Ivonne Concha Alarcón |
Por Ivonne Concha Alarcón
Llueven seco los trigales creciendo en el cielo sin lágrimas,
faltará este año el pan en los campos cocidos de la leña
contaminada. El rocío corre en ausencia de montaña nevada
bajando a empellones entre piedras y peces cansados
buscando alimentos en aguas turbias, como lejano siento tus
huesos ausentes y tus risas ahora atadas a otros besos. Duelen
los besos de las babosas tratando de correr sobre los techos
húmedos de noche profunda y patio callaldo en embaldosado
resbaloso que cae en pendiente sobre los restos de plumas de
unos pavos cenado en un día del Carmen. Paso sobre las
pilas de ajíes rojos y los añosos leños que chispean sobre la
alfombra vieja de la abuela, el patio de las gallinas, el gallo
anda todo cocorocó porque ocho gallinas andan dispuestas a
sus requiebros de gallo castizo. Llegó la hora triste del
ovejero recogiendo ovejas que yendo a dormir lo dejan triste
tocando la flauta en silencio para no despertar los sueños del
lobo cercano a la casa grande. Pastos escasos van por la orilla
del río claro de la sierra nevada, allá cercano al patrón camina
maldiciendo la suerte, sus crías no beben por escacez de lluvia
y esperanzas. Se le acabó la paciencia al lobo; hoy ya no
espera a la niña de la capa roja, ni quiere comerse a la abuelita,
apenas bebe agua bendita para sanar un poco su alma
perversa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario