Por Maribel Yovera Leiva
DESPEDIDA
Un día que lo recuerdo, tu alma buena y generosa voló a la eternidad, dejando en los que te conocieron profunda tristeza y dolor. Y es que: Hay quienes siembran vientos y cosechan tempestades. En tu caso, cosechaste gratitud, reconocimiento, valoración y es que sembraste amor, practicaste la solidaridad, soñaste invitando a no perder la fe, en que si habrá un mañana mejor. Tu obra habla por ti y vivirás en los corazones de quienes te conocieron. En tu viaje en medio de desastres naturales, tengo la sensación "QUE LOS CHILALOS Y SOÑAS" de tu poesía, al ver destruidas sus casas de quincha y de barro como derribados ALGARROBOS, volaron contigo acompañándote hasta tu última morada. Mamá Carmen o la "MICAELA DE TU CANTO", habrá esperado tu llegada y levantándote en su regazo mimará dándote besos como cuando niño "diciéndote que eres lindo como una rosa". Ese tiempo queda grabado en mi mente, tu cara redonda, poco cabello, destacándose tus ojos grandes y redondos que siempre expresaron tristeza. Me despido estimado hermano repitiendo las palabras de nuestra madre en ocasiones de dolor: "Que Dios perdone tus culpas y que te tenga dentro de los escogidos del cielo.
HASTA SIEMPRE HERMANO.
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