Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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27 de septiembre de 2013

"Pepito saltarín" - Poesía infantíl de Mario Aragón.



Por Jorge Aliaga Cacho

"Pepito Saltarín"
Poesía infantíl de
Mario Aragón.

He leído con gran interés la obra de Mario Aragón “Pepito Saltarín”.  La misma es una manifestación lúdica y tierna que nos conduce a dar un paseo por nuestros recuerdos infantiles.  Ellos, se ha dicho, son los mejores recuerdos guardados por el hombre. Qué no daríamos  por volverlos convertidos en realidad.  Pues, eso logra Mario Aragón al escribir este maravilloso libro.   Con él nos permite viajar al mundo de los duendes, los sueños y las ‘twinkle, twinkle, little stars’.
En éste libro, o juego extraordinario, Aragón regresa a jugar con Pepito Saltarín y los soldaditos.
Después de treinta años lo ha encontrado en un armario de olor a naftalina entre los recuerdos de las caricias maternales y la ausencia paternal.  Y luego nos lleva ‘detrás del arco iris´ porque allí, Mario Aragón nos dice: ‘los niños juegan sin temor a los demonios del hombre´.
Y éste Pepito Saltarín, como buen capitán, es un buen guía y, nos hace subir a la mesa de cuatro patas para hacernos navegar por un mar inmenso y colorido, usando las sábanas como velas.
Ésta obra infantil, que es también para adultos, es el campo de batalla, el mar de sus combates, donde el autor alista a sus tropas armadas con fusiles de bala de corcho.  Pepito Saltarín, excelso capitán, irá en busca de niños sin sueños para capturarles una sonrisa.  El mundo mágico que nos recrea Aragón en éste libro es irreal hecho realidad.  Pues es creíble en la mente de un niño: un pastel como su mundo con un río de chocolate.  Su moneda la risa, su actividad productiva el juego y su religión el amor.
Mario Aragón juega con la palabra pensada, nos seduce, y con la fuerza lúdica de su obra nos transmonta del límite terrenal a la fantasía. Y quienes pensamos como él quisiéramos ver esa fantasía hecha realidad. En suma éste Pepito Saltarín es un revolucionario del amor y la ternura que nos hará pensar mucho en las observaciones de su creador: “¿Cuántos sueños se pierden al formarse un hombre?.......
 

26 de septiembre de 2013

Algunas mujeres de la Historia del Perú

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Para  la independencia política de nuestra patria se crearon héroes nacionales, surgieron y se perfilaron los rostros de los hombres que habían forjado la emancipación, pero ninguna mujer mereció tal reconocimiento;  la figura femenina como sujeto histórico constituye un hecho reciente. Hasta entonces las mujeres habían aparecido en la historiografía como compañeras o amantes,  también en calidad de mujeres excepcionales. La búsqueda de su participación, así como la construcción de las mujeres como heroínas y patriotas, significa darle una mayor coherencia a nuestra historia.
María Gregoria, esposa del dirigente Francisco Inca, participó en el levantamiento de Huarochiri  en 1750, teniendo una destacada intervención.

Micaela Bastidas   resulta sorprendente que aunque los testimonios existentes confirman que el movimiento fue co-liderado por Túpac Amaru y Micaela Bastidas, la historia oficial continúe presentándola como una simple colaboradora. A través de numerosos documentos queda demostrado que  perteneció a la Junta Revolucionaria, y cumplió funciones militares y políticas en el gobierno de Tungasuca.

María Trinidad Enríquez se convirtió en la primera mujer que estudió en una universidad - en San Antonio Abad del Cusco - aunque para ello tuvo que contar con una resolución suprema para rendir los exámenes correspondientes  Fundó la Sociedad de Artesanos del Cusco y,  editó “La voz del Cusco”.  Fue una “mujer excepcionalmente talentosa y dotada de una energía extraordinaria,  se sobrepuso a su época, y una vez terminados sus estudios en la Facultad de Letras, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia,  donde ocupó siempre el primer lugar”.  También fundó un colegio de enseñanza femenina en el que por primera vez se dictaron cursos de matemáticas, derecho, filosofía y lógica.
Rosa Campusano,  en los años previos a la independencia,  tuvo que huir por haber osado cantar el Himno Nacional.

Melchora Balandra sufrió castigos y persecución por ser la madre del mártir José Olaya

Catalina Fernández de Giraldino, Narcisa Iturregui y Catalina Agueri, participaron en la gesta libertadora en tareas difíciles y de particular cuidado. En reconocimiento a esta abnegada labor, San Martín autorizó el uso de la Banda de Honor Blanca y Roja como galardón, ellas fueron las primeras en recibir el título honorífico de Caballeras de la Orden del Sol.

Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera,  María Nieves y Bustamante, Carolina Freire de Jaimes, Carmen Potts, Teresa González de Fanning, y Elvira García y García  reconocidas escritoras, educadoras, difundieron las ideas de libertad e igualdad, debatieron los problemas de la época, lograron ser escuchadas en el contexto del discurso de la época dominado por los hombres.

Angelita Carbonell de Herencia Zevallos,  fundó “La Alborada”, semanario literario que congregó a periodistas y escritoras de la talla de Juana Manuela Gorriti, Rosa Mercedes Riglos y Juana Rosa Amézaga. Mientras que “El Álbum. Revista semanal para el bello sexo”, fundada por Juana Manuela Gorriti y Carolina Freire de Jaimes,  tuvo entre sus colaboradoras a Juana Manuela Lazo de Elespuru,  Manuela Villarán de Plascencia, Manuela Márquez, Lastenia Larriva de Llona, Leonor Sauri, y otras.

Olga Ghohmann de Basadre, tacneña, durante la Guerra del Pacifico organizan asociaciones patrióticas en las que confeccionan banderas peruanas con las que embanderan la cautiva Tacna.

Cristina Vildoso,  tacneña,  participan en la división de propaganda para el plebiscito, repartiendo manifiestos, consignas y llevando la bandera peruana en alto ante la mirada atónita de las autoridades militares chilenas.

 Las Rabonas, las mujeres que acompañaron a sus maridos, padres y hermanos en largas y fatigosas marchas, se las llamó peyorativamente -rabonas- porque caminaban al final de la tropa. Constituyen apenas un dato en las crónicas de la contienda; se ignora la cantidad que eran y cuántas murieron en los enfrentamientos. Se desconoce  el destino que corrieron en las batallas perdidas. Marchaban llevando las mochilas y utensilios de cocina, y a veces, además, un niño a cuestas. Estas heroínas anónimas, no recibían ración: se alimentaban con la parte asignada a sus familiares. Ellas levantaban los campamentos, adelantándose tres o cuatro horas a las marchas, cuidaban el agua en los arenales, cocinaban la diaria ración alimenticia, atendían a los heridos, enterraban a los muertos y, cuando era necesario, empuñaban las armas en defensa de los suyos y de la patria.

