Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

26 de agosto de 2011

AMARU


JULIA DEL PRADO MORALES,  Bibliotecaria, periodista, escritora.

Autora de Estampas y leyendas de Huacho y del Norte Chico. Huacho: 1999; En toda el alma hay una sola fiesta.; libro de poemas. Huacho: 2000 Encuentro con Huacho y allende los mares. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, primera edición agotada. Cabriolas (historias en verso para niños). Lima: Editorial San Marcos, 2004. La Tortuga Alicia. Libro para niños. Lima: 2007. Tendido de sol maduro.: libro de poemas Lima: 2009. Libro virtual o e-book: Jipirapafapa. Libro para niños. 2011
Promotora cultural de la región Lima – Provincias y de la Provincia de Huaura, desde hace 30 años.
Pertenece a la Comisión de Escritoras del PEN Club Peruano, que preside la destacada escritora peruana Marita Troiano.
Forma parte de la actual directiva de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ)-Lima.

En Medellín, Colombia, se especializó en Bibliotecas Escolares y Literatura Infantil en la Universidad Nacional de Antioquia, becada por al Organización de Estados Americanos. Recorre continuamente América y nuestro país, alimentándose de su naturaleza y realidad.
Próximo libro a editarse de haiku y microcuentos: El Círculo del sueño. En preparación un libro de cuentos. Participa la escritora en algunos foros literarios por Internet. Varios de sus escritos han sido traducidos al catalán por el escritor, lingüista valenciano Pere Bessó y al alemán por Wolfrang Ratz para su revista Barca de Papel, al inglés y al portugués.

Videos de sus escritos figuran en YOUTUBE, los que alcanzan alto número de visitas.
Publicada en revistas virtuales como: Isla Negra de Gabriel Impaglione, Estrellas y Latidos de Catalina Zentner, Voces de hoy de Pedro Pablo Perez Santisteban, Con voz propia de Analía Pascaner, Mis poetas contemporáneos de Gustavo Tisocco, Letralia de Jorge Gómez Jiménez, La guinda, revista española y  Sentido figurado, revista portorriqueña,  entre otros.
Colaboradora con artículos en la revista cultural de Lima: Voces, dirigida por la destacada intelectual Amalia Cornejo Cavero.

Sus dos libros para niños están recomendados dentro del Plan Lector de nuestro país.
Blogs literarios de Julia del Prado en blogger:
y un blog de fotografía aficionada y videos del Perú: http://elblogderegina2.blogspot.com. (Rastros y fotos)


           A M A R U




Por Julia del Prado


El mandala de Eva da mucha luz a la humanidad a través de su esencia. Un día, una serie de serpientes de la Amazonia peruana decidieron abordarlo. Una a una lo cubrían, quitándole la luz que este mandala necesitaba para que el mundo vibrara en positivo. Y así, poco a poco lo cerraban, lo comprimían dejándolo sin aire, sin energía. Las serpientes trataban de imponer su propio mandala, no querían más luz para el universo. Pero un día llegó la serpiente, la boa más poderosa ,la Yacumama, la temible ANACONDA. Ingresó en son de fiesta y, mientras bailaba, terminaba con cada serpiente estrangulándolas, hasta que no quedó una sola de ellas. 
Desde entonces, cuentan los antiguos, quedaron prendados de la ANACONDA con el MANDALA de Eva por los siglos de los siglos y, de ese amor intenso, un día nació el nuevo AMARU.

25 de agosto de 2011

Tatiana Schevchenko - POEMA

Tatiana Shevchenko

Твои прекрасные глаза...Они меня околдовали...


В них солнца свет, дождя слеза....
В них сплеск огня, волна печали...

В них жизнь играет ярким светом
Их глубина бросает в дрожь...
От них тепло, как будто летом,
А их печаль, как в сердце нож!!!
Они, как темные пещеры, то привлекают...то страшат
И их любя - не знаешь меры....
Они прекрасны, как закат...
Они дурманят как вино,
Как в сети ловко завлекают,
От них становится тепло
И в сердце музыка играет...
Как лучик света ранним утром -
Они приятны и нежны,
В них огонек свечи, как будто,
Они, как воздух мне нужны!!!!!

24 de agosto de 2011

“CARONTE” AGUARDA.


LUNES 22 DE AGOSTO DE 2011



“Algunos detalles nuevos sobre un artículo que publicamos el 27 de julio y que merecen una explicación”.


