"Sí al terminar de ver este video crees que no existe nada ni nadie en la vida por quien luchar. Piénsalo de nuevo". Jorge Aliaga Cacho
Sociólogo - Escritor
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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/
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18 de septiembre de 2010
"En Libertad": Paco Peña e Inti Illimani
"Sí al terminar de ver este video crees que no existe nada ni nadie en la vida por quien luchar. Piénsalo de nuevo". Jorge Aliaga Cacho
A Triunfar con Susana Villarán
Jorge Aliaga y Sandro Mariátegui, padre del Amauta José Carlos Mariátegui en La Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Por Jorge Aliaga Cacho
A no bajar la guardia: compañeros, camaradas y amigos. Tenemos que asegurar el triunfo de Susana Villarán. Con la victoria empezaría el trabajo de gobierno municipal y la lucha, de un pueblo unido, para erradicar la corrupción de nuestro enfermo país. ¡No nos engañemos! La lucha será ardua y la derecha se defenderá: nos amenazará con sus policías, jueces y matones. Tenemos que estar dispuestos a dar la batalla. De ganar las elecciones municipales debemos de reafirmar el trabajo político y electoral con miras a las elecciones generales del próximo año. La unidad es indispensable. Ahora sabemos que el electorado de izquierda, en el Perú, es más fuerte de lo que muchos pensaban. No tenemos solamente un líder sino varios cuadros 'presidenciables' que deberán aprender a trabajar en la más solida unión. De no hacerlo seremos nuevamente castigados por nuestro propio pueblo. Susana Villarán, Ollanta Humala y Mario Huamán, tienen que aprender el trabajo unitario con miras a las elecciones presidenciales. De llegar el triunfo, este no será el de un singular partido político de izquierda, sino el triunfo del pueblo peruano en su conjunto. Desde el comienzo de la gestión municipal tenemos que detectar y castigar a los corruptos. Esa es la lacra social que castiga al país.
De ganar las elecciones generales esta nos dará la oportunidad para instaurar un Gobierno Popular que implemente una justa redistribución de la riqueza en el país. El APRA traicionó nuevamente al pueblo al facilitar que el rico se vuelva más rico y el pobre más pobre. Queremos inversión privada, sí, pero con respeto a las condiciones humanas de los trabajadores. Necesitamos un sistema de pago de impuestos por medio del cual todos contribuyan de acuerdo a la cantidad de sus ingresos. Grandes como pequeñas empresas, tienen que contribuir al fisco de una república nueva que será justa y equitativa con todos los peruanos y peruanas. Debemos de formalizar gradualmente a la economía informal y hacer programas de educación para los contribuyentes. Tenemos que dar un gobierno de felicidad para que todos los peruanos contribuyan al progreso de la patria. Estemos preparados: la derecha, enemiga del progreso de los pueblos, nos seguirá acusando de terroristas. Tenemos que estar listos para responderles y decirles que el pueblo ya no se deja engañar. El pueblo sabe distinguir a un socialista, o comunista, de un energúmeno terrorista.
El pueblo peruano sabe quiénes fueron terroristas y los supo distinguir tanto en las huestes del Sendero Luminoso y el MRTA, como en las fuerzas militares y paramilitares de las autoridades políticas. Es por ello que ahora sufren prisión de la libertad tanto el criminal Abimael Guzmán como los criminales Fujimori y Montesinos. Al pueblo ya no se le engaña con el cuco del comunismo o del socialismo. Los trabajadores saben que comunistas y socialistas, fueron José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Luciano Castillo, Juan Gonzalo Rose, Violeta y Gustavo Valcarcel, Pedro Huilca, Isidoro Gamarra, Raúl Acosta Salas, Jorge del Prado, Adela Montesinos, Gamaniel Blanco, Emiliano Huamantica, Avelino Navarro, y podríamos mencionar a miles de sus líderes, hombres y mujeres comunistas y socialistas, a lo largo y ancho del país, que se ganaron el cariño y el respeto del pueblo por su abnegada lucha en favor de la justicia social en el país. Ahora el miedo se acabó y los que tienen que temblar son los corruptos que el sistema protege y que tienen los días contados.
