Por Jorge Aliaga Cacho
Sumergiéronse
llenas de tristeza
tus lágrimas y las mías
en aquel mar torbellino.
Allí van
los llantos presurosos
a llorar en remolinos.
Fuiste razón de mi delirio
creí en tus cascadas de llanto
pero todo
absolutamente todo
era fingido.
Ha llegado
mi último día,
y todavía se aprecia
la luz compasiva
que nos da la vida.
Sereno firmamento
que dibujas
su bello rostro
ve y dile
que muero
y que el cielo también denuncia
su llanto de cocodrilo.
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