Héctor Cacho |
(Poema en prosa)
POR HÉCTOR CACHO
Se ha puesto el sol sobre mis canteras y oigo los pasos de mi padre que se van con la frecuencia de la noche encogida. Las aldabas se caen cuando llega y se caen en el adiós que espera un beso benigno. En las horas desconocidas vuelve el desmayo de mis ojos y un astro hueco asoma sin nombre ni profecía en las venas del agua que me origina. Me llevo a la boca el pan nuestro más duro, para elegir la sangre como salario.
Entre los vidrios que quedan se oye el violín que respira el aire del silencio, los abrazos de mi padre no encuentran al Lázaro que llevo adentro aunque se quede conmigo cuando se vaya o me lleve consigo cuando se quede. La ausencia termina al tocarnos la puerta quien tanto esperamos aunque no sea el mejor momento, pues con las prisas se inaugura el encuentro perpetuo hecho de septiembres y enigmas. Mi padre se ha quedado en vela como un pequeño dios y en las mañanas mordidas por las noches el sol y la luna cavan su propio eclipse.
Poema perteneciente al libro ARJÉ.
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