Gabriela Mistral en Lima Foto: Biblioteca Digital de Chile |
Por Jorge Aliaga Cacho.
Gabriela Mistral nació el 7 de abril de 1889, en la ciudad de Vicuña, Coquimbo, Chile. Fue hija de Juan Jerónimo Godoy y Petronila Alcayaga, quienes la bautizaron con el nombre de Lucila.
El año de su nacimiento, 1889, se inaugura el Instituto Pedagògico lo que me hace pensar que nuestra Gabriela naciò con una estrella pedagògica. Su padre, que la abandonarìa al cumplir tres años de edad, era profesor rural como lo fue tambièn su hermanastra, que ejercìa el magisterio en, Vicuña; y quien fuera la que le enseñara las primeras letras.
Al cumplir 15 años de edad, en 1904, Gabriela Mistral, colabora en el periòdico ''Coquimbo'', de La Serena, usando los seudònimos: ''Alguien'', ''Soledad'' y ''Alma''. Algo similar harìa el ilustre pensador peruano Josè Carlos Mariàtegui, autor de ''Los 7 ensayos de interpretaciòn de la realidad peruana'', nacido en 1896. Mariàtegui, a los 15 años de edad, filtrarìa una nota periodìstica suya en el diario ''La Prensa'' de Lima, en el cual trabajaba como portapliegos.
Esta era una època en la que los escritores y poetas se recurseaban, trabajando en el periodismo, para ahorrar y hacer posible alguna publicaciòn futura.
1889, el año del nacimiento de Gabriela Mistral, es tambièn el año que Ruben Darìo, autor de ''Azul'', luego de una fructifera labor literaria, inspirada por su estadìa en Chile, dejaría ese paìs que admiraba tanto y al cual pensaba volver si el destino se lo permitìa. Darìo, sin embargo, continuarìa colaborando en periòdicos de Santiago y Buenos Aires.
El año 1889, Darìo se enrumba, desde Valparaíso a bordo del 'Cachapoal', hacìa nuevos destinos.
Igualmente, el futuro de nuestra Gabriela Mistral, como veremos, estarìa signada por un destino viajero. A los quince años, empieza a trabajar en la Escuela de La Compañía, aldea vecina a Vicuña. A los 17 años, conoce a Romelio Ureta, empleado ferroviario con quien sostiene un romance. Mientras tanto, da clases en la escuela de La Cantera. Su fama empieza, en 1914, al ganar los Juegos Florales por sus Sonetos de la muerte, inspirados en el suicidio de, su joven amante, Romelio Ureta.
Ocho años despuès, Mistral, publicarìa su primer libro de poemas, Desolación (1922). Luego le siguieron: Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954) y otros. Gabriela Mistral fue Inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena, y fue una sobresaliente educadora.
Desde el año de 1910, Gabriela Mistral, empieza un periplo educacional que la llevarìa a Traiguén, Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas, Temuco y Santiago. Luego se dirigirìa a Mèxico, Estados Unidos y Europa, con el objetivo de estudiar las metodologìas educativas de los países que visitaba.
Los viajes que realizaban los escritores e intelectuales de la època no eran viajes de turista, como los que realizan hoy en dìa, para tomarse una foto en el mismo lugar que conocieron en una tarjeta postal.
El año anterior al nacimiento de Gabriela Mistral nació en el Perù el Abraham Valdelomar, exquisito narrador iqueño, que vio la luz el 27 de abril de 1888.Valdelomar, más tarde, lideraría un grupo de excelsos jòvenes literatos reunidos en el grupo ''Colònida''. En ese grupo se combinaron dotes literarias con actividad periodìstica. En Colónida estuvierón, entre otros: jòvenes como Alfredo Gonzàles Prada, Federico More, Pablo Abril de Vivero, Josè Carlos Mariàtegui, Cèsar Vallejo, Percy Gibson. Luego veremos como Gabriela Mistral entrarìa en contacto con ciertos escritores cercanos al grupo Colònida.
A todos los lugares donde viajaba, Mistral, llevaba la voz de la maestra que se declaraba anti-oligárquica, anti-imperialista y emancipadora, poniendo enfasis en las luchas de reinvindicaciòn de los derechos indìgenas y de las mujeres. Sin olvidar, desde luego, su aporte a las luchas por el derecho al sufragio de las mismas.
Por esta època, Mistral observa los juicios de tierras de los Mapuches y concluye que: 'los Mapuches si saben defender su tierra'.
