Sociólogo - Escritor

El material de este blog es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformarnos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya al periodismo independiente. Es tuyo.

"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

17 de septiembre de 2024

Alcides Arguedas

Por César Vallejo

Señalo al más alto escritor de Bolivia, autor de la hercúlea 'Raza de bronce', andinista de basto y hacha, en cuya pluma engrámpanse cólera y amores, latidos estelíferos de oráculol aimara. Señalo al hombre pleno, colodrillo, de foscos remolinos, pies de Zaratustra, boca donde el glóbulo rojo logra una credencial de doble pliego abierto: el comando y el ensueño.

Alcides Arguedas es uno de los genunios representantes de Europa de la cultura

Alcides Arguedas

Alcides Arguedas es uno de los genuinos representantes en Europa de la cultura de América Hispana. Comido de la yerba de la jalca, yerba apétala, toda raíz únicamente, la uránica yerba de la altura, Arguedas enasta en sí, desde hace unos diez años, la agitación entera de su pueblo. Ha sido político, diputado por La Paz, diplomático, periodista, y en todo momento ha ezquerdeado siempre, ha frenteado a los más, ha seguido la cola del bello monstruo alado: la Quimera.

Le hallé una tarde en plena función consular, en su despacho de Consúl General de su país en Francia. Con su cránero indígena, sus cuarenta años y su acento ventoso de pastor de vicuñas, de golpe dice: rayo, o airampo, o mucho cielo. Le he visto y me he sentido en mi dulce cadena de montañas. Todo nuestro diálogo pica y pica en las nieves titánicas de América:

- ¡Y Federico More! -me dice exaltándose- ¡Qué nuestro! ¡Qué grande! ¡Qué andino! Respecto de él conservo una triste impresión. Hace algunnos años, una delegación universitaria del Perú, que visitaba Bolivia, estuvo en mi casa de La Paz, a saludarme. No sé con que motivo vino en conversación el nombre de More, yo le alabé cuando merece. Mas los jóvenes estudiantes protestaron:''¡Le rogamos no pronunciar ese nombre de infamia!''. Tal era una juventud universitaria.

Yo le respondo al punto:

-¡Mentira! Hablan a ciegas. Ni de lejos han leído a More. El chauvinismo endémico. No juzgan. Mienten. Esa no es la verdadera juventud peruana. La juventud peruana es otra. Ya la conocerá Ud.

Pasamos a homeridas. Conoce a Percy Gibson, a José María Eguren. Luego damos tres pasos alternados:

-¿Sobre 'Raza de bronce' ?

Sí -me dice- Sobre 'Raza de bronce'. Uno de mis amigos de España, Gabriel Alomar, escribió en 'Los lunes literarios' de 'El Imparcial' de Madrid un artículo por demás elogioso sobre ese libro, mal editado, con muchas faltas, durante mi ausencia de La Paz.

-¿Lo reedita Ud. en Europa?

-Sí. A causa de la feliz circunstancia de haber estado a poco don Rafael Altamira en París, este caballero se brindó a tomar como faena suya una nueva edición de aquel volumen.

-¿Cuándo aparecerá?

-En enero, seguramente. Llevará prólogo de Rafael Altamira.

Sigue una placa astronómica de comentarios sobre letras, ambiciones, camaradería y entusiasmos a barreta y hélice. Correos gruesos primales, cordializa el timbre de los verbos; la primera persona de estos sube y sube diademándose.

-Cortesías. Propósitos. Arguedas:

- Me quedaré del todo en París. Quizás para siempre. ¿Y usted?

¿Yo?...(¿Me ha dolido el corazón?).


('El Norte'. Trujillo, 15 de abril de 1924)


Aristóteles

Por Jorge Aliaga Cacho

Aristóteles de Stageira (384 - 322) era hijo de un médico de guardia del rey macedonio Amintas. Desde su juventud, Aristóteles fue instruido por su padre sobre los principios científicos de su arte, biología e investigaciones empíricas.

A la edad de dieciocho años Aristóteles llegó a Atenas e ingresó en la Academia donde permaneció dos décadas hasta la muerte de Platón. Más tarde, incapaz de someterse a Spensipo, cuyas teorías diferían fundamentalmente de las suyas, decidió fundar una sucursal de la Academia en Aso, en Troas, que Hermias, el gobernante de Aterneo, había presentado a los platónicos. Aquí, Aristóteles pasó tres años enseñando y ganándose la amistad del príncipe gobernante e influyendo en él política y éticamente. Hermias, el gobernante de Atarneo, le dio a Aristóteles, en matrimonio, a su simpática hija adoptiva. Al año siguiente, Felipe de Macedonia lo invitó a Pella para supervisar la educación de su hijo Alejandro.