A no bajar la guardia. Tenemos que asegurar personeros en todas las mesas. Hago un llamado a esa hermosa juventud peruana que hoy está dando su apoyo a Fuerza Social para que se constituyan como personeros de FUERZA SOCIAL y se organicen para no permitir el fraude electoral. ¡Viva la unidad del pueblo peruano! Marchemos juntos con Susana a la victoria municipal y preparémonos para asumir el poder político, el próximo año, e inaugurar una nueva página en la historia peruana.
A no bajar la guardia: compañeros, camaradas y amigos. Tenemos que asegurar el triunfo de Susana Villarán. Con la victoria empezaría el trabajo de gobierno municipal y la lucha, de un pueblo unido, para erradicar la corrupción de nuestro enfermo país. ¡No nos engañemos! La lucha será ardua y la derecha se defenderá: nos amenazará con sus policías, jueces y matones. Tenemos que estar dispuestos a dar la batalla. De ganar las elecciones municipales debemos de reafirmar el trabajo político y electoral con miras a las elecciones generales del próximo año. La unidad es indispensable. Ahora sabemos que el electorado de izquierda, en el Perú, es más fuerte de lo que muchos pensaban. No tenemos solamente un líder sino varios cuadros 'presidenciables' que deberán aprender a trabajar en la más solida unión. De no hacerlo seremos nuevamente castigados por nuestro propio pueblo. Susana Villarán, Ollanta Humala y Mario Huamán, tienen que aprender el trabajo unitario con miras a las elecciones presidenciales. De llegar el triunfo, este no será el de un singular partido político de izquierda, sino el triunfo del pueblo peruano en su conjunto. Desde el comienzo de la gestión municipal tenemos que detectar y castigar a los corruptos. Esa es la lacra social que castiga al país.
De ganar las elecciones generales esta nos dará la oportunidad para instaurar un Gobierno Popular que implemente una justa redistribución de la riqueza en el país. El APRA traicionó nuevamente al pueblo al facilitar que el rico se vuelva más rico y el pobre más pobre. Queremos inversión privada, sí, pero con respeto a las condiciones humanas de los trabajadores. Necesitamos un sistema de pago de impuestos por medio del cual todos contribuyan de acuerdo a la cantidad de sus ingresos. Grandes como pequeñas empresas, tienen que contribuir al fisco de una república nueva que será justa y equitativa con todos los peruanos y peruanas. Debemos de formalizar gradualmente a la economía informal y hacer programas de educación para los contribuyentes. Tenemos que dar un gobierno de felicidad para que todos los peruanos contribuyan al progreso de la patria. Estemos preparados: la derecha, enemiga del progreso de los pueblos, nos seguirá acusando de terroristas. Tenemos que estar listos para responderles y decirles que el pueblo ya no se deja engañar. El pueblo sabe distinguir a un socialista, o comunista, de un energúmeno terrorista.
El pueblo peruano sabe quiénes fueron terroristas y los supo distinguir tanto en las huestes del Sendero Luminoso y el MRTA, como en las fuerzas militares y paramilitares de las autoridades políticas. Es por ello que ahora sufren prisión de la libertad tanto el criminal Abimael Guzmán como los criminales Fujimori y Montesinos. Al pueblo ya no se le engaña con el cuco del comunismo o del socialismo. Los trabajadores saben que comunistas y socialistas, fueron José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Luciano Castillo, Juan Gonzalo Rose, Violeta y Gustavo Valcarcel, Pedro Huilca, Isidoro Gamarra, Raúl Acosta Salas, Jorge del Prado, Adela Montesinos, Gamaniel Blanco, Emiliano Huamantica, Avelino Navarro, y podríamos mencionar a miles de sus líderes, hombres y mujeres comunistas y socialistas, a lo largo y ancho del país, que se ganaron el cariño y el respeto del pueblo por su abnegada lucha en favor de la justicia social en el país. Ahora el miedo se acabó y los que tienen que temblar son los corruptos que el sistema protege y que tienen los días contados.
A no bajar la guardia. Tenemos que asegurar personeros en todas las mesas. Hago un llamado a esa hermosa juventud peruana que hoy está dando su apoyo a Fuerza Social para que se constituyan como personeros de FUERZA SOCIAL y se organicen para no permitir el fraude electoral. ¡Viva la unidad del pueblo peruano! Marchemos juntos con Susana a la victoria municipal y preparémonos para asumir el poder político, el próximo año, e inaugurar una nueva página en la historia peruana.