Mistral no fue solamente una poeta sino también una gran pensadora. Ella, por ejemplo, observò como los griegos habìan creado estatuas, con una fisonomìa y anatomìa del hombre griego clàsico, que no fueron de orìgen biogràfico sino que, los griegos, idearon la forma, buscando la mejor nariz y la mejor boca, o las mejores extremidades, para formar, como en un rompe cabezas, la belleza del perfil griego que nos hicieron admirar.
Mistral, nos hace ver esa realidad y, sanciona que los amerindios tambièn pudieron haber buscado la mejor nariz entre sus congèneres, los profundos ojos del indio quechua, la talla del indio norteamericano o el patagòn, etc., para formar un prototipo del indio americano. Casi todas las esculturas griegas, todavía la de los bustos históricos, nos dice Gabriela Mistral, no son biográficas y, aunque lo diga a veces un hombre ilustre, son imaginativas. Haciendo lo mismo, nos dice Mistral, los criollos no hubieran sentido la necesidad de menospreciar al hombre quechua. Recordemos que en aquella època, y como lo es tambièn ahora, la poblaciòn quechua en el Perù era numericamente muy importante. Es de presumir, entonces, que cuando Mistral elaboraba su pensamiento, indudablemente pensaba en el indìgena peruano y su cultura milenaria.
En sus propias palabras, Gabriela Mistral nos dice: ''El indio piel roja nos prestaría su gran talla, su cuerpo magníficamente lanzado de rey cazador o de rey soldado sin ningún atolladero de grasa en el vientre ni espaldas, musculado dentro de una gran esbeltez del pie a la frente. Los mayas proporcionarían su cráneo extraño, no hallado en otra parte, que es ancho contenedor de una frente desatada en una banda pálida y casi blanca que va de la sien a la sien; entregarían unos maxilares fortísimos y sin brutalidad que lo mismo pudiesen ser los de Mussolini -'quijadas de mascador de hierro'.''
''El indio quechua ofrecería sus ojos dulces por excelencia, salidos de una raza cuya historia de mil años da más regusto de leche que de sangre. Esos ojos miran a través de una especie de óleo negro, de espejo embetunado con siete óleos de bondad y de paciencia humana, y muestran unas timideces conmovidas y conmovedoras de venado criollo, advirtiendo que la dulzura de este ojo negro no es banal como la del ojo azul de caucásico, sino profunda, como cavada del seno a la cuenca. Corre de la nariz a la sien este ojo quechua, parecido a una gruesa gota vertida en lámina inclinada, y lo festonea una ceja bella como la árabe, más larga aún y que engaña aumentando mañosamente la longitud de la pupila'.
En estos ùltimos pàrrafos podemos ver la gran observaciòn que, Gabriela Mistral, hace del hombre quechua que se desarrollo en el Cusco. Tampoco podemos dejar de mencionar el aporte que pueden entregar, a este prototipo, las caracterìsticas de los aymaras, y las decenas de grupos étnicos ubicados en la Amazonía, que son dueños de razgos de exòtica belleza.
Asì pues, vemos a Gabriela Mistral paseando su ideario por diversas partes del mundo, defendiendo a los desatendidos de nuestra sociedad: a los habitantes nativos, a los niños y a las mujeres. Gabriela Mistral fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico, donde sustentò estas ideas.
El peruano Jorge Falcòn, director de la revista limeña ''Hora del Hombre'', desde 1943 hasta 1960, le escribiò una carta a Gabriela Mistral, cuando ella se encontraba en Petropolis, Rìo de Janeiro, en la misiva, fechada 22 de febrero de 1944; la invitaba a escribir un artìculo para la revista que estaba por publicar, una ediciòn en homenaje continental a los escritores peruanos: José Carlos Mariátegui y Cèsar Vallejo. Esto evidencia un acercamiento de Gabriela Mistral a los escritores de tendencia revolucionaria. Jorge Falcòn, animador intelectual, promotor de las ideas de Josè Carlos Mariàtegui, le pide tambièn que le remita una fotografìa para que acompañe el artìculo a publicarse.
Existe otra carta de Mistral a Victor Raùl Haya de la Torre, el lìder del APRA; en ella, Mistral le hace saber su paradero y Haya de la Torre le pasa esa informaciòn a Jorge Falcòn.
Recordemos que Gabriela Mistral ganò el Premio Nobel de Literatura en 1945 y los acercamientos, entre la gran poeta y la intelectualidad peruana, ocurrieron antes de su nominación al premio Nobel, Esta nominación nació en el Ecuador y la conduciría a ganar el Nobel: 'por su humanismo apasionado, un intenso poder emocional y gran fuerza lìrica', en opinión de la academia sueca.