Antonia Moreno, durante la resistencia, cuando Andrés A. Cáceres emprendió la “Campaña de la Breña”,  las mujeres participaron activamente. El general Cáceres destaca la férrea personalidad de Antonia Moreno, su esposa, que lo acompañó durante la mayor parte de la Campaña con sus hijas Zoila Aurora, Rosa Amelia y Lucila Hortensia.

María Olinda Reyes, los dirigentes de la insurrección fueron los montoneros, entre los que hubo algunas mujeres, como, llamada “Marta, La Cantinera”, porque de adolescente había trabajado en una cantina. Entró a Lima por la hacienda San Borja y fue herida al tomar la pieza de artillería que le quitó al coronel Ugarte. Después de la toma de la Torre de Santo Domingo, fue ascendida a capitana.

Francisca Zubiaga Bernales, la Mariscala,   el coronel Agustín Gamarra enamorado de la fuerza vital y su belleza se casó con ella.   Es a partir de que  conoce a Bolívar con la misma pasión que quiso ser monja, aprendió a manejar la pistola, el florete, y equitación. Su inteligencia y audacia pronto la convirtieron en el brazo derecho de su marido.

Abraham Valdelomar dice que vigilaba el aprovisionamiento y la alimentación de los soldados, impartía órdenes, y recibía informaciones. Era la primera en la labor y la última en el descanso. Sánchez de Velasco relata que dirigió en pleno invierno un destacamento que se apoderó de la plaza de Paria, y que no sólo participaba en operaciones militares, sino que asistía, en compañía de Gamarra, a las reuniones políticas con jefes bolivianos.

Se la empezó a llamar “La Mariscala”, porque su capacidad de mando y decisión fue mayor, en más de una oportunidad, que la del propio Presidente Mariscal Agustín Gamarra.

Atacada y criticada con severidad y odio, La Mariscala tuvo que soportar todas las calificaciones, desde “marimacho” hasta “mujer fácil” por los numerosos amantes que le adjudicaron. Un día que visitaba las prisiones militares, distinguió a un coronel que se jactaba de haber sido su amante. “Enseguida se lanzó sobre él, le arrancó la charretera, le cruzó el rostro a latigazos y le dio tan rudo empellón que fue a caer entre las patas de su caballo.  Es así -exclamó ella con voz retumbante- como corregiré yo misma a los insolentes que se atreven a calumniar a la Presidenta de la República”.

Durante los años de gobierno de Gamarra estallaron catorce  levantamientos, hasta que fue vencido y huyó a La Paz. Impedida de acompañar a Gamarra, Francisca Zubiaga tuvo que viajar a Islay disfrazada de clérigo.  Fue apresada y exilada a Chile donde murió el 5 de mayo de 1835, a la edad de 32 años.

Manuela Sáenz, La Libertadora  defensora de la independencia del Perú, participó en la conspiración contra el poder español y defendió el ideario de Bolívar con pasión y entrega. Por ello, fue perseguida, apresada y exilada. A la muerte de Bolívar, se trasladó a Bogotá donde manifestó públicamente su adhesión a los ideales bolivarianos. Fue expulsada por el gobierno, sus bienes fueron confiscados en Colombia. Desde esa  fecha vivió en Paita, hasta su muerte.

Miguelina Acosta Cárdenas y Dora Mayer, son pioneras de la vertiente sindical femenina representada por quienes dirigieron  el diario “La Crítica”.

Durante la huelga de los sindicatos textiles, se advierte una mayor participación de las mujeres en tareas de abastecimiento y sostenimiento de la huelga. Pero es en la huelga general de jornaleros de Huara y Sayán cuando pasaron a la acción. La medida sindical tuvo como objetivo principal la jornada por las ocho horas y mejoras salariales. Luego de cuatro días de negociación llegaron a un acuerdo con los hacendados: 50% de aumento salarial y la jornada de ocho horas. Pocos días después, los jornaleros se enteraron que el convenio no era válido, pues ningún hacendado lo había firmado.

Los jornaleros iniciaron otra huelga. Esta vez se prolongó durante dieciocho días en los cuales paralizaron la ciudad, y se implantó el estado de sitio y la ley marcial.  Inicialmente las mujeres apoyaron la huelga, sin que esto significara que se organizaran en torno a sus propias reivindicaciones; “eran vendedoras de mercado, al mismo tiempo que amas de casa, agricultoras, pastoras, pero sus protestas no comprometían sus condiciones de vida y de trabajo”.

Irene Salvador y Manuela Chaflajo,  los soldados de caballería salieron a las calles con la intención de sofocar la huelga, las mujeres decidieron suspender las ventas en el mercado en señal de protesta provocando con ello una situación difícil. Se produjo un cruento enfrentamiento entre soldados y trabajadores, en el que murieron, Irene Salvador y Manuela Chaflajo mártires de la jornada de las ocho horas.

Zoila Aurora Cáceres, propuso la realización de un mitin de mujeres, en el discurso se destacó el hecho trascendental de que tanto hombres como mujeres obreros se unieran en el terreno de la lucha sindical, pero ningún documento de la época registra las demandas de las obreras.

En 1924, cuando Zoila Aurora Cáceres fundó Feminismo Peruano, e implementó una campaña por el sufragio femenino de acuerdo con su Declaración de Principios que proclamaba el derecho de la mujer al voto político y a la igualdad jurídica, este hecho no tuvo ninguna repercusión.

María Jesús Alvarado, fundó Evolución Femenina, que orientó sus acciones a lograr la incorporación de la mujer al trabajo, y conseguir la igualdad jurídica.  Evolución Femenina abrió con tenaz persistencia el debate en torno a la emancipación de la mujer, el derecho al sufragio, la educación y el acceso a cargos públicos.

Con el propósito de capacitar a las mujeres, creó la Escuela-Taller Moral y Trabajo, porque las mujeres de sectores populares se prostituían, debido al abandono, a la falta de educación, y oportunidad laboral. Posteriormente, Evolución Femenina impulso la creación de la Escuela de Enfermeras, y realizó una importante tarea tendiente a lograr la participación de las mujeres en las Sociedades de Beneficencia Pública, “aspiración que nadie podía impugnar pues estas funciones no estaban reñidas con las aptitudes y condiciones femeninas”.

