Josè Pablo Quevedo |
Esta EVOCACIÒN del X Festival la tengo guardada en el poemario "Los márgenes ocultos de la lluvia". José Pablo Quevedo.
Xmo. Festival, Berlín, 1973
Por Josè Pablo Quevedo.
Ese eco en el cual guardamos el tiempo de la utopía.
Savia o médula que alimentaba juveniles bríos.
Merecidos centímetros logrados en duras faenas,
para medir lo que tanto valieron esos días.
Por doquier apuntó el incesante músculo de la vida,
y en nuestro corazón la emoción se definió entera.
Atentos fuimos tras lo que habíamos perseguido,
y si hubo algo que había que desdeñar, la maldad era.
La dimensión de ese breve relámpago ya pasado,
es permanecer mientras al sentido acompañe
la memoria.
En los ojos inmutados su centro la emoción lo tuvo,
aquello que queríamos hacer también con el futuro.
Yo amé y también me sentí amado y , en ello, soy sincero,
y tuve sed para vivir, y vivir con lo que devendría.
En las calles besándonos cantando avanzabamos,
e íbamos haciendo cadenas con los cuerpos y con las manos.
Si hay raíz que estremecida quedó en el tiempo, es la vida,
y confieso, allí vibró mi yo multiplicado.
Si hay tallos y colores nuestro interior saboreando,
secretos tiene el corazón para seguir amando.
El eco que no calla se va multiplicando,
y es un saborear que siempre revive y vamos amando.
El eco que se quiebra se corrompe y parasita.
¡Ah amigo!, raudo te desvaneces en el tiempo de la nada.
El poema fue escrito en Berlín, septiembre de 1993.
Ese eco en el cual guardamos el tiempo de la utopía.
Savia o médula que alimentaba juveniles bríos.
Merecidos centímetros logrados en duras faenas,
para medir lo que tanto valieron esos días.
Por doquier apuntó el incesante músculo de la vida,
y en nuestro corazón la emoción se definió entera.
Atentos fuimos tras lo que habíamos perseguido,
y si hubo algo que había que desdeñar, la maldad era.
La dimensión de ese breve relámpago ya pasado,
es permanecer mientras al sentido acompañe
la memoria.
En los ojos inmutados su centro la emoción lo tuvo,
aquello que queríamos hacer también con el futuro.
Yo amé y también me sentí amado y , en ello, soy sincero,
y tuve sed para vivir, y vivir con lo que devendría.
En las calles besándonos cantando avanzabamos,
e íbamos haciendo cadenas con los cuerpos y con las manos.
Si hay raíz que estremecida quedó en el tiempo, es la vida,
y confieso, allí vibró mi yo multiplicado.
Si hay tallos y colores nuestro interior saboreando,
secretos tiene el corazón para seguir amando.
El eco que no calla se va multiplicando,
y es un saborear que siempre revive y vamos amando.
El eco que se quiebra se corrompe y parasita.
¡Ah amigo!, raudo te desvaneces en el tiempo de la nada.
El poema fue escrito en Berlín, septiembre de 1993.