17 de septiembre de 2010
Un clavel para Violeta
Por César Lévano (Diario "La Primera" de Lima)
Ha muerto Violeta Valcárcel, la musa y compañera de lucha del poeta Gustavo Valcárcel. Fue ella una de las mujeres que en días de oprobio se lanzaron a la lucha por la justicia y la libertad, y la enlazaron con una pasión de cultura.
Violeta fue aprista desde muy joven, en días en que eso significaba vivir peligrosamente. Casó con Gustavo, el principal exponente del grupo conocido como los Poetas del Pueblo, muy cercanos al Partido Aprista. De esa pléyade formaban parte también Guillermo Carnero Hoke, Luis Carnero Checa, Eduardo Jibaja, Manuel Scorza. En algunos, la poesía era más bien discurso político y proclama dolida.
Gustavo fue el que mejor afinó el instrumento lírico. Gonzalo Rose, poeta cabal, había roto con el APRA cuando los búfalos agredieron a un puertorriqueño que en la Universidad de San Marcos defendía la independencia de Puerto Rico.
Vino luego el cuartelazo de Manuel Odría. El APRA fue lanzada a la clandestinidad. Gustavo y Violeta marcharon al destierro. Primero anclaron en Guatemala, donde gobernaba el coronel Jacobo Árbenz, quien cometió el crimen de emprender una reforma agraria que afectaba a la empresa yanqui United Fruit, “mamita Yunai”. Los gringos lo derrocaron, en 1954. Violeta y Gustavo huyeron a México.
Violeta se involucraba así en el torbellino de América. En la capital azteca atravesó etapas de honda pobreza, de hambre, que inspiraron el poema “Carta a Violeta”, que empieza así: “Te escribo desde tu propio hogar, / Ciudad de México, 19 de noviembre, / enfermo como estoy en nuestra cama vieja”.
Y más adelante:
“Después de tantos meses de silencio
sentí esta mañana el deseo de escribirte
de escribirte una cosa muy sencilla:
para tanto amor, hemos sufrido poco,
para tanto amor, hemos hablado poco,
para tanto amor, no hemos vivido nada”.
Gustavo, Violeta, eran jóvenes. La represión los arrojó del suelo patrio. A otros nos encerró en cárceles, panóptico, isla.
En México, el hogar de los Valcárcel fue asilo para otros peruanos. Luis de la Puente, aprista y profundamente católico; Juan Gonzalo Rose, ardiente marxista, dormían en una misma chaise-longue. Una noche, Rose planteó a los Valcárcel la voz de orden: “Si ya no son apristas, ¿por qué no se hacen comunistas?”.
A veces, otro refugiado, Ernesto Che Guevara, llegaba hasta allí.
En el salón El Caballito, en la Plaza de la Revolución azteca, solían conversar con unos jóvenes cubanos que tramaban una revolución. Fidel Castro los encabezaba.
Diego Rivera, el muralista enorme, pintó un retrato de Violeta. Allí la frágil, bella, imperecedera Violeta, seguirá escuchando a Gustavo:
“Vivir -¿Me oyes?-, vivir un día, un día nuevo
en el que nadie nos persiga
ni nadie nos embargue
ni se nos corte la luz por unos pesos”.
Para tanto amor, la luz persiste.
Ha muerto Violeta Valcárcel, la musa y compañera de lucha del poeta Gustavo Valcárcel. Fue ella una de las mujeres que en días de oprobio se lanzaron a la lucha por la justicia y la libertad, y la enlazaron con una pasión de cultura.
Violeta fue aprista desde muy joven, en días en que eso significaba vivir peligrosamente. Casó con Gustavo, el principal exponente del grupo conocido como los Poetas del Pueblo, muy cercanos al Partido Aprista. De esa pléyade formaban parte también Guillermo Carnero Hoke, Luis Carnero Checa, Eduardo Jibaja, Manuel Scorza. En algunos, la poesía era más bien discurso político y proclama dolida.
Gustavo fue el que mejor afinó el instrumento lírico. Gonzalo Rose, poeta cabal, había roto con el APRA cuando los búfalos agredieron a un puertorriqueño que en la Universidad de San Marcos defendía la independencia de Puerto Rico.
