco, Luis De la Puente Uceda, al mando de la guerrilla “Pachacútec” convocó al pueblo peruano a levantarse en armas por la auténtica liberación. El Septiembre, el ejército enemigo cercó el campamento de los guerrilleros del MIR y empezaron los combates. El 23 de Octubre, según comunicado de las fuerzas armadas, en el combate de Amaybamba fueron abatidos Luis de la Puente, Rubén Tupayachi, Paúl Escobar, Edmundo Cuzquén, Agustín Marín, Hugo Soto, Benjamín Quispe y otros.
Por su parte la guerrilla “Javier Heraud” del Ejército de Liberación Nacional- ELN, se movilizaba reconociendo el terreno antes de iniciar las acciones bélicas. Poco a poco nos fuimos acercando a nuestra base social rompiendo la desconfianza y el temor inicial del campesinado. Aunque en vez de mochilas usábamos el “Qqepi” o manta, a la usanza ayacuchana, no dejábamos de ser “mistis” para los campesinos, en actitud defensiva tras siglos de abuso del blanco colonialista y republicano.
Conforme avanzaba el trabajo político, la desconfianza se iba disipando. Dábamos muestra de nuestra solidaridad con ellos y curábamos a sus enfermos con la poca medicina que llevábamos. Se convencieron de que no éramos sus enemigos sino sus aliados. Ya no éramos “papai” y nos comenzaron a llamar “hermano”. Eran ellos los que nos buscaban y llevaban alimentos y por más que evitamos ser ubicados lograban seguir nuestras huellas en el monte.
Pero nuestra guerrilla era móvil y siempre estábamos en marchas forzadas. Nuestras necesidades tácticas nos hacían ascender hasta la cordillera a 4,500 m.s.m. y bajar a nuestra zona de escondite transitando de noche, soportando el frío que calaba los huesos y las lluvias de altura que bañaban nuestro cuerpo sin poder acampar hasta llegar a zonas de refugio. No hay zapato que resista subiendo y bajando entre cordillera y selva con los caminos anegados pero era parte de la vida cotidiana a la que teníamos que acostumbrarnos.
No es fácil habituarse al sacrificio diario en los días iniciales de la guerrilla hasta lograr la supervivencia táctica, escapando a toda prisa del peligro para poder sobrevivir, sufriendo extremos de hambre, sed, frío, sin derecho a enfermarse, cargando armamento y municiones. La moral combativa sufre y las convicciones flaquean. Es así como, el hombre base de nuestro grupo, el que conocía la zona y hablaba el idioma del lugar, de pronto desertó dejándonos en fatal desventaja.
Habiendo perdido nuestro guía geográfico hubo mayor necesidad de explorar para tener rutas de escape pero otros dos desertaron. No obstante, aun con las bajas mencionadas iniciamos las intervenciones de justicia que dio por resultado la huida de los gamonales odiados por los campesinos. Solo uno de los hacendados que era oficial retirado del ejército nos recibió a balazos en la hacienda “Chapi”, no dejándonos otra opción que abatirlo.
Hubo algarabía entre los campesinos de la zona por la acción justiciera de la guerrilla. El ELN había logrado una fabulosa compenetración con su base social, el campesinado. Pero este, imprudentemente mostraba sus simpatías haciendo caso omiso a nuestras advertencias del peligro que corrían, lo que más tarde les costaría la vida a muchos. No guardar el secreto fue fatal.
Mientras tanto en el Parlamento la alianza política contra natura del aprismo con el odriísmo aprobó sin mayor trámite la pena de muerte para los guerrilleros y sus colaboradores. Pero también, el ejército enemigo se concentró en nosotros después de haber reducido las guerrillas del MIR.
El desconocimiento de la zona para movilizarnos con seguridad fue nuestra mayor debilidad. Estábamos obligados a explorar para conocer la zona al detalle pero a costa de dispersarnos perdiendo poder de fuego. Las fuerzas represivas llegaron a la zona y empezó el baño de sangre ensañándose con los campesinos y sus familias.
Los comuneros de Chungui estuvieron apoyándonos desde el comienzo. Les advertimos del peligro que corrían pero no se cuidaron. Nemesio Junco un campesino de Soccos que estaba identificado con la guerrilla y nos ayudaba siempre en nuestro recorrido por el río Pampas fue capturado, torturado y fusilado y lo mismo hicieron con Juan Morales Villena y el adolescente Pedrito Ayuque que fue el primero en integrarse a la guerrilla.
