La muerte no es más que un umbral, un paso inevitable hacia la luz eterna.
No es dolor, no es sufrimiento; es como una exhalación profunda, un último aliento que libera el alma de las cadenas de la carne.
Es un paso más en este camino sagrado, un paso hacia lo divino.
En esa luz no hay sombras, solo claridad.
Camina hacia ella, con pasos firmes, porque no es un fin, sino una continuación.
El tiempo, en su misterio, se disuelve al otro lado del túnel.
Allí, donde los velos de lo mundano se desvanecen, encontrarás a los que amas, a los que se fueron antes.
Aquí, o allá, sus almas te esperan, te rodean, y en esa unión trascendental, el amor que los une no conoce límites ni fin.
Recuerda, el alma que camina hacia la muerte no camina sola.
Aquellos que se fueron antes que tú caminan contigo, guiando tu camino hacia la eternidad.
Porque lo que se siente como el final es verdaderamente un nuevo amanecer.
Fuente: Masonic Enlightenment
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