“CARONTE” AGUARDA

El 27 de julio publicamos una denuncia pública (no judicial) del poeta Chileno Eduardo Leyton-Pérez, días antes, en la XVI Feria Internacional del Libro de Lima. El motivo: el retraso en la entrega de “Caronte”, poemario que presentaría en la feria.

El otro poeta que presentaría sus libros ese día, Lionel Henríquez, recibió 15 ejemplares con anterioridad, y tuvo el total de sus libros luego del cierre de edición de esta sección cultural, por lo que no pudimos constatarlo. Leyton-Pérez vio sus libros un día después de la publicación de este artículo, pero reparó en algunos detalles insatisfactorios. Sin embargo, vía carta notarial enviada a este diario, el editor del libro en cuestión, Harold Alva, adjuntó un “Acta de entrega de libro Caronte” de la editorial Altazor, donde figura la firma de Leyton-Pérez y puede leerse: “(…) estando conforme con lo que recibe (calidad del libro) firma (…) dejando zancada (sic) la relación comercial”. Este tema está siendo seguido por el Consulado de Chile, entre otras instancias, por lo cual no entraremos en detalles.

En la carta también se menciona la “parcialidad” del periodista, lo que ha sido desmentido en entrevista personal con el señor Alva, a quien hicimos constar que nunca utilizamos la palabra “estafa” y que solo describimos los hechos de aquel día porque eran noticia: un reclamo internacional en una feria internacional.

Algo que no menciona el editor, pero debemos señalar, es el titular: “Precaria editorial”. El titular debió restringirse solo a la edición en cuestión y no a la editorial en sí, porque el buen trabajo que esta realiza es tangible. Altazor ha enviado a este diario ejemplares bien editados de “Mufida, La angolesa”, de Jorge Aliaga, y “Un nombre distinto”, de Miguel Ruiz Effio, entre otros.

Sabemos de presentaciones de carátulas sin contenido y comentarios de libros que (se nota) no se han leído. Incluso hemos oído alguna vez a un escritor presentar “Pelando naranjas” refiriéndose al libro “Como quien pela una fruta”, editado por Arteidea. Sin embargo, no se trata de noticias, sino de anécdotas. Esperamos que el tema “Caronte” se solucione entre las partes, y que prime la comunicación, en bien de este creciente mercado donde las editoriales nuevas están cumpliendo un papel importante al editar libros y difundirlos a bajos costos.

22/08/2011

Fuente:
Diario “La Primera”

23 de agosto de 2011

VII Concurso Regional de Declamación Escolar “Augusto Escalante Apaéstegui” 201

Todo listo para el gran Concurso Regional de Declamación Escolar 2011 "Augusto Escalante Apaéstegui"  07 de Octubre Gran final nivel DRELP en la ciudad de Huacho Sede del Gobierno Regional Lima Provincias.


Contando con la participación de alumnos de las nueve Ugeles de la Región Lima Provincias, el día 07 de octubre se llevará a cabo la Gran Final del VII Concurso Regional de Declamación Escolar “Augusto Escalante Apaéstegui”  en nuestra ciudad de Huacho,  en las modalidades de Poesía Individual y Poesía Coral en los niveles Inicial, Primaria y Secundaria.
Gracias a la Familia Barba Mitrani, por  cuarta vez se entregaran a los alumnos ganadores  los premios consistentes en Dinero en Efectivo, Medalla de Honor y Estandarte para los colegios al que representan los alumnos ganadores.
El Premio Regional “Zita Mitrani de Barba” se entregara  todos los años en la primera semana del mes de octubre en el marco de la final del Concurso Regional  y tendrá como sede la ciudad de Huacho, según lo estipula el convenio firmado por la familia Barba Mitrani, la Sociedad de Poetas y la Dirección Regional de Educación.

21 de agosto de 2011

Diablo





Por Jorge Aliaga Cacho


La Consuelo estaba en un rito extraño, sentada en la banca, frente a la mesa, sostenía cinco cigarrillos encendidos entre sus labios, exhalaba humo y repetía:

-¡Te engaña hija, te engaña!

-¡Te engaña! – repitió La Consuelo encendiendo sus ojos locos.

-¡Me engaña! – gritó Maruja conmovida al tiempo que se asustaba de los ojos violentos que anunciaban locura. La Consuelo cerró los ojos y los volvió a abrir grandes, diabólicos, para volver a decir:

- ¡Te engaña, te engaña!

