Por Miglio Beloglio
"Cuando uno quiera conocer los caminos de la luz, debe primero conocer su propia oscuridad "
Habrá un lugar donde abrazar los ataúdes de la desesperanza
Y recoger los escombros de lo perdido
De este humano naufragio que se nos va por los resquicios del alma.
Habrá un lugar donde podamos librarnos de su sedienta guadaña
Un intersticio en el cielo agujereado por tantas culpas
Donde doblar las rodillas que nos asfixian
Donde implorar; ¡déjame ir...ya no respiro!
Y las palabras no nos estrujen con su estruendoso silencio.
Habrá un lugar donde las sombras converjan con la luz
Y los cuadrados imaginarios no nos confinen
A los rincones donde la araña teje su Nido
Donde el dolor las descose de nuestros ojos como dos hilos.
Habrá un lugar allende al mar de los espejos que no nos quiebre la mirada
Al ver dos lunas eclipsándose en la soledad de la noche
Lágrimas negras como charcos de muerte en la mirada.
Habrá un lugar donde los buitres no nos den vueltas
Donde las horas no cuenten y las agujas se vuelvan, y los ovillos destejan lo andado
Donde el dolor no nos muerda el tuétano de nuestros miedos.
Habrá un lugar para volver a comenzar, para encontrar lo perdido
Para abrazar lo querido, para besar lo amado, y para andar...
Los caminos donde las horas no nos dividan, donde los cielos nos junten
Y donde no haya más listas que nos condenen.
Habrá un lugar bajo el azur que nos cobija donde enterrar mi dolor
Donde poner mi cabeza y descansar entre las altas penumbras
Yo no le temo a la noche, yo no le temo a la muerte
Cada mañana despertaré con el alba mirándote, como se mira lo que se ama
Y contemplando tus mariposas revoloteando las rosas negras de mis manos.
"Cuando uno quiera conocer los caminos de la luz, debe primero conocer su propia oscuridad "
Habrá un lugar donde abrazar los ataúdes de la desesperanza
Y recoger los escombros de lo perdido
De este humano naufragio que se nos va por los resquicios del alma.
Habrá un lugar donde podamos librarnos de su sedienta guadaña
Un intersticio en el cielo agujereado por tantas culpas
Donde doblar las rodillas que nos asfixian
Donde implorar; ¡déjame ir...ya no respiro!
Y las palabras no nos estrujen con su estruendoso silencio.
Habrá un lugar donde las sombras converjan con la luz
Y los cuadrados imaginarios no nos confinen
A los rincones donde la araña teje su Nido
Donde el dolor las descose de nuestros ojos como dos hilos.
Habrá un lugar allende al mar de los espejos que no nos quiebre la mirada
Al ver dos lunas eclipsándose en la soledad de la noche
Lágrimas negras como charcos de muerte en la mirada.
Habrá un lugar donde los buitres no nos den vueltas
Donde las horas no cuenten y las agujas se vuelvan, y los ovillos destejan lo andado
Donde el dolor no nos muerda el tuétano de nuestros miedos.
Habrá un lugar para volver a comenzar, para encontrar lo perdido
Para abrazar lo querido, para besar lo amado, y para andar...
Los caminos donde las horas no nos dividan, donde los cielos nos junten
Y donde no haya más listas que nos condenen.
Habrá un lugar bajo el azur que nos cobija donde enterrar mi dolor
Donde poner mi cabeza y descansar entre las altas penumbras
Yo no le temo a la noche, yo no le temo a la muerte
Cada mañana despertaré con el alba mirándote, como se mira lo que se ama
Y contemplando tus mariposas revoloteando las rosas negras de mis manos.
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