Por Jorge Aliaga Cacho
Si examinamos la vida y obra de César Abraham Vallejo Mendoza, encontraremos que además de poeta, ensayista, narrador, escritor, amante y combatiente, fue también un perseguido, un proscrito, por expresar sus ideas socialistas. Fue maltratado tanto en su Santiago de Chuco como en Europa. Cuando estuvo en Francia se plegó a la lucha antifascista, organizó el Socorro Rojo y ayudó a escapar a los combatientes republicanos que huían de la muerte en España. Él, nuestro Vallejo, fue corresponsal en el frente de Madrid. Su búsqueda era una sola, participar en toda acción que lleve al hombre a su liberación. A Vallejo no lo detuvieron ni el hambre, ni la enfermedad, ni la miseria y se entregó a la militancia política, al socialismo. Alejado de su tierra, lejos del Perú fundó la primera célula comunista peruana, en Francia. Fue miembro de la UNIÓN DE ESCRITORES ANTIFASCISTAS y creía que el escritor tenía que asumir, ante todo, una posición de lucha junto a su pueblo. Es importante que nuestra juventud sepa la completa historia de nuestro poeta universal. Existen intereses para hacer que el pueblo no recuerde al poeta en toda su dimensión humana y, algunos autodenominados ‘vallejianos’, se quedan en los 'Heraldos Negros', sin atender, sus también enjundiosas obras como, 'Los doctores del marxismo', 'El arte y la revolución', 'Rusia en 1931, o Reflexiones al pie del Kremlin', en ensayo, 'Paco Yunque', en cuento, o sus aportes, al estudio del lenguaje, en su trabajo de corte académico. Si Vallejo hubiera estado presente físicamente, en nuestros días, es seguro que hubiera estado escribiendo, agitando y pronunciándose acerca de los más sentidos y agobiantes problemas de su pueblo. César Vallejo escribiría al respecto:
«El tipo perfecto del intelectual revolucionario, es el del hombre que lucha escribiendo y militando, simultáneamente».
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