Por Jorge Aliaga Cacho
Anicia Vega Figueroa es una actriz limeña con varios años de trabajo en el arte escénico. También trabaja en la radio difusión. Recuerdo haberla conocido en Huacho, siempre ocupada en los proyectos de producción y al lado de su hija, la también talentosa joven de tablas Whitney Ascanova Vega. A Anicia la conocí en Huacho, en las actividades organizadas por la Sociedad de Poetas y Narradores de la Región Lima. Un día le entregué una copia de mi novela, "Secreto de desamor", que la recibió con animo pero pensé que, al igual que muchas ofrendas literarias, podría terminar arrumada en algún estante de libros sin ganar el interés de su potencial lectora.
Me despedí de Anicia, de su cautivante sonrisa, y me fui cavilando si podría ser propietaria, ella, del tipo de sonrisa que ocultaría un desgano total para leer la novela de un autor desconocido como yo. Whitney Ascanova Vega, joven talento nacional es exquisitamente sociable, me dije: 'si no la lee Anicia, la leerá Whitney, y si no la lee Whitney la leerá alguna de sus amigas. Los escritores que no formamos parte de las cadenas comerciales de libros buscamos lectores como si ellos fueran premios literarios. Un reconocimiento al esfuerzo derrochado en la producción de una obra literaria. Por un tiempo no volví a Huacho. Ya me había olvidado que le había autografiado un ejemplar de la novela a Anicia. Un día, Julio Solórzano me invitó para asistir a un evento literario que se iba a realizar en Pativilca. Allí se reunió un gran contingente de hombres y mujeres de letras, de la Sociedad de Poetas, y habían preparado un programa cultural en la plaza del histórico pueblo. Esta fue otra oportunidad para ver una actuación de Anicia y Whitney que, con su arte, lograron, lo que puede ser difícil para cualquier actor, ganar la atención de los centenares de pobladores que se habían volcado a la plaza para presenciar las habilidades histriónicas de estas damas limeñas.
Posiblemente fue por aquella época que Anicia me comentaba que había leído la novela. Hace poco, ella, confesaría que por esa época había tenido una especie de decaimiento y, que al sentirse de alguna manera mal, se propuso leer el libro para distraer su mala disposición. Bueno, el caso es que Anicia leyó la novela y no solamente eso, sino que parecía haberla disfrutado. Pero algo más, me dijo: ´que iba a preparar una pieza corta de danza teatro'. Esto último me pareció una maravilla.
Pasaron los meses y Anicia seguía envuelta en sus proyectos. Yo por mi parte, tuve que salir del país. Cuando regrese después de varios meses no se pudo concretar nada. Entonces guardé esa idea confiado en que algún día Anicia me sorprendería, porque para hacer ello, me dije, 'era algo así como esperar a que la fruta madure'. Hace poco, el poeta y antropólogo Manuel Mosquera me sugirió que presentará mi libro en la Casa Museo José Carlos Mariátegui. Él, anteriormente, había presentado mi poemario en la Cámara Popular de Libreros "Amazonas", dirigida por Rafael Ángel Alvarado y Rodolfo Moreno. Entonces, Manuel Mosquera me dijo que también había leído mi novela: 'que le había gustado', y que estaba dispuesto a presentarla. Hablaría con Fanny del Rocío Palacios para que me consideraran en el programa del mes de julio. Así fue, entonces nos dispusimos a invitar a algunos amigos, entre ellos a otro presentador para el libro: Arturo Bolívar, sociólogo egresado de San Marcos. Faltando pocos días para la presentación recibí un mensaje de Anicia por el cual me comunicaba que, la obra de teatro danza. ya la había realizado y que deseaba presentarla en la Casa Museo José Carlos Mariátegui. Recibí la noticia con mucha alegría y nerviosismo. Quedaban pocos días para organizarlo todo pero Anicia, mujer de gran experiencia, se encargaría de todo y llevaría hasta su equipo de sonido. Whitney daría el apoyo técnico. Yo vivía el nerviosismo de una 'premier'.
Llego el 7 de julio, fecha fijada para el evento. Y allí sucedió lo que tenia que suceder. Algo que presentía. Pues se produjo la simbiosis, entre la novela, el drama y la danza, para recrear en una hermosa obra que quedará de por vida en el recuerdo de quienes asistieron a la presentación de "De Gladys, su desamor". No pude contener mi emoción. Había pensado filmar la actuación en esa sala que otrora sirviera al amauta José Carlos Mariátegui, y en donde satisfacía sus afanes intelectuales. Renombrados escritores, poetas, pintores, artistas, intelectuales de aquella época, fueron los que ocuparían esa sala, "El Rincón Rojo". Esa noche estaba ocurriendo y 'creyéndolo no podía creerlo´: era la presentación de una gran artista de las tablas que seguramente Mariátegui hubiera deseado que participe en sus tertulias, me refiero a Anicia Vega Figueroa. Su "De Gladys, su desamor" es una pieza de danza teatro que hace honor al arte escénico peruano y, en mi opinión, alcanzará grandes audiencias. Anicia con su arte fraterno y solidario fustiga las lacras de la sociedad peruana a la vez que le da una manito a los escritores ninguneados por la gran mafia del libro. Nuestras obras posiblemente demoren en llegar a las grandes cadenas de libros, pero Anicia y Whitney, con su trabajo de tablas, podrían atraer a miles de oyentes en una sola noche para que escuchen las historias que los literatos registramos en nuestras obras. Anicia es un ejemplo de madre, ejemplo de hija, excelsa artista y gran amiga. Por ello y por mucho más, Anicia y Whitney, tienen un lugar especial en mi consideración y en el sitio que ocupan las estrellas.
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