
Hèctor Cacho
A la memoria de mi padre.
Por Hèctor Cacho.
Se ha puesto el sol en mis canteras y se anuncian los pasos lentos de mi padre que se va con la noche entreabierta. Una aldaba se cae al verlo pasar roída por la espera del adiós, mientras truena un suspiro en mi pecho como el desmayo de mis ojos fríos. Una estrella podría llevar mi nombre en el torrente de mis venas, abro mi boca para llevarme el pan nuestro más duro de mi vida, ocho horas después del mediodía se oscurecen las palabras sobre las alfombras y el sofá solitario.
En los libros abiertos de mis días se oye el violín, respiro el aire que lo silencia como los abrazos ahogados de mi padre que no encuentran al Lázaro que llevo adentro, pero se queda conmigo cuando se va y me lleva consigo cuando se queda, como el amor prohibido que ama aun más cuando lo niega la vida. El mejor momento de la ausencia llega cuando nos toca la puerta quien tanto esperamos.
Terminaron las despedidas. Nuestro encuentro perpetuo está hecho de un septiembre con el augurio de un enigma fértil. Mi padre se quedó en mis mañanas y mis noches como el sol y la luna después de un eclipse. Se ha quedado en vela como un pequeño dios.
Poema perteneciente al libro ARJÉ, 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario