Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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18 de febrero de 2018

Jorge Aliaga Cacho, FIdel y la reina Isabel II



Por Jorge Aliaga Cacho
La reina Isabel II ha fallecido este jueves en su residencia veraniega del castillo de Balmoral, en Escocia, a la edad de 96 años. Sus restos serán trasladados primero a la residencia real de Holyrood, en Edimburgo, Escocia. Luego permanecerá 24 horas en la catedral de St. Giles en la capital escocesa.
El Reino Unido tiene a partir de hoy un nuevo rey, Carlos III, el primogénito de Isabel II, de 73 años y quien ostentó durante 70 años el título de heredero de la corona británica
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, expresó hoy sus condolencias al Reino Unido por la muerte de la reina Isabel II y destacó su "autoridad Me e
como soberana en el escenario mundial".
"Los acontecimientos más importantes de la historia reciente del Reino Unido están indisolublemente ligados al nombre de su majestad", afirmó Putin en sus condolencias enviadas al nuevo rey, Carlos III. El mandatario ruso subrayó que, durante muchas décadas, Isabel II "disfrutó legítimamente del amor y el respeto de sus súbditos, así como de la autoridad en el escenario mundial".
Como recuerdo personal de la monarca británica les dejo una nota de mi inesperado encuentro con la reina Isabel II que hoy partió a su descanso eterno.

