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| Jorge Aliaga Cacho en Estocolmo |
Por Jorge Aliaga Cacho
Otros intérpretes, como Joaquín Casalduero, encuentran en la obra de Cervantes el amor y la feminidad en diferentes matices. Encuentra un contraste entre carne y espíritu. Casalduero también encuentra una obra maestra del Barroco, “rica en un pasado humanista, con infinitas perspectivas hacia el futuro”. La opinión de Américo Castro sobre el cristianismo de Cervantes afirma que en ocasiones el cristianismo de Cervantes se parecía más al de Erasmo que al de Trento.
Como filosofía, el humanismo se dedicó a los intereses humanos, incluida la cultura literaria, en particular la literatura clásica. A este respecto, Cervantes no sólo estaba bien versado en la literatura clásica y, en particular, en las obras de caballería, sino que experimentó con un nuevo 'estilo' al abordar la escritura épica. Cervantes no se limitó a escribir en forma épica. Cervantes vio que era posible escribir la historia de “El Cid” en estilo épico. Se creaba así para el lector la posibilidad de leer con un efecto 'cuasi similar' las verdaderas aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar o las fingidas de “Don Quijote”. Cervantes aplicó las normas de la ficción a sus obras en prosa. Es en este sentido que Cervantes, mirando retrospectivamente la ya anacrónica literatura romántica, comenzó parodiando sus simples manierismos, aunque 'Don Quijote', como 'verdadero caballero', valora más su honor que la realidad misma y, por tanto, triunfa. sobre su Creador. Harvie Ferguson ha escrito: 'Su pasión, que es la devoción caballeresca al orden caballeresco, crea su propio mundo en oposición a cualquier experiencia mundana que pueda negarla...' Convertido en pasos subjetivos o proyectado en el mundo como actos virtuosos, el monje y el caballero fueron llevados más allá del mundo social. Por un lado, la contemplación y, por otro, la acción, trascendieron las limitaciones de tiempo y lugar para alcanzar el reino del ser puro; el amor y el valor que fueron identificados como felicidad”. (15)
En el prólogo de “Don Quijote”, nuestro autor escribe algunas líneas que también pueden examinarse en el contexto del pensamiento humanista. En el prólogo afirma: "Ten cuidado de expresarte de manera sencilla y fácil, en términos bien elegidos, significativos y decentes, y de dar un giro armonioso y agradable a tus períodos: estudia para explicar tus pensamientos, y colóquelos en la luz más verdadera, trabajando tanto como sea posible, no para dejarlos oscuros ni intrincados, sino claros e inteligibles: deje que sus divertidas historias se expresen en términos divertidos, para encender la alegría en los melancólicos y aumentarla en los alegres. : deja que la alegría y el humor sean tu designio superficial, aunque apoyado sobre una base sólida, para desafiar la atención de los ignorantes y la admiración de los juiciosos, para proteger tu trabajo del desprecio de los más graves y merecer los elogios de los hombres sensatos. ; manteniendo la vista fija en el fin principal de su proyecto: la caída y destrucción de ese monstruoso montón de novelas mal ideadas que, aunque aborrecidas por muchos, tan extrañamente han enamorado a la mayor parte de la humanidad. Tenga esto en cuenta y su negocio estará hecho.
La última cita, de "Don Quijote", daba importancia a la risa que, en la transformación de la sociedad feudal, y como en épocas anteriores, se hizo generalmente accesible en oposición al 'mundo oficial', que no puede ser cómico. Cervantes, Shakespeare y Rabelais durante ese período supieron explotar su imaginería variable. En las obras de Cervantes podemos encontrar ese tipo de alegría carnavalesca que se burla del estilo de 'seriedad helada y petrificada' propio de la escritura seria, liberada de la estructura petrificada de la jerarquía feudal. La personalidad humana surgió así como sujeto privilegiado de la historia mundial, pero aún libre de todos los determinantes históricos. El autor existe, por lo tanto, no existe una validación estándar con la que el yo pueda probarse. Este problema de la identidad fue también preocupación de otros humanistas como Montaigne, cuya psicología se parece mucho a la de los escritores modernos. Erasmus también da importancia a las cualidades internas del individuo. Erasmo vio la necesidad de comprender la verdadera bondad. En opinión de Forcione, el estudioso holandés sugiere que: 'esa auténtica nobleza deriva de las cualidades internas del individuo más que de sus posiciones sociales y habla de las dificultades que tiene el cristiano para distinguir la bondad y la virtud de todos los falsos valores que Los vulgares, atrapados en la sombra de la cueva de Platón, persiguen locamente como si fueran ciertos y verdaderos. Para los humanistas, como se puede percibir en las obras de Cervantes, cualquier norma evidente es, en última instancia, autogeneradora. (16)
Continuará...
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