Apenas recibida la noticia del premio Nobel, Mistral empieza a empacar maletas. Suecia serìa su destino. La premiación fue fijada para el 10 de diciembre y su partida para el día 18 de noviembre. La poeta se preocupaba por el traje que vestirìa para la ceremonia en Estocolmo y, se preocupaba tambièn, 'por el frío europeo del mes de diciembre', entonces, la esposa de un ministro sueco le prestaría a Gabriela, su abrigo de pieles.
Existe una carta, fechada en Lima el 4 de julio de 1947, del Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ella, el Rector, un connotado militante aprista, se dirije a las señoritas: Victoria Ocampo y Gabriela Mistral, integrantes de la Comisiòn Organizadora del Congreso Internacional de Mujeres, que operaba en Washington D.C.
En parte de esta misiva se lee:
'Temo mucho que Ud, Gabriela, no estè en New York sino en California, por la informaciòn que me ha dado Haya de la Torre, que entiendo ha recibido unas lìneas de Ud.
Le agradecerìa mucho nos hiciera llegar un dato concreto al respecto, porque tenemos mucho interès en reanudar viejas plàticas y en invitarla a venir al Perù el dìa que a usted se le antoje y en la forma que Ud. quiera y para hacer lo que se le venga en gana. Esta forma poco protocolar de invitarla es, sin embargo, lo que a usted y a nosotros nos gusta, ya que estamos un poco fuera del ceremonial por mil razones, algunas de ellas intelectuales.
Luìs Alberto Sànchez, en esta carta, les ofrece a Gabriela Mistral y a Victoria Ocampo, coordinaciòn para una ayuda eficaz.
Recordemos que el APRA tuvo, en sus orígenes, una postura anti-imperialista.
Gabriela Mistral por su parte proponìa lo siguiente:
“Soy, antes que todo, obrerista y amiga de los campesinos; jamás he renegado de mi adhesión al pueblo y mi conciencia social es cada día más viva”.
Raquel Olea, en sus “Apuntes para (re)visar una biografía”,
escribe: 'Nómade y viajera, Gabriela Mistral constituye un sujeto social plural y autodiseminado en distintas zonas geográficas y en múltiples funciones sociales.
Errancia y heterogeneidad constituyen un signo de la experiencia biográfica de Mistral. Sujeto de diferencia femenina, ésta se constituye por ausencia de las funciones reproductivas y máximamente sedentarias de la mujer chilena de esa época, ligada al espacio doméstico y a las funciones familiares'.
Ciro Alegrìa, el escritor peruano, fue gran amigo de Gabriela Mistral. Ciro Alegrìa escribe lo siguiente: "Entonces nos sentábamos en el corredor y Gabriela hacía una pregunta, o una sugerencia, o una apreciación que abría cauce a la plática.
Charlaba bien Gabriela y ésta es otra discrepancia mía con quienes la presentaban muda y hosca. Una persona no es la misma con todos y los dictámenes generalizadores, son imprudentes.
Conversábamos de cuanto tema se presentaba, ya sea porque estuviese en las noticias del día, hubiera surgido de nuestras lecturas o asomara incidentalmente.
A Gabriela le interesaba hasta el menor asunto que saltara al paso. Como todo gran artista, tenía una avidez mental que hacía que su mente tratara de hacer un registro del vasto panorama del mundo. En nuestras conversaciones, para dar una idea somera, discutimos desde el destino de la cultura grecorromana, hasta la utilidad del maguey".
Ademàs, existen cartas que revelan pasajes históricos, como su visita al Perù en 1938, antes de recibir el Nobel, que evidencian los vínculos intelectuales que unen a Gabriela Mistral con el Perù. Ademàs, de Ciro Alegría y Víctor Raúl Haya de la Torre; Gabriela Mistral se relacionò con Carlos Camino Calderón, Luis Alberto Sánchez y Teresa María Llona, entre otros; estos vínculos prueban que existiò hermandad entre Gabriela Mistral y un importante nùmero de intelectuales peruanos.
Finalmente, el vìnculo de Gabriela Mistral con Lima, esta vez de caracter religioso. Sucede cuando escribe el poema titulado ''Procesiòn India'', en homenaje a Santa Rosa de Lima, cuyo ùltimo verso reza:
El anillo de la marcha
nunca, Madre, romperemos
en el aire de la América
ni en el abra de lo Eterno.
Al dormir tu procesión
continúe en nuestro sueño
y al morirnos la sigamos
por los Andes de los Cielos.
Gabriela Mistral fallece, el 10 de enero de 1957.
Y su fama crece como en el poema que Choquehuanca le dedicara a Bolìvar.
''Vuestra fama aumentará así como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos, y así como crece la sombra cuando el sol declina''.