Carlos Arturo Schang |
de Goyo Schang.
Voy llegando sin querer
donde nadie me ha llamado,
ni vos sos Gardel
en esta noche de verano.
Callada fuiste armando
esta casa de mentiras,
sin ventanas, sin balcón,
hasta dibujaste un malvón.
Que decir ahora
si me siento un pajarón
sin fuelle, sin guitarra,
con mi voz de mate cimarrón.
Hiciste de mí una ilusión
un tango de alegría,
sonreía en el mostrador
hasta que me calló tu disfraz.
A que tocaste mi puerta
trayendo tu enojo de la vida,
porque yo pagar la cuenta
si mi alma es de bolsillos flacos.
Y para más todavía
parece que la culpa es mía,
un trago amargo
a esta altura de mi vida.
Seré culpable de muchas razones
algunas mentiras y otras no tanto,
pero nunca clave puñales
a la mujer que me quería.
Es verdad, he tenido muchos amores,
perdí la cuenta, a todas he querido
en esta milonga de la vida,
en este tango que no es mío.
Asi voy, tropezando por un querer,
cayendo y muriendo a cada rato,
pero no toques a mi puerta
que no ando silbando por debajo.
Y esta noche que no es gris
a luna llena de tango,
clavo un clavel amargo
en la solapa de mi cansado saco.
Voy llegando sin querer
donde nadie me ha llamado,
ni vos sos Gardel
en esta noche de verano.
Callada fuiste armando
esta casa de mentiras,
sin ventanas, sin balcón,
hasta dibujaste un malvón.
Que decir ahora
si me siento un pajarón
sin fuelle, sin guitarra,
con mi voz de mate cimarrón.
Hiciste de mí una ilusión
un tango de alegría,
sonreía en el mostrador
hasta que me calló tu disfraz.
A que tocaste mi puerta
trayendo tu enojo de la vida,
porque yo pagar la cuenta
si mi alma es de bolsillos flacos.
Y para más todavía
parece que la culpa es mía,
un trago amargo
a esta altura de mi vida.
Seré culpable de muchas razones
algunas mentiras y otras no tanto,
pero nunca clave puñales
a la mujer que me quería.
Es verdad, he tenido muchos amores,
perdí la cuenta, a todas he querido
en esta milonga de la vida,
en este tango que no es mío.
Asi voy, tropezando por un querer,
cayendo y muriendo a cada rato,
pero no toques a mi puerta
que no ando silbando por debajo.
Y esta noche que no es gris
a luna llena de tango,
clavo un clavel amargo
en la solapa de mi cansado saco.
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