Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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15 de septiembre de 2024

Las Mujeres de París


Por César Vallejo
(París 1924)

Para el neomundial que por primera vez visita París, hay una cosa en la gran urbe, que él, más que ningún otro, constata de inmediato: la escasa población infantil. Caminará por las opulentas avenidas; verá la recova divina de siglos en el Louvre; irá a los paseos lacustres; se sentará a la diestra de los palacios trascendentales y casi metafísicos; expectará a Molière en la Comedia Francesa; verá las olimpiadas en Longchamps, mas pocas veces oirá reír o llorar a un niño. En los hall de los hoteles y las residencias particulares, se aomará de mañana o de tarde, y será rara una vocecilla. una carrera, un berrido de gracia e inocencia.

París, desde este respecto, es árido y desolado. La mujer, por lo general, en medio de su jolgorio de boulevard, da una extraña impresión de esterelidad. Si sonrié lo hará mostrando un rictus negativo, del cual acaso a desaparecido toda señal humana de mujer. Ella parece haber violentado el ritmo espiritual de su sexo, hacia un rol desconocido en la vida del hogar. Trabaja al lado del hombre en el bureau, en el taller, en la fábrica, en la campaña, y, de esta manera, vive las mismas preocupaciones y luchas por la existencia que él, en las que para nada entra el instinto angular frente a la especie, el regazo gentilicio. el pectoral arranque matriz, Se supera o se rebaja, no se sabe; pero se desnaturaliza.

Un médico de América me decía:

-En París la mujer ya no es mujer. Tiene horror a ser madre. Esto es escalofriante.

Yo le respondo:

- Es la misera.

- No hay miseria mayor que la de Rusia y Alemania: y sin embargo, en Rusia y en Alemania la natalidad supera actualmente en un setenta por ciento a la de Francia.

- Entonces es la civilización...

El doctor se hecha a reír. Repongo:

- Entonces es la raza.

No atino a explicarme. Mi amigo tampoco. Me dice él en crudo:

- Oiga usted. Yo soy médico y visito los hospitales de París. Yo conozco esto. Hay mujeres aquí que para procurarse un aborto pagan miles de francos.

Recuerdo entonces a miseras mujeres de América, que dan su vida por la vida del hijo que llevan todavía en las entrañas. El médico me arguye.

- Eso es primitivo, brutal, antiestético, feo. Los griegos de Alejandría no comprenderían semejante atentado a la euritmia e integridad del mármol femenino.

-Entre la Manca de Milo y una madre que da a dos manos el seno a su bebé, yo, naturalmente, me inclino ante ambas. las dos cosas puede ser la mujer, al mismo tiempo.

(El Norte, Trujillo, 4 de abril de 1924)

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