Maruja ahora lloraba. Más que el anuncio de la infidelidad conyugal lo que la hacía llorar eran los ojos asesinos de La Consuelo que la sumergían en un estado de terror.

Al día siguiente, cuando Braulio se preparaba para desayunar se apareció en esa casa el diablo. Transformado en gato se apareció en el marco de la ventana con su mirada aterradora. Braulio quiso escapar de la habitación pero la única puerta de escape se trancó sin razón alguna. El demonio entonces le encendió la mirada irradiando maldad y Braulio se arrodilló en el suelo para pedir perdón y gritar de pánico: ¡Nooooooooooo!

Maruja logró abrir la puerta y encontró a su marido en el suelo, con los ojos cerrados de terror, pero el gato ya no estaba, se había fugado de la habitación.

-Esto te ha sucedido porque me engañas – le dijo Maruja

-Braulio tomó su maletín de cuero y salió como enajenado, corriendo, corriendo.

- El diablo, hijito, el diablo –le repitió Maruja.

Todas las mañanas ella hacía, con su mano y su brazo, la misma figura para entregarle la moneda de cincuenta centavos a su hijo. Metía los dedos en el monedero para rebuscar y pescar la moneda mediana de medio sol. Movía el brazo haciendo un arco que nacía en el monedero y terminaría en la palma de la mano de Marlo. Este metía los cincuenta centavos en el bolsillo del pantalón y bajaba las escaleras del edificio, de prisa, con rumbo al colegio. En las mañanas los pisos del edificio lucían limpios, el portero se esmeraba en la limpieza. Siempre lo veían limpiar, los pasadizos de los cinco pisos, con aserrín y kerosene.

En la puerta del edificio amanecía gente que venía de la sierra. Se sentaban en la grada de la puerta de la agencia de ómnibus. Algunos, a su vez, sentaban en sus faldas a un carnero o una gallina y los bultos ocupaban todo el espacio de la vereda. Los taxistas se los llevaban de a tres o de a cuatro. Sentaban primero a los pasajeros luego les ponían los bultos y, encima, los animales.

Los transportistas se aprovechaban de los recién llegados que no conocían Lima y les cobraban por la carrera lo que les daba la gana. Algunos de los sentados, en la grada de la puerta de la agencia, abrían sus fiambres para descubrir cancha, mote, habas y cuy. Vestían varias prendas superpuestas. El largo de sus pantalones alcanzaban sus canillas y eran sostenidos en la cintura por una pita o soguilla. Marlo pasaba frente a los pasajeros. Traían el olor de la sierra. Olor puro y natural allá en las alturas pero descompuesto cuando llegaba a Lima.

En la esquina de esa calle comenzaba la calle de los chinos con su diversidad de negocios: artefactos eléctricos, garajes, chifas, dentistas, imprentas, hoteles. Por esa calle se desplazaba la mancha de uniformes color caqui que se dirigían a la escuela fiscal. En la esquina divisaban al profesor Ríos y todos apuraban el paso haciéndose los puntuales. Todos se veían pero no se hablaban entre ellos. La señorita Ballero, profesora de setenta y cinco años cumplidos.  Ella venía atrás de la mancha color caqui. La veterana caminaba firme y segura. El profesor Ríos llegaba primero a la fachada del colegio, subía la grada, giraba rápidamente y levantaba el brazo para saludar con su manota a los colegas. Los alumnos del Quinto Año que habían probado esa mano sentían escalofríos.

La escuela tenía un olor peculiar: cuadernos, borradores, lápices tajadores, huevos duros, galleta de soda. Eran las 8 de la mañana. El Director acercaba un ojo a la mica del reloj pulsera y distinguía los números con dificultad, vacilaba.

 -¡Empezar! –gritaba el gordo Director haciendo temblar la escalera de madera que lo llevaba al estrado, formado por un tembleque tabladillo.

-El profesor Ríos daba la voz:

-Uno, dos, tres…….

 Los alumnos de todas las secciones hacían retumbar el patio con las notas del himno nacional:

 ¡Somos libres, seamos, seamos, seámoslo siempre!

 Sus caras parecían poseídas por el demonio cuando cantaban el himno nacional. Las formaciones de la las secciones se hacían con el más pequeño, adelante, hasta el más grande, atrás.

El Dávila era el más alto. Se cuadraba al fondo con su insignia de policía escolar, reluciente. Los chiquitos no respetaban su autoridad. Lo llamaban Niño viejo. El profesor Ríos desde el estrado controlaba a todas las cabezas del Quinto Año. Reconocía a los alumnos por los cortes de pelo. Sabía a quién pertenecía cada cabeza.

Terminado el himno nacional los alumnos se dirigían a los salones de clase. Los del Primer Año se instalaban junto a la Dirección del colegio. El Director entraba primero al salón del Primer Año para darle un chape a la señorita Norma.

-¡Pero Señor Director!– clamaba la Señorita Norma - Las babas se le chorreaban al gordo. Antes él había ordenado a todos los alumnos cubrirse los ojos con las manos. Si observaba que alguien no cumpliese la orden, al salir del salón de clase, le arrancaría las orejas. Eso era lo que sentían los párvulos como si les hubiesen arrancado las orejas. Los de Segundo Año tenían su salón cerca a los baños. Hasta allí caminaban llevando el mismo paso que la Señorita Ballero. Los del Tercer Año eran los más relajados, pendejitos. Se dirigían al salón que tenían en el segundo piso silbando, peleando, empujándose, tirándose pedos, escupiéndose. Al Chino Tang le metían la mano, lo descontrolaban. Al negro Dávila le tiraban papeles y desde el segundo piso le disparaban con ligas y hasta con hondas. El profesor, del Tercer Año, era El teacher. El teacher llegaba al salón de clase primero. Se sentaba en su silla giratoria, apoyaba su cabeza en el escritorio y se quedaba dormido hasta la hora del almuerzo. Ese era el único salón alegre de la escuela. El profesor del Cuarto Año era Ballinger de Chicago. Llegaba a su salón del primer piso y sacaba la lista de los castigados quienes no habían guardado silencio en la formación. Uno a uno los llamaba al frente para cachetearlos hasta dejarlos medio dormidos. Ballinger gozaba infligiendo castigo físico. Sus ojos, cuando cacheteaba, se le tornaban rojos. Le salía espuma por la boca. Se ahogaba. Lloraba como si él fuese la víctima. Todos los alumnos se miraban aterrorizados pero no decían palabra alguna. Estaba prohibido hablar. Ballinger regresaba para hablarles con los ojos y los volvía a golpear con un batón de cuero relleno de arena. Les paleaba las espaldas, las cabezas, los brazos, las piernas. Cuando infligía castigo, cerraba la puerta del salón con llave y con cada golpe propinado maullaba. Se subía en el pupitre para blandir su palo de cuero y amenazaba con otra tanda de castigo. Cuando esto sucedía. Los alumnos se aterrorizaban en silencio. Nadie lloraba. Era extraño. Siempre sucedía el mismo abuso pero al salir del colegio todos olvidaban lo ocurrido. Era una pérdida de memoria colectiva. Al día siguiente todo se volvía a repetir de la misma manera. Un día memorable Ballinger se olvidó de hacer la lista de castigados pero para no perder la costumbre mandó cerrar las ventanas y poner el cerrojo a la puerta.  Comenzaría nuevamente el castigo.


Esta vez Marlo le dijo que si no tenía la lista de castigados no debería castigarlos.

 ¿Queeeeeeé? - Replicó Ballinger

 -¿Queeeeeeeé? -Volvió a preguntar incrédulo blandiendo su palo, amenazando, zigzagueando su palo en el aire.

 Los alumnos se pusieron de pie y en coro gritaron:

 ‘Diablo, diablo, diablo, diablo’- al tiempo que tamboreaban las carpetas con repiques negroides que hacían bailar sus traseros sobre los asientos. El miedo se les había acabado y ahora todos gritaban eufóricos y llenos de risa.

 - ¡Diablo, diablo, diablo, diablo!

Igual que el gato, que había desaparecido de la casa de Marlo, así desapareció Ballinger de la escuela y nunca más fue visto otra vez.

Les llegó profesor nuevo, ahora están en quinto, nadie habla de Ballinger. Hacen bulla,  joden, pendejitos, como lo hacían en tercero cuando El teacher era el profe.  Bandidos. Todos los días se escucha en el plantel escolar el tamboreo, el coro alegre, ojos encendidos, gritando:

-¡Diablo, diablo, diablo, diablo!