Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

30 de enero de 2021

Black Cat.

Rambling At The Bridge Head

Black Cat 
By Bulat Okudzhava.
Translated by Maria Bloshteyn

There’s a courtyard in our building,
that’s where you’ll find the back door,
and behind it lives a Black Cat –
ensconced here like some lord.
There’s a smirk behind his whiskers,
darkness shields him like a wall,
and this Black Cat remains quiet
while all others caterwaul.
He keeps smirking in his whiskers,
hasn’t caught a mouse of late,
catches us on our loose lips,
on a bit of tempting bait.
He does not request or order –
when his yellow eye burns bright,
every one of us forks over,
thanking him with all our might.
He won’t meow and he won’t purr –
he just gorges, drinks and gloats.
And he paws at dirty floorboards
like he’s clawing at our throats.
This is why the place we live in
is so dark and dreary still,
we should really hang a light bulb –
but can’t seem to foot the bill.

28 de enero de 2021

Los amaneceres son aquì apacibles.

Por Jorge Aliaga Cacho

''Los amaneceres son aquì apacibles'' es el tìtulo de una pelìcula soviètica basada en una novela de Boris Vasilyev sobre la II Guerra Mundial. Un puñado de cinco soldados mujeres rusas tienen a su cargo una pieza de artillerìa anti-aèrea en la frontera con Finlandia. Llegan al àrea 16 paracaìdistas nazis bien armados, todos provistos de granadas y ametralladoras, dispuestos a cumplir acciones de sabotaje. Las soldados descubren a una patrulla de reconocimiento nazi y salen a su encuentro bajo el mando de un sargento varòn. Seguidamente se sucederà una batalla desigual donde las valientes soldados se sacrificaràn por la patria logrando detener al enemigo. Es una gran historia de valentìa y coraje que muestra la entrega de la mujer en la Gran Guerra Patria. Este es un bello film con exquisito fondo musical, admirable fotografìa y subtìtulos en español.

27 de enero de 2021

Un viaje sin retorno, a Moyobamba.

Wilson Izquierdo Gonzales

Wilson Izquierdo Gonzales, talentoso narrador moyobambino, es Asesor Académico en la Dirección General de Colegios de la FAP. Fue profesor en la Universidad San Pedro y estudio Educaciòn en la Universidad Particular San Martìn de Porres en Lima, Perù. En la actualidad vive en Cajamarca.

