Escritor uruguayo Enrique González Arias |
Por Enrique Gonzáles Arias
Estamos ante una obra literaria en que el poeta saca a relucir esa estirpe de caballero que deambula por el mundo sosteniendo su corazón entre el eterno cortejo con las féminas que cruzan ante la vida una y otra vez.
La gran saga tiene la dedicatoria en si como punto de sostén único, el verdadero sentir y el logro del amor, su amor.
El inicio es la existencia esa paradoja de una condicionante de la realidad con el ayer a modo de partida “Tener compasión para otra persona” pinta el lamento de las pérdidas en el tiempo, la contaminación como gran metáfora que destruye el ayer en lo físico y lo espiritual. Luego se van perfilando desde el vendaval de la vida. “Los hijos de Dios”, "Amauta de Celendín” tienen el cauce de la hombría del hijo, saber el valor del padre y es el mejor homenaje al engendrador con ese signo de lucha por los deterioros ambientales, hasta la pasión del juego en “Vamos Campeón” en donde está el desencanto y el encanto de la gente hasta ese grito de gol.
Si veo en la simbología del ser humano está claro lo bueno y lo malo de las sensaciones de los versos de desengaño expuestos desde la razón y así vemos “Limeña”, ”Quimera azul”, ”Playa desierta”, ”Tu boca”, ”Sacudo el tiempo”, ”Tsvetnoy boulevard”, ”Playa desierta”, como hilos conductores de desdén y van hasta el olvido de esos sentimientos en esas playas de la vida misma más allá del lugar que exactamente está retratado en esos versos.
Ya del otro extremo hay un nexo, necesario y sutil, “La rambla del Raval”, “Lady Diana del sur”, ”Piruetas” y la conexión intermedia que hacen estos poemas en una guía llega a “Natalia” para lograr así, la obra, un cuadriculado de la mujer que ha habitado al hombre, y que el hombre ha querido habitar, y se ha perdido pero estos poemas sienten la comprensión de sentimientos diáfanos, muy simples y nuestros. Como polo positivo y primordial Jorge Aliaga Cacho nos ha puesto el corazón de ser aquí, en la verdad del amor cautivante y sensual que encuadra, el mejor detalle de la naturaleza humana y para ello siguen en esta secuencia: ”Ágape de amor", “Si no te molestas”, “Si vas a Venecia”, ”Amada mía”, “Aturdidos” y “Alhambra”, aquí va toda una línea de geografías universales delicadas y sustanciales al amor y el encanto de lo sutil, contrasta con los versos anteriormente expuestos y son los positivos, esos de sentimientos eternos inolvidables y para ello sustancialmente humanos , es el hombre que escribe y desvela como ser el amor de verdad sin trastadas como debe ser y lo trazó desde un eje longitudinal que parte desde el entregarse en: ”Como viento al alma” y llega al poema máximo de deleite y con toda la conciencia de lo verdadero que es: ”Princesa del río Almond”. Este libro es un canto de sentimientos esparcidos en el tiempo al cual se le puede ver en una simple música llamada amor en la vida, escrito por un hombre, por el poeta de estos tiempos nuevos para los tiempos eternos, porque la humanidad sigue su camino construido en base al amor.
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