Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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http://www.jorgealiagacacho.com/

30 de agosto de 2022

El festejo de la Dormición de Nuestra Santísima Madre de Dios



Por Tamara Yevtushenko

Preparándonos para el festejo de la Dormición de Nuestra Santísima Madre de Dios.
Los cristianos ortodoxos se refieren a este acontecimiento festivo como a la “Dormición” (el dormirse) de la Madre de Dios, más que a su “Asunción” (o “traslación” física) al cielo. Porque subrayan que María es humana, que murió y fue enterrada como los demás seres humanos.
Los cristianos ortodoxos vinculan a María ante todo a su papel en la divina encarnación como Madre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, mientras que al mismo tiempo la vinculan a una larga serie de seres humanos –y no divinos– que implica la continuidad de la historia sagrada.

ACIPRENSA

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.

“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010)

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