Vino luego el cuartelazo de Manuel Odría. El APRA fue lanzada a la clandestinidad. Gustavo y Violeta marcharon al destierro. Primero anclaron en Guatemala, donde gobernaba el coronel Jacobo Árbenz, quien cometió el crimen de emprender una reforma agraria que afectaba a la empresa yanqui United Fruit, “mamita Yunai”. Los gringos lo derrocaron, en 1954. Violeta y Gustavo huyeron a México.
Violeta se involucraba así en el torbellino de América. En la capital azteca atravesó etapas de honda pobreza, de hambre, que inspiraron el poema “Carta a Violeta”, que empieza así: “Te escribo desde tu propio hogar, / Ciudad de México, 19 de noviembre, / enfermo como estoy en nuestra cama vieja”.
Y más adelante:
“Después de tantos meses de silencio
sentí esta mañana el deseo de escribirte
de escribirte una cosa muy sencilla:
para tanto amor, hemos sufrido poco,
para tanto amor, hemos hablado poco,
para tanto amor, no hemos vivido nada”.
Gustavo, Violeta, eran jóvenes. La represión los arrojó del suelo patrio. A otros nos encerró en cárceles, panóptico, isla.
En México, el hogar de los Valcárcel fue asilo para otros peruanos. Luis de la Puente, aprista y profundamente católico; Juan Gonzalo Rose, ardiente marxista, dormían en una misma chaise-longue. Una noche, Rose planteó a los Valcárcel la voz de orden: “Si ya no son apristas, ¿por qué no se hacen comunistas?”.
A veces, otro refugiado, Ernesto Che Guevara, llegaba hasta allí.
En el salón El Caballito, en la Plaza de la Revolución azteca, solían conversar con unos jóvenes cubanos que tramaban una revolución. Fidel Castro los encabezaba.
Diego Rivera, el muralista enorme, pintó un retrato de Violeta. Allí la frágil, bella, imperecedera Violeta, seguirá escuchando a Gustavo:
“Vivir -¿Me oyes?-, vivir un día, un día nuevo
en el que nadie nos persiga
ni nadie nos embargue
ni se nos corte la luz por unos pesos”.
Para tanto amor, la luz persiste.
14 de septiembre de 2010
Edith Piaf
Edith Giovanna Gassion (su nombre de pila) nació un 19 de diciembre del año 1915 en el barrio parisino de Belleville. Dice la leyenda que bajo una farola del número 72 de la calle del mismo nombre de este barrio popular y emblemático de París.
Por Jorge Aliaga Cacho
Escuché por primera vez cantar a Edith Piaf allá por los años ochenta. Su pequeña figura, aparecida en las pantallas de la televisión británica, me cautivó y su dramática expresión quedó grabada en mi memoria para siempre. Algo así como cuando sucede con un amor que jamás se borra de la memoria. Vestida siempre de negro, ojos tristes, daba la impresión de lanzar con su canto desgarradoras denuncias. Sus canciones eran tan tristes como su vida misma. Su nombre verdadero fue Édith Giovanna Gassion. Su padre fue, Louis Gassion (1881-1944), artista de la calle, acróbata, nacido en Normandía, con quien Edith trabajaría desde muy niña: en estaciones de trenes o lugares de concurrencia pública en todo Paris. Gassion, en la opinión de Simone Berteaut, hermanastra de Piaf, no era un mal tipo: ‘era solo un mujeriego que nunca rechazó una invitación para que probará su hombría’. En realidad Louis Gassion no podía identificar a todos sus hijos porque muchas de sus amantes no estaban seguras si Gassion habría sido el padre de sus vástagos. Él tuvo más de diecinueve hijos. Reconoció a varios que no eran suyos pero también desconoció a muchos que sí tuvieron su paternidad.
La madre de Edith Piaf fue Annetta Giovanna Maillard (1895-1845), de descendencia francesa e italiana. Nació en la ciudad porteña de Livorno y trabajaba, como cantante, en un café de París con el nombre artístico de Line Marsa. Cuando Louis Gassion y Line Marsa trajeron al mundo a Edith, Francia atravesaba un periodo de guerra. Era difícil combatir el frío, sin café, sin vino y gran escasez de pan. En esas circunstancias Line Marsa le dijo a Gassion: ‘aquí está, ya llegó, el dolor es insoportable, estoy en agonía, el bebe llega, Louis’. Así la pareja se apuró como pudo en busca de auxilio pero solo pudieron llegar a las inmediaciones de un poste de alumbrado de gas. ‘Déjame aquí’, imploró Line Marsa, ordenando a Gassion que pidiera ayuda a los policías, que se encontraban en un puesto cercano, para que pidieran la asistencia de una ambulancia pública.
