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Hugo Blanco y Jorge Aliaga Cacho en Edimburgo |
El 16 de octubre de 2010, visitó la ciudad de Edimburgo, el legendario líder campesino, Hugo Blanco. Recuerdo a Hugo Blanco cuando, a finales de los años setenta, los trabajadores estatales, agrupados en la CITE, marchabamos al Congreso de la República para presentar nuestro pliego de reclamos. Miles de trabajadores estatales se congregaron en la puerta del congreso. Entramos al recinto, una comisión conformada por representantes de los trabajadores del Ministerio de Economía, el dirigente Colán del FETRAMUN, y el autor de esta nota representando a los trabajadores del Instituto Nacional de Cultura, ATINC. Nos recibieron cordialmente, nada más ni nada menos, Hugo Blanco y Jorge del Prado, el líder histórico del Partido Comunista Peruano. Ambos manifestaron su apoyo a nuestras gestiones.
Después de tres décadas, de esa marcha al congreso, me reencontré con el líder campesino en un recinto de la que fuera mi universidad en Escocia. Entró nuestro personaje vistiendo un sombrero campesino, un pantalón azul, una bolsa inca y sandalias de cuero. En ese momento recordé la gran campaña de desprestigio que la derecha peruana le hacía, en los años setenta, por el hecho de que el líder cusqueño atendía los debates del congreso sujetándose los pantalones con una soguilla alrededor de su cintura. Sonreí y me lo imaginé un hippie canoso de setenta y cinco años.
Blanco entró al salón con simpleza pero con comando. Me acerqué para saludarlo. Le hice recordar a una amiga suya que también era amiga de mi padre, la abogada defensora de los trabajadores, Laura Caller. La recordó y repitió el nombre con cierto brillo en sus ojos:´Laura Caller´. Inmediatamente después, antes de empezar su discurso, mostró preocupación por la exhibición de sus folletos y libros que había traído consigo: “Salvemos a la humanidad, retomemos las raíces indígenas”, “Cartas entre José María Arguedas y Hugo Blanco”, “En defensa de la madre tierra y en la construcción del auto-gobierno”, “Tierra y libertad”, “Nosotros los indios”. Leer esos títulos presagiaba ya el contenido de su discurso. Hugo Blanco, en realidad es un luchador que muy bien se ha posicionado para combatir al imperialismo desde el ángulo del eco-socialismo.
El lugar, a pesar del frio matinal, estaba colmado de gente. Por esas cosas de la costumbre me dirigí a él en inglés, pidiéndole que me acompañara a posar para una foto con el líder del Partido Socialista Escocés, Colín Fox, y Brian Pollit, académico de la Universidad de Glasgow. Hugo Blanco me siguió pero me dijo: “no me hables en inglés que de eso no entiendo ni michi”. Ese era el Hugo Blanco que a pesar de sus años en el exilio se arraigaba al español y, seguro que en sus entrañas, a su querido runa simi. Las introducciones no fueron necesarias porque ya Blanco los había conocido la noche anterior en la charla que diera en la ciudad de Glasgow. Pero se le sintió alegre de posar para la toma fotográfica.
La académica norteamericana, Elena Olson, aprendió por los indígenas norteamericanos que tenemos que pensar en la séptima generación cuando tratamos a la naturaleza. También tenemos que respetar la diversidad, cada lenguaje, cada forma de vestir, pero, sobre todo, tener entre todos respeto común, la defensa de la naturaleza y una administración colectiva de las tierras. Hugo Blanco fue muy claro al manifestar que lo que él proponía no era un retorno al primitivismo sino a la ética primitiva.
