Por Jorge Aliaga Cacho
Diego Vicuña Villar |
Diego Vicuña Villar, nació en Canta, Lima, en 1937. Lo conocí en Barranca. Allí junto a otros compañeros de letras participamos en un recital, en el Boulevard de la Cultura de dicha ciudad. Esa noche celebramos, también, con pisco y décimas, el cumpleaños de nuestro amigo, y excelso decimista, Antonio Silva. La noche se engalanó con la presencia de José La Chira, organizador del encuentro y el eminente tacneño, Raúl Gálvez Cuéllar (autor de la novela “El gato egipcio”, "Yerbabuena", coautor de "Arte Regresivo", etc.), entre otros grandes decimistas.
Diego Vicuña estuvo inspirado en esa gran noche. Sus entregas de gran emoción y cargadas de humor nos hicieron pasar un día, una noche, memorable. Al finalizar el encuentro, Diego Vicuña, tuvo la gentileza de hacerme llegar su libro de décimas titulado: “Con presto corazón y pie forzado”. También me hizo el honor de dedicarme el ejemplar autografiado con una décima de su puño y letra:
´SI mi pensamiento vaga
buscando y buscando décimas,
estas que no están tan malas
las entrego a Jorge Aliaga’
Volví a encontrar a Diego Vicuña, en Lima. Fue en la presentación de una antología preparada por José Beltrán en el Centro Cultural Sérvulo Gutiérrez del distrito de Jesús María, en Lima. Allí le hice saber que había sido un deleite leer sus décimas y le dije que con su permiso publicaría alguna en mi blog. Hoy deseo compartir con mis amigos la décima titulada “Despecho” no sin antes pedir a los ´politicamente correctos’ y a las ‘feministas a ultranza’, tomar, disfrutar del humor fino de este gran decimista peruano quien ha sido Secretario de la Sociedad de Autores y Compositores, Regidor por Lima y autor de una polca al Club Deportivo Municipal.
Despecho
Décimas Libres
Por Diego Vicuña Villar
Una mujer despechada
es un peligro latente,
se vuelve tan inconsciente
que ya no repara en nada
miente sin contemplación
y exagera la cuestión
cuando reclama castigo,
y aunque hubo trato de amigos
denuncia por violación.
Así una vez ante el Juez
llegó una mujer un día,
bien arreglada lucía
de la cabeza a los pies.
El Juez sin ser descortés
no la vio tan agraviada:
por la falda recortada,
por el cruce de rodillas
y su postura en la silla
en donde estaba sentada.
-A resolver esta bronca
dice ya el tremendo Juez,
-Vamos a ver cómo eso es
se alienta ya con voz ronca
-Estas cosas sí me abroncan
pero hoy la verdad no escapa:
Dime claramente guapa,
¿Fue contra tu voluntad?
No Señor Juez, la verdad,
fue contra un costal de papa.