Una gran novela corta.

Por Jorge Aliaga Cacho.
Siempre me han gustado las novelas cortas. No es que tenga menos predilección por las de largo aliento como El Quijote o La Guerra y la Paz, obras que tienen un mayor alcance espacial, sino que en los predios de la novela corta radica, más que el elemento espacial de la obra, el acento espiritual y el placer de deleitarse con el contenido total en un prudente espacio de tiempo. Las obras cortas son para todos los públicos pero tienen un atractivo especial para los jóvenes que, muchas veces, se cansan de las novelas interminables de algún plan lector.

Nadie puede negar la completa belleza de obras cortas como: 'El Principito', 'Pedro Páramo' o 'Taita Cristo', obras de ineludible reconocimiento general por las enseñanzas, de sus universos y personajes literarios, ya sean estas provenientes del niño que viene de otro mundo, como en el caso de la primera obra; o las enseñanzas de Juan Preciado, en la segunda, que llega a un pueblo en busca a su padre; o la de Alejandro Guerrero que, hace lo propio, en las enseñanzas de aquella tradición cristiana, desgarra a los personajes de un pueblo andino, en la última obra mencionada.

La obra que me complace recomendar a los lectores de este blog, se encuadra en el mismo camino educador. La novela rescata lo sucedido con una mujer judía que inmigra a la Argentina durante la época  de la barbarie que azotó a Europa el siglo pasado. La novela a la que me refiero es titulada 'Cartas de Laura' y pertenece a la pluma de Nora Patricia Rojas, una destacada poeta argentina que hoy nos deslumbra con esta intrigante novela que estoy seguro ocupará un distinguido sitial en nuestros predios literarios.