Con este fin retomó la iniciativa que, en 1913, los diputados José Balta y Samuel Payán habían presentado a la Cámara de Diputados. Se trataba de un proyecto de ley que posibilitaba la incorporación de la mujer al trabajo en las Sociedades de Beneficencia Pública; pero por mayoría los “Padres de la Patria” le negaron a las mujeres un derecho que ya existía en varios países. A lo largo de dos años y a través de charlas, conferencias, artículos y memoriales, Evolución Femenina prosiguió una tenaz lucha con este objetivo porque, como sostuvo María Jesús Alvarado, “no existe en el Perú, razón alguna para continuar manteniendo a la mujer rezagada a las últimas filas, olvidada y humillada, excluida de los cargos públicos, privando así inconsultamente a la sociedad de su benéfico concurso; es tiempo ya e imperiosa la necesidad de llamarla a colaborar en la actividad nacional”.

No eran tiempos fáciles para el desarrollo de estas ideas. Las primeras feministas fueron tildadas de locas, y María Jesús Alvarado vivió once años deportada en Argentina por el presidente Leguía.

Ángela Ramos, periodista y escritora, colaboró en Amauta y en otras revistas de entonces. Hizo campaña por los presos comunes, denunció las cárceles de las que jamás ha salido un hombre rehabilitado y luchó contra la Ley de la Vagancia.

Magda Portal, no solo fue una gran poetisa, cuando en 1927, la policía “descubrió” un complot para derrocar al dictador Leguía, muchos intelectuales,  fueron apresados y deportados. Entre éstos, figuraba Magda Portal, quien participó en México en la fundación de la primera célula de la Alianza Popular  Revolucionaria Americana que, en 1928 se convirtió en el Partido Aprista. Magda Portal y Carmen Rosa Rivadeneira, miembros del primer Comité Ejecutivo Nacional del APRA, asumieron la tarea de organizar la sección femenina del Partido Aprista.

En 1946, Magda Portal presidió la Primera Convención de Mujeres. Dos años después, renunció durante el Segundo Congreso Aprista porque “las conclusiones del Congreso contenían este enunciado: Las mujeres no son miembros activos del Partido
Aprista porque no son ciudadanas en ejercicio. Me levanté y pedí la palabra. Haya dio un golpe en la mesa y dijo: No hay nada en cuestión. Insistí con energía que quería hablar y él volvió a repetir lo mismo. Ante esto, me levanté con un grupo de mujeres y dije en voz alta: ¡Esto es fascismo! Después me eligieron Segunda Secretaria General de Partido, pero me quitaron la dirección del Comando de Mujeres. No volví nunca más al Partido. Fueron veinte años de intensa actividad política que me enseñaron mucho y de los cuales no me arrepiento”.

En este movimiento de mujeres figuran otras que nunca publicaron un libro, un artículo, o un poema, pero que constituyen el destacamento anónimo de mujeres del pueblo, como Teófila Alvirena de Casas. Mujer de condición humilde, como ella misma lo dice: “en mi tiempo las mujeres pobres sólo podíamos ser lavanderas o cocineras”, fue militante aprista.

Alicia del Prado fue encarcelada en 1933, acusada de proselitismo político y de ser militante del Partido Comunista; al salir de la prisión tres años después, fundó Acción Femenina, organización orientada a la formación y educación política de las mujeres militantes de ese partido, con el fin de capacitarlas para acceder a cargos de dirección.
 

25 de septiembre de 2013

Raúl Acosta Salas, memoria viva de un revolucionario.




Raúl Acosta Salas
Foto: El Jornal de Arequiipa
Por Jorge Aliaga Cacho

Raúl Acosta Salas nació el primer día de abril de 1919.
Infatigable luchador social que fue artífice en la conducción de la Unión Gráfica de Arequipa (UGA) que tuvo como primer Secretario General a César A Lamas, otro infatigable luchador comunista.
Desde su fundación el 26 de julio de 1930 la UGA se constituyó en el baluarte de las luchas de los trabajadores y pueblo arequipeños. Así vinieron importantes reivindicaciones salariales y mejoras laborales, tanto para los trabajadores gráficos, como en los derechos del proletariado en su conjunto. La justeza de su lucha y convicción revolucionaria convirtió a Raúl Acosta Salas en Secretario General del Partido Comunista Peruano por lo cual fuera víctima de brutal represión de los gobiernos de turno y en especial del gobierno del tirano Manuel Odria quien lo encarcelará, y torturara vilmente, en la cárcel de El Frontón.
Hoy 23 de junio el pueblo peruano se llena de congoja al enterarse del fallecimiento de nuestro querido 'Venancio', maestro y formador de miles de militantes de izquierda que estamos seguros continuaran su obra de justicia social y defensa de los derechos de los oprimidos de nuestra patria.
Raúl Acosta se casó en dos oportunidades Primero con Adela Ampuero Velarde y después con Lucila La Vera. Deja cuatro hijos: Raúl Acosta Ampuero, José Acosta Ampuero, Lucila Acosta La Vera y Víctor Acosta La Vera. Para ellos y demás familiares y amigos vayan nuestro más sentido pésame por esta irreparable pérdida.
En su velatorio traté de conversar con algunos de sus familiares para descubrir algunas anécdotas de este viejo luchador. Su concuñado Vicente Barrios manifestó que Don Raúl trabajaba en el diario “Noticiero” de Arequipa, allá por los años cuarenta, y también en la imprenta “O’brien’ de la misma ciudad. Pocos saben que al camarada Acosta le gustaba el arte de la fotografía y que tenía un taller fotográfico en casa. Tomaba fotos que luego de revelarlas las firmaba y se las enviaba a familiares y amigos. Sus sobrinos Juan Cusirramos Bravo y Ángel Humberto Gamarra Bravo contaron que Don Rául era un gran nadador y que cuando ellos eran niños, el camarada Acosta, los llevaba a Tingo para practicar la natación. Después irían a comer chicharrón de lonja y a beber Cola Escocesa, agua gaseosa popular en Arequipa.
Raúl Acosta Salas también fue librero cuando con sus hermanos abrieron una librería en la Calle Mercedes de la Ciudad Blanca. Esta llegó a ser una librería bien concurrida pero luego de casi una década, y por las dificultades políticas, los hermanos Acosta se vieron en la obligación de cerrarla.
A pesar de sus 91 años nuestro querido camarada Raúl Acosta Salas estuvo bien de salud en sus últimos días. Caminaba y tenía todavía su singular chispa. En una de sus últimas visitas a la clínica hace solo quince días tuvo un diálogo con las enfermeras que lo mimaban:

- Cuántos años tiene - le preguntaban las enfermeras

- Cincuenta años – contestaba el camarada Venancio

- Está soltero – volvían a preguntarle

- Sí, pero estoy buscando novia – respondía el viejo lobo de la Lobera de El Frontón.

