Jorge Aliaga Cacho conversa con el hijo del Amauta José Carlos Mariátegui: Sandro Mariátegui Chiappe |
Lima, 14 de octubre de 1929
Querido y admirado Vallejo:
Me reconozco en deuda con usted. Recibí su grata carta, escrita ya con el pie en el estribo para el gran viaje, y más tarde una postal. No le contesté entonces, incierto sobre su dirección y sobre la duración probable de su estadía en la URSS. Después, en la ansiedad de conocer sus primeras impresiones, continué esperando noticias de usted. Todo esto complicado con el enorme trabajo que sobre mi pesa, privándome del placer de ser puntual en mi más cara correspondencia.
Hoy, renunciando a la satisfacción inmediata del deseo de escribirle largamente, quiero hacerle llegar cuatro líneas que reanuden nuestro interrumpido diálogo. Necesito recibir, con su respuesta, una o dos direcciones de usted. No me fío de la del Consulado y veo en un periódico de Cajamarca que usted mismo no la recomienda a sus corresponsales. A la dirección señalada en su carta a ese periódico –11 Avenue de l’Opera– le hemos dirigido últimamente Amauta, Labor y dos pequeños libros que tenía encargo de adjuntarle a nuestro primer envío. Al Consulado le dirigí hace meses, con ejemplares de Amauta, un ejemplar de mis “7 Ensayos”. Espero que cumpliesen con entregarle este paquete que expedimos certificado.
Como no habrá dejado de informarle nuestro querido Eudocio, a un activo trabajo de definición ideológica, en el que hemos hecho justicia resuelta de todas las fórmulas baratas y de todas las posiciones equívocas del confusionismo criollo, ha seguido –o acompañado– por nuestra parte una labor seria y constructiva de organización. El editorial del No. 17 de Amauta fijó nuestra posición frente a la desviación aprista. El acuerdo del 7 de octubre de 1928, dio un carácter formal, creó el organismo realizador de nuestra orientación. De entonces a hoy, no hemos cesado de avanzar en esta labor, contra las dificultades a que nos condena la vigilante hostilidad policial y nuestra pobreza. Últimamente hemos sufrido una grave pérdida. Labor, que había reanudado su publicación, y que precisamente con su No. 10 había alcanzado una cifra de circulación que estabilizaba su existencia, ha sido suprimida por el gobierno. Notificado por la policía de que su publicación quedaba terminantemente prohibida, en momentos en que debía aparecer el No. 11, reclamé al ministro de Gobierno. Obtuve también de la Asociación Nacional de Periodistas, ante la cual planteé concretamente la cuestión de la libertad de prensa, que hiciera por su parte una gestión ante el Ministerio. Pero la respuesta del ministro es hasta ahora rotundamente negativa. Hemos ganado, sin embargo, una comprobación de la solidaridad de las organizaciones obreras y campesinas. Las más importantes de éstas, han acordado apoyar nuestra demanda ante el ministerio. Hasta de comunidades indígenas del centro nos llegan copias de protestas y de memoriales al ministerio pidiendo la reconsideración de la orden dictada contra Labor. Con este apoyo, no cejaremos. Esperamos que, pasada la ráfaga de zozobra y represión que ha seguido al supuesto o efectivo descubrimiento de una conspiración en el ejército, se reconozca nuestro derecho a mantener Labor. Posteriormente, el 3 del presente, habiéndose la policía dado cuenta de la existencia de un Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú, vino a mi casa, después de haber visitado a la imprenta, para notificarme de que ese manifiesto no debía circular. Respondí que no tenía poder alguno para impedirlo y que no se podía impedir la circulación de algo que había circulado ya en todos los centros de trabajo de Lima y el Callao y aún en provincias. (Efectivamente, el 9 llegaba “Noticias” de Arequipa con un amplio extracto del manifiesto y “Los Andes” del Cerro de Pasco con la primera parte). Sin embargo se comunicó a la imprenta que quedaba prohibida la impresión de cualquier papel mío o de los obreros.