Por Jorge Aliaga Cacho

La vez que tuve a la reina Isabel II frente a frente.Una tarde me encontraba conduciendo un viejo automóvil Lada, de color blanco humo, en las inmediaciones del Playhouse de Edimburgo donde se presentaban en su tiempo Los Beatles. Me dirigía a la Estación de Autobuses y me parecía raro que las calles estuvieran desiertas. Cuando estuve a punto de girar en una esquina para pasar por la estación, justo en ese momento, salía rauda de la misma esquina, una limousine, de color negro, con otros vehículos oficiales. Hice una maniobra y giré la cabeza para ver a su pasajero. Tremenda sorpresa fue la mía al ver la ventana de la limousine, dando marco a una cara pálida, era nada menos que el rostro de la reina Isabel II del Reino Unido. Lucía imperturbable, inmutable, vestía un atuendo amarillo y una prenda de cabeza del mismo color. Quedé anonadado pues comprendí que en algún momento, había roto el cordón de seguridad que habían erigido para la protección de la reina. Una dama que inspiraba respeto por su conducta férrea de forma tradicional que le daba fuerza a la institución monárquica. Al adoptar la nacionalidad británica hay que jurar lealtad a la reina, en mi caso por haber pedido la nacionalidad en Escocia tuve dos opciones: la primera jurar lealtad a la reina Isabel II o la segunda opción; jurar lealtad al pueblo escocés. Desde luego siendo de ideas socialistas juré lealtad al pueblo escocés. Hoy que la reina Isabel II ha partido al descanso eterno siento que se ha ganado mi respeto al margen de su condición de Jefe de un Estado monárquico que desapruebo. Vayan mis condolencias a la familia real y al pueblo británico que acompañó su reinado.
He tenido la oportunidad de disfrutar memorables instantes con algunos Jefes de Estado. Recuerdo al Arquitecto Fernando Belaunde Terry, presidente del Perú, que solía visitar el Museo Nacional de Historia, en Pueblo Libre. Iba, frecuentemente, para ver una llave de oro que le había obsequiado La Brea y Pariñas, un complejo petrolífero explotado por la International Petroleum Company, en la provincia de Talara. Esa llave era guardada celosamente en el museo. El arquitecto era un hombre sencillo que se detenía para saludar y conversar con los que trabajábamos en La Casa de la Magdalena, casa que fuera habitada en el siglo XIX por San Martín, Bolívar y otros personajes de nuestra historia. La casa ha sido convertida en museo.
Belaunde venía, siemmpre, acompañado por su chófer, un hombre de apariencia también sencilla como la del propio presidente. El conductor vestía ropa común, no vestía el kepi tradicional del chauffeur que usaban los chóferes de familias acomodadas.
En otra oportunidad tuve un encuentro fugaz con Juan Velasco Alvarado, un hombre que irradiaba gran energía. Era sueño de una astuta presencia. El general del pueblo había eliminado el contrato entreguista que firmara el gobierno de Belaunde con la Internacional Petroleum Company. Velasco visitaba las instalaciones de la Feria Internacional del Pacífico que se realizaba en Lima. En ese recinto lo vi cuando me habían encomendado la tarea de custodiar el Lunajod, junto a otros compañeros, entre los que se encontraban Sancho y el el gordo Pedro, el Lunajod, el primer vehículo que llegara a la Luna era la principal atracción de esa feria internacional. El presidente Velasco, llegaría con su impecable uniforme de gala para, no hay duda, engalanar el recinto ferial.
En Escocia me tocó la suerte de pasar unos momentos con Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, el encuentro se realizó en el City Chambers, las instalaciones de la Municipalidad de Edimburgo. En esa ocasión me tocó servirle de interprete en una conversación que sostenía con el Secretario General del Partido Comunista Escocés. Recuerdo que el presidente Ortega había arribado al lugar con un fuerte destacamento de seguridad personal, vestían terno y todos con los audífonos de seguridad en operación. Me di cuenta que la mayoría de concejales laboristas como también los nacionalistas, quedaron descontentos por la 'desconfianza' que la seguridad nicaragüense, mostraba en cada accionar ocurrido en el edificio municipal. Me impresionó la personalidad del presidente Ortega: un hombre que iba al grano. Era directo, sencillo y poseía una inconfundible luz en la mirada. La entrevista fue muy corta, solamente las generales de presentación y saludos correspondientes.
De los políticos escoceses me tocó la suerte de coincidir con Donald Dewar y Alex Salmond, ambos llegaron a ser Primer Ministros de Escocia. Con Donald Dewar, de las filas del partido laborista, solíamos marchar por el 1° de Mayo, en la marchas dconvocadas por el movimiento sindical, bajo las banderas del Trades Council de Edimburgo. Con Alex Salmond, de las filas del partido nacionalista, coincidíamos en los mitines políticos que se desarrollaban en la plaza George Square, de Glasgow. Otro encuentro con un Jefe de Estado, en este caso Jefa, resultó ser algo surrealista. Me encontraba conduciendo un viejo automóvil Lada, color blanco humo, en las inmediaciones del Playhouse de Edimburgo. Me dirigía a la Estación de Autobuses y me parecía raro que las calles estuvieran desiertas. Cuando estuve a punto de girar en una esquina para pasar por la estación, justo en ese momento, salía rauda de la misma esquina, una limousine, de color negro, con otros vehículos oficiales. Hice una maniobra y giré la cabeza para ver a su pasajero. Tremenda sorpresa fue la mía al ver la ventana de la limousine, dando marco a una cara pálida, era nada menos que el rostro de la reina Isabel II del Reino Unido. Lucía imperturbable, inmutable, vestía un atuendo amarillo y una prenda de cabeza del mismo color. Quedé anonadado pues comprendí que en algún momento, había roto el cordón de seguridad que habían erigido para la protección de la reina. Otra Jefa de Estado, o ex Jefa de Estado, muy agradable ella, fue la quien fuera presidenta del Ecuador, Rosalía Arteaga Serrano. La conocí en el marco de un encuentro literario organizado por la Sociedad de Artistas y Escritores de Tarija. Allí, en esa bella ciudad boliviana, Rosalía Arteaga me entregó su libro autografiado y atendimos juntos una entrevista que nos hiciera la televisión boliviana. Lo más resaltante de esta historia fue cuando la ex-mandataria manifestara su deseo de ir a desayunar al mercado tarijeño. Y así se hizo: después de la entrevista mañanera nos dirigimos a desayunar al mercado de Tarija. Allí, sentados en simples bancas, con mesas cubiertas de coloridos hules, saboreamos el desayuno tradicional y sostuvimos amena conversación entre cafés y tortillas bolivianas. Rosalía Arteaga lucía contenta. Tenía buen apetito. Saboreo un segundo plato con deleite y simpleza total. Pero, el encuentro más espectacular fue el que tuvimos con el inolvidable Comandante en Jefe de la Revolución Cubana. Nos encontrábamos en un colegio cubano, con un grupo de estudiantes latinoamericanos. Allí conversábamos; nos explicaban acerca del sistema educativo en la patria de Martí. En eso estábamos cuando nos informaron que deberíamos pasar al patio del edificio donde nos encontrábamos. Habían arreglado el mismo con sillas y una mesa grande que serviría para los importantes invitados. Cual sería mi asombro al escuchar el sonido de un helicóptero que se acercaba al patio exterior con sus distinguidos pasajeros: el mismísimo Comandante en Jefe Fidel Castro, y Rosa Davis, la hermana de la luchadora del Black Power americano, Angela Davis. En dicha reunión Fidel pronunció un discurso que quedará siempre grabado en nuestra memoria. Entre otras cosas dijo: "Y si ustedes me preguntaran cómo quisiera que fuera la juventud latinoamericana de hoy, mi respuesta sería inequívoca: 'que sea como el Ché'.".
En ese recinto se encontraban queridos compañeros, algunos de ellos hoy desaparecidos, pero nunca olvidados, como: mi gran amigo, Cesar Aching, Miguel Gonzáles, Mario Delgado y Juan Gonzálo Rose. Dedico esta nota para ellos y para todos los que todavía vivimos soñando y luchando por la patria que haga posible la justicia social para todos quienes habitamos la tierra.
Escritores en el Salón Rojo del Concejo Municipal de Tarija, Bolivia.
En Tarija, plantando el  árbol de la paz con Rosalía Arteaga Serrano y René Aguilera Fierro
Rosalía Arteaga Serrano
Política, escritora y activista social.
Después de la crisis constitucional de 1997, estuvo en la Presidencia de la República del Ecuador por 6 días, después de que el Congreso decidió alternar la sucesión presidencial. A finales de 1998, se retiró de la política y decidió continuar su lucha sin estar ligada al mundo asociado al sector público.

Rosalía Arteaga Serrano ex presidenta ecuatoriana.

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