- Tiene hijos – preguntaban a carcajadas las enfermeras.

- ¡No! – les respondió Venancio con una luminosidad en sus ojos.

Po Dr mi parte recuerdo que Don Raúl era un gran bailarín. En las fiestas del Partido Comunista y de los sindicatos obreros, Don Raúl, no se perdía ninguna pieza de baile. Y que característicos eran sus pasitos saltaditos, rápidos y suaves, del valse. Yo me alegraba al verlo porque era evidente que Zañartu y sus esbirros no habían conseguido volverlo completamente sordo ni mucho menos hacerle perder el entusiasmo por la vida.
Sus sobrinos cuentan que Don Raúl no era un bohemio en el propio sentido de la palabra. Sus conversaciones no eran triviales y que siempre de él emanaban discursos del socialismo. Les hablaba de Mariátegui y de las condiciones de los obreros. Les aconsejaba leer y recuerdan que en su casa tenía, Venancio, una importante biblioteca con libros ‘lindísimos’. Don Raúl, dijeron, era un hombre ágil y recordaron que por esa agilidad le llamaban en Arequipa “El mono”.
Hace unos cinco años solía reunirse con un familiar para hablar en fantasía. Don Raúl le había asegurado a su interlocutor que Arequipa había sido fundada por Mayta Capac y que él, Don Raúl, había estado a su lado en el momento mismo de la fundación. Ideas como estas, saboreando una copita de whiskey, le acercaban al terreno de la ficción.
Vicente Barrios, su concuñado, concluyó la conversación diciendo que una de las quebradas, entre el Chachani y el Misti, debería llevar por nombre: Víctor Raúl Acosta Salas.
Recuerdo que Don Raúl me hiciera el honor de asistir a la la celebración de mi matrimonio y, muy cercano a su fallecimiento, vino casi cargado por sus hijos, para participar en la presentación de mi novela, "Secreto de desamor", que se llevara a cabo en la Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y que fuera presentada por el brillante académico y laureado poeta peruano, Ricardo Falla Barreda.

Entrevista a la viuda de José Carlos Mariátegui

Anna Chiappe

Agosto 7, 2013,

César Lévano entrevista a Anna Chiappe de Mariátegui, viuda de ‘El amauta’. Lima, 1969.

