Jorge Basadre, uno de los peruanos más ilustres, advertía de una manera enfática que en el Perú “no hay que dejar a los indeseables el monopolio de la suscitación de esperanzas”; porque cuando estos politicos indeseables se apropian de las esperanzas, de las ilusiones colectivas de la nación; entonces las esperanzas de todo un pueblo se transforman en frustraciones, y el progreso de la nación se convierte en un camino lento y tortuoso.
Si algo de rescatable tiene la actual campaña electoral es que ha permitido demarcar los campos de manera nítida y mostrar a cada actor político en su verdadera dimensión.
Por un lado tenemos 4 candidatos identificados con las politicas neoliberales, divididos y enfrentados en una sórdida pugna por defender sus particulares cuotas de poder y sus privilegios. La vieja derecha representada por una mediocre clase política que no tiene sentido de patria, que no tiene nada nuevo que ofrecer, que se muestra agobiada por el prematuro cansancio de los caminantes que desfallecen al pie de la montaña y carecen de la suficiente capacidad para dirigir los destinos de la patria rumbo al bicentenario de nuestra independencia.
Por otro lado tenemos a Ollanta Humala, el candidato del cambio y que con visión histórica entiende que el país exige un nuevo impulso renovador que asuma el reto de construir una patria para el siglo XXI. Es la nueva fuerza política que asume la tarea de construir un nuevo proyecto nacional que sirva como el elemento unificador para generar un nuevo consenso social que rompa las barreras de esos “compartimientos estancos” que nos mantiene fragmentados y convoque a los peruanos “a luchar, a apasionarse, a acometer empresas, a exigir más, a ser responsables”.
Mientras que los candidatos de la derecha neoliberal nos piden que sigamos haciendo actos de fe, que sigamos viviendo de las promesas en tiempos de elecciones, que sigamos esperando pacientemente los beneficios del crecimiento económico; ellos han festinado con el destino de la patria y han sido los beneficiados privilegiados de una política económica que durante 20 años ha demostrado que no le interesa el bienestar del ciudadano común y corriente.
Los 4 candidatos de la derecha defienden un modelo económico que se sostiene en base a mentiras, represión y promesas incumplidas. Hablan de modernidad, democracia, crecimiento, inversión, pero para el peruano trabajador, para los hombres y mujeres del Perú real, los problemas son los mismos de hace 20 años: desempleo, salarios de hambre, falta de oportunidades, inseguridad social, salud de pésima calidad, etc.
Ya no se trata únicamente de hablar sobre las bondades del modelo, están en la obligación de mostrar sus resultados y beneficios y que la política neoliberal ha contribuido a mejorar las condiciones de vida, de trabajo, salud, educación, vivienda, seguridad de las grandes mayorías. Están obligados a explicar porque luego de 20 años de políticas neoliberales, existe más de 30% de peruanos que viven bajo el umbral de la pobreza.
Y es que para la derecha, los pobres son los seres invisibles que solamente aparecen en tiempos de elecciones, para luego devolverlos a las penumbras y el olvido.
La diferencia principal con la derecha neoliberal, es que nosotros no luchamos por privilegios, luchamos por conquistar derechos para todos.
Y para ello vamos a cambiar la patria. Vamos a desarrollar una nueva política económica que ponga énfasis en la creación de empleo con salarios justos, en transformar el crecimiento económico en desarrollo sostenido, en redistribuir la riqueza, recuperar el gas para los peruanos, modificar la constitución, lucha resuelta contra la corrupción.
Ese es el sentido del voto que pedimos. Un voto por el cambio. Pero también una actitud decidida de participar activamente por hacer realidad el cambio en nuestra patria.
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