Por Wilson Izquierdo Gonzales

Como de costumbre, ese sábado y desde que comenzó a trabajar como empleado en la Caja de Depósitos y Consignaciones de Moyobamba ―que por esa época era el equivalente al Banco de la Nación de la actualidad―, Demetrio González Díaz llegó a La Ochora un poco más de las tres de la tarde. Los días sábados en esa institución privada, concesionaria del Estado Peruano para la recaudación de impuestos y la prestación de otros servicios a consignación, como realizar los pagos a los empleados públicos, vender sal refinada, fósforos, cigarros, estampillas y otros de similar naturaleza controlados por el gobierno, y al igual que en todas las demás instituciones que había en ese tiempo en la capital del departamento de San Martín, los empleados trabajaban sólo hasta las doce del día sábado, podían, por lo tanto, disponer de ese medio día, más el domingo, como libres para lo que quisieran, lo cual don Demetrio aprovechaba para ir a estar con su familia en La Ochora, después de hacer una caminata de tres horas a pie, que podía ser un poco menos, si el caminante hacía el recorrido a buen paso.
Como de costumbre, también, su Isolina le esperaba en La Ochoracon el “segundo” de su almuerzo en un plato de fierro recubierto de una capa de feldespato ―para darle una apariencia de porcelana― que, para mantener la comida caliente, colocaba sobre una olla con agua hervida al borde del fogón de leña de la cocina. Además, como siempre llegaba sediento por la caminata de tres horas al medio día, le esperaba también con una gran jarra de jugo de naranjas exprimidas con las manos. Pero… ese día no almorzó nada, sólo se acabó la jarra de naranjada en una sola sentada.
― No entiendo por qué, Ishuquita, el cuerpo se me ha descompuesto… ¡no te imaginas cuánto! Desde que salí de Moyobamba hoy a las doce del día, he venido con una sed terrible, como esas que me daban antes cuando tenía lo que ustedes han dado en llamar la “perseguidora”.
― ¿Y no será so gallazo que el viernes ya te has echado unas cuantas copas al gorgüero? —le replicó su mujer que siempre vivía con el temor de que a su marido se le diera otra vez por tomar—.
― Te juro por lo más sagrado Ishuquitaque… desde que te lo prometí aquella vez que salimos de viaje de Tayabamba, no he vuelto a probar un solo trago —le contestó con convicción a su mujer y, esta vez, le creyó ella sin chistar—.
Y le creyó porque simplemente era verdad. Desde que no encontrara con qué apagar su sed al cruzar las jalquerías formadas por la cordillera oriental de los Andes, en su viaje de Tayabamba a Saposoa, Demetrio González Díaz no volvió a probar un trago más en su vida. Ni siquiera lo hizo cuando tuvo que destilar aguardiente en la finca de Meto, y eso que el “cogollito” era a veces muy tentador, cuando recién comenzaba a gotear, humeando todavía, por la boca de la cañería del alambique. Tampoco lo había hecho en Saposoa, y eso que allí no le faltaron oportunidades, casi toda la gente era muy amistosa con él. En La Ochora y Moyobamba no tuvo que hacer muchos esfuerzos, porque hasta allí había llegado ya con una aureola de abstemio, oleada y sacramentada, y los que realmente sentían aprecio por él, evitaron siempre invitarle algún trago.
El resto del sábado se la pasó tomando más jarras de naranjada. Su Isolina, la última vez, tuvo que ir a la huerta a coger un costalillo de ellas, porque eso de coger naranjas de cinco o seis en la canasta, cada vez, no le resultó muy práctico. Sin embargo, cerca ya del anochecer, comenzó a escarapelársele la piel con cualquier airecillo majadero y a sentir unos “sacudetes”terribles, precedidos de fiebre altísima. Creyendo que lo que tenía era terciana, su mujer le consiguió en la tienda de doña Valdramina Torres, unas cuantas pastillas amarillas de quinina que comenzó a tomarlas con agua tibia, una cada doce horas, según su propia experiencia, porque la terciana le atacó la vez que estuvieron viviendo en Saposoa.
Las pastillas amarillas de quinina para la malaria, al parecer, “no eran su derecho de la enfermedad”, —como acostumbraba decir doña Isolina cuando algún remedio no era lo eficaz que se esperaba que sea— porque no le produjeron ninguna mejoría.
Toda la noche se la pasó con escalofríos, “sacudetes”, fiebre muy alta y sudoraciones descomunales, a tal punto que hasta en tres oportunidades tuvieron que ayudarle a cambiarse de ropa de dormir porque, junto con las sábanas, las tenía tan empapadas, que parecía que se hubiera mojado en esos aguaceros propios de la selva. A eso de las dos de la madrugada le sobrevino una tos rebelde y, en el pecho, comenzó a sentir esa opresión que se produce en uno cuando se presiente que algo terrible va a ocurrir en la familia.
― Ishuquita, creo que ya me llegó la hora —le dijo entre resignado y melancólico a su mujer, a eso de las tres de la mañana.
— ¡Cállate mejor Demetrio! No invites así de ese modo a esa desgraciada de la parca. Más bien, tienes que salirle al frente, como el hombre fuerte y valiente que conozco que eres y que yo he admirado siempre, para que se largue de una vez al lugar de donde ha venido y nos deje tranquilos —le contestó ella, armándose de un valor que estaba lejos de sentir, porque jamás había visto a su esposo con tales síntomas—.
— Nunca me he sentido tan mal, Isolina. Te digo la verdad. Esta enfermedad o lo que fuera, no la he tenido jamás en mi vida —volvió a reiterarle éste a su mujer, que le escuchó cada vez más preocupada, en la tenue claridad que el mechero alimentado con aceite de higuerilla producía en la habitación—.
— Ay Demetrio, mejor no pienses en esas cosas. De peores situaciones hemos salido. Fíjate que tenemos ocho hijos que criar todavía. Que nuestro Caleb está todavía bebito y que, comenzando por Lucho que ya tiene diecisiete años, todos necesitan aún a su padre. Como ya sabes, nuestro hijo Reynerio no es cuenta, él hasta ahora es un niño… —le respondió su mujer para hacerle recordar que su primer hijo varón padecía de un leve retardo mental desde su nacimiento y que, si bien había crecido y se había convertido en un apuesto joven, tenía todavía el desarrollo mental de un niño de diez años de edad, a lo mucho—.
— Si dependiera de mí, qué no sería capaz de hacer, Ishuquita. Tú sabes cómo quiero a nuestros hijos y… a los míos… —eso de “los míos”, era una confesión de última hora a su mujer, que se sorprendió tanto con esta información que no atinó a responderle nada en ese momento. Ya tendría oportunidad de aclarar aquello, se dijo ella para sí, cuando fue interrumpida de nuevo por su marido para pedirle en tono de súplica—: Isolina, otra vez tengo sed y me gustaría que me hicieras una limonada caliente.
Para hacer la limonada había que bajar al primer piso desde el terrado de la casa de teja, por las escaleras de madera, ir hasta la cocina, descubrir los carbones del rescoldo que estuvieran prendidos, por hallarse protegidos debajo de la ceniza del fogón y comenzar a soplar hasta encenderlos. Luego había que poner a hervir el agua en una olla y mientras hierve, ir a buscar los limones en la huerta. Solo que… en ese momento, eran ya un poco más de las tres de la madrugada y el mechero con el que bajaría alumbrándose no daría suficiente luz como para meterse a la huerta y andar por allí sin tropezarse con algo. Pero… ni modo —se dijo para sí— cogió por el asa el mechero de greda quemada que funcionaba con aceite de higuerilla y alumbrándose con él, bajó al primer piso dejando al enfermo en el terrado en una oscuridad completa.
Al cabo casi de una hora, doña Isolina regresó al terrado con la luz, una tetera todavía humeando y una taza de fierro enlozado para servirle a su marido la limonada caliente que tanto deseaba. Buscó en un baúl de madera forrado en cuero, en donde ella acostumbraba guardar cosas como pastillas para la fiebre y después de rebuscar por todos sus lados halló una de “Mejoral”, que le dio a tomar junto con la bebida caliente. Esta vez sí, la limonada caliente y la pastilla de “Mejoral”pareció que fueron su derecho de la enfermedad. La opresión del pecho se le quitó a su esposo como por encanto, la fiebre y los escalofríos desaparecieron como quitados con la mano y al sentir este bienestar general tan de repente, se quedó dormido plácidamente hasta las diez de la mañana.
El sol, a esa hora, reverberaba como de costumbre en La Ochora en la época de ausencia de lluvias o de estiaje y, su luz, entraba a raudales por cada uno de los intersticios de las tejas del techo del terrado y de su cubierta de cañabravas, en el enorme aposento que servía de dormitorio a toda la familia en la que él estuvo durmiendo. Ante tanto despliegue de iluminación y de la presencia de esos ruidos y sonidos propios del día: los “pichihuichis”cantaban sobre la cumbrera del techo, los “shicullos”en algún árbol de naranjas de la huerta y los “suysuyes” en el árbol de guabas o de algún caimito; pero, sobre todo, al no sentir malestar alguno, el enfermo se levantó de la cama y con una toalla al hombro bajó al patio que había frente a la cocina y premunido de una bandeja con agua, se puso a lavarse la cara y a afeitarse con su acostumbrada navaja alemana “Solingen”.
Cualquiera que lo hubiera visto en esas fachas y andadas, no habría sido capaz de imaginar que la noche anterior estuvo delirando con la fiebre y sudando a chorros. Por eso, su Isolina cuando lo vio de ese modo al llegar del mercado, que en el pueblo funcionaba sólo los domingos desde las seis de la mañana hasta las ocho, no pudo menos que escandalizarse frente a tan gran desarreglo de su marido:
― Pero… Demetrio, ¿qué pues no tienes juicio? Anoche has estado hirviendo y tiritando con la fiebre y ahorita… fíjate… si hasta te estás mojando y a medio vestir de la cintura para arriba. ¿Acaso no tienes miedo que te dé una neumonía? —la frase le salió de la boca en forma por demás inocente en ese momento, como se acostumbra decir las cosas que se dicen sin pensarlas, pero le parecería después del día siguiente, nada más ni nada menos que una maldita premonición... eso, ¡una premonición! , ¿en qué maldita hora y para qué la diría? —.
― Ya estoy bien Ishuquita —le contestó su marido muy suelto de huesos y demasiado sereno para la ocasión— tenía que afeitarme y lavarme. Estoy que huelo a sudor. Parece que anoche sudé más que un caballo; pero, con suerte creo que fue un resfrío y nada más. Además, después de almorzar debo regresar a Moyobamba. Ya tú sabes, el lunes tengo que ir a trabajar.
— Estás loco o trastornado si piensas ir a trabajar el día de mañana que es lunes. Primero te sanas bien de ese resfrío, si eso es lo que tuvieras, aunque a mí no me parece. Anoche, con los síntomas que tuviste, hasta llegué a pensar que te ibas a morir… con neumonía o con cualquier otra enfermedad incurable―para qué lo diría otra vez, ¡Dios mío! ¿No sería que ella, su esposa de toda la vida, lo estaba tapiando? ―.
— Eso fue anoche. Ahora me siento bien. Además, ya sabes que, hierba mala no muere ¿no es cierto, mujer? ―le contestó su marido más orondo que nadie que ella conociera―. Parece que he tenido un fuerte resfrío no más y ya se me pasó. Más bien apúrate a terminar de hacer el almuerzo y… si quieres, me acompañas a Moyobamba. Mañana lunes regresas tan pronto amanezca.
— Bueno… bueno… que sea como tú dices…
Y se fue a su cocina a hacer el almuerzo, con la ilusión de que todo no fuera más que un resfrío, y que las cosas ocurrieran tal como se lo estaba diciendo su marido en ese momento. Sin embargo, muy dentro de su alma, tenía un presentimiento desconocido que le oprimía el pecho, y que le hacía saber que, todo aquello no iba a quedar allí no más porque algo terrible estaba a punto de suceder. Por eso, para armarse de valor, sacó con su cucharón de palo un poco de “cachiyacu” de la olla de barro donde disolvía la sal de cerro o “chacha” y la echó al fogón diciendo con una fe inusitada:
— ¡Padre Eterno de Sorochuco, líbranos de cualquier mal! ―no supo de dónde se le salió eso de invocar al patrón del pueblo celendino de Sorochuco, pero lo hizo de modo natural. Luego recordó que su madre doña Asunción Rojas Sánchez acostumbraba decir aquello frente a cualquier adversidad―. En el distrito de Sorochuco de la provincia de Celendín, acostumbran rendir pleitesía a Dios Padre todos los años con una fiesta, cada año, más memorable.
Pero… lamentablemente no resultó así. Camino a Moyobamba, a eso de las cuatro de la tarde después de una hora de caminata, Demetrio González volvió a sentir aquella sed terrible que le aquejara el sábado, al medio día, en el viaje de venida a La Ochora. Por eso, tan pronto como pasaron el almendral de la Pampa del Morro y llegaron a la quebrada de “Mishquiyacu”, sudando a chorros, se quitó el sobrero y, después de enjuagarlo en las cristalinas aguas del manantial, sin que su Ishuca ni nadie pudiera impedirlo, comenzó a tomar el agua fría y de sabor agradable de ese maravilloso manantial, a grandes sorbos, para luego exclamar lleno de una felicidad inaudita:
— ¡Ahora si ya no me importará morir!, Ishuquita. Acabo de matar a la que me estaba matando: la sed. Mi garganta parecía que hubiera estado hecha de atadijo seco desde que comenzamos la bajadita de Pucacuro y se volvió francamente inaguantable por la Pampa del Morro —según a él le pareció, con lo cual quiso hacer un poco de burla para referirse a la sed terrible que le comenzó a aquejar tan pronto salieron de La Ochora a Moyobamba—.
— ¡Ay Demetrio!, tu sí que eres el hombre más desarreglado de la tierra. A mí no me parece bien que te zampes esa agua fría del “Mishquiyaco”, que está helada porque baja del Morro por entre los almendrales. En fin, ya lo hiciste, ¡qué se le va a hacer!… ¡Pero, ahora estoy rogando a Dios para que no te haga el daño que sospecho que te va a comenzar a hacer! Y le pido a Dios me perdone.
— Nada me va a pasar, mujer. Estoy acostumbrado a tomar agua fría. Acuérdate que en Tayabamba, tomaba agua helada a la media noche, para quitarme los calderos…
— Pero ahí estabas más joven. Era diferente. Además, ahí tenías sed por las borracheras que te aventabas y no por la fiebre, como ahora…
— Ya, ya… no la hagas larga. ¡Ya no tengo sed...! Vamos siguiendo mejor el viaje. Fíjate que, de aquí a Moyobamba, hay por lo menos dos horas de camino bien andados… todavía.
Y reanudaron de nuevo la caminata. Sin embargo, al pasar el Indoche, Demetrio González comenzó a sentir unas terribles punzadas atravesándole del pecho a la espalda, que calló para no alarmar más a su mujer. Cerca de la rumorosa quebrada de Azungui, presumiblemente a un kilómetro de Moyobamba, ya no pudo más. Se sentó a un lado del camino y comenzó a jadear. Sudaba frío y su semblante pálido adquirió el rictus mortal que le acompañó hasta el día siguiente en que falleció. Doña Isolina, tan pronto lo vio en esas condiciones, comprendió que algo muy malo había comenzado a ocurrirles.
Para su suerte, en ese momento apareció al trote por el camino de venida de La Ochora a Moyobamba, don Remigio Sandoval —un ochorino amigo de ellos—, montado en su mula de la cual se bajó de inmediato para preguntarles qué es lo que les estaba pasando. Al ver el semblante de su amigo y la cara de preocupación de su esposa, fue un indicio más que suficiente de la gravedad de la situación.
Pero, al comprobar que, cada vez que su amigo Demetrio tosía y escupía, lo hacía con rasgos de sangre en la saliva, comprendió que había que ayudarlo de inmediato. Subió a su mula al enfermo y no paró hasta que lo dejó en el Hospital Evangélico de Moyobamba, donde tenía la certeza que el médico inglés al que por allí conocían sólo como “doctor Lince” ―su nombre era Arthur y su apellido era Lindsay―, tendría la solución al problema sin duda alguna.
En aquel tiempo, la neumonía era mortal. No había todavía antibióticos para combatirla y, el doctor Arthur Lindsay que no era inglés sino escocés, según él mismo se daba el trabajo de aclarar cada vez que podía, a lo único que pudo contribuir fue a bajarle la fiebre con antipiréticos y hasta con baños de alcohol durante toda su agonía, pero nada más… a eso de las siete de la mañana del día siguiente falleció, irremediablemente, sin que nada se pudiera hacer. La enfermedad que lo arrancó de este mundo fue: neumonía fulminante... ¡fulminante...!