José Carlos Mariátegui entrevista
Anna, viuda de Mariátegui
En una entrevista exclusiva, Anna viuda de Mariátegui revela episodios inéditos y fundamentales de la vida de quien es considerado por muchos autores extranjeros como el más grande pensador político de América. En momentos en que la obra del ilustre socialista crece en importancia y actualidad, la imagen del Amauta cobra colores de vida en una charla que es un documento para la historia.
En 1920, en Florencia, en casa de la Condesa de Antici Mattei, José Carlos Mariátegui conoció a Anna Chiappe, el grande, el único amor de su vida. Ambos habían acudido por separado y sin conocerse al concierto de danzas que brindaba la “medio excéntrica” aristócrata. En algún momento, mientras vibraba un Estudio profundo de Chopin, las miradas del joven y la muchacha se cruzaron. “Él me impresionó mucho por su manera tan fina y distinguida” – nos dijo, hace unos días, 49 años después de aquel encuentro memorable, la ahora viuda de Mariátegui. “Parecía un noble. Y tenía unos ojos tan profundos”.
Por su parte, el joven peruano -25 años esa noche- expresó su emoción en un poema en prosa publicado en 1926 en la diminuta revista “Poliedros”, que dirigía Armando Bazán. José Carlos y Anna eran ya esposos; habían recorrido juntos toda Italia, Alemania, Francia; tenían tres hijos; pero la llama del amor no había perdido intensidad ni fulgor.
“Renací, escribió, en tu carne cuatrocentista como la de la Primavera de Botticelli. Te elegí entre todas, porque te sentí la más diversa y la más distante. Estabas en mi destino. Eras el designio de Dios. Como un batel corsario, sin saberlo, buscaba para anclar la rada más serena. Yo era el principio de muerte; tú eras el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ingenua del cuatrocientos. Empecé a amarte antes de conocerte, en un cuadro primitivo. Tu salud y tu gracia antigua esperaban mi tristeza de sudamericano pálido y cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y tu posesión tónica, bajo el cielo latino, enredó en mi alma una serpentina de alegría.
“Por ti, mi ensangrentado camino tiene tres auroras. Y ahora que estás un poco marchita, un poco pálida, sin tus antiguos colores de Madonna toscana, siento que la vida que te falta es la vida que me diste”.
Italia o la felicidad
Artemio Ocaña, el veterano escultor peruano que compartió muy de cerca la experiencia italiana de Mariátegui, recuerda que, de repente, tras viajar a Florencia, éste desapareció. Cuando volvió, ya estaba casado.
“Mariátegui se alejó de sus amigos”, comenta doña Anna. Ellos decían después: “¡Con razón había desaparecido!”.
En esa estación con su amada en Florencia, tiene que haber sido supremamente feliz. Entre el mar y los viñedos de la costa liguria, bajo las soleadas colinas toscanas cubiertas de olivos, ante la obra de los florentinos venerados (Dante, Machiavello, Boccaccio, Leonardo de Vinci, Miguel Ángel, Botticelli), su genio maduraba hacia aquel equilibrio de vida interior y naturaleza, de sensibilidad y mundo social, que iban a distinguirlo en la vida y en el libro. Florencia, urbe y democracia antigua, lógica y belleza, vitalidad y gracia. Una experiencia que fue una corona de laureles sobre su frente.
“No era de carácter melancólico. Ni cuando estaba enfermo”. Así nos dice doña Anna. Hay una gran sonrisa en su evocación. Y uno se ratifica en la convicción de que solo un hombre feliz puede luchar plenamente por la felicidad de los otros.
“Mariátegui, nos dijo Ocaña, vivió al principio en Vía Véneto 29, interno 4”. “A ese alojamiento, propiedad de Francesco Atunante, me llevó a mí”. “Cuando se casó, él y su esposa se fueron a vivir a Frascati, cerca de Roma, a una villa que era puros viñedos. Era una casa del Renacimiento, con pinturas murales del Dominicchino. Se pagaba por el alquiler 500 liras. Apenas cinco libras peruanas de la época”.
Por su parte, doña Anna recuerda: “De Florencia viajamos a Roma. Fuimos a vivir a Villa Pía. Arturo Osores la había alquilado como Legación del Perú. Era la casa en que había vivido la famosa actriz Francesca Bertini. Después marchamos a Frascati. Desde el comedor se veía el Palacio de Castelgandolfo, la residencia de verano del Papa”. En los planos, Frascati aparece a 21 kilómetros de la Ciudad Eterna; Castelgandolfo descuella a 25 kilómetros.
“Eran tiempos alegres. Él se iba a veces acompañando a Ocaña a la Escuela de Bellas Artes de Roma. Era cuando había modelos femeninos…”.
“Tenía tiempo para todo. En Roma no se perdía un buen concierto o espectáculo de ballet. Y le gustaba el circo. A veces, yo lo acompañaba al circo, aunque a mí no me gustaba”.
Como se sabe, el Amauta anunció una “Teoría del circo” que no se ha encontrado entre sus papeles. Debe de haberse perdido en alguna hoguera policial.
¿Cuándo comenzó, preguntamos, la formación marxista de Mariátegui?
Ella cree que fue precisamente en Italia. “Tenía una gran biblioteca. “El Capital” estaba en francés. Los documentos sobre la revolución rusa, en italiano”.
¿Es cierto que la familia del filósofo Benedetto Croce intercedió, como dice el italiano Antonio Melis, ante la familia de ella en favor del galán venido del lejano Perú?
- “Es cierto. El hecho es que una tía mía había sido novia de Croce. No se casaron porque mi familia, muy católica, no podía consentir un matrimonio con un liberal tan conocido”.
Los viajes
En uno de sus dos cortos escritos autobiográficos, Mariátegui dice que no pudo llegar a Rusia “porque mi mujer y mi hijo me lo impidieron”. “No es que yo me opusiera”, subraya ahora doña Anna. “Yo le dije: ‘mejor anda tú solo’. Yo estaba muy cansada con el bebé. Pero a él no le gustaba salir solo. Siempre le gustaba ir conmigo”.
“Era muy entusiasta”, recuerda. “Para mí, decía, la cosa más grande es cuando puedo coger una maleta e irme. A veces sin saber adónde”.
Y, sin embargo, aquella vez no quiso viajar porque su compañera no podía ir.
Pero viajaron bastante por otros contornos. Estuvieron juntos, por ejemplo, en el célebre Congreso de Liorna (Livorno, en italiano) en el que el ala izquierda del socialismo fundó el comunismo. “Allí vimos a Antonio Gramsci y Palmiro Togliatti. Con ambos conversaba amistosamente Mariátegui”.
También estuvieron en 1922, Génova, en la Conferencia Económica Europea que fue la primera reunión internacional a la que acudió una representación soviética. En “Defensa del Marxismo”, Mariátegui iba a escribir que ella marcaba el inicio de la coexistencia pacífica entre estados de sistema social distinto. “Allí, dice doña Anna, conversó con Chicherin, el jefe de la delegación rusa. Mariátegui estudió, cuando estuvimos en Berlín, el idioma alemán con una profesora alemana. Todos los días tenía una clase de inglés y de alemán. Pero también sabía algo de ruso. Con Chicherin se saludaban y despedían en ruso. Sus conversaciones las sostenían en francés”.
Mariátegui estuvo cuatro años y medio en Europa. De ellos, año y medio lo pasó en Alemania. El viaje fue hacia mayo o junio de 1922. “Durante ocho meses vivimos en la Postdammer Strasse” (en lo que es hoy Berlín Oriental). “Estuvimos luego en Praga, en Budapest, en Austria, navegando por el Danubio Azul”. En Alemania, como se sabe, Mariátegui entrevistó a Máximo Gorki.
Viajaron en seguida a París. Allí se entrevistaron con Romain Rolland y Henri Barbusse, que no regatearon, por escrito, su admiración al gran peruano. “Incluso, salimos con Barbusse a tomar el té”.
“Mariátegui —iba a escribir Barbusse— es la nueva luz de América. Un espécimen del nuevo hombre americano”.
¿Conoció Mariátegui a Pirandello? ¿A qué otros grandes de la literatura y las ideas frecuentaron en Italia?
“Conversó varias veces con Pirandello”, recuerda la dama. “También fue amigo de Piero Gobetti”. Se trata del escritor cuyos estudios respecto al “Risorgimento”, es decir, a la lucha por la unidad de Italia, tanto atrajeron al Amauta. “Croce lo quería mucho. Cuando iba José Carlos a su casa, lo presentaba diciendo: ‘éste es el hombre más grande del mundo’. Le tenía un gran afecto”.
Por su lado, Ocaña recuerda que Mariátegui fue amigo también de los líderes socialistas Filippo Turati, Antonio Grazidei y Nicola Bombacci. Tiene él bocetos al carbón del diplomático soviético Joffe, de Giordi Vassiliévich Chicherin, del francés Jean-Louis Barthou y de Lloyd George, el célebre político inglés. “Fue amigo de Pirandello”, nos dijo expresamente.
Una explicación