Igual suerte corrieron los comuneros de Chungui: Urbano Tello Bellido, Gualberto Berrocal Piñarayme, Celestino Valencia Tello, Constantino Valencia Tello, Víctor Livio Valencia. En la hacienda Muyocc fueron igualmente ejecutados los campesinos Julio Oscco, Víctor Soriano, Alejandro Gómez y Alejandro Acuña. Pero además fueron perseguidos, capturados y eliminados campesinos colaboradores de otras zonas desatándose un clima de terror porque muchos inocentes fueron ejecutados pese a los alegatos y ruegos.
Rondaba el fantasma de la delación y la traición que, sumados a nuestro exceso de confianza nos expuso al desastre. Nuestro campamento fue cercado cuando algunos estaban explorando. Alguien condujo a las tropas enemigas a nuestro campamento y de improviso empezaron los enfrentamientos con nuestro grupo en la tarde del 17 de diciembre de 1965.
La diferencia en armamento era enorme. No obstante, el poeta revolucionario Edgardo Tello Loayza –“Cuyac–, el joven estudiante aimara Jorge Toque Apaza y el becario arequipeño César Pareja, combatieron hasta morir para cubrir la retirada de sus compañeros.
Los combates continuaron el 24 de diciembre, cayendo Guillermo Mercado León – “Rosendo”– que era un combatiente de gran trayectoria política. En la mañana siguiente ocurrió un combate en que el becario Hugo Ricra Corrales –“Conti”– recibió un balazo en el omóplato que lo desbarrancó mortalmente.
El 27 fue capturado en las alturas de Oxamarca Luis Zapata Bodero–“Hernán”–, dirigente sindical obrero. Lo torturaron hasta el cansancio para arrancarle secretos guerrilleros. Al no lograrlo le mostraron las pertenencias de sus compañeros caídos, conmoviéndolo de tal manera que no pudo contener el llanto fraterno. Fue ejecutado extrajudicialmente el 3 de Enero siguiente.
Hubo un combate la noche del primer día del año 1966, cayendo el estudiante liberteño José Bernabé Gurrionero Castro, junto con el obrero sindicalista Hermes Agapito Valiente Granados- “Moisés”.
Informes confidenciales daban cuenta que el revolucionario ayacuchano Edwin García, quien había caído preso antes de iniciar las acciones fue arrojado a la selva desde un helicóptero el 30 de diciembre de 1965 después de ser torturado.
En la continuación de la lucha fue capturado en Lima el estudiante arequipeño Fortunato Silva Sánchez (1967), de la red clandestina urbana. Fue ejecutado extrajudicialmente, muriendo estoicamente sin revelar secretos de nuestra organización ni delatar a nadie.
Estos luchadores de la patria no tienen tumba, ni reconocimiento a su inmolación como muchos otros héroes del pueblo. Pero tienen un gran monumento en la memoria de nuestro pueblo y en historia de la lucha revolucionaria de nuestra patria.
VI, EL TERCER INTENTO
La dispersión de nuestra guerrilla sucedía en momentos en que el jefe de nuestra red urbana, Juan Pablo Chang, estaba de viaje para participar en la histórica Conferencia Tricontinental de La Habana de Enero de 1966, conjuntamente con los líderes revolucionarios de África, Asia y Latinoamérica (S. Allende, Marulanda, Percof, Douglas Bravo, Ortega, Turcios Lima, entre otros). Ignoraba todo lo que venía sucediendo en la zona de combate por lo que, recibió con entusiasmo la decisión del “Che” de venir a integrarse a nuestra guerrilla.
Estando de incógnito el “Che” se despidió de la Tricontinental mediante carta en la que lanzaba la consigna de “Crear uno, dos, tres, muchos Vietnam”, como estrategia de lucha mundial contra el imperialismo. Se hicieron los preparativos para el viaje clandestino del Che al Perú, mientras por otro lado Juan Pablo Chang retornaba al país para organizar la incorporación de dicho líder internacional a nuestra guerrilla.
El Che tuvo que sortear las dificultades de su recorrido clandestino rumbo al Perú. Pero nuestra guerrilla estaba diezmada y dispersa por lo que no había garantías de que pudiéramos trasladar al Che a la zona de alzamiento. Se tuvo que cambiar planes abriendo un nuevo foco en la selva de Puno a la que era más factible que pudiera llegar el Che con la seguridad requerida. Se trabajó de inmediato y se organizó todo para tal efecto.
No obstante, ante la incertidumbre sobre las condiciones en Perú, el Che se detiene en Bolivia y toma más tarde la alternativa de organizar un foco guerrillero en este país, con el mismo nombre de nuestro movimiento, y con algunos de nuestros integrantes que venían de prepararse en Cuba. La campaña guerrillera del “Che” en Bolivia duró hasta Octubre de 1967.
