Por Jorge Bedregal La Vera
El racismo implica la creencia que existen razas y que hay una jerarquía entre éstas. Así, los racistas, con argumento o sin él, parten de una falacia al considerar que la "raza" es un referente de clasificación entre los seres humanos. Martha Chávez es una política ultraconservadora, pedante y de discurso violento. Ella acusó a Magaly Solier, luego de que la actriz recibiera una andanada de ataques racistas en las redes, que ésta se refugiaba en su raza por su falta de talento. Al margen de que Chávez no tiene capacidad alguna para criticar el nivel actoral de nadie, es evidente la colosal perversidad de su elemental visión de la realidad. Al acusar a la Solier de que se esconde en su raza, da por asumido que, primero existen las razas, y segundo que Magaly se esconde en un lugar del que aparentemente salió, pero en el que nadie quiere estar o volver. En los retorcidos vericuetos del cerebro de la fujimorista, Solier al ser famosa ya no está en el lugar indeseado de su raza, pero al no poder sostenerse en ese "exterior" no indio por su supuesta falta de talento, regresa a esconderse, a refugiarse y eso es terriblemente criticable. ¿Cuál es el pecado de la Solier para este juicio tan Neanderthal y estúpido de Chávez? ¿Acaso el ser una decidida y militante activista de los derechos humanos y de la democracia (lo cual, por definición la coloca en las antípodas de Martha Chávez)? ¿Acaso por haber apoyado a Villarán? ¿Acaso por tener un origen andino y no haberse plegado al discurso que convierte en farándula todo lo que toca? ¿Acaso por ser una mujer digna y entera que no se calla ni amilana ante la dudosa sacralidad de algunos de los agentes más estupidizantes de nuestra realidad? Yo creo que es por todas las anteriores. Felizmente creo que Magaly Solier tiene la fortaleza de ánimo, la inteligencia, el talento, la belleza y la dignidad para que sin mayor aspaviento y sin contaminarse, termine enviando a Martha Chávez y otros como ella, al basurero de la vergüenza y la indignidad.
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