Para muchos biógrafos y estudiosos de Mariátegui, la obra de este autodidacto sin Educación secundaria, de mala salud, que tuvo que ganarse la vida desde los 14 años de edad, que murió a los 35, tiene algo de milagro. En el breve arco de su vida caben una inmensidad de cultura, pensamiento y acción. Baste señalar estas creaciones: la revista “Amauta”, los “7 Ensayos” y otros veinte libros, la Confederación General de Trabajadores y el Partido Socialista del Perú, cuyo nombre deseaba cambiar, antes de morir, por el de Comunista. Hace pocos años, escuchamos decir, en Lima, al estadunidense Carleton Beals que Mariátegui es “el más grande pensador político de América”. El juicio se extiende ahora. Robert Paris en Francia, Manfred Kossok y Adelbert Dessau en Alemania Oriental, Antonio Melis en Italia, el profesor Albuquerque en Texas, Estados Unidos, sufragan el juicio.
Los días espléndidos de Italia explican una parte de la precoz madurez mariateguiana; pero no toda. Hay fuentes que se ocultan junto a la raíz de la infancia. Mariátegui se proclamó limeño toda su vida. En realidad, poco antes de su nacimiento, su madre, doña Amalia La Chira Vallejos, natural de la zona de Huacho, había viajado a Moquegua, por lo cual el alumbramiento se realizó en esa ciudad del Sur. En seguida, buena parte de sus primeros años transcurrieron en la suave campiña huachana. A los seis años tuvo una caída fatal. El resultado fue una baldadura y, lo más grave, un foco de ostiomielitis en una pierna. Sus familiares nos contaron que a los 6 años, más o menos, comenzó su madre a realizar continuos viajes de Huacho a Lima para hacerlo tratar. El esfuerzo era demasiado grande para una familia pobre. Entonces, se decidió internarlo. Estuvo cuatro años en la “Maison de Santé” u Hospital Francés.
Era éste, en esa época, un nosocomio exclusivo, reservado casi solo para franceses, ingleses o alemanes pudientes avecindados en Lima. Dos eran los tipos de servicios: los unipersonales y los destinados a seis personas. En todo caso, no había allí enfermos menores de edad. Pues bien: el pequeño Mariátegui pasó sus años de internado junto con esos compañeros adultos, llenos de experiencia y que hablaban extraños, lejanos idiomas. Se sabe que al final se había convertido en intérprete de muchos de ellos.
¡He ahí una clave sicológica para la precoz madurez del Mariátegui temprano! He ahí por qué, entre otras cosas, cuando era un “alcanzarrejones” de La Prensa, que iba a la oficina cablegráfica a recoger los despachos noticiosos, podía traducir, en el trayecto, las noticias que venían en inglés de Europa, Asia, África o NorteAmérica. Además, aquella soledad de años tiene que haberle entrenado para la gimnasia de la reflexión y para la firmeza de las certidumbres sin que importen los prejuicios y las supersticiones de la masa informe.
Otro factor, en el que no se ha insistido lo suficiente, es su contacto directo con las luchas sociales de comienzos de siglo en el Perú. “Cuando José Carlos fundó La Razón con César Falcón y Félix del Valle, nos recordó Ocaña, había mítines obreros que terminaban al pie del balcón del diario. Era en la esquina de Baquíjano con el Jirón Cuzco”. Eso fue, recalquemos, antes del viaje a Europa. Tal experiencia lo sensibilizó para la prédica socialista de Antonio Gramsci en “L’Ordine Nuovo” (“El nuevo orden”). En los días en que él se instalaba en Italia, en las páginas de esa célebre revista aparecían reflexiones sobre el papel de los obreros como actores principales de una revolución posible y de los campesinos como protagonistas de la acción prerrevolucionaria.
Mariátegui era hombre de pensamiento y de sensibilidad artística en todos los momentos. En la charla con su viuda, la imagen del hombre de espíritu aparece a cada paso. “En Música tenía una cultura extraordinaria. Amaba sobre todo a Beethoven y Stravinski”, nos dice. “Con el Dr. Oten, un amigo suizo, se entregaban a verdaderas sesiones de Música. El grupo de sus camaradas llegaba, y él estaba encerrado con Oten. A veces venía gente cargante, y él decía: ‘Ponte una sinfonía para que se vayan’…”.
Entre la gente que con mayor agrado recibía se contaban los artistas. José María Eguren era uno de sus adictos. Llegaba a veces a escribirle – ¡desde Barranco! – para anunciar que un resfrío le impedía devolver por el momento tal o cual libro. “Iba mucho también Percy Gibson. Otros que iban eran Martín Adán, José Diez Canseco, el filósofo Mariano Ibérico Rodríguez. Alguna vez acudieron también los doctores Honorio Delgado y Juan Francisco Valega”.
“El Rincón Rojo” era otra cosa. Era en realidad un seminario riguroso de estudios marxistas. Constituía el núcleo del Partido. Estaba formado, entre otros, por Hugo Pesce, Ricardo Martínez de la Torre, Avelino Navarro, Marcelo Sánchez, Luciano Castillo y, hasta cierto punto y por una temporada, Jorge Basadre.
Hombre de espíritu, Mariátegui era también hombre de empresa. Fundó la Editorial “Minerva” casi sin dinero. “Amauta” la empezó a publicar con tipos móviles. Solo en 1929 le llegó el linotipo. Él mismo diagramaba la revista y la cuidaba en todos sus detalles. Los manuscritos revelan que dominaba la técnica tipográfica y sabía ordenar exactamente. “Igual, dice doña Anna, era con los clisés. Él me enviaba a los talleres con indicaciones precisas. Para que todo marchara bien, tenía tres teléfonos en casa: uno en el dormitorio, otro en la sala y otro en el comedor. Como los obreros querían mucho a José Carlos, iban hasta la casa a consultarle problemas de trabajo u otros”.
¿Era Ud., preguntamos, la que llevaba los artículos a Variedades y mundial?
- “Sí. Primero él me decía: ‘Dile a Vegas García, el administrador, que voy a escribir sobre tal o cual tema. Que prepare las fotos’. Se ponía a escribir a las cinco o seis de la tarde, y a las ocho o nueve estaba listo el artículo que iba a salir al día siguiente”.
¿Cuál era el pago por cada artículo?
- “Veinte soles en mundial y quince en Variedades. Cuando él estaba enfermo, Vegas García me decía: ‘Usted no sabe cuánto ha bajado la revista desde que no escribe’”.
Existen facetas todavía inéditas de este ser adamantino. Pocos saben, por ejemplo, que era buen dibujante. “A mí me dibujaba muy bien, cuenta la viuda. A veces, hasta pintaba a la doméstica con el bebé cargado”.
Hay otros aspectos inéditos que nunca se podrán recuperar. A su muerte, la Policía acostumbró, una y otra vez, llevarse los cajones del escritorio del difunto. Cuando la señora Annita los rescataba, después de grandes pugnas, siempre faltaba algo.
¿Cómo era José Carlos con los niños?
- “Era muy cariñoso con ellos. Basta decirle que cuando estaba en casa, a cada momento preguntaba dónde estaban los chicos y qué hacían. Una vez, Carmen Saco le dijo: ‘Oiga, José Carlos, ¿no le molestan los niños?’ Él contestó: ‘No me molestan. Pueden estar sentados encima de la máquina, y a mí no me molestan’”.
Amador de la vida, luchador social, soldado de un combate diario con la muerte en sus últimos años, José Carlos fue desde su temprana edad ajeno y reacio a la bohemia. Federico More ha narrado cómo, mientras Abraham Valdelomar pedía ajenjo, él se limitaba a un helado de menta o un vaso de leche. Solo esa austeridad, y la enorme conciencia de su misión en la historia, explica la inmensidad de su obra.
“Una vez -cuenta la señora Annita-, vinieron los soplones. En lugar de llevarse “El Capital” se estaban llevando una colección de Pirandello empastada en cuero… No lo dejaban trabajar”. Como se sabe, en los días anteriores a su muerte, él había estado preparando un viaje definitivo a Buenos Aires. Waldo Frank, desde Nueva York, Samuel Gluzberg, desde la capital Argentina, lo animaban a quedarse allá. Los ataques de la dictadura de Leguía y los denuestos de la izquierda demagógica -Víctor Raúl incluido- le habían hecho acá la vida imposible. Solo una sombra suave, una mano tierna, lo acompañaban en las horas del dolor más íntimo. Anna. El gran amor. Ella estuvo a su cabecera el día de su muerte. A su lado estaban también su madre, Artemio Ocaña, dos jóvenes judíos amigos y admiradores del Maestro. Después vinieron las muchedumbres más inmensas que se hayan reunido para unos funerales en Lima. Entre banderas rojas y versos de “La Internacional”, el pueblo sencillo, el pueblo amado por él, le dijo adiós. Para el pueblo, y también para Anna Chiappe, iba a comenzar una época triste y difícil. Ella, la mujer fuerte, tampoco iba a darse por vencida. Hasta hoy se le ve todos los días, puntualmente, detrás del mostrador de una librería trabajando. Es en la primera cuadra de la Avenida Larco de Miraflores, y todavía sigue las huellas del difunto imborrable. Las ediciones de las obras del Amauta tienen en ella una inspiradora. Siguen sonando en sus oídos, siendo verdad hermosa y profunda, las palabras aquellas: “La vida que te falta es la vida que me diste.