En la foto se aprecia al compañero Juan P. Chang junto al “Che” en el campamento guerrillero de Ñanacahuazú
Murieron combatiendo en la guerrilla del ELN boliviano al mando del “Che” nuestros compañeros Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, Lucio E. Galván Hidalgo- “Eustaquio”, encargado de las comunicaciones y Restituto José Cabrera Flores –“Negro”, médico de la guerrilla. En la red urbana de este histórico movimiento en Bolivia sobrevivió nuestro compañero Julio Dagnino Pacheco- “Sánchez” corriendo todos los riesgos de su misión revolucionaria.
Tras la muerte del “Che” y el descubrimiento del foco guerrillero en la selva del Tambopata – Puno, por documentos capturados junto al diario del “Che”, se tuvo que postergar el inicio de operaciones allí, pero al año siguiente Belaunde fue depuesto de facto por un grupo militar encabezado por el General Juan Velasco Alvarado. El gobierno militar asumió parte de nuestras banderas, favoreciendo con una radical reforma agraria a nuestra base social.
En todas las etapas de la campaña guerrillera, hubo muchos otros revolucionarios involucrados arriesgándolo todo. El científico Dr. Zuño Burstein Alva, Jefe en enfermedades tropicales del Hospital Dos de Mayo, nos ayudó mucho en la clandestinidad, tanto en nuestra preparación sobre primeros auxilios como, poniendo todo su empeño en combatir la leishmaniasis que afectaba al grupo guerrillero.
El empresario de logística minera Carlos Zegarra que había recibido preparación guerrillera, tuvo a su cargo la introducción de armamento para nuestra misión, contribuyendo también con el apoyo económico en diversas ocasiones. Así como ellos, hubo muchos otros cuadros revolucionarios que formaron parte de nuestra organización en diversos campos. Todos ellos, merecen el reconocimiento de la patria y de la historia.
En el desarrollo de todo este dramático episodio histórico destaca el liderazgo del Combatiente en Jefe, compañero Héctor Béjar Rivera, bajo cuyo mando el Ejército de Liberación Nacional- E.L.N. cumplió su rol revolucionario. Este líder revolucionario llevó sobre sus hombros la gran responsabilidad histórica de conducir la gesta guerrillera con mucho temple, entereza y valentía, asumiendo los riesgos políticos y de su propia vida desde el mismo campo de batalla.
Su honestidad revolucionaria y su trayectoria consecuente, no ha sido debidamente valorada por la mezquindad que afecta nuestro campo político. La muerte no es un requisito para reconocer a los héroes que sobrevivieron luchando por la patria. La historia se encargará de darle el sitial que le corresponde.
VII. CONCLUSIÓN
Con la muerte del Che en Bolivia, se cierra el capítulo más glorioso de la historia revolucionaria latinoamericana por el socialismo en la década de 1960. En lo que al Perú respecta, podemos decir que asumimos nuestra responsabilidad histórica en un momento en que se presentó la oportunidad de emprender la revolución por una patria socialista. No lo logramos pero al menos, lo intentamos aún a costa de nuestras vidas. Si nos equivocamos, fue de buena fe. Si perdimos, lo hicimos con dignidad. Nunca por oportunismo ni personalismo.
Tuvimos que abrimos paso venciendo obstáculos en nuestro propio campo que nos mezquinó su apoyo favoreciendo al enemigo. Conspiraron contra nuestro mejor desempeño el oportunismo electorero, el egoísmo sectario y la deshonestidad política. Esta izquierda nociva nos ha seguido criticando aún después de la campaña guerrillera para justificar su cobardía. Ningún reconocimiento al esfuerzo desplegado.
La lección histórica es que, a pesar de todo, forzamos cambios históricos que vinieron luego en la década de 1970. El heroísmo guerrillero de 1965- 1967, también estremeció la conciencia de los altos oficiales del Ejército que encabezados por el general Juan Velasco Alvarado, comprendieron que no valía la pena el derramamiento de sangre entre peruanos en beneficio de la oligarquía. Ellos tomaron algunas de nuestras banderas de lucha y asumieron el poder político para iniciar un proceso de reformas estructurales que por entonces, cambiaron el país.
Los guerrilleros fuimos amnistiados, se promulgó una radical reforma agraria, se nacionalizó la explotación del petróleo y de recursos minerales expropiando a las empresas norteamericanas. En el balance, podemos decir a favor de nuestro haber, que contribuimos a que la oligarquía terrateniente y el gamonalismo fueran eliminados definitivamente, liberando a los campesinos del yugo que arrastraban desde sus ancestros tras la conquista española.
