Por Jorge Aliaga Cacho
Platón, (Arístocles de Atenas), se cree que nació en Atenas o en Egina entre 426 y 347 a.C. Su padre, fue Aristón de Atenas, y su madre, fue Perictione. Tuvo dos hermanos, Glaucón y Adimanto, y una hermana, de nombre, Potone. Platón, miembro de una familia aristócrata, tuvo una esmerada educación. A la edad de 20 años conoció a Sócrates quien, a la edad de 63 años, y por el resto de su vida, sería su maestro. Platón, tuvo un interés inicial en la política, pero desistió de ella, luego de ser testigo de algunas acciones criminales por parte del gobierno: una de ellas fue el intento de involucrar a Sócrates en el apresamiento de León de Salamina, un exiliado del partido demócrata, con la intención de condenarlo a muerte. En su obra 'Apología a Sócrates', Platón, esgrime los argumentos que Sócrates formuló, en el proceso del juicio que lo llevó a la muerte.
'Sócrates se habría defendido de las acusaciones de pretender penetrar los misterios divinos, alegando que sus enseñanzas obedecían, más bien, un mandato del Oráculo de Delfos'.
En mis largas pláticas, sostenidas con el maestro Raúl Gálvez Cuéllar, tocamos el tema de las posibles intervenciones divinas en la creación literaria. Propusé al maestro, e ilustre filósofo tacneño: 'que los poetas no creaban nada y que, en el mejor de los casos, sólo serían agentes de mensajes divinos. Categóricamente, le insistí al maestro: 'que las inspiraciones poéticas eran mensajes de Dios, que el aeda registraba, sin mayor esfuerzo, en una obra poética. El verdadero autor de los poemas, persistí: 'es Dios'. Raúl Gálvez Cuéllar, con la mirada pensante, al instante asintió, sonrió y guardó silencio. Teníamos el marco de un día apacible. Ese día, el sol y las atenciones de su querida esposa Lucyta, resultaron muy agradables, allí, ese dìa en su 'Rancho Grande'', en las cercanías de Chosica.
Veamos ahora, lo que Platón registra en su ''Apologìa de Sócrates'':
'...Ia obra de los poetas no es fruto de la sabiduría, sino de ciertas dotes naturales y que escriben bajo inspiración, como les pasa a los profetas, adivinos, que pronuncian frases inteligentes y hermosas, pero nada es resultado de su inteligencia y muchas veces envían mensajes sin darse cuenta de lo que dicen. Creo que algo parecido sucede en el espíritu de los poetas. Sin embargo, me di cuenta de que los poetas, por este don de las musas, se creen los más sabios de los hombres y no sólo en estas cosas, sino en todas las demás, pero que, en realidad, no lo eran. Y me alejé de allí, convencido de que yo también estaba por encima de ellos, como antes había superado a los políticos. Para terminar, me fui en busca de los artesanos, plenamente convencido de que yo no sabía nada y que en estos encontraría muchos conocimientos útiles'.
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