FÓRUM PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA VIDA NACIONAL 2015.


Por Carmen Ramos

Fraternal y sincero agradecimiento a los expositores y al público que también participó con sus preguntas y aportes –hasta pidieron que volviéramos a convocarlos para que todos aporten otras experiencias de vida- en el FÓRUM PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA VIDA NACIONAL 2015, realizado ayer martes 8 de Setiembre del 2015, en la Casa Museo José Carlos Mariátegui bajo la moderación de Fanny Palacios y la atención cálida del Director de la Casa Museo. Nuestro agradecimiento a Pilar Roca, investigadora, cineasta, y escritora, por el aporte en el estudio del desarrollo de la mujer peruana y por contribuir a la cultura para el beneficio de nuestra sociedad ; Un agradecimiento especial a Jorge Aliaga Cacho, sociólogo, educador, escritor, poeta, post graduado como Magister en Escocia, por el tema expuesto con gran valor académico de un peruano comprometido en el país; No podía faltar la visión de la juventud, gracias a la psicóloga, activista, y feminista Janett Cuyutupa Páez, por dar el mensaje de la juventud peruana, un agradecimiento a Luis E. Slee por su colaboración al evento a través de la ASOCIACIÓN WAWA MARQAY ABRAZO INFANTIL, responsables de financiar el compartir, con las papitas serranas y su cremita del cheff con secreto de su receta y otros que todos degustaron con toda felicidad; Nuestra propuesta al congreso para que la Licenciada en Enfermería Especialista en Neonatología Felipa Trujillo nos ayude con sus experiencias. No podemos olvidar a nuestros artistas por su canto bilingüe en español y quechua, sus sentimientos, su música y su baile así como su ropa tradicional. Finalmente a: Jonathan Haro, Braulio Valdivia, Nancy La Rosa, Raquel La Rosa, y Samantha Bautista por su apoyo logístico; Un agradecimiento muy especial al talentoso Congresista Sergio Tejada Galindo, así como por sus felicitaciones y motivación sincera para que estos eventos culturales continúen y otros grupos también aporten con su granito de arena, Sinceras disculpas de Ricardo Alberca, por no poder asistir; así como de todos los que fueron invitados y por sus actividades no pudieron armonizar mejor sus agendas. Los estaremos esperando siempre, ahora mucho más identificados y patrocinados por la Asociación WAWA MARQAY.

Millones se quedaràn sin vacunas.


Por Jorge Aliaga Cacho.

De acuerdo al New York Times los países prósperos aseguraron sus vacunas, pero ‘han vaciado los estantes’ para el resto de paìses pobres. Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y otros países, dice la fuente, hicieron pedidos de vacunas que superan con creces a sus poblaciones, mientras que muchas naciones pobres luchan por asegurarse las dosis que necesitan. Si los paìses ricos reciben la cantidad de dosis que han pedido, la Unión Europea podría inocular dos veces a sus residentes, el Reino Unido y Estados Unidos podrían hacerlo cuatro veces, y Canadá seis veces. Algunos paìses, en 'vìas de deterioro', como el Perù, tal vez puedan vacunar al 20% de sus habitantes el presente año 2021. De otro lado, los países más ricos del mundo han reservado suficientes dosis para inmunizar a sus habitantes varias veces. El análisis de datos lo realizó The New York Times. 'El pronóstico para la mayoría de los países en vías de desarrollo es funesto. Debido a los límites en la producción, muchos países de bajos ingresos no podrían obtener suficientes vacunas para inmunizar a todas sus poblaciones hasta el 2024'. La poblaciòn del mundo supera los siete billones de habitantes pero la producciòn de vacunas alcanzarà solamente dos billones el presente año 2021.