Hemos visto llorar de alegría a recios campesinos tras liberarlos de la opresión del amo terrateniente. Cada vez que hacíamos entrega de las tierras a los vasallos de las haciendas por mandato de la reforma agraria, estos generalmente explotaban en llanto emotivo y nos abrazaban como salvadores. Llegaba a su fin, la abusiva opresión feudal que por siglos les arrebató sus tierras desde el sometimiento del Tahuantinsuyo a una potencia extranjera.
Cuantas humillaciones, asesinatos, violaciones a hijas y esposas de los campesinos, carcelería, despojos, castigos corporales y abusos de toda índole, se han evitado al impedir que el feudalismo continuara hasta ahora. Aunque la reforma agraria fue desactivada y la contrarrevolución frustró el proceso de reformas estructurales de la década de 1970, el Perú es ahora distinto a lo que fue bajo el dominio oligárquico y feudal. Lo que pasó después con nuestro país es ya conocido.
Han transcurrido 50 años desde nuestra insurgencia armada de 1965, como también es el tiempo que las guerrillas colombianas llevan combatiendo y cuyas organizaciones nacieron a la par con las nuestras. Pero si comparamos resultados efectivos podemos decir que nuestros logros, aún siendo indirectos fueron mayores y los costos, mucho menores. Es que los procesos históricos suceden de manera diferente en cada país.
Las guerrillas de 1965 por una revolución socialista tuvieron corta duración pero si comparamos costos beneficio e influencia histórica con lo hecho por la izquierda electorera en estos 50 años, quizá tengamos que reformular nuestros planteamientos. Las luchas de masas en protesta frente al abuso gubernamental suelen ser más efectivas cuando se carece de poder político.
La conclusión es que, el pueblo sumiso que solo se defiende pero no lucha, se condena a sí mismo. Para que haya cambio, no basta el reclamo ni la protesta pasiva. Hay que pasar a la acción revolucionaria si queremos un mundo mejor. Los derechos ciudadanos se consiguen con la lucha aún a costa de muchas vidas y derrotas temporales.
Los fracasos de las luchas populares por la liberación son muchas veces precursores del triunfo final. Por ello, no deben ser motivo de desaliento sino de persistencia porque siempre es un paso más en el avance hacia la meta final.
La gesta de Túpac Amaru terminó en derrota militar pero estremeció la consciencia de liberación en toda América no solamente en aquel momento de su rebelión sino también hasta ahora, su lucha ha quedado como un sentimiento ancestral que se conserva entre nosotros de generación en generación porque muchas aspiraciones aun están pendientes.
La oportunidad histórica fue bien aprovechada por los revolucionarios independentistas que liberaron a los virreinatos de la monarquía española y el triunfo fue rotundo. Eso fue lo que quisimos conseguir los revolucionarios socialistas de la década de 1960 al pretender aprovechar el momento histórico para liberar a nuestra patria de las garras del imperialismo.
No lo conseguimos y muchos no pudieron volver a casa. Sin embargo, pese a los reveses, los ideales siguen incólumes y el triunfo llegará tarde o temprano. Eso lo sabe el pueblo que, pese al tiempo transcurrido, aún flamea la insigne figura heroica del Che y de los guerrilleros peruanos en el pensamiento, en el corazón, en las banderas de sus luchas cotidianas.
La revolución no es propiedad de ningún partido político. La revolución es obra del pueblo. Esa es la condición de ser del socialismo. Nuestra formación revolucionaria fue humanista y por ello, jamás pasó por nuestra mente el repudiable método del terrorismo cuya tiranía es incompatible con la causa socialista y ajena a una democracia con justicia social.
Está claro que vivimos en una dictadura mundial que condiciona nuestras vidas y la lucha debe continuar hasta alcanzar el triunfo anhelado. Tenemos la historia de nuestra parte y al igual que la monarquía absoluta feneció por obra del pueblo revolucionario, así también el sistema de dominación capitalista avanza inexorablemente a su final en la medida que el pueblo revolucionario de ahora, logre inclinar la balanza a su favor en la lucha por un mundo más equitativo.
El día que se escriba la historia verdadera, los heroicos combatientes revolucionarios de la década de 1960 tendrán el reconocimiento merecido que hoy está proscrito en la historia oficial pero no en el corazón de nuestro pueblo. Por ahora solo podemos decir: ¡Gloria eterna en nuestra historia, a los combatientes revolucionarios que ofrendaron su vida luchando por la República Socialista del Perú!
Lima Febrero del 2015
Milciades Ruiz
Ex jefe del Estado Mayor
EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL- ELN