Jorge Aliaga Cacho |
Javier Alfredo Amado del Pozo |
Por Jorge Aliaga Cacho
El año pasado tuve el honor de haber sido invitado al VII Encuentro de Escritores y Artistas, realizado en Tarija, Bolivia. Este año, el Ing. René Aguilera Fierro, como en ese entonces, tiene a su cargo los preparativos de la octava edición de este maravilloso encuentro que, estoy seguro, crecerá en la gloria de nuestros pueblos. El Ing.Fierro, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Tarija, es un poeta, escritor y animador cultural de suma importancia en nuestra América. Ello lo evidencia el número de cértamenes que viene auspiciando, en Bolivia y en varios países, con el propósito de integrar a los hermanos y hermanas de letras de nuestro continente y de más allá. Tarija: su ciudad, su gente, nos entregan formas nuevas de sentir el mundo. Gente amable, noble, tierra cálida, buen clima, deliciosa culinaria, buen vino y bella historia, son elementos que ponen a Tarija, como singular atractivo que todos debiéramos visitar, por lo menos, una vez en el curso de nuestras vidas. Recuerdo que en la visita que hiciera el año pasado, el Ing. Aguilera nos había organizado una visita a la Unidad Educativa Narcizo Campero Número 1. Allí llegamos con la poeta Doreli Rivas y con el propio Rene Aguilera. Lo acontecido esa tarde tuvo profunda significancia para los escritores asistentes a la ciudad de Tarija.
La directora del plantel había organizado una Comisión de Recepción. La excelsa poeta Doreli Rivas y el propio Rene Aguilera lucían impresionados, como yo. La directora nos pidió tomar asiento, presidiendo una mesa acomodada dando frente al patio de formación estdiantil. Hasta la mesa llegaron los estudiantes vestidos en sus atuendos típicos para ofrendarnos refrescos, etc. Al mismo tiempo montaban un espectáculo de música y baile que nos hizo volar al éxtasis, plenitud máxima. Estos niños con sus danzas y bailes, encendieron magia, la misma que nos brindara gran placer y algarbía total. A unos diez metros Doreli había sido sacada a bailar por un niño de ocho años de edad. Una niña de la misma edad había hecho lo propio conmigo. Y allí estábamos los dos, bailando, con todo el alumnado que hacía palmas en las graderías, las mismas que acompañaban las lágrimas de nuestros ojos que, de alegría, regaban el patio del yachaywasi. Las danzas y tonadas tarijeñas se quedaron para siempre en nuestros sentidos, nuestros corazones. Luego unas niñas ofrendaron a cada uno de los escritores, una canastilla de fruta y pan. Nos la entregaron con gran ceremonia, al tiempo que la directora se acercara para decirnos que la entrega de esa canastilla, de pan y fruta, significaba que el colegio nos había hecho compadres y que el compadrazgo era para toda la vida. Allí fue donde empezó la danza tradicional de "Las comadres" y todo fue mágico, como lo que sucedió en un cuento que escribí llamado Villa-Rosa, pero lo que veníamos experimentando con nuestros sentidos, en ese momento, no era cuento, era realidad. Los escritores bailábamos llorando de alegría con los niños bolivianos. Hoy cuando recibo la invitación para volver al encuentro de escritores de Tarija, la acepto con gran honor. Sería imposible no desear ver nuevamente a mis comadres y compadres. Y seguramente volverémos a llorar juntos, ésta vez con una razón más, pues recordaremos a nuestro amigo escritor Javier Alfredo Amado del Pozo, que nos dejara poco tiempo después de efectuado el VII Encuentro de Escritores de Tarija. Yo le conté, en aquella oportunidad, a Javier Alfredo, lo que habia sucedido en ese colegio. Lo puedo jurar que, con sus ojos, él me estaba diciendo que de haber sabido lo que allí iba a acontecer, él hubiese visto la forma de llegar al lugar cargado con todas sus medallas, las mismas que eran la alegría del evento de hermandad entre los escritores latinoamericanos y que, seguramente, en el VIII Encuentro serán también campanas de alegría para el pueblo tarijeño y sus visitantes. Y tú, Javier Alfredo Amado del Pozo, estarás más presente que nunca en las alegrías de todos nosotros. Allá vamos a tu encuentro, Javier.
Este año el evento lleva el nombre de una distinguida educadora y poeta boliviana: Nilda Castrillo de Varas y es auspiciado, entre otros, por la Gobernación de Tarija, la Unión de Escritores y Artistas de Tarija, y la UNESCO.
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