Carlos Villacorta Valles |
El escritor como sujeto social y su rol en la sociedad.
Por Carlos Villacorta Valles
Odesi12@yahoo.es
PRIMERA PARTE
Aunque los que controlan el poder económico pretenden esconder una verdad que todos vemos, debo reiterar la realidad que, vivimos una sociedad dividida en clases, donde la minoría explotadora necesita y alienta un arte y literatura “que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores” (Mariátegui: El artista y la época); asimismo, que adormezca la mente de la juventud, basado en una concepción marcadamente individualista, ligada al mundo interior del escritor, que pregone el hedonismo y un cosmopolitismo proimperialista; obras que pueden reflejar la realidad a lo sumo parcial o episódicamente, o la deformen conforme a sus intereses de clase.
El pueblo y sus artistas, por su parte, reconocen que la literatura se nutre de la realidad social, de la vida del pueblo, y la refleja según las leyes de la creación artística; manifiestan preocupación especial por la función social del arte y la literatura como instrumentos de lucha, que refleje la sociedad con todas sus contradicciones.
Al fin y al cabo, cada uno escribe según su mundo interior conceptual, su ideología y política. Nadie, absolutamente nadie escribe sin tener nada. En ese sentido, el presente documento tiene como objeto retomar y motivar el debate sobre el rol del escritor: o cómo sujeto social político y transformador o cómo conservador del estado de cosas.
Me uno a la tesis: el escritor es un sujeto social, ideológico y político, por tanto, su palabra es un instrumento fundamental que ayuda a mantener o transformar el mundo. O encendemos la palabra o la apagamos. Los escritores y artistas junto a nuestro pueblo, estamos suspendidos en un ayer y un presente de conflictos sociales, lleno de desigualdad e injusticias, de lo que hagamos ahora contribuiremos en gran parte con el futuro de equidad, o de desigualdad. Ningún hombre justo y consciente puede convivir en paz con las injusticias y con el sistema que los genera.
¡Qué pasó! Tú no puedes decirnos qué voy a escribir. Cierto, es cuestión de reflexionar y tomar posición. No estoy negando la libertad de crear, simplemente digo que la característica tecnicista y hermética del arte, principalmente de la poesía, aleja a nuestro pueblo del deleite de su lectura y concurrencia a conferencias y festivales literarios, porque lo sienten muy lejos de ellos. –Tampoco niego que el arte debe tener belleza y técnica, siempre lo mejor para nuestro pueblo- digo ¿cómo no conmoverse ante un sistema que mata de hambre a sus criaturas, niños, mujeres y ancianos? Y no es que allá ellos con su rollo, el problema es de sensibilidad social; La sensibilidad social es base y esencia de la condición humana, pero, ante todo, es de concepción del mundo, de ideología y política, creer que la poesía tiene un solo lado o es aséptica, nos compromete a seguir reflexionando sobre ello.
Si bien, el ayer no se puede cambiar, pero si se puede aprender de él y construir algo mejor. Cuando el hombre aparece sobre la tierra, vive en comunidades fraternales y armónicas, cuyo desarrollo acrecentaba la vida comunitaria. El artista originario utiliza la oralidad y representación plástica - pintura y escultura - como un medio de entender y dominar la realidad, desempeñando un rol decisivo en su comunidad. Si la caza y la pesca, y después la agricultura, les resultaba adversos, el artista narraba los mitos cosmogónicos relacionados con el problema a resolver. Eso no lo podemos olvidar. Por ejemplo el Poema de Gilgamesh*, escrito aproximadamente el año 2000 a.C. en caracteres cuneiformes y del que se conservan 12 tablillas de arcilla, nos narra sus preocupaciones sobre la inmortalidad, el sentido de la vida y el dolor humano. Así pues, el artista y escritor en sus orígenes siempre estuvo comprometido con las tareas de mejorar la sociedad y la vida.
La aparición de la propiedad privada como base institucional socio-económica de distribución Individualista, fractura este desarrollo, la despiadada aparición de la diferencia entre ricos y pobres da como nacimiento el esclavismo brutal y la escisión de la sociedad en clases: una minoría opresora y la gran mayoría oprimida. Las riquezas, como fin supremo, se consiguen con la guerra y el saqueo, convertida en industria permanente.
En este contexto brutal, el arte y la literatura se elitizan, el escritor, si no pertenece a la clase dominante, sus alegorías y alabanzas sólo están referidas a esa clase. Platón escribe: “el poder corruptor de la poesía y su falsedad exige un compromiso público o cívico que necesita una vigilancia” (…) “y, por lo que a nosotros toca, nos contentaríamos, por nuestro bien, con escuchar a otro poeta o fabulista más austero, (…) pero respetuoso de las normas que establecimos (República, 398a-b).
Platón hace pues referencia a la actitud moral y política del escritor que es contraria al sistema y que debe ser perseguida. Además propone un arte, una poesía y un escritor al servicio de las clases dominantes, concepción que se replica en el feudalismo, -o “edad media” según la burguesía- que sólo canten alabanzas a dios y, de igual manera en el actual capitalismo, -o “edad contemporánea o moderna” según el gusto burgués- que se canten alabanzas al sistema y recuerden a los grandes héroes.
Todo arte contrario al capitalismo, -sistema supuestamente libre, donde te dicen que puedes desplegar con libertad la ideología y política que profesas-, es vejado y ninguneado. No olvidemos tampoco que, los artistas y escritores burgueses impulsan y promueven el Romanticismo como el primer movimiento eminentemente burgués, para alejar el arte de la vida política y social, aparentando libertad y consolidando el individualismo –principio básico del capitalismo-. Goethe, por ejemplo en sus obras alaba la vida y el ideal burgués.
ESTULIN D. (2014), en su libro El Club de los Inmortales, nos enseña: “La principal forma de control tiene lugar cuando creemos que somos libres y, en realidad, nos están manipulando y ordenando” (Pág. 71).
Frente a esta situación, el escritor progresista se encuentra en un dilema ¿Qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué posición tomo? ¿Qué estudio? ¿Denuncio las injusticias del capitalismo o me quedo callado? ¿Me pongo del lado del camino del pueblo o el camino de los que controlan el poder económico? Los artistas burgueses contestan "una obra artística no es bella por su contenido moral y político". Claro, no les conviene.
Los artistas del pueblo o sensibles a los problemas sociales ¿Cómo contestan? LEA LA SEGUNDA PARTE.
Notas:
*http://www.historiaantigua.es/descargas/files/La%20Epopeya%20de%20Gilgamesh.pdf
Publicado por Carlos Villacorta Valles en 3:28:00 p. m.
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