Podemos apreciar cómo la vida de Aristóteles siempre estuvo ligada a la vida de los gobernantes. Por tanto, sus ideas sobre las mujeres, los niños y los esclavos estaban influenciadas por la clase dominante. Aristóteles, consideraba "superiores" a quienes ocupaban cargos públicos, eran de "buena cuna" o propietarios. Según Aristóteles, los "superiores" tienen las cualidades morales de justicia y coraje; un alto nivel de cultura y educación. En su opinión, ellos eran los que debían participar en el funcionamiento de un Estado cuyo objetivo era garantizar la "buena vida". (Aristóteles, ''La Política'', página 193, Penguin).

Aristóteles escribió: "Los grupos superiores siempre serán mejores en educación y capacidad, pero también debe considerarse la superioridad numérica de otros sectores de la población". Nos preguntamos si Aristóteles, temería una rebelión de los "inferiores" cuando consideró su importancia numérica. Además, deberíamos preguntarnos: si las clases 'bajas' tenían acceso a la educación o a ocupar cargos públicos. La respuesta a ambas preguntas es no.

(Jorge Aliaga Cacho es sociólogo, graduado con honores por la Universidad de Glasgow, Escocia, Gran Bretaña).

(Ensayo completo, versión en inglés: https://jorgealiagacacho.blogspot.com/2024/09/aristotle.html)

16 de septiembre de 2024

CON EL CONDE DE LEMOS

Por César Vallejo

Abraham Valdelomar

Salimos de las oficinas de la redacciòn de 'Mundo Limeño'.

En el eléctrico, a los parques de la Exposición.

Vamos a la orilla de verdes alamedas. El Conde sentado a mi lado, me conversa, envolviendo su frase en un gris confidente y desvaído.

     - Ya ve usted -me dice- hay tantas gentes imbéciles. Yo tengo que huir de tantas...

Y sorprendiendo numerosos ojos que absortamente nos observan, agrega, como si fuera a escapar de una mazmorra oscura: -Hoy leeremos algunos capítulos de mi libro sobre Belmonte.

Yo, después, persiguiendo todas las líneas de tan raro temperamento, le inquiero sobre su viaje al norte; le digo que esa gira será fecunda; que en especial podría aprovecharla en suscitar, rudimentariamente siquiera, el criterio artístico en esos pueblos, por medio de numerosas conferencias.

En el Paseo Colón, al bajar, de nuevo hay curiosos que nos atisban y cuchichean.

El Conde se lleva olimpicamente sus enormes quevedos a sus ojeras que recientes ''cuidados pequeños'' subieron su tono.

     Y luego reanuda la charla:

     - Vaya usted a ver como todo el mundo los admira. ¡Oh, esto es horrible!

Valdelomar, al hablar así, se refiere a los seudo-literatos; a esos que por su dinero o posición, se creen capacitados para hacer un soneto o publicar un libro. Acalorado, y derramando piedad para estos en el desdén danunziano de una pose trágica, me cuenta sus luchas con los prejuicios, con la obesidad ambiente, con las vacías testas ''consagradas''.

Descubiertas nuestras frentes al aliento de la tarde, el autor de ''El Caballero Carmelo'' se pone a leer, y yo escucho con íntima fruición los primeros trozos del próximo libro que, tomando al Fenómeno como pretexto, será una de las obras más serias y más robustas de Valdelomar. Una explicación originalísima de la ley del ritmo universal, valiéndose de un pasaje pitagórico, y una disecación luminosa del mito romántico del Genio, sobre la base de la naturaleza orquestónica del ritmo.

     -¡Estupendo! ¡Conde! ¡Soberbio!

     Y él sonrié; y yo emplazo: ¡Es necesario que usted dé a  los periódicos esto, antes de la edición!

     Y siempre afilando un gesto de tedio en las comisuras de sus labios pálidos, me responde: ¡Pero si no me comprenden!...

     Una pausa dolorida. Los autos y los coches y las gentes, toda la grosera grita urbana llega a rasguñar el hábito sentimental de un orgullo desolado.

Entre el humo de un cigarrillo, los boscajes se secan al crepúsculo amarillo; y el día estival se vuelca en el espacio infinito, como una hornada fantasmagórica y sangrienta.