26 de enero de 2021

Daniel Baruc Espinal Rivera: Un excelso poeta dominicano.

Daniel Baruc Espinal Rivera.

Conocì a Daniel Baruc Espinar Rivera en la bella ciudad de Tarija, en el marco del VII Encuentro Internacional de Escritores y Artistas el año 2014.

La primera impresiòn que tuve de Daniel fue la de un hombre callado, doliente de mundo. Luego al leer su poesìa, y enterarme de su trayectoria, descubrì que era un autor de una fina y cadente pluma capaz de elevarte a espacios profundos del alma. Daniel Baruc es un escritor que domina todos los gèneros literarios. Me gustan mucho, por ejemplo, los versos que le escribiera a su padre, don Julio Espinar Jimènez:
'Mi padre no fue un arameo errante,
tampoco fue un cosmos, un hijo de Manhattan
como Walt Whitman,
no mereciò medallas del congreso
ni tuvo calles con su propio nombre,
pero fue lo mejor que pudo darme el cielo
pues tuvo un corazòn dulce y tan grande
como un àrbol cargado de manzanas.
Mi padre fue un obrero
apegado a su viejo testamento de sueños
y amor de antepasados...

Daniel ha tenido la valiosa oportunidad de interactuar con grandes personajes de la literatura: Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Mario Vargas Llosa, entre otros. Para mi es un gran honor ser su amigo desde aquel dìa que, en un fiesta tarijeña, este dominicano: filòsofo y religioso, me pareciera un hombre callado y doliente de mundo. En la actualidad, en Mèxico, se viene reaizando una filmaciòn acerca de su vida y obra. Estoy seguro que su nombre pronto resaltarà con excepcional brillo en el firmamento literario de Nuestra Amèrica.

25 de enero de 2021

Gaviotas blancas.


Por Miglio Beloglio Beloglio

Viejo rumor de piedras
¿Por qué golpeas mi costado?
no ves que soy el mismo,
que caigo y me levanto
que levo yo mis anclas
y continuo el rito;
viviendo cada instante
muriendo a cada paso.
¿Qué quieres tú,
que llore yo mis peces muertos?
¡no!
voy a reír gaviotas blancas
para soltarlas en un grito;
voy a cantar a la esperanza
aunque la sal me seque el alma.

24 de enero de 2021

Felipe Pinglo y los Barrios Altos.


Un repaso por la vida de Felipe Pinglo y un recorrido por las antiguas calles de Barrios Altos de Darío Mejía, de quien compartimos extractos de un brillante artículo escrito en 1912.
En cierta forma, la vida de nuestro bardo inmortal está ligada a la historia de las calles de Barrios Altos, porque todos sus biógrafos, cuando mencionan las calles por donde transcurrió la vida de Felipe Pinglo, señalan la denominación antigua que tenía la ciudad de Lima y no la actual, que para la gran mayoría es desconocida tanto en nombre como en historia: Carmen Alto, Carmen Bajo, Colegio Real, Buena Muerte, El Prado, Los Naranjos, Maravillas, Mercedarias, Penitencia, Rufas, San Ildefonso, Trinitarias, etc.
Felipe Pinglo nació el 18 de julio de 1899 en la calle del Prado No. 500. Dicha calle es lo que actualmente comprende a la cuadra 13 y parte de la 14 del Jr. Junín, Barrios Altos. En la actual cuadra 14 del Jr. Junín nació Felipe Pinglo (Jr. Junín 1456), frente al Convento Nuestra Señora del Prado. Sin embargo, cuando en 1861 se decide cambiar la antigua denominación de las calles de Lima y adoptar la nomenclatura que tenemos hasta nuestros días, dicha calle no se llamaba como El Prado sino que se llamaba “Mascarón del Prado”.
Debido a que existían ya otras calles que llevaban ese nombre de Mascarón (calle del Mascarón se llamaban dos calles, la que es la actual quinta cuadra del Jr. Cusco y también la que es la actual séptima cuadra del Jr. Maynas), que podía confundir a la gente, la empezaron a llamar, solamente, como calle del Prado.
CALLES BARRIOALTINAS
La calle del Prado (Mascarón del Prado) debe su nombre al Convento Nuestra Señora del Prado que queda en dicha calle y que fue fundado como Monasterio del Prado por el Arzobispo Villagómez el 1 de setiembre de 1640.
Contigua a dicha calle esta la calle de Cinco Esquinas, que viene a ser lo que actualmente es la parte final de la cuadra 14 del Jr. Junín (la cuadra 14 del Jr. Junín comprende parte de la calle del Prado y a la calle de Cinco Esquinas). Cinco Esquinas debe su nombre a que desde la época de la colonia son cinco las calles que se interceptan al final de lo que actualmente es la cuadra 14 del Jr. Junín: calle de Los Naranjos, calle Barbones, calle Ancha (actual cuadra 15 del Jr. Antonio Miró Quesada), calle Sequión (llamada también calle del Acequión, era una calle extensa que comprende a las actuales seis cuadras de la Calle Huari) y calle de Cinco Esquinas.
Felipe Pinglo realizó sus primeros estudios, el jardín, en una escuelita en la calle Barbones. Dicha calle es lo que en la actualidad viene a ser la cuadra 15 del Jr. Junín y está llena de historia ya que daba a la Portada de Barbones de la antigua Muralla de Lima. Tanto la Portada de Barbones como la de Maravillas vieron desfilar a las tropas del ejército en su ida y venida del centro y sur del país, especialmente durante las batallas por la independencia y la Guerra del Pacífico.
La calle Barbones debe su nombre a que allí, a finales del siglo XVII, se levantó el Convento de Betlemitas que pertenecía a la congregación de betlemitas que llegó de Guatemala al Perú en 1671 y que al ser elevados a Orden Religiosa por el papa Inocencio XI, por bula del 26 de marzo de 1687, deciden construir su convento en Lima. Dicho convento fue conocido por el pueblo, desde su inicio, como “Convento de Barbones” ya que a los padres de dicha orden religiosa se les conocía como “Padres Barbones”. Según las reglas de la orden de los betlemitas, les estaba prohibido afeitarse.

