Juan Medina Bustinza "Ojos tocuyo" Una semblanza del poeta y narrador Alejandro Medina Bustinza (Apurunco)
Por Antonio Sarmiento
“ …(Aymaraes-Apurímac) Integrante y cofundador del grupo literario AEDOSMIL. Los mejores textos del poeta Apurunco están teñidos de un diáfano lirismo, y se inscriben dentro de aquel movimiento en espiral que le permite mirar hacia adentro, es decir, volver a las raíces pletóricas de puro sentimiento andino. Esta vuelta hacia la matriz y hacia el útero implica también un regreso hacia lo instintivo, lo puro y lo no contaminado en donde el vate ha de sentirse cautivo o prisionero del ojo y se asoma a mirar desde las dimensiones más sensible y desgarradas del alma humana para desde allí, buscar en el amor el origen y la esenconozco al vate vi siempre clarear en sus ojos un intenso brillo, de inapelable tristeza, y van humedeciéndose ante el recuerdo y la remembranza del lar nativo. De allí que su estro se desangra en ausencias y grises lejanías, como en los poemas: “Hierbita de hojas luna” y “Lejanía III” Pág. 63 y 70 del poemario “Ojos tocuyo”cia de las cosas, sin dejarse siquiera domeñar ante la preceptiva y los puristas porque sus versos nada tiene que ver con esos banales juegos de artificios o esas piezas verbales de laboratorio, ni mucho menos con aquella actitud de aislamiento, de prescindencia del hombre y de la vida.
Por el contrario, el poeta unifica la vitalidad artística con la razón de vivir, porque en él la expresión o producción estética es reconocible a través de su temple, de su nervio o de su forma de estar y de actuar en comunión unánime con la naturaleza, y el cosmos. Desde que conozco al vate vi siempre clarear en sus ojos un intenso brillo, de inapelable tristeza, y van humedeciéndose ante el recuerdo y la remembranza del lar nativo. De allí que su estro se desangra en ausencias y grises lejanías, como en los poemas: “Hierbita de hojas luna” y “Lejanía III” Pág. 63 y 70 del poemario “Ojos tocuyo”.
Blancas mariposas
Fíjate pues cómo arrastran sus lagartijas los indiferentes. Siempre están delirando por el tiempo perfecto por las estaciones vestidas de rosas. Y no saben cómo fecundar primaveras en la caída suave del girasol al posar la tarde en su agonía. Ni conocen del frío despojado de un invierno sin abrigo.
Nomás escucha cómo desde sus instintos subterráneos —demoledores de sueños y palmeras— los indecisos alucinan purificaciones. Como si no los conociéramos llegan como blancas mariposas los que nunca supieron dolerse de los capullos calcinados en Ucrania y Afganistan... ni por las hierbas abatidas en Beirut y Uchurakay...
Observen sus fingimientos sus rostros de grilleros atufarados. Temerosos del sol lejos del tumulto caminan escondidos entre sombras.
Un día después de todo la tierra despertará sus faenas. Dejarán de ladrar los chacales se arrimarán salameros a tu izquierda.
Entonces ten cautela de sus colmillos de su lengua azucarada en tu costado. Pueda que la noche te sorprenda con sus dulces de poetas asosegados.
Cuidado de su adiós en el momento preciso de la despedida.
Del tercer beso en tu espalda Del reptil en tu mejilla.
Cuidado de su aliento de su falsa brújula al doblar la esquina. Al atardecer de su sonrisa esquiva.
Porque siempre harán arrogancias de sus pergaminosos holocaustos —fieles servidores de las tinieblas— harán alarde de sus grandezas y grandísimas blancas mariposas de papel. |