Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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http://www.jorgealiagacacho.com/

17 de enero de 2015

Ingrid Ramírez ganadora del II Concurso Literario "Juan Benavente", ("Medalla Jorge Aliaga Merino")

Ingrid Ramírez Ariza
Autora: Ingrid Ramírez Ariza

A RITMO DE REBELDÍA
(Yo no enamoré sólo de sus ojos camarada, o de sus besos en la noche luego de una reunión. No camarada, yo me enamoré de sus ideas, de su pasión, de su amor por el mundo. Yo me enamoré de usted, entendiendo este amor como hechura social, cómo el inevitable desenlace del proceso histórico).



En el pasadizo oscuro hay un eco,
Ese eco que está cantando memorias de otro tiempo.
Está contando el encuentro de dos espejos,
Que se vieron en un baile de fusiles e ideas,
Una noche de abril mientras el reloj anunciaba las 12 campanadas.
También hay sombras en el pasadizo, son a veces trampas,
Porque el pasadizo es un campo minado.
Hay mucha pasión derretida y servida en cocteles,
Entre sus largas paredes de adobe frío que parecen murallas.
Ordenan la alabanza a las armas y a las cadenas,
Incineran los restos de fe que quedaban de las religiones,
Implantan normas absurdas a ritmo de elecciones,
Prohíben bailar en cualquier lugar, sobre todo en los bailes.
Feroz es el golpe al que recibe la música en el cuerpo,
Porque empieza a quemarle el hecho de estar vivo,
La rebeldía le ha costado caro a la pareja que ritmo de jazz,
Se subió a la platea y ensayó un movimiento al compás del saxo.
Y entonces, todos anonadados empezaron a parecer estatuas,
Tan fríos y tan lóbregos que daba pena mirarlos.
Se les hundieron las ganas de moverse, en el ancho mar de sus desgracias,
Haciéndose sordos como mecanismo de defensa, como escudo ante las balas.
Un hombre con barba, boina y pantalones verdes está caminando por el salón
Habla con mucha gente, va de un lado para el otro, armando una especie de complot,
Y en una pequeña esquina del gran salón ha logrado congregar a los más valientes,
A las más desafiantes, a los más decididos a bailar. Empiezan a hacerlo a ritmo de rebelión.
Y es un espectáculo tan hermoso, que la música se vuelve a escuchar en oídos de los sordos.
Inmediatamente la voz desconocida del tirano ha dicho basta, y por la escalera bajan,
Cientos de soldados con audífonos donde escuchan discursos sin ritmo y sin entonación.
Ellos se acercan  a los rebeldes, y ellos volteados frente a frente, alcanzan a rezar una oración.
Las balas, los métodos de tortura, el fuego y los palos han terminado con la última canción.
Sin embargo, de entre la sombra clandestina surge la figura del hombre con barba,
Convertido en fantasma, de esos a los que ya no puedes matar, de esos que nunca desaparecen.
Está mirando fijamente a una pareja vestida de negro, agazapada ante un bar,
Clava sus pupilas eternas en ellos y ellos le devuelven la mirada: Es un juramento.
Esos muchachos, son dos espejos.
Hechos de un solo cristal, forjados por la misma mano, en el mismo fuego.
El fantasma lo sabe y por eso sabe también, que valen lo mismo que un tango,
Y por sus ojos vivaces, sabe que están oyendo las notas que vienen del segundo piso.
Desde donde la música llega fuerte y clara para los que aún no se han vueltos sordos.
Echan a correr rápidamente hacia las escaleras, seguidos del fantasma
Y de un par de rebeldes que llevan al hombro las guitarras y las zampoñas.
Son un grupo pequeño y sin embargo, no les importa: es un ataque kamikaze.
En la única puerta del segundo piso, están los soldaditos y sus grandes audífonos,
Convenciéndose a sí mismos de su poder, de su fuerza y su razón
Ellos lo miran y la batalla decisiva que duró siglos de siglos ha sido iniciada
El duelo de baile vs  la crueldad de los soldados es de nunca acabar,
Pero esta vez, ellos parecen temblar. Temblar de ira y de derrota  cuando los rebeldes
Aunque cansados ya, logran entrar, bailando twist, a las puertas prohibidas que solían cuidar.
Las puertas cerradas caen con estrépito frente a los rebeldes.
Ya no hay murallas, ellos han ganado el duelo y sigue bailando.
Tienen sangre cayendo por sus ropas y sonríen al ritmo de su corazón acelerado.
Han conquistado la música para todos, y todos bailan ahora,
Y bailarán para siempre, hasta la victoria final.

(Publicado en el blog de Julio Solórzano Murga)


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