PINGLO ESTUDIANTE

La primaria, Pinglo, la estudió en la Escuela Fiscal de Los Naranjos en la calle del mismo nombre. Era una calle era larga y está localizada entre el actual Jr. Huánuco y el cruce de Cinco Esquinas, comprendiendo a las actuales cuadras 12, 13 y 14 del Jr. Antonio Miró Quesada. Debe su nombre a la Capilla de Los Naranjos que se fundó en esa zona en 1750.
Para ir a su escuela, Pinglo, desde El Prado debe haber subido hasta el cruce de Cinco Esquinas y de allí doblado a Los Naranjos. También cabe la posibilidad de que unos años más tarde, haya bajado hasta la calle Manuel Morales que conecta con Los Naranjos. Esa calle no existía en 1861, cuando se adoptó la actual nomenclatura que tienen las calles de Lima. Debe haberse abierto a inicios del siglo XX y por ello su nombre no tenía nada que ver con la tradición con la cual el pueblo limeño solía bautizar a sus calles. El gobierno local le puso ese nombre en homenaje al Doctor Manuel Morales, quien fue Ministro de Relaciones Exteriores en dos ocasiones, 1859 y 1878.
La calle Manuel Morales, actualmente llamada Matías Maestro, es una calle que conecta el Jr. Junín con el Jr. Antonio Miró Quesada y está, subiendo de la Iglesia del Carmen, al final de la cuadra 11 del Jr. Junín, a su mano derecha. Allí quedaba el antiguo Teatro Lima que pasó a ser cine y después un templo evangelista. Pinglo debe haber visitado muchas veces el Teatro Lima de donde se sabe que se organizó allí, el 8 de mayo de 1926, un festival a beneficio del músico Nicolás Wetzell contándose con la participación de Felipe Pinglo, el dúo Montes y Manrique, los hermanos Vilela, Carlos Saco, Guillermo D’Acosta, Juan Araujo y otras figuras más del criollismo de la época aquella.
CALLES DE CRIOLLOS
En el número 114 de la calle Manuel Morales vivió y murió Alejandro Ayarza “Karamanduca”. También vivió allí, sus últimos años, Abelardo Gamarra “El Tunante”, quien vivió en el No. 106; según consta en el aviso de su defunción aparecido en El Comercio del jueves 10 de Julio de 1924.
Menciono que Abelardo Gamarra vivió sus últimos años en la calle Manuel Morales porque allí falleció, el 9 de julio de 1924, y también debido a que encontré en el semanario Integridad, que dirigía Abelardo Gamara, un aviso en su edición del 22 de mayo de 1909 que decía: “Abelardo Gamarra se ha trasladado del Barranco a Lima, calle de Mapiri número 123”.
La calle de Mapiri era el nombre anterior que tenía el actual Jr. Miguel Aljovin y su primera cuadra es el costado del Palacio de Justicia. El nombre antiguo de dicha primera cuadra, antes de 1861, era calle San Juan Nepomuceno y muy cerca de allí estaba la Muralla de Lima con su Portada de Guadalupe.
No existía en ese entonces (1861) el actual Palacio de Justicia. Pero, como ironía de la vida, y quizás de la tradición, San Juan Nepomuceno es conocido como “El Mártir del secreto de confesión” y, años más tarde, en esa calle se construiría el Palacio de Justicia donde los que llegan allí tienen que dejar los secretos a un lado y confesar sus pecados en forma pública. Me salí de los Barrios Altos con esta pequeña historia, pero creo que valió la pena.
Ricardo Miranda Tarrillo sostiene que Pinglo terminó la primaria en el Colegio Sancho Dávila de la calle del Carmen Bajo. De Los Naranjos pasó a Carmen Bajo. La calle del Carmen Bajo es la que viene a ser la actual cuadra 10 del Jr. Junín. Su nombre se debe al Monasterio del Carmen, actualmente conocido como la Iglesia de la Santísima Virgen del Carmen de Lima, que está localizado en su esquina final, empezando la otra calle. Como en esa calle hay una pendiente de subida, en dirección hacia la iglesia que está a un nivel más alto, se le llamó Carmen Bajo.
FÚTBOL Y CALLES
Uno de los clubes para los cuales Felipe Pinglo jugó fútbol fue el “Alfonso Ugarte” que quedaba en la calle de San Ildefonso. Dicha calle es una cuadra grande que viene a ser actualmente, en numeración, la primera y segunda cuadra del Jr. Andahuaylas. En dicha calle vivió el General Andrés Avelino Cáceres. Yo nací a la vuelta, en la calle Tigre, primera cuadra del actual Jr. Ayacucho, pero acudía a diario al Mercado de San Ildefonso y a una panadería que había en esa calle, la cual preparaba los mejores y más deliciosos panes franceses que haya probado en mi vida.
Volviendo al nombre de la calle, debe su nombre a que allí quedaba el Convento de San Ildefonso, el cual fue destruído a fines del siglo XVIII o inicios del XIX (en unas estadísticas de Lima de 1839, ya se mencionaba que estaba destruído). Dicho convento fue inicialmente un colegio, para estudio de los religiosos de la orden de San Ildefonso, que se fundó en 1606 como Colegio de San Ildefonso.
Mediante bula del 13 de octubre de 1608, expedida por el Papa Paulo V, se acordó que dicho colegio pasaría a denominarse Colegio y Universidad Pontificia de San Ildefonso. Después, ampliaron el área que abarcaba y pasó a convertirse en Convento de San Ildefonso. La parte del Convento ya no existe, pero queda todavía en pie la parte que se utilizaba como el Colegio de San Ildefonso y que ahora viene a ser la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Debe mencionarse también de que el club Alfonso Ugarte solía entrenar y jugar en las canchitas de Martinete, que estaba muy cerca de San Ildefonso, por lo que Pinglo debe haber jugado en esas canchitas, donde años más tarde jugaban sólo los valientes, y que hasta ahora existen en el actual Jr. Amazonas.
Por su parte, Ricardo Miranda Tarrillo cuenta que cuando Pinglo estudiaba en el Guadalupe solía acudir con sus amigos barrioaltinos a las Tres Compuertas, para nadar en las aguas turbias del Martinete. Como dicho jirón Amazonas también tiene su historia, nombraré algunas de sus calles antiguas, que infinidad de veces recorrí de niño y adolescente, donde también se encontraba una de las antiguas Portadas de la Muralla de Lima.
AMAZONAS O LA CALLE BARRANCA
Como no existía antiguamente la primera cuadra de la Av. Abancay, el Convento de San Francisco llegaba hasta el actual Jr. Ayacucho. La parte que corresponde al actual Jr. Amazonas entre la actual Av. Abancay y el Jr. Ayacucho, que viene a ser la segunda cuadra del Jr. Amazonas, se llamaba calle Barranca.
Su nombre se debe a que muy cerca, donde ahora se encuentra una feria de libros, estaba una zona conocida como “La Barranca”, por encontrarse a varios metros de altura sobre el nivel del río. Según el cronista José Gálvez, a mediados del siglo XVIII se construyeron allí varios callejones que serían los “modelos” que tomaron los que se levantarían después en Lima.
La calle Viterbo era la que actualmente es la tercera cuadra del Jr. Amazonas y debe su nombre a que a finales del siglo XVII se construyó en dicha calle un recogimiento de mujeres llamado “Santa Rosa de Viterbo”. Luego empieza la zona aquella conocida como “La Barranca”, en su actual intercepción con el Jr. Andahuaylas (calle de San Ildefonso), por lo que dicha calle tenía el nombre de Barranqueta y viene a ser la actual cuarta cuadra del Jr. Amazonas.
En su esquina, donde empieza la Feria de Libros actual, se construiría el Puente Balta y, en esa misma esquina, estaba uno de los cines más antiguos de Lima, el “Cinelandia”, donde, por su cercanía al río Rímac, las ratas desfilaban en el intermedio. Dicho cine y los callejones aquellos de “La Barranca”, fueron demolidos en la década del 70 del siglo XX.
LAS CARROZAS Y MARTINETE
Sigue la calle Las Carrozas que viene a ser lo que actualmente es, en numeración, la primera parte de la cuadra 5 del Jr. Amazonas, entre el actual Jr. Paruro y el Jr. Huanta. Muchos se extrañarán al ver el nombre de “Las Carrozas” en el Jr. Amazonas y no en la primera cuadra del Jr. Huánuco, como se conoce actualmente.
Según las estadísticas y planos de Lima del siglo XIX de Manuel Atanasio Fuentes, la calle Las Carrozas era la que he mencionado en el actual Jr. Amazonas y la primera cuadra del Jr. Huánuco se llamaba calle Sauces. Pero hay que tener presente que era el pueblo quien muchas veces, sin ceremonias ni decretos, bautizó a muchas calles por algún hecho curioso que haya ocurrido en ellas y fue el pueblo el que, años más tarde, decidió rebautizar a la calle Sauces como Las Carrozas.
La mencionada cuadra 5 del Jr. Amazonas adoptaría también el nombre de Manzanilla y después se quedaría con el nombre de calle de los Siete Pecados, debido a una casa de pecados que allí había.
Continuando por el actual Jr. Amazonas se llegaba a la nombrada calle Martinete, que viene a ser, actualmente, la segunda parte de la cuadra 5 del Jr. Amazonas, entre el Jr. Huanta y el Jr. Huánuco. Allí se encuentran las mencionadas canchitas de Martinete donde Pinglo debe haber jugado muchas veces con sus compañeros del club Alfonso Ugarte.
En su actual intercepción con el Jr. Huánuco, donde empieza el Puente Huánuco, se encontraba la antigua Portada de Martinete de la Muralla de Lima, por ello la importancia que tiene el Jr. Amazonas en la historia de Lima y el que se escriba correctamente el nombre de la zona conocida como “Martinete”, ya que en las estadísticas de Lima que hicieron José María Córdoba y Urrutia en 1839 y Manuel Atanasio Fuentes en 1858, ellos lo escribieron de esa manera. Sin embargo, he leído que últimamente algunas publicaciones, al momento de hablar sobre esa zona, lo escriben como Martinetti. El nombre de la calle se debe a que allí hubo un molino de pólvora de los llamados de martinete.
JIRÓN JUNÍN Y CALLE PENITENCIA
Pinglo realizó sus estudios secundarios en el Colegio Guadalupe, por lo que para ir a su colegio tenía que bajar por todo el Jr. Junín hasta la Av. Abancay y de allí podía tomar varias rutas. Dicha ruta por el Jr. Junín también la tenía que hacer para bajar al centro de Lima, por lo que el Maestro debe haber recorrido el Jr. Junín infinidad de veces. Dicho jirón junto al Jr. Ancash son los que más debe haber recorrido Pinglo ya que él hizo su reducto en el
Callejón del Fondo de la calle Mercedarias, en el actual Jr. Ancash, y cuando se casó con Hermelinda Rivera se fueron a vivir a la calle Penitencia, en el actual Jr. Paruro. Dicha calle se intercepta con el Jr. Ancash, al igual que la calle Rufas, paralela a Penitencia, que fue donde vivía Hermelinda Rivera cuando Pinglo la conoció el 24 de mayo de 1925. La calle Rufas es una cuadra grande que viene a ser actualmente, en numeración, la primera, segunda y tercera cuadra del Jr. Huanta, entre el Jr. Amazonas y el Jr. Ancash. Rufas debe su nombre a una familia con ese apellido que vivió en dicha calle.
