por Jorge Aliaga Cacho
He leído con gran interés la obra de Mario Aragón "Pepito Saltarín". Esta es una manifestación lúdica y tierna que nos conduce a dar un paseo por nuestros recuerdos infantiles. Ellos, se ha dicho, son los mejores recuerdos guardados por el hombre. Qué no daríamos por volverlos convertidos en realidad. Pues, eso logra Mario Aragón al escribir este maravilloso libro. Con él nos permite viajar al mundo de los duendes, los sueños y las twinkle, twinkle, little stars.
En este libro o juego extraordinario, Aragón regresa a jugar con Pepito Saltarín y los soldaditos. Después de treinta años lo ha encontrado en un armario de olor a naftalina entre los recuerdos de las caricias maternales y la ausencia paternal. Y luego nos lleva "detrás del arco iris" porque allí, Mario Aragón nos dice: "los niños juegan sin temor a los demonios del hombre".
Y este Pepito Saltarín, como buen capitán, es un buen guía y, nos hace subir a la mesa de cuatro patas para hacernos navegar por un mar inmenso y colorido, usando las sábanas como velas.
Esta obra infantil, que es también para adultos, es el campo de batalla, el mar de sus combates, donde el autor alista a sus tropas armadas con fusiles de bala de corcho. Pepito saltarín, excelso capitán, irá en busca de niños sin sueños para capturarles una sonrisa. El mundo mágico que nos recrea Aragón en este libro es irreal hecho realidad. Pues es creíble en la mente de un niño: un pastel como su mundo con un río de chocolate. Su moneda la risa, su actividad productiva el juego y su religión el amor.
Mario Aragón juega con la palabra pensada, nos seduce, y con la fuerza lúdica de su obra nos transmonta del límite terrenal a la fantasía. Y quienes pensamos como él quisiéramos ver esa fantasía hecha realidad. En suma este Pepito Saltarín es un revolucionario del amor y la ternura que nos hará pensar mucho en las observaciones de su creador: “¿Cuántos sueños se pierden al formarse un hombre?...”