‘Mi mujer está dando a luz en la calle’ gritó Gassion a los policías y el jefe de bigote cano respondió por sola palabra: ‘¡Dios!’ Inmediatamente ordenó a sus subalternos sacarse las capas y convertirse en calificadas matronas. Así nació Edith Piaf, bajo la luz de una lámpara de gas, frente al número 72 de rue de Bellevile sobre las capas de la policía parisién. El calendario marcaba el 15 de diciembre de 1915. Se dice que Edith Piaf, al poco tiempo, fue abandonada por sus padres y que vivió por un corto periodo con su abuela materna. Pronto Gassion se enrolaría en el ejército francés para combatir en la Primera Guerra Mundial. En esas circunstancias, antes de enrolarse, Gassion encargó a su madre, que administraba un burdel en Normandía, para que cuidase de su pequeña hija. En el burdel la niña Piaf tuvo los mimos y los juegos de las prostitutas normandas y quién sabe si una que otra extranjera.
A la edad de nueve años Edith empieza su carrera de artista de la calle. Gassion quiso que la pequeña fuera acróbata pero la condición física de la niña hizo que Gassion abandonase ese propósito y, más bien, le encomendase la tarea del canto, como entremés, para sus funciones de circo: ‘esta chica tiene todo el talento en la garganta y nada en las extremidades’ se decía Gassion al tiempo que le hacía pasar el sombrero a la exigente audiencia parisién.
Quedó atrás su niñez vivida bajo la tutela de prostitutas. Ahora, Edith se reencontraba con su hermana menor, Simone, quien tenía apenas doce años y trabajaba en una fábrica, diez horas diarias. Su salario era de ochenta y cuatro francos semanales. Edith le aconsejó a Simone que trabajara con ella en las calles de París haciendo saltos mortales y otras acrobacias que Simone había aprendido de su padre, Louis Gassion.
Edith Piaf poseía una voz tan potente que estremecía las calles y era más fuerte que el tráfico que atravesaba la ciudad. Antes de cantar le decía a su audiencia que iría a cantar tan fuerte que su voz se oiría: ‘en todo París, en la Torre de Eiffel’ y que todas las ventanas de la ciudad se abrirían para escucharla cantar. En efecto la audiencia comprobaría la fuerza de su voz y empezaría a arrojar monedas para la artista de la calle. Así, Edith y Simone, con la ayuda de un instrumento de cuerdas recorrieron todas las calles de París desde Passy hasta Montreuil.
A los diez y seis años se enamora de Louis Dupont, un portapliegos, y a los diecisiete alumbra a su única hija, Marcelle. quien muere de meningitis a la edad de dos años. Edith abandonaba a Marcelle para salir a trabajar a la calle. La criatura quedaría al cuidado de Dupont hasta el día de su muerte. Su siguiente amor fue un proxeneta, de nombre Alberto, que le cobraba una comisión de lo que ella ganaba, producto de su canto, a cambio de no forzarla a entrar en el ‘negocio’ de la prostitución.
Nadia, una amiga de Piaf, cometió suicidio cuando los proxenetas la acosaban para que vendiera su cuerpo en las calles de París. Edith Piaf, en reacción a la muerte de la amiga, decidió terminar la relación con Alberto y este como respuesta estuvo a punto de darle un tiro en la cabeza.
A mediados de los años treinta el talento artístico de Piaf fue descubierto en el area de Pigalle, en París. Su ‘descubridor’ fue Louis Lepplée, el dueño de un club nocturno frecuentado por público de todas las clases sociales. Leplée fue quien le dió el nombre artístico de La Mome Piaf, "El Pequeño Gorrión", seguramente inspirado por la voz y la estatura de Piaf que solo medía un metro con cuarenta y dos centímetros.