No se sabe realmente, aparte de la calle del Prado y Penitencia, donde más vivió Felipe Pinglo en los Barrios Altos. Se cree que Pinglo vivió también en la calle de Los Naranjos, ya que cuando fue matriculado en el Colegio Guadalupe su padre dio como dirección: Calle de los Naranjos 1270. Así figura en los registros del Colegio Guadalupe y no es que la dirección haya estado mal o confusa ya que, en ese tiempo, el actual Jr. Antonio Miró Quesada, se llamaba Jr. Ayacucho por lo que la dirección debió ser Jr. Ayacucho 1270. Y si utilizaban la denominación antigua tenía que haber sido calle de Los Naranjos trescientos y tantos. Esto lo deduzco porque la Escuela Fiscal donde estudió Pinglo estaba en el Jr. Ayacucho 1346, cuya denominación antigua era calle de Los Naranjos 430. Lo que sucedió es que, antiguamente, cuando daban la dirección de donde vivían muchos solían decir el nombre antiguo de la calle seguido del número actual, por ello su padre puso como dirección Los Naranjos 1270.
Gonzalo Toledo señala que Felipe Pinglo era devoto de la Virgen del Carmen. Debido a ello, Pinglo debe haber visitado mucho la Iglesia de la Virgen del Carmen, en la calle del Carmen Alto, y acompañado la tradicional procesión con que se le honra. La calle del Carmen Alto es lo que viene a ser las actuales cuadras 11 y 12 del Jr. Junín, entre el Jr. Huánuco y el Jr. Maynas. Debe también su nombre al Monasterio del Carmen, que se encuentra en su esquina inicial, y por estar la calle aquella en la parte alta, se le llamó Carmen Alto.
Manuel Atanasio Fuentes en su “Estadística General de Lima”, 1858, señala de que por real cédula del 13 de febrero de 1625, el Rey Felipe IV concedió permiso para la erección del Monasterio del Carmen, hoy conocido como la Iglesia de la Santísima Virgen del Carmen de Lima. El 18 de diciembre de 1643 se inauguró el Monasterio, nombrándose por fundadores y patrones al Obispo de Arequipa Agustín de Ugarte y Sarabia, y Catalina Doria, una de las mayores benefactoras y propulsoras de dicha construcción.
La Santísima Virgen del Carmen de Lima es la Patrona de Lima, Patrona de los Barrios Altos y Patrona del Criollismo. Su procesión, el 16 de julio, es una tradición que tiene más de 360 años y que desde hace muchos años se viene celebrando, desde la víspera, con una verbena criolla.
En la calle del Carmen Alto, opuesta a la Iglesia del Carmen, se encuentra la Quinta Heeren. Dicha quinta data de fines del siglo XIX y tiene estilo arquitectónico de la época virreinal, habiendo sido sus jardines adornados con plantas japonesas. Allí existió el primer zoológico de Lima y, años más tarde, se acondicionó una cancha de fútbol en su interior donde casi todo barrioaltino tuvo la oportunidad de jugar. La Quinta Heeren también ha sido escenario para películas, telenovelas y series de TV que allí se han filmado.
Felipe Pinglo acudió en muchas ocasiones a la Quinta Heeren, porque allí vivía uno de sus amigos, así que se armaban también jaranas allí. Algunos, que han escuchado de la presencia de Pinglo en la Quinta Heeren, lo han relacionado como que vivió allí, pero no hay documentos que puedan corroborar ello.
Parte de la vida de Pinglo transcurrió en la calle Colegio Real, que viene a ser lo que actualmente es la sexta cuadra del Jr. Ancash. Debe su nombre a que allí estaba ubicado el Colegio Real de San Felipe, conocido como Colegio Real solamente, el cual fue fundado en 1592 por el Virrey García Hurtado de Mendoza. Dicha construcción antigua se encuentra todavía en pie y está ubicada frente a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que queda también en dicha calle.
El Colegio Real, cuando dejó de ser colegio, pasó a ser cuartel del ejército, después lo convirtieron en Escuela de Artes, luego en Estado Mayor del Ejército, posteriormente estuvo abandonado y años más tarde la Universidad de San Marcos puso unas oficinas allí. Según “El Cumpa” Jorge Donayre, cuando el Estado Mayor del Ejército funcionaba en dicho local, Felipe Pinglo ingresó a trabajar allí como secretario, por lo que parte de su vida la pasó en dicha calle del actual Jr. Ancash. En la calle Colegio Real vivió también, por un tiempo, el General José Luis Salmón Fosati, cuya casa estaba ubicada en Colegio Real 609, según lo señala el historiador Manuel Zanutelli Rosas. Dicho General, con su esposa, fueron los padrinos de matrimonio de Felipe Pinglo y nuestro bardo criollo solía visitarlo mucho en su casa. El General Salmón llegó a ser Ministro de Guerra en 1929.
Pinglo también solía visitar a su amigo y sastre Jorge Lázaro Loayza en su sastrería de la calle Trinitarias. Loayza muchas veces aseguró de que Pinglo se inspiró el vals “El espejo de mi vida” en el viejo espejo de prueba de su sastrería. Según Loayza, su historia de amor fue la que también inspiró a Felipe Pinglo el vals “El Plebeyo”. Ninguna de las dos versiones han podido ser comprobadas fehacientemente. Sin embargo, debo dejar constancia de que en una oportunidad me contactó alguien que dijo ser hijo de la musa de El Plebeyo, de quien el sastre Loayza se había enamorado. Dicha musa vivió en la mencionada calle Trinitarias y quiso permanecer en el anonimato, pero como ya había fallecido su hijo deseaba contarme la historia. Lamentablemente, cuando le pedí pruebas más contundentes a la persona que me contactó, nunca obtuve una respuesta.
La calle Trinitarias viene a ser la actual séptima cuadra del Jr. Ancash. Dicha calle debe su nombre al Monasterio de las Trinitarias que queda en la esquina de la mencionada calle, en su intercepción con el Jr. Paruro, y que actualmente se le conoce como Iglesia y Convento de las Trinitarias. Su historia se remonta a 1673 cuando se estableció, en dicha área, el beaterio de Nuestro Señor Jesucristo, denominado también de las Hermanas Neiras. El Arzobispo Almoguera elevó dicho beaterio a monasterio el 22 de mayo de 1682, naciendo así el Monasterio de las Trinitarias que dio origen al nombre de la calle aquella.
En la calle Trinitarias se encuentra también la Casa Canevaro, en la acera opuesta a la Iglesia y Convento de las Trinitarias, que está considerada dentro de lo que es el Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El lugar que más frecuentó Felipe Pinglo fue la calle Mercedarias, que viene a ser, en numeración, las actuales cuadras 10 y 11 del Jr. Ancash. Su nombre se debe al Monasterio de Mercedarias que queda al final de la calle, el cual, inicialmente, fue beaterio que en 1734 fue elevado a monasterio. En la actualidad, la Iglesia de Mercedarias también se encuentra allí.
En la calle Mercedarias quedaba el “Callejón del Fondo”, donde Pinglo solía reunirse con sus amistades para hacer música. Dicho callejón se construyó a fines del siglo XVIII y su dirección antigua era Mercedarias No. 105, que pasaría a ser Jr. Ancash 1092. El callejón aquel pertenecía al Monasterio de Mercedarias y fue demolido hace muchos años, por lo que ya no existe, y en su terreno se construyó el actual Mercado Mercedarias. La dirección antigua del Callejón del Fondo me fue proporcionada por el historiador barrioaltino Alejandro Reyes, quien gentilmente me hizo llegar un estudio de él sobre los Barrios Altos.
En la calle Mercedarias y el Callejón del Fondo fue que Pinglo se inspiró para crear su vals “De vuelta al barrio”. En el Callejón del Fondo vivía Isabel Mejía, la buena Isabel de su famoso vals. También vivió allí Doña Cruz, que al lado de la puerta del callejón se ponía a vender picantes y té, al igual que lo dice el vals. Samuel Joya también vivió en aquel callejón, del cual sus paredes de adobe y piso de tierra fueron testigos de muchas jaranas criollas en las cuales participó Felipe Pinglo. Se debe también nombrar al barrio chino que fue donde Felipe Pinglo se inspiró su vals “Sueños de Opio”, especialmente en la calle Capón de los Barrios Altos. Al respecto, debo señalar que muchos están equivocados con el origen del nombre de esta calle, mayormente los chinos, ya que no debe su nombre a algún chino o palabra china. Existe un mito o “cuento chino” con respecto al origen del nombre de la calle Capón, del cual conté anteriormente su verdadero origen. Los chinos han tratado de hacer creer que el origen del nombre de la calle aquella se debe a ellos y, en octubre de 2005, a raíz de que se conmemoraron 150 años de haberse los chinos establecido en Lima, la versión de los chinos fue recogida por varios medios de prensa, que no se tomaron la molestia de investigar. Los primeros inmigrantes chinos llegaron al Perú en 1849 a trabajar en haciendas que no estaban en Lima. En 1855 empiezan los chinos a ubicarse en Lima, especialmente en la calle Capón que era una cuadra grande. La versión que cuentan los chinos es que la calle Capón debe su nombre a que en dicha calle se mataban a los animales para consumo, capándolos a algunos de ellos, siendo los chinos los que se dedicaban a este oficio. Dicha versión, sobre el origen del nombre de la calle Capón, es solamente un mito o “cuento chino”, porque la calle aquella ya se llamaba Capón desde el siglo XVII. Manuel Atanasio Fuentes en su “Estadística General de Lima”, de 1858, señala a la calle Capón, la cual aparece también en el plano de Lima de dicho año. También se puede revisar la obra de José María Córdoba y Urrutia: “Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial del Departamento de Lima”, 1839, que fue impresa cuando los chinos, estando todavía en su tierra, ni siquiera sabían que existía el Perú. Hay documentos más antiguos, como estadísticas de Lima de 1785 y plano de Lima de 1787, donde figura el nombre de la calle Capón. En el siglo XVII vivió en dicha calle un sacerdote de nombre Manuel Loayza quien tenía como apodo “Capón”, según lo señaló el cronista José Gálvez, así que desde el siglo XVII, 200 años antes de que llegara el primer chino al Perú, esa calle se conoció con el apodo del mencionado sacerdote. La calle Capón, en el actual Jr. Ucayali, era también una cuadra grande que abarcaba desde el actual Jr. Ayacucho hasta el Jr. Paruro; lo que significa que comprendía a las actuales sexta y séptima cuadras del Jr. Ucayali. Sin embargo, hoy en día llaman solamente calle Capón, por desconocimiento, a la parte comprendida entre el Jr. Andahuaylas y el Jr. Paruro, que vendría a ser la séptima cuadra del Jr. Ucayali.