Ya debe usted tener noticia de la detención de Paiva, que continúa en la isla. El 12 se detuvo a otro compañero, Pompeyo Herrera, uno de los editores de Vanguardia, periódico de la juventud socialista de San Marcos. Y el mismo 12, en la mañana, con refinado oportunismo leguiista, La Prensa comentaba editorialmente el manifiesto de la CGTP declarándolo digno de atención, bien fundado en muchas partes, y sobre todo, y sobre todo coincidente con el espíritu de “bien entendido socialismo” del régimen. Esto, cuatro días después de que la policía había tratado de secuestrar toda la tirada, con inverosímil retardo.
Sé que Haya, en más de una carta, atribuye a rivalidades personales, toda la desaprobación de su rumbo oportunista y caudillesco en que hemos coincidido los elementos más responsables y autorizados de nuestro movimiento. A un obrero, Manuel Zerpa, le escribió acusándonos de “divisionismo”. Sé que el obrero, con seguro instinto clasista, a pesar de su simpatía personal por Haya, le respondió que no había que temer ningún divisionismo si él disolvía definitivamente el APRA y se adhería disciplinadamente a nuestro Partido Socialista.
Seguiré escribiéndole en breve. Estas líneas se proponen sólo establecer una correspondencia regular con usted. Reclamo su colaboración en Amauta. A Bazán, le ruego decirle que escriba a El Mundo reclamando, si aún no le han girado el valor de sus artículos. A mi me han dicho, que lo han hecho ya. Que mande algunos artículos para El bien del hogar. Le pagarán Lp.10 por artículo. Puede dirigírlos a María Wiesse. De Rabines hace meses que no tengo noticias. Le he escrito varias cartas, las últimas con la indicación de que aplace un poco su regreso.
Trabajamos intensamente. Es para nosotros una gran alegría, saber que hombres como usted, como Eudocio y como los otros compañeros de Paris colaboran en la misma empresa. Mientras me sostenga la solidaridad de grupos como ese, y como los que componen ya nuestros cuadros de provincias, no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana.
Fraternalmente lo abraza su devotísimo amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui
PD: Me avisan al cerrar esta carta que Pompeyo Herrera está ya en libertad. V.
Lima, 14 de octubre de 1929
Querido y admirado Vallejo:
Me reconozco en deuda con usted. Recibí su grata carta, escrita ya con el pie en el estribo para el gran viaje, y más tarde una postal. No le contesté entonces, incierto sobre su dirección y sobre la duración probable de su estadía en la URSS. Después, en la ansiedad de conocer sus primeras impresiones, continué esperando noticias de usted. Todo esto complicado con el enorme trabajo que sobre mi pesa, privándome del placer de ser puntual en mi más cara correspondencia.
Hoy, renunciando a la satisfacción inmediata del deseo de escribirle largamente, quiero hacerle llegar cuatro líneas que reanuden nuestro interrumpido diálogo. Necesito recibir, con su respuesta, una o dos direcciones de usted. No me fío de la del Consulado y veo en un periódico de Cajamarca que usted mismo no la recomienda a sus corresponsales. A la dirección señalada en su carta a ese periódico –11 Avenue de l’Opera– le hemos dirigido últimamente Amauta, Labor y dos pequeños libros que tenía encargo de adjuntarle a nuestro primer envío. Al Consulado le dirigí hace meses, con ejemplares de Amauta, un ejemplar de mis “7 Ensayos”. Espero que cumpliesen con entregarle este paquete que expedimos certificado.
Como no habrá dejado de informarle nuestro querido Eudocio, a un activo trabajo de definición ideológica, en el que hemos hecho justicia resuelta de todas las fórmulas baratas y de todas las posiciones equívocas del confusionismo criollo, ha seguido –o acompañado– por nuestra parte una labor seria y constructiva de organización. El editorial del No. 17 de Amauta fijó nuestra posición frente a la desviación aprista. El acuerdo del 7 de octubre de 1928, dio un carácter formal, creó el organismo realizador de nuestra orientación. De entonces a hoy, no hemos cesado de avanzar en esta labor, contra las dificultades a que nos condena la vigilante hostilidad policial y nuestra pobreza. Últimamente hemos sufrido una grave pérdida. Labor, que había reanudado su publicación, y que precisamente con su No. 10 había alcanzado una cifra de circulación que estabilizaba su existencia, ha sido suprimida por el gobierno. Notificado por la policía de que su publicación quedaba terminantemente prohibida, en momentos en que debía aparecer el No. 11, reclamé al ministro de Gobierno. Obtuve también de la Asociación Nacional de Periodistas, ante la cual planteé concretamente la cuestión de la libertad de prensa, que hiciera por su parte una gestión ante el Ministerio. Pero la respuesta del ministro es hasta ahora rotundamente negativa. Hemos ganado, sin embargo, una comprobación de la solidaridad de las organizaciones obreras y campesinas. Las más importantes de éstas, han acordado apoyar nuestra demanda ante el ministerio. Hasta de comunidades indígenas del centro nos llegan copias de protestas y de memoriales al ministerio pidiendo la reconsideración de la orden dictada contra Labor. Con este apoyo, no cejaremos. Esperamos que, pasada la ráfaga de zozobra y represión que ha seguido al supuesto o efectivo descubrimiento de una conspiración en el ejército, se reconozca nuestro derecho a mantener Labor. Posteriormente, el 3 del presente, habiéndose la policía dado cuenta de la existencia de un Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú, vino a mi casa, después de haber visitado a la imprenta, para notificarme de que ese manifiesto no debía circular. Respondí que no tenía poder alguno para impedirlo y que no se podía impedir la circulación de algo que había circulado ya en todos los centros de trabajo de Lima y el Callao y aún en provincias. (Efectivamente, el 9 llegaba “Noticias” de Arequipa con un amplio extracto del manifiesto y “Los Andes” del Cerro de Pasco con la primera parte). Sin embargo se comunicó a la imprenta que quedaba prohibida la impresión de cualquier papel mío o de los obreros.
Ya debe usted tener noticia de la detención de Paiva, que continúa en la isla. El 12 se detuvo a otro compañero, Pompeyo Herrera, uno de los editores de Vanguardia, periódico de la juventud socialista de San Marcos. Y el mismo 12, en la mañana, con refinado oportunismo leguiista, La Prensa comentaba editorialmente el manifiesto de la CGTP declarándolo digno de atención, bien fundado en muchas partes, y sobre todo, y sobre todo coincidente con el espíritu de “bien entendido socialismo” del régimen. Esto, cuatro días después de que la policía había tratado de secuestrar toda la tirada, con inverosímil retardo.
Sé que Haya, en más de una carta, atribuye a rivalidades personales, toda la desaprobación de su rumbo oportunista y caudillesco en que hemos coincidido los elementos más responsables y autorizados de nuestro movimiento. A un obrero, Manuel Zerpa, le escribió acusándonos de “divisionismo”. Sé que el obrero, con seguro instinto clasista, a pesar de su simpatía personal por Haya, le respondió que no había que temer ningún divisionismo si él disolvía definitivamente el APRA y se adhería disciplinadamente a nuestro Partido Socialista.
Seguiré escribiéndole en breve. Estas líneas se proponen sólo establecer una correspondencia regular con usted. Reclamo su colaboración en Amauta. A Bazán, le ruego decirle que escriba a El Mundo reclamando, si aún no le han girado el valor de sus artículos. A mi me han dicho, que lo han hecho ya. Que mande algunos artículos para El bien del hogar. Le pagarán Lp.10 por artículo. Puede dirigírlos a María Wiesse. De Rabines hace meses que no tengo noticias. Le he escrito varias cartas, las últimas con la indicación de que aplace un poco su regreso.
Trabajamos intensamente. Es para nosotros una gran alegría, saber que hombres como usted, como Eudocio y como los otros compañeros de Paris colaboran en la misma empresa. Mientras me sostenga la solidaridad de grupos como ese, y como los que componen ya nuestros cuadros de provincias, no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana.
Fraternalmente lo abraza su devotísimo amigo y compañero.
José Carlos Mariátegui
PD: Me avisan al cerrar esta carta que Pompeyo Herrera está ya en libertad. V.
Lima, 14 de octubre de 1929
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