fuente:http://copypasteilustrado.wordpress.com/2013/08/07/entrevista-a-la-viuda-de-jose-carlos-mariategui/

23 de septiembre de 2013

HUANCANÉ EN MEDIO DEL ABANDONO Y DESENCANTO

José Luis Ayala Olazával
Por José Luis Ayala Olazával
Un día como hoy, el 19 de setiembre de 1827, durante la administración de Ramón Castilla, el pueblo hispano-quechua-aymara de Huancané (Puno), fue declarado como capital de provincia. Desde entonces han transcurrido 186 años de abandono, ausencia de liderazgo, permanente crisis de instituciones y creciente pobreza. No hay nada que festejar. No faltarán actos oficiales intrascendentes, discursos vacíos, asistencia de autoridades regionales, misas, bailes y desfiles. Es que el antiguo centralismo y persistente desencanto social, ha convertido a Huancané, en una de las provincias  más pobres de Puno y el Perú. Sin embargo, no se ha perdido la memoria de hechos históricos como la participación del Batallón Huancané en la Guerra por el  salitre con Chile (1879) y la sublevación de Huancho Lima (1923).
      El vocablo Guancane tal como escribe Huaman Poma de Ayala, proviene de la palabra waq’a que después se españolizó como Huancané, habiendo sido un territorio donde se hablaba pukina, tal como lo ha demostrado Rodolfo Cerrón Palomino, de modo que muchos topónimos proviene  de ese idioma. Hasta 1780 era un pueblo con una considerable población de mestizos, quechuas y aymaras. Tanto Waldemar Espinoza Soriano y Jorge Mariano Cáceres-Monroy, afirman que era un centro de producción lanar, de carne, lana, tejidos y ollas.
    La decadencia de Huancané se inició cuando en 1781 Pedro Vilca Apasa e Inti Condorena atacaron con sus huestes rebeldes al pueblo, degollaron a curas y mestizos, destruyeron las casas e incendiaron todo. Solo quedó intacto el templo y la capilla. Modesto Basadre que llegó a ser subprefecto en 1852, dio un testimonio patético, señalando que el líder azangarino taló Huancané.
      Con el advenimiento de la República (1821), Huancané fue reconstruido, repoblado con familias de Arequipa y Puno, a quienes se les donó terrenos para que construyeran sus viviendas. Pero hacia 1890 en vista de un despliegue de la economía local, llegaron varios jóvenes procedentes de Achacachi (Bolivia) y se instalaron allí. Durante los años 50 del siglo pasado, funcionaron varias casas comerciales extractivas debido a un aumento de los precios de la lana para fábricas de casimires en Inglaterra.
      Un hecho que retrasó su desarrollo social y provocó la sublevación de Huancho Lima (1923) fue la creación compulsiva de haciendas. La Iglesia Católica también administraba fundos productivos donde jamás se pagó salarios ni establecieron escuelas. Hasta que la reforma agraria de Juan Velasco liquidó la feudalidad, pero los regímenes de Francisco Morales Bermúdez, Belaunde, García y Toledo, destruyeron la posibilidad de un desarrollo de acuerdo a un capitalismo moderno.
     La actual Plaza de Armas de Huancané siendo alcalde Luis Arenas Castillo, fue diseñada y construida por Leonel Velarde, quien ha cumplido 100 años de edad. La hermosa capilla y la torre fueron destruidas para dar paso a un salón de conferencias y propaganda religiosa. Aunque es verdad que ahora ha crecido como población debido a la migración del campo a la ciudad, se trata de un pueblo vacío donde una que otra persona cruza la plaza, pero se llena los domingos y en fiestas locales.                                          
     Sin embargo, la creación del Colegio Nacional Mixto de Huancané en 1957, siendo diputado José Alemán Cornejo, permitió la formación de nuevas generaciones de profesionales, sobre todo de escritores huancaneños. Pero sin el  Centro Escolar 841, no hubiera sido posible la presencia de maestros primarios formados en la Sección Normal del Colegio Nacional San Carlos de Puno. Menos que existiera el “Club Libro y Deporte Humberto Luna” (1927), donde se formaron  los mejores cuadros políticos.
    Muchos alcaldes no entienden que el tiempo se encarga de valorar las obras espirituales, las materiales son renovables y nada queda. Siendo alcalde Francisco Aracayo Valencia en 1998 se publicó el I Festival del Libro Huancaneño que consta de los siguientes libros: Etnohistoria de Huancané, Juan Luis Ayala Loayza; El pueblo aimara y los conflictos con el poder, Leoncio F. Mamani Coaquira; El sirvinakuy en el mundo aymara, Andrés Espinoza Cordero; La danza de las balsas, Gloria Mendoza Borda, El puma plateado, José Luis Ayala.
    El alcalde Andrés Choquehuanca Huanca en 2005 auspició el II Festival con los títulos: Celebración Rita Puma, José Luis Ayala; Cuencas hidrográficas del Titicaca, Andrés Choquehanca Huanca; Tambores pluviales, Julio Abelardo Luza; Te esperaré en el cielo de Fidel Mendoza. Esas son obras que marcan un hito en la historia de la cultura andina y es también una demostración de la capacidad creadora de un pueblo. 
      El 13 de diciembre se cumplirá 90 años de la masacre y destrucción de Huancho Lima. En Puno, Huancané y Huancho debería realizarse un evento con asistencia de científicos sociales, para que las nuevas generaciones conozcan la verdad histórica. Y por lo menos en Huancané, en la plaza de armas, se erija un monumento en homenaje a los héroes de Huancho Lima. Un pueblo que no reconoce a sus héroes civiles y culturales está condenado al ostracismo. Pero alguna vez que escribirá una biografía de un huancaneño injustamente olvidado: Felipe Sánchez Cordero, quien siendo diputado por Huancané sustentó y firmó durante el régimen de Guillermo B. Leguía, con Manuel A. Quiroga un proyecto de ley para una auténtica reforma agraria.