Felipe Pinglo visitó también la calle del Chirimoyo ya que allí estaba el Teatro Apolo, en lo que actualmente es la décima cuadra del Jr. Puno. En dicho teatro, situado en la calle del Chirimoyo 941, Alcides Carreño estrenó el vals “Rosa Luz” de Felipe Pinglo en 1929. El mismo Carreño también estrenó allí, en público, el vals “El espejo de mi vida” de Pinglo, en 1935. Debo manifestar que no he podido encontrar, con exactitud, cuando cambiaron las numeraciones de algunas calles barrioaltinas porque en 1939 el Teatro Apolo figuraba, en el listín cinematográfico, como la cuadra nueve del Jr. Puno. Sin embargo, en un listín cinematográfico del año 1959 el Teatro Apolo figura con la dirección de Jr. Puno 1043. La numeración de las calles ya se habían cambiado, aunque si uno revisa planos actuales de Lima que hay en la internet y conoció donde quedaba el Apolo, puede notar que la ubicación del Teatro Apolo figura como cuadra nueve del Jr. Puno, por lo que se crea confusión. Pinglo debe haber visitado los lugares de los Barrios Altos donde nacieron y vivieron grandes figuras de nuestras letras, como nuestro tradicionista Ricardo Palma quien nació en la calle Puno, actual tercera cuadra del Jr. Ayacucho, en un solar que todavía existe y tiene una placa señalando que allí nació nuestro ilustre literato. Manuel Ascencio Segura nació en la calle Mestas, actual cuadra 10 del Jr. Huanta. César Vallejo vivió en la calle Acequia de Islas No. 425, actual séptima cuadra del Jr. Huánuco. En dicha calle nació Nicomedes Santa Cruz Aparicio el 15 de setiembre de 1870, padre de Victoria, Nicomedes, César, Rafael, Rosalina, Pedro, Octavio, Fernando, Jorge y Consuelo Santa Cruz. Antonio Raimondi también vivió en los Barrios Altos, en la calle Peña Horadada que actualmente viene a ser la novena cuadra del Jr. Junín. Felipe Pinglo falleció en su casa de los Barrios Altos, sito en la calle Penitencia (Jr. Paruro 232). Eran las cinco y media de la mañana del 13 de mayo de 1936. Por esas coincidencias de la vida, Pinglo se fue de este mundo a la hora en que terminan las jaranas.
La calle Penitencia es una calle extensa que actualmente, en numeración, viene a ser la primera, segunda y tercera cuadra del Jr. Paruro. Si uno se dirige a dicha calle y pregunta a sus moradores más antiguos sobre el origen del nombre de dicha calle, ellos le dirán que el nombre Penitencia se debe a que por ser una calle bien extensa, siempre ha sido una verdadera “penitencia” el recorrerla.
Aquella explicación sobre el origen del nombre de la calle está equivocada y los habitantes de dicha calle, al igual que en otras calles de Lima antigua, muchas veces, por desconocimiento, han creado una explicación que parezca la verdad.
el historiador Juan Bromley Seminario, en 1613 aquella calle se llamaba de “Da. Beatriz Rangel”, quien era una vecina que dio origen al nombre primitivo de la calle en mención. Bromley añade de que Emilio Harth-Terré dio a conocer de que durante la colonia, el Tribunal de la Inquisición, que tenía sus cárceles secretas abarrotadas, consideró pertinente adquirir otro local donde tener a los penitenciados, condenados a largas penas de prisión, adquiriendo de esa manera un inmueble, alejado del local del Tribunal, en la calle que por dicha circunstancia pasó a llamarse de la Penitencia. Barrios Altos es el barrio que Pinglo conoció y amó, donde nació y murió. Barrio donde se hizo compositor y creó sus más grandes obras musicales. Barrio donde se nutrió de su historia, cultura y tradiciones que, todavía, encierran sus calles, iglesias y construcciones coloniales. Barrio que en gran parte ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad pero que, en forma increíble, viene siendo descuidado por las autoridades locales.
Felipe Pinglo revolucionó nuestro vals, le puso etiqueta peruana, pero fue olvidado por los medios de prensa de su época. Sin embargo, sus amigos, sobre los cuales influyó con su personalidad y capacidad creativa, se encargaron de hacerlo valorar y conocer como se merecía. Hoy en día es considerado el más grande compositor de música criolla del Perú y sigue siendo estudiado, investigado y recopilado, a la vez que es fuente de inspiración de todos los que amamos nuestra música criolla, ya que su obra lo mantiene presente ante nosotros.

