Por Jack Flores
Lector, llegamos al final; gracias por acompañarme. Confieso que me gustarìa seguir dialogando, pero mi deber y mi afàn por otras cosas me lo impiden; ya volveremos a dialogar en otro momento. Dirè, ahora, algunas palabras sobre el final de un cuento; lo que se conoce tambièn como el "remate".
Se ha dicho, por lo general, que el final debe tener un desenlace inesperado, sorpresivo y contundente, para que resuelva la trama tratada. Dèjame decirte, querido lector; que todo eso es cierto. Incluso, agrega Cervantes, que "ahì es donde debes apelar a toda tu experiencia, toda tu perspicacia, tu capacidad y tu ingenio" Para comprobarlo, recurramos al Quijote en el capitulo XLV cuando Sancho, siendo gobernador de una isla, resuelve el caso de una mujer que se quejaba de que un ganadero rico habìa abusado sexualmente de ella.
"Entro en el juzgado una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico, la cual venìa dando gritos: "justicia, señor gobernador, justicia! Este mal hombre me ha cogido en la mitad del campo y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado" El ganadero dijo: "le paguè lo suficiente y ella, mal conenta, se asiò de mì y no me ha dejado hasta traerme a este puesto" Entonces el gobernador le preguntò si traìa consigo dinero en plata: el dijo que sì. Mando que la sacase y se la entregase a la mujer, quien, rogando a Dios por la salud del gobernador, saliò. Entonces dijo Sancho al ganadero: "id tras aquella mujer y quitadle la bolsa y volved aquì con ella" Y ni tonto ni sordo partiò el ganadero como un rayo a lo que se le mandaba. Regresaron los dos, ella aferrada a la bolsa y èl pugnando por quitàrsela. "¡Justicia de Dios y del mundo! Mire, señor gobernador la poca verguenza de este desalmado, me ha querido quitar la bolsa que usted mandò darme" ¿Y te la ha quitado?", preguntò el gobernador: ¿Còmo quitàrme?, respondiò, la mujer, antes me dejara yo quitar la vida a que me quiten la bolsa" Entonces el gobernador le pidiò la bolsa y se la devolviò al hombre, y dijo a la mujer: "Hermana mìa, si el mismo valor que has mostrado para defender esta bolsa, hubieses mostrado para defender tu cuerpo, nadie, ni con la fuerza de Hèrcules te hubiese podido forzar" Y despidiò a la mujer, pidièndole que se vaya lejos.
¡Excelente remate! ¡Adios, lector!, volvemos a vernos.
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