Lepplée fue asesinado el año de 1936 y Piaf fue acusada de participar en este crimen pero pronto salió absuelta. Luego de una campaña para limpiar su nombre y relanzarla a la vida artística, en 1940, empieza a conocer a influyentes personas como Jean Cocteau con quien actúa en una obra teatral de un acto: “Le Bel Indifférent”. También conoció a Chevalier y a la poetisa Jacques Borgeat quien escribiera la letra de varias de sus canciones y colaborara con los compositores que trabajaban para Edith.
Piaf fue amor y mentora de Yves Montand. Al año de esta relación Montand fue uno de los más famosos cantantes de Francia. Cuando Montand alcanzó tanta fama como su mentora la relación llegó a su fin. En 1949, Edith Piaf, se casó con el campeón de boxeo, Marcel Cerdan, quien murió a los pocos meses en un accidente aéreo. Luego vendrían las giras internacionales. Piaf triunfaba en París. Al finalizar la guerra Piaf hace una gira por Europa, Estados Unidos y Sur América. Así empieza su fama internacional.
Muy pocos saben, o recuerdan, que Eidth Piaf pasó por el Perú. En Lima compró algunos discos y de uno de ellos sacó para su repertorio un vals peruano: “Que nadie sepa mi sufrir” que se convirtió en un hit musical a nivel mundial con el título de “La foule”. El año 1950 apoyó la carrera artistica de Charles Aznavour a quien lo incluyó en su gira artística en Francia y en los Estados Unidos. El mismo año hizo lo propio con el argentino, miembro del Partido Comunista de su país, Héctor Roberto Chavero, más conocido como Atahualpa Yupanqui. En su gira a los Estados Unidos primero la rechazaron por expresar en su canto la psicología, la expresión artística, de pueblo oprimido al que pertenecía.
En 1952, Piaf contrajo nupcias con el cantante, Jacques Pills, su dama de honor fue Marlene Dietrich. La unión terminó en 1956. Luego vino una alentadora crítica en un prominente diario ‘newyorkino’, Edith Piaf crecía en fama y, definitivamente, se internacionalizaba. Se presentó ocho veces en “The Ed Sullivan Show” y llenó en dos oportunidades el “Carnegie Hall”, en los Estados Unidos, en 1956 y 1957. Y desde luego el “Paris Olympia”, de su ciudad natal, el más prestigioso centro parisien, donde actuó los años 1955, 1956, 1958, 1961, 1962.
En 1962, Edith Piaf, se casa con Theo Sarapo, el peinador griego, veinte años menor, que se convertiría luego en actor y cantante. Con él, Piaf, dejó algunas últimas producciones. A Edith Piaf la acusaron de traidora por haber actuado en algunos shows organizados por las fuerzas de Hitler. Sin embargo ella confesó haber estado trabajando para la Resistencia Francesa. Existe evidencia de que, Piaf, ayudó a varios, incluyendo a un judío, a escapar de la persecución fascista. Edith Piaf estuvo en amores con un pianista judío. También obtuvo una oportunidad para tomarse fotografías con los prisioneros de guerra franceses quienes usaron estas fotos para falsificar pasaportes y huír de la represión Nazi. También es concido que es co-autora de una canción protesta compuesta con Marguerite Monnot.
Edith Piaf murió de cáncer a la edad de cuarenta y siete años. El 11 de octubre de 1963. El Arzobispo de París le prohibió un funeral masivo. Sin embargo el pueblo francés respondió saliendo a las calles de París en procesiones que sobrepasaron las cien mil personas. Edith Piaf está enterrada en el cementerio Père Lachaise junto a su hija Marcelle. Alguna vez escuché decir que Edith Piaf había sido militante del Partido Comunista Francés. No puedo asegurarlo. Pero eso queda como tarea para los historiadores e investigadores sociales. De todas formas, Edith Piaf, es una de las grandes manifestaciones artísticas de nuestro pueblo.
El vals peruano fue compuesto por los argentinos Ángel Cabral y Enrique Dizeo. quienes lo compusieron en 1936. De la década del treinta al cincuenta este género musical fue muy popular, recordemos los valses tangueados. Artístas como Julio Jaramillo y Maria Dolores Pradera, lo hicieron popular. La versión francesa data de 1957 pero utiliza solo la música original. La letra es del francés Michel Rivgauche, titulada, La Foule. Fue cantada por el francés Raquel Bitton.
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