     -Es necesrio, pues, una agrupación -exclama el Conde- una agrupación de lo mejor del país, que sintetizando las mayores energías nacionales, imponga una nueva y más sana orientación intelectual, y que haga luz en la presente inmoralidad artística creada y mantenida por esos malos hombres!...

     Oh, la labor de Colónida me disparo yo, exaltado y admirativo,. Felizmente ella tuvo la virtud de crear con sus tres únicos números, un sistema de valores nuevos, triturando muchas momias y fantoches, y mostrando ante el país a los verdaderos, hasta entonces negados y oscuros. Colónida hizo mucho. ¡Debería reaparecer! Seamos abnegados; Y, sobre todo, tengamos fe. Hay más de medio campo ganado; esto está en todas las conciencias. Y sabemos ya quienes somos todos...

     -Ah, sí -afirma enfáticamente el Conde-, tal es mi propósito. Y tal es uno de los motivos de mi gira en toda la República. Formar un especie de federación intelectual, con los mejores elementos de todo el Perú; y publicar una revista, órgano de esta nueva fuerza espiritual, que acaso será la misma Colónida...

Hemos dejado los jardines, y regresamos. El jirón central está en su hora. La noche gana. Las confiterías iluminadas, los lujosos coches particulares, los dandys y las mujeres bonitas, en el momento más amable, frívolo y elegante y sobre todo más democrático de la vida limeña.

     Tornamos ya con otro tono, Valdelomar trae una cara más lozana, bajo su grueso sombrero de invierno. Al llegar al Palais, volvemos a los talleres de 'Mundo Limeño' Y me advierte el Conde de Lemos, con una sonrisa de fina ironía que acaso es lamento.

      -''¿Cuánta gente que no piensa, no?''.


(La Reforma, Trujillo, 18 de enero de 1918.)

15 de septiembre de 2024

Las Mujeres de París


Por César Vallejo
(París 1924)

Para el neomundial que por primera vez visita París, hay una cosa en la gran urbe, que él, más que ningún otro, constata de inmediato: la escasa población infantil. Caminará por las opulentas avenidas; verá la recova divina de siglos en el Louvre; irá a los paseos lacustres; se sentará a la diestra de los palacios trascendentales y casi metafísicos; expectará a Molière en la Comedia Francesa; verá las olimpiadas en Longchamps, mas pocas veces oirá reír o llorar a un niño. En los hall de los hoteles y las residencias particulares, se aomará de mañana o de tarde, y será rara una vocecilla. una carrera, un berrido de gracia e inocencia.

París, desde este respecto, es árido y desolado. La mujer, por lo general, en medio de su jolgorio de boulevard, da una extraña impresión de esterelidad. Si sonrié lo hará mostrando un rictus negativo, del cual acaso a desaparecido toda señal humana de mujer. Ella parece haber violentado el ritmo espiritual de su sexo, hacia un rol desconocido en la vida del hogar. Trabaja al lado del hombre en el bureau, en el taller, en la fábrica, en la campaña, y, de esta manera, vive las mismas preocupaciones y luchas por la existencia que él, en las que para nada entra el instinto angular frente a la especie, el regazo gentilicio. el pectoral arranque matriz, Se supera o se rebaja, no se sabe; pero se desnaturaliza.

Un médico de América me decía:

-En París la mujer ya no es mujer. Tiene horror a ser madre. Esto es escalofriante.

Yo le respondo:

- Es la misera.

- No hay miseria mayor que la de Rusia y Alemania: y sin embargo, en Rusia y en Alemania la natalidad supera actualmente en un setenta por ciento a la de Francia.

- Entonces es la civilización...

El doctor se hecha a reír. Repongo:

- Entonces es la raza.

No atino a explicarme. Mi amigo tampoco. Me dice él en crudo:

- Oiga usted. Yo soy médico y visito los hospitales de París. Yo conozco esto. Hay mujeres aquí que para procurarse un aborto pagan miles de francos.

Recuerdo entonces a miseras mujeres de América, que dan su vida por la vida del hijo que llevan todavía en las entrañas. El médico me arguye.

- Eso es primitivo, brutal, antiestético, feo. Los griegos de Alejandría no comprenderían semejante atentado a la euritmia e integridad del mármol femenino.

-Entre la Manca de Milo y una madre que da a dos manos el seno a su bebé, yo, naturalmente, me inclino ante ambas. las dos cosas puede ser la mujer, al mismo tiempo.

(El Norte, Trujillo, 4 de abril de 1924)