Blanco también denunció que Estados Unidos y China sólo firmaron parcialmente el acuerdo de Kioto. Denunció que es inaudito que los Estados Unidos teniendo el 4% de la población mundial afectara con un 25% al calentamiento global. Si el clima fuera un banco, dijo Blanco, hace tiempo los Estados Unidos lo hubiera salvado. También denunció que el calentamiento global producido por las grandes naciones está destruyendo las tierras. En el Cusco, dijo, cientos de hectáreas de tierras cultivadas están siendo destruidas por los desbordes de lo ríos. En Pakistán, pronunció, el 25% del país se encuentra inundado de agua. Añadió Blanco: 'En la revista “Lucha Indígena”, que publico mensualmente, hago una lista de todos estos crímenes del capitalismo'. La media nos engaña diciéndonos que estos son desastres naturales. ¡No! Enfatizó: ‘esto es provocado por el calentamiento global’. Si bien es cierto que en Kioto hubo un poco de acuerdos la verdad es que en La reunión de Copenhague no existió ninguno.
Esta situación no es causada solamente por el demonio capitalista sino por el neo-liberalismo que quiere hacer la mayor ganancia de recursos en el menor periodo de tiempo. Y si en ese proceso tienen que matar a la población y degradar el mundo, no les interesa, seguramente nos darán alguna lágrima de cocodrilo, sentirán una penita. Esto pasó con Al Gore que mostró preocupación por el problema. Gore tenía, o tiene, un amigo capitalista británico que quiso ayudarlo en la solución de este problema: 'Pero si tú estás contribuyendo a este problema con las actividades de tu Aerolínea', le dijo. 'Pero que quieres que haga', le contestó el amigo: ‘si salgo de la industria viene la British Airways y esta lo hace’.
Esto explica que la solución a este problema no depende de un deseo individual o entendimiento del problema, sino de un cambio de sistema que no permita a los dueños de las grandes empresas transnacionales decidir en lo que se tiene que hacer para la solución a los problemas de la humanidad. Esto fue claro en nuestras deliberaciones en Copenhague. Aquí se dijo claramente, expresó Blanco, que lo que se requería era el cambio del sistema operante que viene matando a la naturaleza.
Hugo Blanco se definió como miembro de la izquierda verde.
Ahora que se han ganado las elecciones municipales en Lima, y nos preparamos para derrotar a la derecha en las próximas elecciones presidenciales del 2011, sería importante invitar a esos grandes viejos luchadores de la otrora Izquierda Unida, como Hugo Blanco, Genaro Ledesma, entre otros que alternaron con Jorge del Prado, viejos combatientes, para que sirvan de apoyo consultivo a esta nueva Izquierda Unida que se viene forjando en nuestro país, y que necesita de todas las ideas, en todos los campos, para acordar y diseñar una propuesta de gobierno creador, integrador, socialista, verde, rojo, variopinto, que integre La Fuerza Social, Nacionalista, Democrática y Socialista, que ya espera su turno para dirigir, con su pueblo, los destinos de la patria.
Quisiera terminar esta nota con unas frases del gran Eduardo Galeano dedicadas a Hugo Blanco:
‘Las autoridades lo acusaron de terrorista. Tenían razón. Él sembraba el terror entre los dueños de la tierra y de la gente. Durmió bajo las estrellas y en celdas ocupadas por las ratas. Hizo catorce huelgas de hambre. En una de ellas, cuando ya no aguantaba más, el ministro del interior tuvo un gesto cariñoso y le envío, de regalo, un ataúd.
Más de una vez, el fiscal exigió la pena de muerte, y más de una vez se publicó la noticia de que Hugo Blanco había muerto.
Y cuando un taladro le abrió el cráneo, porque una vena estalló, Hugo se despertó con pánico de que los cirujanos le hubieran cambiado las ideas. Pero no. Seguía siendo con el cráneo cocido, el mismo Hugo de siempre. Sus amigos estábamos seguros de que ningún trasplante de ideas iba a funcionar. Pero si temíamos que Hugo despertará cuerdo.
Y a la vista está: el sigue siendo aquel loco lindo que decidió ser indio, aunque no era, y resultó ser el más indio de todos los indios’.