|
Érase una vez en el año 1973. Un julio de agradable temperatura. Éramos jóvenes, estudiantes, soñadores. Ella llegaba a Berlín cargada con su mochila grande y pesada. Yo me encontraba, junto a otros jóvenes, formando una ronda en medio de la plaza. La vi y me apresuré a darle una mano con su pesada mochila. Conversamos en español, tenía un acento encantador; paseamos por la ciudad ese primer día y, varios días despuès, todavía seguíamos juntos, caminando por las calles de la inmensa Berlín. Nunca habría imaginado que lo que me acomedí a cargarle, en esa pesada mochila, era, lo descubriría más tarde: la tienda de campaña y la cama donde, después, dormiríamos juntos.
Desde el primer día de nuestro encuentro en la Alexander Platz, con algunas excepciones, no regresé al dormitorio que me habían provisto en una escuela de ingenieros, un poco alejada del centro de Berlín.
Después de mucho tiempo, viajé a Bratislava. Ella me había dicho que esa era su ciudad natal. La recordaba. Cruzó por mi mente entrar a alguna emisora radial de esa ciudad, para pedirles que me ayudaran a localizarla. Averiguar por su paradero. Recordaba, especialmente, cuando la llamaba: 'checoslovaca', y ella me corregía.
- '¡No!, ¡checoslovaca no!', decía.
Es que ella era eslovaca. Tarareábamos una canción en español; ella con su acento eslavo: 'Soy un muchacho siglo XX, con el cabello sobre la frente, soy un muchacho diferente que camina por la corriente'.
Nos reíamos, nos reíamos genuinamente, hasta que, un día, sin darnos cuenta, terminó el festival. Hoy, no sé nada sobre ella. Nunca me escribió, nunca le escribí. Yo perdí mi libreta de direcciones. A Nadia la he buscado en las redes sociales, con su nombre propio, pero no he podido encontrar rastro de ella. Posiblemente, lleve ahora el apellido de su marido, tendrá hijos. Pero también, tal vez recuerde, de vez en cuando, sin poder remediarlo, nuestro encuentro en el festival.
Hace poco me llegó una comunicación de Alemania; en ella me solicitaban que les concediera una entrevista, para ser incluida en la producción de un film documental, acerca del festival. Les sugerí que antes de la entrevista leyeran mi libro de cuentos: "Mufida, La angolesa"; allí encontrarían, les dije, una historia del encuentro que me tocó vivir con Nadia. Me comprometí a colaborar en el documental: acerca del ''X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes'' realizado, en Berlín, el verano de 1973. El libro de cuentos "Mufida, La angolesa", fue publicado por Ediciones Altazor. Tal vez un dìa, Nadia o su descendencia, pueda leer la historia, que protagonizamos en nuestra juventud, de la cual sólo queda el recuerdo.
Jorge Aliaga Cacho en Bremen, Alemania |
No hay comentarios:
Publicar un comentario