Jorge Aliaga Cacho ante el monumento de Lorca en Madrid |
Por David Lerma Gonzàlez
El 17 de octubre el recièn inaugurado Ateneo de Granada comienza su temporada de actividades. Como el año anterior, el encargado de inaugurarla es Lorca, quien pronuncia una conferencia sobre Pedro Soto de Rojas, poeta granadino del siglo XVII y autor de la alegorìa Paraìso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Genuninamente granadina y preciosista, esta gran obra del barroco le inspira el mismo fervor literario que Gòngora, reconocièndola como una relevante muestra de arte ''deshumanizado''. Federico està creando a sus precursores con su esfuerzo de crear una nueva estètica objetivistas que deseche cualquier atisbo de sentimentalismo. Emilio Prados tambièn se encuentra allì para participar en los actos organizados por nuestro poeta, pero su intenciòn principal era que Lorca le pasara, con intenciòn de publicarlos, los tres libros de poemas que ya habìa acabado. Consigue persuadirle, y no sòlo consigue los manuscritos de Poemas de cante jondo, Suites y Canciones, sino tambièn el Romancero Gitano y Oda a Salvador Dalì, que querìa imprimir en ediciòn de lujo. En los dìas siguientes, Lorca preocupado por el destino de sus obras, le preguntarà a Fernàndez Almagro sobre la conveniencia de publicarlos de golpe. Su amigo le responderà que serìa mejor hacerlo de forma escalonada. Asimismo, le pide su opiniòn sobre el ''feo'' caso de Mariana Pineda. Por el tono de la carta, Lorca ya no confìa en Eduardo Marquina, incluso duda de su intenciòn de estrenarla y de la sinceridad de los favorables comentarios en prensa que le habìa dedicado. No obstante le pide que le ayude. Fernàndez Almagro no irà a ver a Marquina, sino a Margarita Xirgù, la ùltima baza que le quedaba al atribulado Federico. Poco despuès, el 8 de noviembre, puede comunicarle buenas noticias. La actriz ha leìdo la obra y le ha gustado. Tiene la voluntad de estrenarla cuando termine su temporada en Madrid o, si no tuviera tiempo para ensayar, ya en Barcelona. A pesar de todo, visto su historial de fracasos y su mala suerte, Lorca no se convencerà de momento de la viabilidad de Mariana Pineda.
Poco despuès, a finales de noviembre de 1926, nace en Màlaga una de las grandes y renovadoras revistas de la època. Fundada por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Litoral marcarà un nuevo rumbo en el destino de la nueva poesìa española, convirtièndose en uno de los grandes escaparates para los jòvenes autores. En su primer nùmero, en lugar destacado, aparecen ya tres composiciones de Lorca correspondientes al Romancero Gitano que, desafortunadamente, aparecen llenos de erratas. Lorca se irrita y escribe a Guillen para quejarse de que Prados, aunque se lo habìa prometido, no le habìa enviado las pruebas de imprenta. Por su parte, Prados, en una carta a Guillen, responsabilizarà al propio Lorca, cuya letra era ininteligible y hacìa muy difìcil su transcripciòn. Con todo, Prado le comunica su deseo de publicar el Romancero Gitano como primer volumen de una colecciòn de nuevos autores, en la que, posteriormente, apareceràn Perfil del aire, de Luis Cernuda, Caracteres, de Josè Bergamìn, y La amante, de Rafael Alberti.
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