Daniel Baruc Espinal Rivera (izq.) |
Por Jorge Aliaga Cacho
Conocì a Daniel Baruc Espinal Rivera en la bella ciudad de Tarija, en el marco del VII Encuentro Internacional de Escritores y Artistas el año 2014.
La primera impresiòn que tuve de Daniel fue la de un hombre callado, doliente de mundo. Luego al leer su poesìa, y enterarme de su trayectoria, descubrì que era un autor de una fina y cadente pluma capaz de elevarte a espacios profundos del alma. Daniel Baruc es un escritor que domina todos los gèneros literarios. Me gustan mucho, por ejemplo, los versos que le escribiera a su padre, don Julio Espinal Jimènez:
'Mi padre no fue un arameo errante,
tampoco fue un cosmos, un hijo de Manhattan
como Walt Whitman,
no mereciò medallas del congreso
ni tuvo calles con su propio nombre,
pero fue lo mejor que pudo darme el cielo
pues tuvo un corazòn dulce y tan grande
como un àrbol cargado de manzanas.
Mi padre fue un obrero
apegado a su viejo testamento de sueños
y amor de antepasados...
Daniel ha tenido la valiosa oportunidad de interactuar con grandes personajes de la literatura: Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Mario Vargas Llosa, entre otros. Para mi es un gran honor ser su amigo desde aquel dìa que, en un fiesta tarijeña, este dominicano: filòsofo y religioso, me pareciera un hombre callado y doliente de mundo. En la actualidad, en Mèxico, se viene reaizando una filmaciòn acerca de su vida y obra. Estoy seguro que su nombre pronto resaltarà con excepcional brillo en el firmamento literario de Nuestra Amèrica.
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