Por César Lévano
La carta que Susana Villarán envió el martes desde Madrid a su partido,Fuerza Social, abre un frente interno que repercutirá en todo el panorama político nacional y que revela, de paso, los resortes ocultos de una alianza electoral ahora amenazada de extinción.
La señora Villarán ha expresado que la alianza de Fuerza Social y el Movimiento Nueva Izquierda (MNI) contradice un acuerdo adoptado el 14 de noviembre por la dirección nacional ampliada, en la cual se descartó alianzas con partidos nacionales.
Los principales dirigentes de FS no desconocen ese punto de partida, pero consideran que la alianza y la designación de Manuel Rodríguez Cuadros como su candidato presidencial tienen apoyo mayoritario y van a ser refrendadas este sábado, en asamblea de delegados ya programada. La señora Villarán plantea, en cambio, que esa asamblea deseche la alianza.
Se corren apuestas.
Entretanto, en ambas vertientes surgen discrepancias, referentes tanto al origen de la alianza como al cálculo de sus probabilidades. En el interior de MNI hay sectores que consideran que su partido debe reconocer que falló, primero respecto a otros sectores de la izquierda, a los que inicialmente ofreció el escudo de su inscripción como partido. Líderes del MNI reconocen ese antecedente, pero afirman que tuvieron que recurrir a FS porque el Partido Nacionalista los ninguneaba y ponía como cuestión previa que se aceptara a Ollanta Humala como candidato único del acuerdo.
El pacto con FS se trabajó a escondidas y dejaba en el partidor no únicamente al Partido Nacionalista, sino también a otros sectores izquierdistas, regionales y laborales. Fue un acuerdo motivado por un cálculo electoral. No hubo allí reparos al lanzamiento de un candidato presidencial.
Más democrático, más orgánico hubiera sido, como lo reclamamos semanas atrás, que todo se procesara en un debate franco y una exposición pública de avances y retrocesos.
Varias interrogaciones requieren respuesta en este caso. LA PRIMERA es, por supuesto, si la alianza FS-MNI se mantiene. De esto se desprende otro enigma: ¿qué actitud adoptará Susana Villarán si la alianza se ratifica?
En cuanto al MNI, Rolando Breña, uno de sus dirigentes principales, ha manifestado que cree que la alianza se va a mantener, aunque precisa que si eso no ocurre, su partido ya no tendría la posibilidad de coligarse con otros, pues el plazo legal para eso ya venció. Esto plantearía una disyuntiva dramática: o el MNI decide ir solo a las elecciones, o retorna al proyecto unitario de izquierda y nacionalista.
Este proceso confirma que en el Perú no existen partidos de principios, con capacidad para decidir unitariamente, con dirigencias acatadas, con teoría y doctrina probadas y remozadas.
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