22 de septiembre de 2013

Necesarias aclaraciones a GAZ

A continuación publicamos la respuesta del señor Secundino Silva Urquía al Profesor Gutemberg Aliaga Zegarra advirtiendo que "CH Y B" solo auspicia debates alturados y está al margen de generar enemistades entre paisanos como algunos críticos de la competencia lo han sugerido (NdlR)


Por: Secundino Silva Urquía

Expreso abiertamente lo que siento y pienso, sin recurrir a la crítica destructiva, retraída o mezquina. Me atreví a opinar acerca del último libro de Gutemberg Aliaga Zegarra (GAZ), por esto, y las razones que expongo en el mismo texto: “Opiniones de un lector de avatares y relatos al paso”. Allí resalto el hecho positivo de que: “leer ´AVATARES… y relatos al paso´, implicará para muchos sucrenses una dosis de reafirmación en ésa identificación con el lar natal”; digo además: “comprobar que entre los personajes del cuento ´AVATARES DE UN MAESTRO´, están bien valorados los campesinos del ámbito rural de Oxamarca,… es una buena forma de coadyuvar a desterrar la praxis discriminatoria o excluyente hacia el poblador rural, subsistente en nuestros pueblos andinos”. Así reconozco la utilidad cultural y educativa del libro de GAZ. Luego observo el lenguaje de uno sus personajes del mencionado cuento, sugiriendo cómo me gustaría que hablara o cómo me gustaría que el autor escribiera; y claro, él, dueño de su estilo, está en su derecho de no complacer a éste su lector.

Adicionalmente, por carecer de autoridad en sentido literario, parafraseo a mi amigo Olindo Aliaga Rojas e intento aclarar sus, creo yo, acertadas críticas al libro; y esto, parece no incomoda a GAZ; porque con cierto gesto de humildad, lo reconoce y agradece a Olindo.

GAZ sí se incomoda, por decir lo menos, porque supuestamente, lo he “calificado de político y he dicho que sus acciones perjudican a Sucre” “¡Jamás!”, dice con contundencia y desde el título de su réplica a mi supuesta afrenta, se muestra cómo maestro abofeteado por su discípulo (“Mostrando la otra mejilla”).

En uno de sus libros, OSHO sostiene que “a algunos seres humanos, su propio ego, es el que muchas veces; los doblega frente a alguna circunstancia o adversidad; éste los obliga a exagerar, a apresurarse y hasta victimizarse”. 

En tal sentido, la reacción y respuesta de GAZ (mi Profesor de Literatura en las aulas sanjosefinas), ante el texto: “Opiniones de un lector de avatares y relatos al paso”, parten de una lectura errada del mismo; y al margen de la información y sus antecedentes reales, por eso son apresuradas y exageradas. Y, cómo es bueno que los lectores nos conozcan bien, y se den cuenta que aquí no hay ni víctima ni victimario, aclaro: En mi texto no hablo de las “acciones políticas del profesor GAZ”, sino de “expresiones (opiniones) de su posición política”.  Y para que quede más claro aún, recurro a mi artículo “REFLEXIONES EN TORNO A LAS PASADAS ELECCIONES MUNICIPALES. (PARTE II)”, publicadas en “Chungo y Batán” el 16 de octubre del 2010, en el que reproduzco, tal cual, al breve diálogo que GAZ sostuvo con mi persona el 03 de octubre del 2010, el mismo día de las últimas elecciones municipales, en el que textual y resumidamente me expresó: “que en su opinión, no habría ningún inconveniente en los caseríos de la altura hagan un nuevo distrito separándose de Sucre” (Sugiero leer el artículo mencionado). Es ésta una de sus expresiones u opiniones políticas que critico y cuestiono, y por venir de un importante ciudadano sucrense como es él, reafirmo que la considero muy perjudicial para la integridad de nuestro distrito. Las ideas políticas, y ésta es una de ellas, no necesariamente son dadas por los políticos; ya que, ni la más empoderada autoridad, ni los literatos, ni el más humilde ciudadano o poblador de un pueblo, están al margen de la actividad política o de su influencia. El recuento casi autobiográfico que GAZ nos hace de sus actividades y gestiones en favor de Sucre, es a no dudarlo, un acto predominantemente político; y de seguro, muchos sucrenses reconocemos su labor. Con mi hermano Néstor somos dos de los varios testigos de su aporte en favor de la creación de la Liga Distrital de Fútbol, porque fuimos sugerentes y colaboradores para propiciar la inclusión de los clubes de La Quinuilla y Calconga. Hoy, tanto o más que GAZ, lamento la ausencia de una política deportiva y cultural en la actual gestión edil, paradójicamente dirigida por ex futbolistas, para que no haya hecho nada por evitar la ausencia del fútbol sucrense en la competencia amateur del presente año.

Finalmente, no deseo que GAZ se retire de la actividad pública, menos de la literaria; en los últimos párrafos de mi texto le pido que siga narrándonos sus próximas epopeyas. Para reanimarlo apelo al filósofo argentino José Ingenieros, quién dijo: “la juventud se acaba cuando el entusiasmo se acaba”; y a la fructífera vida de Goethe (1749 -1832), quién terminó de escribir la segunda parte de su inmortal FAUSTO, cuando ya tenía más de ochenta años. Tampoco creo que tener ideas equivocadas, (los más ilustres intelectuales las tienen) sea motivo para incomodarse o enemistarse con quién nos la señala. Es de hidalgos reconocerlas y tomar la decisión de cambiarlas, más aún cuando de buena manera nos lo piden.

Discúlpeme Ud. Profesor GAZ, si por mi rebeldía y pretendida acuciosidad, le hice pasar malos ratos. Independientemente de nuestras naturales diferencias, Ud. siempre merecerá mi consideración y respeto.