Fuente:https://contactoperu.pe/felipe-pinglo-alva-y-los-barrios-altos/

Encuentran Molino perteneciente a Gerónimo de Aliaga.

Por Redactor web9
Foto: Diario La Repùblica.

El hallazgo se manifestó durante las obras de remodelación de la alameda Chabuca Granda y sorprendió a la Municipalidad de Lima. La alameda de Chabuca Granda tiene como fin ser remodelada bajo el Proyecto de Recuperación del Entorno Paisajístico del Río Rímac. De esta manera, los trabajos preliminares han comenzado a ejecutarse, y lo que ha causado el asombro de la Municipalidad de Lima es el hallazgo arqueológico descubierto durante estas actividades. Este hecho se dio a conocer a través de un comunicado, donde la municipalidad señaló que lo encontrado sería “el molino de Aliaga”, una construcción muy antigua y de las primeras realizadas en la Ciudad de los Reyes, fue propiedad del conquistador español Gerónimo de Aliaga, a quien Francisco Pizarro le concedió un terreno colindante al río Rímac. El molino estuvo en actividad durante los siglos XVI y XVII, y dejó de producir en 1672. Actualmente, en ese espacio, se encuentra el ingreso a un estacionamiento subterráneo. La comuna informó que estos hallazgos se suman a los realizados en la Plazuela de San Francisco el año pasado, donde se encontraron restos de la primitiva capilla de La Soledad, una cripta subterránea, el piso original de cantos rodados de la plazuela y restos del antiguo muro pretil o cerco perimétrico que rodeaba el convento de San Francisco. “Con estos importantes descubrimientos, la comuna capitalina no solo da a conocer la historia de Lima, sino que incorpora estos vestigios a los proyectos de recuperación de espacios públicos que se iniciarán este año y que son parte de la implementación del Plan Maestro del Centro Histórico de Lima”, se lee en el comunicado de la municipalidad.

Fuente:https://larazon.pe/descubrimiento-arqueologico-en-alameda-chabuca-granda/

Gabriela Mistral: Biografía.




Gabriela Mistral (Vicuña, Chile, 7 de abril de 1889 - Nueva York, Estados Unidos, 10 de enero de 1957). Escritora y premio Nobel de Literatura en 1945.
Su verdadero nombre es Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, más conocida por su seudónimo Gabriela Mistral, utilizado por primera vez en el poema «Del pasado» publicado en diario «El Coquimbo» en 1908.
Trabaja de maestra y colabora en publicaciones literarias, apareciendo sus primeros escritos en 1904 en: «El Coquimbo», «Penumbras de La Serena» y «La Voz de Elqui de Vicuña».
Durante esta etapa empieza a escribir «Desolación» y colabora con la revista «Elegancias», que dirige Rubén Darío desde París. En 1914 obtiene el Premio Nacional de Poesía de Chile con «Sonetos de la muerte».

En 1922 se traslada a México para colaborar en los planes de reforma educativos de José Vasconcelos, político, pensador y escritor mexicano. En este país, en 1923 se publica «Lecturas para mujeres», y en Barcelona, la antología «Las mejores poesías». En 1924, invitada por el gobierno mexicano, viaja por Estados Unidos y Europa. En 1925 es nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra (Suiza) y asiste a distintos congresos por Suiza. En 1928 representa a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, y trabaja en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).
Durante la década de los 30, da clases en Estados Unidos en las escuelas Bernard College, Vassar College y en el Middlebury College. También viaja por Centroamérica y Las Antillas y colabora con las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. En 1933 es nombrada cónsul de Chile en Madrid, y en 1934 se la nombra hija adoptiva en Puerto Rico. Durante este periodo como embajadora, viaja por Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Estados Unidos, México e Italia.
En 1938 aparece su libro de poesía «Tala» publicado en Buenos Aires, dedicado a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil.
El 10 de diciembre de 1945 recibe el Nobel de Literatura, en 1950 el premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. En 1953 es nombrada cónsul en Nueva York y también delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Gabriela Mistral, una de las poetas más importantes del s. XX, maestra rural y educadora consiguió el galardón más importante de la literatura universal, fue doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland (California), y por la Universidad de Chile, entre otras universidades. Su obra está traducida a más de 20 idiomas.

Fuente:https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/mistral_gabriela.htm.

TERTULIAS LITERARIAS

Por Julio Solòrzano Murga.

Jorge Aliaga, Julio Solòrzano y Cèsar Aching.

Para ti César
Aquí estamos Maestro bajo la sombra dorada de tus ideales.
Bajo la radiante luz de tu alfabeto.
Bajo la transparente huella de tu pluma.
Eres el visionario guerrero del periodismo peruano.
¿Quién dijo que la muerte callara tu voz?
Hoy nos toca estar al pie de tu silencio.
Hoy nos toca estar al pie de tu féretro.
Al pie de la palabra muda que desgarra el alma.
Al pie del silencioso llanto del alma.
Al pie de tus ideas que duermen
Al crepúsculo de tu partida
Al pie de la palabra herida
Cuidando tus sueños en profunda oración.
Aquí estamos hermano César.
Presenciando al viejo árbol de frondosas ideas.
Esperando ser llevado a tu última morada.
Llevando contigo el recuerdo eterno de tu familia.
César Aching Guzmán…Descansa en paz hermano.


Huacho, 21 de julio de 2016.