Por Jorge Aliaga Cacho
Raúl Acosta Salas nació el primer día de abril de 1919.
Infatigable luchador social que fue artífice en la conducción de la Unión Gráfica de Arequipa (UGA) que tuvo como primer Secretario General a César A Lamas, otro infatigable luchador comunista.
Desde su fundación el 26 de julio de 1930 la UGA se constituyó en el baluarte de las luchas de los trabajadores y pueblo arequipeños. Así vinieron importantes reivindicaciones salariales y mejoras laborales, tanto para los trabajadores gráficos, como en los derechos del proletariado en su conjunto. La justeza de su lucha y convicción revolucionaria convirtió a Raúl Acosta Salas en Secretario General del Partido Comunista Peruano por lo cual fuera víctima de brutal represión de los gobiernos de turno y en especial del gobierno del tirano Manuel Odria quien lo encarcelará, y torturara vilmente, en la cárcel de El Frontón.
Hoy 23 de junio el pueblo peruano se llena de congoja al enterarse del fallecimiento de nuestro querido 'Venancio', maestro y formador de miles de militantes de izquierda que estamos seguros continuaran su obra de justicia social y defensa de los derechos de los oprimidos de nuestra patria.
Raúl Acosta se casó en dos oportunidades Primero con Adela Ampuero Velarde y después con Lucila La Vera. Deja cuatro hijos: Raúl Acosta Ampuero, José Acosta Ampuero, Lucila Acosta La Vera y Víctor Acosta La Vera. Para ellos y demás familiares y amigos vayan nuestro más sentido pésame por esta irreparable pérdida.
En su velatorio traté de conversar con algunos de sus familiares para descubrir algunas anécdotas de este viejo luchador. Su concuñado Vicente Barrios manifestó que Don Raúl trabajaba en el diario “Noticiero” de Arequipa, allá por los años cuarenta, y también en la imprenta “O’brien’ de la misma ciudad. Pocos saben que al camarada Acosta le gustaba el arte de la fotografía y que tenía un taller fotográfico en casa. Tomaba fotos que luego de revelarlas las firmaba y se las enviaba a familiares y amigos. Sus sobrinos Juan Cusirramos Bravo y Ángel Humberto Gamarra Bravo contaron que Don Rául era un gran nadador y que cuando ellos eran niños, el camarada Acosta, los llevaba a Tingo para practicar la natación. Después irían a comer chicharrón de lonja y a beber Cola Escocesa, agua gaseosa popular en Arequipa.
Raúl Acosta Salas también fue librero cuando con sus hermanos abrieron una librería en la Calle Mercedes de la Ciudad Blanca. Esta llegó a ser una librería bien concurrida pero luego de casi una década, y por las dificultades políticas, los hermanos Acosta se vieron en la obligación de cerrarla.
A pesar de sus 91 años nuestro querido camarada Raúl Acosta Salas estuvo bien de salud en sus últimos días. Caminaba y tenía todavía su singular chispa. En una de sus últimas visitas a la clínica hace solo quince días tuvo un diálogo con las enfermeras que lo mimaban:
- Cuántos años tiene - le preguntaban las enfermeras
- Cincuenta años – contestaba el camarada Venancio
- Está soltero – volvían a preguntarle
- Sí, pero estoy buscando novia – respondía el viejo lobo de la Lobera de El Frontón.
- Tiene hijos – preguntaban a carcajadas las enfermeras.
- ¡No! – les respondió Venancio con una luminosidad en sus ojos.
Po Dr mi parte recuerdo que Don Raúl era un gran bailarín. En las fiestas del Partido Comunista y de los sindicatos obreros, Don Raúl, no se perdía ninguna pieza de baile. Y que característicos eran sus pasitos saltaditos, rápidos y suaves, del valse. Yo me alegraba al verlo porque era evidente que Zañartu y sus esbirros no habían conseguido volverlo completamente sordo ni mucho menos hacerle perder el entusiasmo por la vida.
Sus sobrinos cuentan que Don Raúl no era un bohemio en el propio sentido de la palabra. Sus conversaciones no eran triviales y que siempre de él emanaban discursos del socialismo. Les hablaba de Mariátegui y de las condiciones de los obreros. Les aconsejaba leer y recuerdan que en su casa tenía, Venancio, una importante biblioteca con libros ‘lindísimos’. Don Raúl, dijeron, era un hombre ágil y recordaron que por esa agilidad le llamaban en Arequipa “El mono”.
Hace unos cinco años solía reunirse con un familiar para hablar en fantasía. Don Raúl le había asegurado a su interlocutor que Arequipa había sido fundada por Mayta Capac y que él, Don Raúl, había estado a su lado en el momento mismo de la fundación. Ideas como estas, saboreando una copita de whiskey, le acercaban al terreno de la ficción.
Vicente Barrios, su concuñado, concluyó la conversación diciendo que una de las quebradas, entre el Chachani y el Misti, debería llevar por nombre: Víctor Raúl Acosta Salas.
Sus sobrinos cuentan que Don Raúl no era un bohemio en el propio sentido de la palabra. Sus conversaciones no eran triviales y que siempre de él emanaban discursos del socialismo. Les hablaba de Mariátegui y de las condiciones de los obreros. Les aconsejaba leer y recuerdan que en su casa tenía, Venancio, una importante biblioteca con libros ‘lindísimos’. Don Raúl, dijeron, era un hombre ágil y recordaron que por esa agilidad le llamaban en Arequipa “El mono”.
Hace unos cinco años solía reunirse con un familiar para hablar en fantasía. Don Raúl le había asegurado a su interlocutor que Arequipa había sido fundada por Mayta Capac y que él, Don Raúl, había estado a su lado en el momento mismo de la fundación. Ideas como estas, saboreando una copita de whiskey, le acercaban al terreno de la ficción.
Vicente Barrios, su concuñado, concluyó la conversación diciendo que una de las quebradas, entre el Chachani y el Misti, debería llevar por nombre: Víctor Raúl Acosta Salas.
Recuerdo que Don Raúl me hiciera el honor de asistir a la la celebración de mi matrimonio y, muy cercano a su fallecimiento, vino casi cargado por sus hijos, para participar en la presentación de mi novela, "Secreto de desamor", que se llevara a cabo en la Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y que fuera presentada por el brillante académico y laureado poeta peruano, Ricardo Falla Barreda.
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